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sábado, 4 de junio de 2016

El libro de los secretos (Deepak Chopra) SECRETO 9º (Segundo Escrito)


Vives en dimensiones Múltiples
Secreto 9
La semana pasada conocí a dos personas que podrían enfrascarse en una contienda espiritual si no fueran tan afables. La primera era una mujer interesada en la justicia social. Luego de amasar una fortuna en el negocio de la ropa, supo que muchas de las prendas lujosas que vestimos se fabrican en condiciones infrahumanas en el Tercer Mundo, donde los niños trabajan dieciséis horas al día por unos centavos. 
Tras constatar en persona estas condiciones, la mujer se convirtió en una activista de gran dedicación. 
“Debemos eliminar la esclavitud laboral”, me dijo con voz apasionada. “No comprendo por qué no están todos indignados por lo que ocurre.” Me di cuenta de que en realidad quería saber por qué yo no estaba indignado. Sus ojos, de mirada intensa, ferviente, estaban clavados en mí. “Sobre todo tú” me decían. 
No hacía falta. Cuando se es una figura pública relacionada con la espiritualidad, las personas quieren saber por qué uno no sigue la rama de la espiritualidad elegida por ellas. 
En este caso, la mujer interesada en la justicia social pensaba que la forma más elevada de la espiritualidad era el humanitarismo. 
Según su manera de pensar, uno no es realmente espiritual mientras no ayude a los pobres y combata la injusticia y la desigualdad. Unos días después conocí a su contrario, un hombre que se gana la vida realizando sanaciones a distancia. Nacido en Sudamérica, descubrió, mediante misteriosas experiencias en la infancia, que podía ver el mundo sutil de las auras y los campos de energía. Durante mucho tiempo, nada derivó de este don; se dedicó al negocio de importaciones y exportaciones hasta pasados los 40 años. 
Cierto día se sintió enfermo y acudió con un sanador que lo curó sin utilizar las manos, sólo moviendo su energía psíquica. A partir de ese momento, el hombre se dedicó apasionadamente a realizar la misma clase de trabajo. Y él, también, quiso saber por qué yo no seguía su camino espiritual. “Ocurrirán cambios en el plano astral”, me dijo en voz baja y reservada. 
“La ciencia ha dominado el plano material, pero habrá un cambio en 2012. Me lo han dicho mis guías espirituales. 
A partir de ese año, la ciencia entrará en decadencia, destruida por sus excesos. Entonces el espíritu volverá al planeta.” 
En vez de un humanitarismo apasionado, este hombre defendía el desprendimiento y la renuncia al mundo material. 
Al igual que la mujer, no entendía por qué yo no comprendía: 
le parecía obvio que tratar de cambiar al mundo mediante la confrontación era inútil. Por extraño que parezca, yo estuve de acuerdo con ambos. Lo que representaban era un secreto: todos vivimos en dimensiones múltiples. 
Podemos elegir hacia dónde dirigir nuestra atención, y en donde esa atención se concentre, se abrirá una nueva realidad. Aunque estas dos personas no estaban de acuerdo, ambas intentaban resolver el mismo problema: cómo ser espiritual pese a las exigencias materiales. Y las respuestas que ambas habían encontrado eran viables; pero ninguna era la respuesta. Cuando digo otras dimensiones hablo de ámbitos de conciencia. La conciencia hace la realidad — hemos hablado bastante al respecto— pero hacer significa en realidad elegir. 
La realidad única posee ya todas las dimensiones posibles; nadie necesita hacer otras nuevas, ni podría aun si quisiera. Pero mediante nuestra atención traemos estas dimensiones a la vida: las poblamos, les damos nuevo significado y pintamos paisajes únicos. Permíteme enumerar primero estos ámbitos.

 Los ámbitos invisibles Cómo se despliega la conciencia desde la fuente.
Ser puro. 
El ámbito de lo absoluto, conciencia pura antes de que adquiera ninguna característica. El estadio anterior a la creación. 
No es en realidad un ámbito separado, pues impregna todo. 
Dicha potencial. El ámbito de la conciencia cuando empieza a descubrir su propio potencial. 
Amor. La fuerza motivadora de la creación. 
Cognición. El ámbito de la inteligencia interna. 
Mitos y arquetipos. Las pautas colectivas de la sociedad. 
Es el ámbito de dioses y diosas, héroes y heroínas, energías masculinas y femeninas. 
Intuición. El ámbito donde la mente comprende el funcionamiento sutil de la vida. 
Imaginación. El ámbito de la invención creativa. 
Razón. El ámbito de la lógica» la ciencia y las matemáticas. Emoción. El ámbito de los sentimientos. 
Cuerpo físico. 
El ámbito de la sensación y los cinco sentidos. ¿Cuál de estos reinos es auténticamente espiritual? 
Todos están interconectados, pero vemos que frecuentemente las personas acampan en uno u otro, y una vez que encuentran el lugar que prefieren, también encuentran ahí al espíritu. 
La mujer interesada en la justicia social halló su lugar en las emociones y el cuerpo físico; fue la lucha física de la pobreza cotidiana lo que conmovió su corazón. 
Pero, por supuesto, no puede excluirse el amor de su conjunto de motivos; quizá descubrió intuitivamente que este tipo de trabajo humanitario era el camino hacia un mayor crecimiento personal. 
El hombre que sanaba a distancia encontró su lugar en el reino de la intuición. Aquí es donde operan las energías sutiles. 
Su rama de la espiritualidad implicaba manipular las fuerzas invisibles que sustentan el mundo físico. 
No podemos excluir al amor de su conjunto de motivos, y hay que considerar también el reino del mito y los arquetipos, pues apelaba a ángeles y guías espirituales para realizar su trabajo. Un escéptico replicaría que estos reinos simplemente no existen. Éste es un argumento difícil de rebatir porque si algo no existe para ti, entonces puede no existir. 
Tal vez convenga poner un ejemplo. 
Un auto se ha incrustado en un montículo de nieve. 
El conductor yace inconsciente sobre el volante. 
Los curiosos se detienen a ver qué pasa y se preguntan unos a otros: 
“¿Cómo pasó esto?” Uno de ellos señala las huellas de las llantas en la nieve. “El auto se desvió. Así fue como pasó” 
Otro observador señala el volante torcido hacia un lado. 
“La cadena de tracción estaba defectuosa. Así fue como pasó.” Un tercer observador huele el aliento del conductor. 
“Estaba ebrio. Así fue como pasó.” 
Finalmente, pasa por ahí un neurólogo con un escáner para exámenes de resonancia magnética y señala el resultado de la exploración. “Su corteza motriz muestra anormalidades. 
Así fue como pasó.” 
Cada respuesta depende por completo del tipo de evidencias utilizadas. La misma pregunta se formuló en niveles diferentes de la realidad, y de acuerdo con el nivel, sólo una clase de respuesta tenía sentido. 
No es que el neurólogo sea enemigo del mecánico; sólo cree que su propia respuesta es más profunda y, por tanto, más acertada. Cuando se afirma que no hay prueba científica de que el universo es consciente, mi respuesta inmediata es: 
“Yo soy consciente, ¿y acaso no soy una actividad del universo?
” El cerebro, que opera con impulsos electromagnéticos, es una actividad del universo tanto como lo es una tormenta electromagnética en la atmósfera o una estrella lejana. 
Por tanto, la ciencia es una forma de electromagnetismo que dedica su tiempo a estudiar otra forma. 
Una vez, un físico me hizo un comentario que me agradó: 
“La ciencia no debería ser considerada enemiga de la espiritualidad, pues es su más grande aliada. 
La ciencia es Dios explicando qué es Dios a Dios mediante un sistema nervioso humano. ¿No es la espiritualidad lo mismo?” Un filósofo podría argumentar que la realidad no se conoce en verdad mientras no se incluyan todos los niveles de interpretación. 
En ese sentido, la teoría de la realidad única no se opone al materialismo: lo expande. 
El conductor que se estrelló en el banco de nieve pudo tener muchos niveles de motivación: quizá estaba deprimido y se salió del camino a propósito (emociones). 
Quizá estaba pensando en un poema que quería escribir y su atención se desvió (imaginación). Quizá vio con la mente que otro auto estaba a punto de invadir su carril (intuición) 
Para alcanzar un nuevo nivel de explicación debes trascender el nivel en el que estás, ir más allá de él. 
Si puedes reconocer que ir más allá es algo que haces todos los días, no hay mucha razón para utilizar el materialismo como palo de golf para azotar a la espiritualidad en la cabeza. 
El mundo material puede ser tu nivel básico de experiencia o no. Los otros niveles están disponibles mediante la trascendencia —ir más allá de tu nivel básico— como lo estás haciendo en este instante en que tu cerebro convierte química en pensamientos. Así, la pregunta correcta es en qué ámbito quieres vivir. Para mí, la vida ideal se vive en todos los niveles de conciencia. Tu atención no es limitada ni estrecha; te abres a la totalidad de la conciencia. Tienes la oportunidad de vivir así, pero al concentrarte en uno o dos niveles has provocado que los demás se atrofien. Han sido expulsados de tu conciencia, por lo que tu capacidad para trascender está muy limitada. 
(En el nivel más mundano, frecuentemente es una cuestión de tiempo. 
Pocas veces encuentro científicos que hayan reflexionado detenidamente acerca de la conciencia; no piensan más que en el trabajo de laboratorio. 
Como el resto de nosotros, tienen muchas ocupaciones, y si el mundo tuviera una base profundamente distinta de la que ellos han aprendido como estudiantes de medicina o física cuántica, el científico típico tendría que ocuparse de ella.) 
Cada dimensión de tu existencia tiene un propósito y ofrece un nivel de realización que no está disponible en ningún otro lugar (éstos son los “sabores de la creación”). Con una conciencia totalmente expandida puedes acceder a todas las dimensiones. 

Cuando las puertas están abiertas Vivir en todas las dimensiones de la conciencia. 
Ser puro. 
Cuando esta puerta se abre, te conoces a ti mismo como el “yo soy”, el estado simple de la existencia eterna. 
Dicha potencial. 
Cuando esta puerta se abre, sientes animación y efervescencia en toda actividad. La dicha está más allá del placer y el dolor. Amor. 
El ámbito de la dicha como experiencia personal. Cuando se abre esta puerta, experimentas amor en todos los aspectos de la vida. El amor es tu motivación primaria en todas las relaciones, empezando por la relación contigo mismo. En un nivel más profundo, el amor te vincula con el ritmo del universo. 
Cognición. 
Es la fuente de la mente. Cuando se abre esta puerta, puedes acceder a la sabiduría y al conocimiento sobre todo lo que hay en la creación. 
Mitos y arquetipos. 
Cuando se abre esta puerta, conduces tu vida como una búsqueda. Aspiras a los logros de los héroes y heroínas que admiras. También encarnas la dinámica eterna entre masculino y femenino. 
Intuición. 
Cuando se abre esta puerta, puedes moldear estas fuerzas sutiles en la sanación, la clarividencia y la comprensión de la naturaleza humana. La intuición también te guía en tu propio camino, mostrándote cómo elegir el camino a recorrer cuando tu vida cambia de rumbo. 
Imaginación. 
Cuando esta puerta se abre, las imágenes de tu mente tienen poder creativo. Infunden vida a posibilidades que jamás habían existido. En este nivel también desarrollas la pasión por explorar lo desconocido. 
Razón. 
Cuando esta puerta se abre, puedes concebir sistemas y modelos de la realidad. El pensamiento racional hace frente a posibilidades infinitas utilizando la lógica, que corta rebanadas de la realidad para analizarlas separadas. 
Emoción. 
Cuando esta puerta se abre, percibes las sensaciones corporales y las interpretas como placer o dolor, sentimientos que anhelas y sentimientos que quieres evitar. El ámbito emocional es tan poderoso que invalida la lógica y la-razón. 
Cuerpo físico. 
Cuando esta puerta se abre, te descubres como un ser aislado en el mundo físico. ¿Cómo surgieron todos estos niveles? Como un hecho de la existencia: el ser puro los concibió» los proyectó desde sí, y entró en ellos. Se trata del circuito principal del universo, y tu sistema nervioso está conectado a él. 
Al prestar atención a cualquier dimensión de la vida, le envías una corriente de conciencia. Si no prestas atención, el circuito está cerrado para esa dimensión. Aunque utilizamos palabras como puertas, circuitos y niveles éstas no logran reflejar la realidad, que vibra con cada impulso. 
Tú produces un efecto en cada dimensión aun cuando no hayas dirigido tu atención a explorar y comprender lo que hay ahí. Cuando una persona ha explorado a fondo una dimensión, se dice que ha alcanzado el vidya, palabra que en sánscrito significa literalmente “conocimiento” pero que implica mucho más: el dominio de un conjunto de leyes naturales. 
Imagina que entras en un taller del cual desconoces las herramientas y el oficio. En el momento de entrar captas todo de un vistazo, pero hace falta entrenamiento para dominar cada detalle. 
Al final eres una persona diferente, con percepciones totalmente distintas. 
Así, un músico graduado por la Julliard School of Music escucha las notas del radio con un sistema nervioso diferente al de alguien que se acaba de graduar del MIT [Massachusetts Institute of Technology] como ingeniero en electrónica. 
Ambos han adquirido vidya, el tipo de conocimiento en que uno se convierte y que no sólo se aprende pasivamente. 
Personas con perspectivas totalmente distintas de la espiritualidad tienen en común la búsqueda del vidya. 
Quieren ser transformados por el conocimiento que fluye directamente de la fuente. 
El hecho de que la fuente de una persona sea Dios y la de otra sea Brahma, Alá, Nirvana o Ser, es una diferencia insignificante. 
Lo que en realidad divide a las personas es mantener las puertas de la percepción cerradas- A este estado se le llama avidya, o falta de conciencia. 
Avidya 
Cómo nos apartamos de la conciencia Ser puro. 
Cuando esta puerta se cierra, vivimos en la separación. 
Hay un temor subyacente a la muerte, pérdida de conexión y ausencia de cualquier presencia divina. 
Dicha potencial. 
Cuando esta puerta se cierra, la vida carece de alegría. La felicidad es sólo un estado efímero. No hay apertura para las experiencias sublimes. 
Amor. 
Cuando esta puerta se cierra, la vida es cruel. 
Nos sentimos aislados en un mundo gris donde las demás personas son figuras distantes, indiferentes. 
No se percibe la presencia de una mano amorosa en la creación. Cognición. 
Cuando esta puerta se cierra, las leyes de la naturaleza resultan desconcertantes. El conocimiento se alcanza sólo mediante los hechos y la limitada experiencia personal, sin acceso al significado profundo. 
Mitos y arquetipos. 
Cuando esta puerta se cierra, no existen modelos, héroes, dioses ni búsquedas apasionadas. No encontramos un significado mítico en nuestras vidas. No hay una dimensión más profunda en la relación entre hombres y mujeres. 
Intuición. 
Cuando esta puerta se cierra, la vida pierde sutileza. 
La persona no alcanza a comprender a fondo las cosas, no tiene chispazos de genialidad ni esos momentos de júbilo en los que decimos: “¡Aja!”. 
La red de conexiones sutiles que sostiene al universo queda totalmente oculta. 
Imaginación. 
Cuando esta puerta se cierra, la vida queda desprovista de fantasía. Vemos todo de manera literal; el arte y las metáforas importan poco. 
Las decisiones importantes se abordan mediante el análisis técnico, y no hay esperanza de un salto creativo súbito. 
Razón. 
Cuando esta puerta se cierra, la vida no tiene sentido. 
Somos gobernados por impulsos aleatorios. 
Ninguna línea de acción se continúa hasta su conclusión, y las decisiones se toman irracionalmente. 
Emoción. 
Cuando esta puerta se cierra, los sentimientos están congelados. Hay poco o ningún espacio para la compasión y la empatia. 
Los sucesos parecen desconectados, sin continuidad, y las demás personas no ofrecen oportunidad alguna de establecer lazos.
Cuerpo físico. 
Cuando esta puerta se cierra, la vida es completamente mental. La persona siente que su cuerpo está inerte, que es un peso muerto que debe arrastrar. 
El cuerpo existe como un sistema de apoyo necesario para la vida, nada más. No hay “combustible” para moverse y actuar en el mundo. Como puedes ver, no hay un solo estado de avidya sino varios. 
Tradicionalmente, en India la distinción no era tan sutil y a las personas se les calificaba de ignorantes o iluminadas. 
Si no estabas en la unidad, se pensaba, estabas en la ignorancia absoluta. (Un equivalente aproximado en Occidente es que uno estaba perdido o estaba redimido.) 
Así, el número de personas en vidya era minúsculo, y el número de personas en avidya era enorme. Pero la tradición pasaba por alto el funcionamiento de la conciencia. 
Somos criaturas multidimensionales, y por tanto una persona puede alcanzar vidya en un área pero no en otra. 
Picasso era un artista supremo (imaginación) pero un pésimo marido (amor); Mozart, un creador divino de música (imaginación y amor) pero débil físicamente; Uncoln, un maestro del mito y el arquetipo pero desecho emocionalmente. Estos desequilibrios también ocurren en tu vida. En la medida en que nos esforcemos en pasar del avidya al vidya, llevaremos una vida espiritual. 

CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR EL NOVENO SECRETO

La razón por la que Cristo, Buda, Sócrates o cualquier otro maestro espiritual nos habla personalmente es que la conciencia limitada permite atisbos súbitos y diáfanos de una realidad que está más allá. Tu mente quiere trascender. La atención ceñida es como una luz que sólo ilumina un objeto; excluye todo lo que está fuera de su haz; el equivalente mental es el rechazo. 
Pero ¿qué pasaría si renunciaras a todo el proceso de rechazo? Si lo hicieras, te encontrarías prestando atención en la misma medida a todo. El rechazo es un hábito. 
Sin él, puedes participar en la vida tal como se te presenta. Considera cada uno de los ámbitos de la conciencia y escribe cómo te impides entrar en ellos. Con esto advertirás qué haces para limitar tu conciencia, y al identificar cada uno de estos reflejos arraigados empezarás a cambiarlos. 
Por ejemplo: 
Ser puro. 
No aminoro la marcha lo suficiente para tener una paz interior auténtica. No dedico tiempo a meditar. No he experimentado la tranquilidad de la naturaleza recientemente. Ahora advertiré cuando rechace la paz interior y encontraré tiempo para ella. Dicha potencial. 
No he sentido alegría por el simple hecho de estar vivo. 
No estoy buscando oportunidades para maravillarme. 
No paso suficiente tiempo con niños pequeños. 
No he contemplado el cielo nocturno. 
Ahora advertiré cuando rechace la apreciación gozosa y encontraré tiempo para ella. 
Amor. 
No he valorado a mis seres queridos, por lo que no he expresado mucho mi amor. Me siento incómodo recibiendo amor. He dado al amor un lugar secundario en mi escala de valores. Ahora advertiré cuando rechace esas oportunidades para hacer del amor algo importante en mi vida y encontraré tiempo para él. 
Cognición. 
Me dejo llevar demasiado por la duda. Automáticamente asumo una postura escéptica y sólo me conformo con hechos comprobables. No conozco a personas sabias y dedico poco tiempo a leer textos filosóficos y espirituales. Ahora advertiré cuando rechace la sabiduría tradicional y encontraré tiempo para ella. 
Mitos y arquetipos. 
Ya no tengo héroes. No recuerdo haber encontrado un ejemplo valioso en nada ni en nadie desde hace mucho tiempo. Sigo mi propio camino, que es tan válido como el de cualquier otro. Ahora advertiré cuando rechace la idea de que es necesaria una inspiración más elevada y encontraré tiempo para ella. Intuición. 
Utilizo mi cabeza, no creo en algo tan ridículo como la intuición. Busco pruebas antes de creer en algo. 
Me parece que todos los poderes extrasensoriales son fantasía. Analizo una situación y tomo mi decisión en consecuencia. Ahora advertiré cuando rechace mis corazonadas y empezaré a confiar en ellas. 
Imaginación. 
El arte no es lo mío. No voy a museos ni a conciertos. 
Mi pasatiempo es la televisión y los deportes. 
Para mí, los individuos más creativos no tienen los pies sobre la tierra. Ahora advertiré cuando rechace mi imaginación y encontraré maneras de expresarla. 
Razón. 
Yo sé lo que sé y me mantengo fiel a ello. 
Con frecuencia no escucho a la otra parte en una discusión; sólo quiero demostrar que tengo razón. Tiendo a presentar las mismas reacciones en situaciones similares. No siempre sigo los planes que hago, aun cuando sean buenos. Ahora advertiré cuando sea poco razonable y me detendré a considerar todos los puntos de vista. 
Emoción. 
No hago escenas y me molesta cuando alguien las hace. 
No me impresionan las personas que dan rienda suelta a sus emociones. Mi lema es: guárdalo para ti. Nadie me ve llorar jamás. No recuerdo que alguien me haya enseñado en mi infancia que las emociones son positivas. 
Ahora advertiré cuando rechace mis sentimientos auténticos y encontraré una manera sana de expresarlos. 
Cuerpo físico. 
Debería cuidarme. Mi condición física es considerablemente peor de lo que era hace cinco o diez años. No estoy satisfecho con mi cuerpo y no me interesa mucho la actividad física. 
He escuchado sobre terapias corporales, pero creo que recibirlas sería indulgente de mi parte y un poco excéntrico. Ahora advertiré cuando rechace el aspecto físico de mi vida y le daré tiempo. Por cuestión de espacio, he puesto como ejemplo notas muy generales, pero tú debes ser lo más específico posible. 
En el apartado “Amor” escribe el nombre de alguien a quien no hayas demostrado tu amor o un incidente en el que recuerdes haberte sentido incómodo de recibir amor. 
En el de “Imaginación” anota el museo de tu ciudad que no visitas o el nombre de la persona con inclinaciones artísticas cuya compañía has evitado. Asimismo, sé lo más específico que puedas respecto de cómo cambiarás estos hábitos de rechazo. 
Ejercicio 2: mi perfil de conciencia 
Ahora que has tomado nota de dónde están tus limitaciones, traza un perfil de tu conciencia tal como es hoy. 
Guárdalo en un lugar seguro y revísalo dentro de 60 días para ver cuánto has cambiado. 
Cada categoría se califica en una escala del uno al diez. 
Cuando vuelvas a él después de 60 días, califícate de nuevo sin ver la primera evaluación. 
O puntos: no presto atención a esta parte de mi vida. 
1-3 puntos: he tenido un poco de experiencia en esta área pero no recientemente ni muy seguido. 
4-6 puntos: estoy familiarizado con esta área de mi vida y la experimento con bastante frecuencia. 
7-9 puntos: ésta es un área importante de mi vida, una en la que me concentro mucho. 
10 puntos: esta área es mi hogar. La conozco bien y le dedico casi toda mi atención adicional. 
(O a 10 puntos) ‰ Ser puro ‰ Dicha potencial ‰- Amor -‰ Cognición ‰ Mitos y arquetipos -‰ Intuición ‰- Imaginación -‰ Razón -‰ Emoción Cuerpo físico.
Deepak Chopra.
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/

Lo que importa es la comprensión, no el recuerdo.(J. Krishnamurti )


Lo que importa es la comprensión, no el recuerdo.

Lo que estoy diciendo en todas estas conversaciones no es algo para ser meramente recordado. Su propósito no es que ustedes traten de acumular en la mente lo que oyen, que se acuerden de ello y después piensen o actúen al respecto. 

Si simplemente acumulan en sus mentes lo que les estoy diciendo, eso no será más que memoria, no será una cosa viva, algo que comprenden realmente.

Lo que importa es la comprensión, no el recuerdo. 

Espero que vean la diferencia entre ambas cosas. 
La comprensión es inmediata, directa, es algo que ustedes experimentan intensamente. Pero si sólo recuerdan lo que han oído, ello servirá solamente como un patrón, como una guía para seguir, para repetir, una idea para imitar, un ideal sobre el cual basar sus vidas.

La comprensión no es un asunto de la memoria. 

Es una intensidad constante, un descubrimiento permanente.

Por lo tanto, si sólo recuerdan aquello de que hablo, compararán y tratarán de modificar sus acciones o de ajustarlas a lo que recuerdan. 

Pero si realmente comprenden, esa comprensión misma genera acción, y entonces no tienen que actuar conforme a lo que recuerden. Por eso es muy importante no limitarse a recordar, sino escuchar y comprender instantáneamente.

Cuando ustedes recuerdan ciertas palabras, ciertas frases, o rememoran ciertos sentimientos que se despertaron aquí y comparan aquello que hacen con lo que recuerdan, existe siempre una lucha entre esa acción y lo recordado. 

Pero si de verdad comprenden, no copian. Cualquiera que posea cierta capacidad puede recordar palabras y aprobar exámenes; pero si comienzan a comprender todo lo implicado en aquello que ven, que oyen, que sienten, esa comprensión misma genera una acción que ustedes no tienen que dirigir, moldear ni controlar.

Si meramente recuerdan, estarán siempre comparando; la comparación engendra envidia y sobre esa envidia se basa toda nuestra sociedad adquisitiva. La comparación jamás dará origen a la comprensión. En la comprensión hay amor, mientras que la comparación es mera intelectualización, es un proceso mental que consiste en imitar, en seguir, proceso en el que siempre existe el peligro del conductor y el conducido.

¿Alcanzan a ver esto?

En este mundo, la estructura de la sociedad se basa en el que conduce y los que son conducidos, en el ejemplo y los que siguen el ejemplo, en el héroe y los adoradores del héroe. 

Si investigan este proceso de conducir y ser conducido, encontrarán que cuando siguen a otro no hay iniciativa.
No hay libertad ni para ustedes ni para el que conduce; porque ustedes crean al que les conduce y entonces éste les controla. 
En tanto estén siguiendo un ejemplo de renunciamiento, de grandeza, de sabiduría, de amor, en tanto tengan un ideal que deba ser recordado y copiado, habrá inevitablemente una brecha, una división entre el ideal y la acción que desarrollan.

Un hombre que realmente ve la verdad de esto, no tiene ideales ni ejemplos, no sigue a nadie. 

Para él no hay ni gurú ni mahatma ni conductor heroico. 
Está comprendiendo constantemente lo que hay dentro de él mismo y lo que escucha de otros, ya sea de sus padres, de un maestro, de una persona como yo, que ocasionalmente entra en su vida.

Si ahora están escuchando y comprendiendo, entonces no siguen ni imitan; por lo tanto, no temen, y entonces hay amor.

Es esencial que todo lo vean muy claramente por sí mismos, de manera que no sean fascinados por héroes ni hipnotizados por ejemplos, por ideales. Los ejemplos, los héroes, los ideales tienen que ser recordados y se olvidan fácilmente; por eso necesitan tener un recordatorio constante en la forma de una pintura, un ídolo, un eslógan. Al seguir un ideal, un ejemplo, están meramente recordando, y en el recuerdo no hay comprensión.

Están comparando lo que son con lo que quieren ser, y esa comparación misma engendra autoridad, envidia y miedo; y en eso no hay amor.

Por favor, escuchen muy atentamente todo esto y compréndanlo de modo que no tengan que seguir a líderes ni tengan que imitar o copiar ejemplos e ideales, porque entonces serán individuos libres con dignidad humana. 

No pueden ser libres si están comparándose perpetuamente con el ideal, con lo que deberían ser.

Comprender lo que son realmente -por feos o hermosos o temerosos que sean- no es una cuestión de memoria, de recordar un ideal. 

Tienen que observarse, tienen que estar atentos a sí mismos, de instante en instante, en la relación humana. Estar conscientes de lo que son en realidad, es el proceso de la comprensión.

Si realmente comprenden de qué estoy hablando, si lo escuchan completamente, estarán libres de todas las cosas totalmente falsas que las pasadas generaciones han creado. 

No estarán agobiados por la imitación, por la mera repetición de un ideal, lo cual sólo mutila la mente engendrando temor y envidia. Puede que inconscientemente estén escuchando esto de manera muy intensa. Espero que así sea, porque entonces verán qué transformación extraordinaria adviene con el escuchar profundo y la libertad respecto de la limitación.

Interlocutor: La belleza, ¿es objetiva o subjetiva?

K.: Ves algo hermoso, el río desde el balcón; o ves a un niño en harapos que llora. Si no eres sensible, si no te das cuenta de todo lo que te rodea, entonces pasas de largo y ese acontecimiento tiene muy poco valor. 

Una mujer va caminando con una carga sobre la cabeza. 
Sus ropas están sucias, ella se ve hambrienta y cansada.

¿Ves el color de su sari, por manchado que pueda estar? 

Están estas influencias objetivas que te rodean; y si careces de sensibilidad, jamás las apreciarás, ¿verdad?

Ser sensible es estar atento no sólo a las cosas bellas sino también a las que llamamos feas. 

El río, los campos verdes, los árboles en la distancia, las nubes de un atardecer, a estas cosas las llamamos bellas. 
A los aldeanos sucios, medio muertos de hambre, a las personas que viven en la escualidez o a las que tienen muy poca capacidad de pensamiento, de sentimiento, a todo esto lo llamamos feo. Ahora bien, si lo observan, verán que lo que hace la mayoría de nosotros es aferrarse a lo bello y desechar lo feo. ¿Pero acaso no es importante ser sensibles tanto a la belleza como a lo que llamamos fealdad? La falta de esta sensibilidad es la causa de que dividamos la vida en lo feo y lo bello. 
Pero si somos abiertos, receptivos, sensibles tanto a lo feo como a lo bello, entonces veremos que ambos están llenos de significado, y esta percepción enriquece la vida.

Entonces, ¿es subjetiva u objetiva la belleza? Si uno fuera ciego, si fuera sordo y no pudiera escuchar ninguna música, ¿carecería de belleza? ¿O la belleza es algo interno? 

Puede que uno no vea con sus ojos, que no escuche con sus oídos, pero si experimenta este estado de hallarse realmente abierto, sensible a todo, si está profundamente consciente de todo lo que ocurre dentro, consciente de cada pensamiento, de cada sentimiento, ¿acaso no hay belleza también en eso? 
Pero ya lo ven, pensamos que la belleza es algo exterior a nosotros. Por eso compramos pinturas y las colgamos en la pared. Queremos poseer hermosos saris, trajes, turbantes; queremos rodearnos de cosas bellas, porque tememos que sin un recordatorio objetivo perderíamos algo internamente.

¿Pero es posible dividir la vida, todo el proceso de la existencia, en lo subjetivo y lo objetivo? ¿Acaso no es un proceso unitario? Sin lo externo no existe lo interno; sin lo interno no existe lo externo.

Interlocutor: ¿Por qué los fuertes reprimen a los débiles?

K.: ¿Reprimes tú al débil? Descubrámoslo. 

En una discusión o en cuestiones de fuerza física, ¿no apartas del camino a tu hermano menor, al que es más pequeño que tú? Es porque deseas afirmarte a ti mismo.

Quieres mostrar tu fuerza, mostrar que eres mejor o más poderoso, de modo que dominas y apartas al más pequeño, te das importancia. Lo mismo sucede con los adultos. 

Son más grandes que tú, conocen un poco más que tú porque han leído libros, tienen una posición, dinero, autoridad, de modo que te reprimen, te hacen a un lado; y tú aceptas que te hagan a un lado; entonces, reprimes a alguien que está debajo de ti. Cada cual quiere afirmarse a sí mismo, dominar, mostrar que tiene poder sobre otros. Casi ninguno de nosotros quiere ser como nada. Queremos ser alguien, y el mostrar poder sobre otros nos proporciona satisfacción, nos hace sentir que somos alguien.

Interlocutor: ¿Por eso el pez más grande se traga al pequeño ?

K.: En el mundo animal tal vez sea natural que el pez grande viva del pequeño. Es algo que no podemos cambiar. 

Pero el ser humano grande no necesita vivir del ser humano pequeño. Si sabemos cómo utilizar nuestra inteligencia, podemos dejar de vivir uno del otro, no sólo físicamente sino también en el sentido psicológico. 
Ver este problema y comprenderlo, lo cual implica tener inteligencia, es dejar de vivir del otro.

Pero casi todos queremos vivir de otros, de modo que nos aprovechamos de alguno que es más débil que nosotros. 

La libertad no implica estar libres para hacer lo que nos plazca. Sólo puede haber verdadera libertad cuando hay inteligencia; y la inteligencia adviene cuando comprendemos la relación, la relación entre tú y yo, la relación entre cada uno de nosotros y alguna otra persona.

Interlocutor: ¿Es verdad que los descubrimientos científicos hacen que nuestras vidas sean más fáciles de vivir?

K.: ¿No han hecho más fácil tu vida? Tienes electricidad, ¿no es así? Mueves un interruptor y tienes luz. En este lugar hay un teléfono, puedes hablar si lo deseas a un amigo en Bombay o en Nueva York. ¿No es fácil eso? 0 puedes tomar un avión e ir rápidamente a Delhi o a Londres. Estas cosas son el resultado de los descubrimientos científicos y han hecho más fácil la vida. La ciencia ha ayudado a curar enfermedades; pero también nos ha dado la bomba de hidrógeno, que puede matar a millares de seres humanos. Por lo tanto, como la ciencia está descubriendo constantemente más y más, si no empezamos a utilizar con inteligencia, con amor el conocimiento científico, vamos a destruirnos a nosotros mismos.

Interlocutor: ¿Qué es la muerte?

K.: ¿Qué es la muerte? ¡Qué pregunta para una niñita!

Has visto los cuerpos que llevan al río; has visto hojas muertas, árboles muertos; sabes que las frutas se marchitan y se pudren. Las aves que están tan llenas de vida en la mañana, parloteando, llamándose unas a otras, puede que estén muertas a la noche. La persona que está viva puede ser abatida por un desastre mañana. Vemos que ocurre todo esto. 

La muerte es común a todos nosotros, todos terminaremos de ese modo. Podemos vivir treinta, cincuenta u ochenta años, gozando, sufriendo, temiendo, y al final de ello ya no estamos más.

¿Qué es eso que llamamos el vivir y qué es lo que llamamos muerte? Es realmente un problema complejo y no sé si quieren investigarlo. Si pudiéramos descubrir, comprender qué es el vivir, quizá comprenderíamos qué es la muerte. 

Cuando perdemos a alguien a quien amamos, nos sentimos desconsolados, solos; en consecuencia, decimos que la muerte no tiene nada que ver con el vivir. Separamos la muerte de la vida.

¿Pero está la muerte separada de la vida? ¿No es el vivir un proceso de morir?

¿Qué significa el vivir, para la mayoría de nosotros? Significa el acumular, elegir, sufrir, reír. Y en el trasfondo, detrás de todo el placer y el dolor, está el miedo: el miedo de que llegue el fin, el miedo a lo que va a suceder mañana, el miedo de no tener nombre ni fama, de no tener propiedad ni posición social, de que termine todo lo que queremos que continúe. 

Pero la muerte es inevitable; entonces nos preguntamos:"¿Qué sucede después de la muerte?"

Y bien, ¿qué es lo que llega a su fin en la muerte? ¿La vida? ¿Es la vida meramente un proceso de inspirar y expeler el aire? Comer, odiar, amar, adquirir, poseer, comparar, envidiar... 

esto es lo que la mayoría de nosotros conoce de la vida. 
Para la mayoría, la vida es un sufrimiento, una batalla constante de dolor y placer, esperanza y frustración. 
¿Y no puede eso terminar? ¿Acaso no deberíamos morir? 
En el otoño, con la llegada del tiempo frío, las hojas caen de los árboles y reaparecen en primavera. ¿No deberíamos, de igual modo, morir a todo lo de ayer, a todas nuestras acumulaciones y esperanzas, a todos los éxitos que hemos cosechado? ¿No deberíamos morir a todo eso y vivir de nuevo mañana, de manera que, como una hoja nueva, fuéramos puros, tiernos, sensibles? Para el hombre que dice: "Yo soy alguien y tengo que continuar", para él siempre hay muerte y ghat crematorio; y ese hombre no conoce el amor.

Extracto de: EL ARTE DE VIVIR - J. Krishnamurti
 

¿Qué significa amar?. (J. Krishnamurti )





¿Qué significa amar?.

¿No es acaso muy importante, mientras somos jóvenes, que se nos ame y también saber qué significa amar?

Pero me parece que muy pocos de nosotros amamos o somos amados. Y creo que es esencial, mientras somos jóvenes, investigar este problema muy seriamente y comprenderlo; porque entonces quizá podamos ser lo bastante sensibles como para sentir amor, conocer su cualidad, su perfume, de modo que cuando crezcamos éste no sea completamente destruido. Consideremos, pues, esta cuestión.

¿Qué significa amar? ¿Es un ideal, algo lejano, inalcanzable? ¿O puede ser sentido por cada uno de nosotros, en raros momentos del día? Tener la cualidad de la simpatía, de la comprensión, ayudar a alguien naturalmente sin ningún motivo, ser espontáneamente amable, cuidar con esmero una planta o un perro, ser compasivo con el aldeano, generoso con el amigo, con un vecino, ¿no es esto lo que entendemos por amor?

¿No es el amor un estado en el que no hay sentido alguno de resentimiento sino una perpetua indulgencia?

¿Acaso no es posible sentir esto mientras somos jóvenes?

Muchos de nosotros experimentamos este sentimiento en la juventud: un súbito flujo de simpatía por el aldeano, por un perro, por aquéllos que son pequeños o desvalidos.

¿No deberíamos tender constantemente a eso? ¿No deberían ustedes dedicar alguna parte del día para ayudar a otro, para cuidar un árbol o un jardín, para ayudar en la casa o en la posada, de modo que cuando alcancen la madurez sepan lo que significa ser naturalmente considerados, sin esfuerzo ni motivo alguno? ¿No deberían tener esta calidad del verdadero afecto?

El verdadero afecto no puede generarse artificialmente, tenemos que sentirlo, y también deben sentirlo sus tutores, sus padres, sus maestros. Muy pocas personas sienten verdadero afecto; están demasiado interesadas en sus realizaciones personales, en sus anhelos, en sus conocimientos, en su éxito. Dan a lo que han hecho y a lo que desean hacer, una importancia tan colosal que finalmente las destruye.

Por eso es muy importante, mientras son jóvenes, que se ocupen de las habitaciones o cuiden una cantidad de árboles que ustedes mismos hayan plantado o vayan a asistir a un amigo enfermo, de modo que haya un sutil sentimiento de simpatía, de interés, de generosidad -generosidad auténtica que no es de la mente y que les hace querer compartir con alguien cualquier cosa que puedan poseer, por pequeña que sea-. 

Si no tienen este sentimiento de amor, de generosidad, de bondad, de delicadeza, mientras son jóvenes, será muy difícil que lo tengan cuando sean mayores; pero si empiezan a tenerlo ahora, entonces tal vez podrán despertarlo en otros.

Tener simpatía y afecto implica estar libres del temor, ¿no es así? Pero ya lo ven, es muy difícil crecer en este mundo sin temor, sin tener algún motivo personal para actuar. 

Las personas mayores jamás han reflexionado acerca de este problema del temor o lo han considerado solamente de manera abstracta, sin actuar sobre el temor en sus existencias cotidianas. Ustedes son todavía muy jóvenes, observan, inquieren, aprenden, pero si no ven y comprenden qué es lo que causa el temor, se volverán como sus mayores. 
El temor crecerá como una especie de maleza oculta y se extenderá por sus mentes, deformándolas. Por lo tanto, deben estar alerta a todo lo que ocurre alrededor y dentro de ustedes -cómo hablan sus maestros, cómo se comportan sus padres y cómo responden ustedes-, de modo que puedan ver y comprender esta cuestión del temor.

La mayoría de los adultos piensa que es necesaria alguna clase de disciplina. ¿Saben ustedes qué es la disciplina? 

Es un proceso por el cual se les fuerza a hacer algo que no quieren hacer. 
Donde hay disciplina, hay miedo; por consiguiente, la disciplina no es la vía del amor. Es por eso por lo que la disciplina debe evitarse a toda costa, siendo la disciplina coacción, resistencia, compulsión, forzarles a hacer lo que no comprenden o persuadirles a que lo hagan ofreciéndoles un premio. 
Si no comprenden algo, no lo hagan ni se esfuercen por hacerlo. Pidan una explicación; no sean meramente obstinados, traten de descubrir la verdad del asunto de manera que no haya temor alguno implicado y la mente de ustedes se vuelva muy flexible, muy dúctil.

Cuando no comprenden y son meramente obligados por la autoridad de los mayores, están reprimiendo la propia mente, y entonces surge el temor; y ese temor les persigue como una sombra a lo largo de toda la vida.

Por eso es tan importante que no se les discipline según algún tipo particular de pensamiento o modelo de acción. 

Pero casi todos los adultos sólo pueden pensar en esos términos. Quieren inducirles a hacer algo por el así llamado bien de ustedes. Este proceso mismo de inducirles a que hagan algo por el propio "bien" de ustedes, es destructivo para la sensibilidad, para la capacidad de comprender; por lo tanto destruye el amor.

Es muy difícil negarse a ser coaccionado u obligado, porque el mundo que nos rodea tiene mucha fuerza; pero si meramente cedemos y hacemos cosas sin comprenderlas, caemos en el hábito de la irreflexión y entonces se vuelve aún más difícil para nosotros salimos de ello.

Por lo tanto, ¿tiene que haber autoridad y disciplina en la escuela? ¿O deberían sus maestros asentarles a discutir estas cuestiones, a investigarlas, a comprenderlas a fin de que, cuando hayan crecido y salgan al mundo, sean seres humanos maduros capaces de afrontar inteligentemente los problemas que el mundo habrá de presentarles? Ustedes no pueden tener esa profunda inteligencia, si existe alguna clase de temor. 

El temor tan sólo les embota, les refrena la iniciativa, apaga ese fuego que llamamos simpatía, generosidad, afecto, amor. 
De modo que no se dejen disciplinar dentro de un patrón de acción, sino descubran, lo cual implica que deben tener tiempo para cuestionar, para investigar; y los maestros también deben tener tiempo. Si no hay tiempo, entonces deben conseguirlo. 
El temor es una fuente de corrupción, es el principio de la degeneración, y estar libres de temor es más importante que cualquier examen o cualquier título académico.

Interlocutor: ¿Qué es el amor en sí mismo?

K.: ¿Qué es el amor intrínsecamente? ¿Es eso lo que quieres decir? ¿Preguntas qué es el amor sin motivo, sin incentivo? Escucha atentamente y lo descubrirás. 

Estamos examinando la pregunta, no estamos buscando la respuesta. Al estudiar matemáticas o al formular una pregunta, la mayoría de nosotros se interesa más en encontrar la respuesta que en comprender el problema. 
Comprendamos, pues, qué es el problema y no busquemos una respuesta, ya sea una respuesta del Bhagavad Gita, del Corán, de la Biblia o de algún profesor o conferenciante. 
Si podemos comprender realmente el problema, la respuesta surgirá de él; porque la respuesta está en el problema, no está separada del problema.

El problema es: ¿Qué es el amor sin motivo? ¿Puede haber amor sin ningún incentivo, sin que uno desee nada para sí mismo del amor? ¿Puede haber amor sin que uno se sienta lastimado cuando el amor no es retribuido?

Si yo te ofrezco mi amistad y tú la rechazas, ¿no me siento lastimado? Ese sentirse lastimado, ¿es el resultado de la amistad, de la generosidad, de la simpatía? Ciertamente, en tanto me sienta lastimado, en tanto haya temor, en tanto te ayude esperando que tú puedas ayudarme -a lo cual llaman servicio-, no hay amor.

Si comprendes esto, la respuesta está ahí.

Interlocutor: ¿Qué es la religión?

K.: ¿Quieres una respuesta de mí o quieres descubrirla por ti mismo? ¿Estás buscando una respuesta de alguien, por grande o necio que pueda ser? ¿O estás realmente tratando de descubrir la verdad acerca de lo que es la religión?

Para descubrir qué es la verdadera religión, tienes que descartar todo lo que estorba. 

Si tienes muchas ventanas pintadas o sucias y quieres ver la luz pura del sol, debes limpiar o abrir las ventanas o salir fuera. 
De igual modo, para descubrir qué es la verdadera religión, primero tienes que ver lo que no es verdadera religión y desecharlo. Entonces puedes descubrir, porque hay percepción directa. Veamos, pues, lo que no es religión.

Hacer puja, practicar un ritual, ¿es eso religión? Repites una y otra vez cierto ritual, cierto mantra frente a un altar o un ídolo. Eso puede proporcionarte una sensación de placer, de satisfacción, ¿pero es religión eso?

Ponerse el hilo sagrado, llamarse uno hindú, budista, cristiano, aceptar ciertas tradiciones, dogmas, creencias, ¿tiene todo eso algo que ver con la religión? Obviamente, no. Por lo tanto, la religión debe ser algo que puede encontrarse sólo cuando la mente ha comprendido y desechado todo esto.

La religión, en el verdadero sentido de la palabra, no genera separación, ¿verdad? ¿Pero qué sucede cuando tú eres musulmán y yo soy cristiano, o cuando yo creo en algo y tú no crees en eso? Nuestras creencias nos separan; por lo tanto, nuestras creencias no tienen nada que ver con la religión. 

El hecho de que tú creas de una manera y yo de otra, depende mayormente de dónde hayamos nacido, ya sea en Inglaterra, en la India, en Rusia o en América. De modo que la creencia no es religión, es solamente el resultado de nuestro condicionamiento.

Luego está la búsqueda de la salvación personal. Quiero estar a salvo, quiero alcanzar el nirvana o el cielo; tengo que encontrar un sitio cerca de Jesús, cerca de Buda o a la diestra de un Dios en particular. Tu creencia no me proporciona una satisfacción profunda, no me da consuelo; por lo tanto, tengo mi propia creencia que sí lo hace. ¿Es religión eso? Por cierto, nuestra mente debe estar libre de todas estas cosas para descubrir lo que es la verdadera religión.

Y, ¿es la religión meramente una cuestión de hacer el bien, de servir o de ayudar a otros? ¿O es algo más? Lo cual no quiere decir que no podamos ser generosos o amables. ¿Pero eso es todo? ¿Acaso la religión no es algo más grande, más puro, más inmenso, más expansivo que todo lo concebido en la mente?

Para descubrir, pues, lo que es la verdadera religión, debemos investigar profundamente todas estas cosas y estar libres del temor. Es como salir de una casa oscura, a la luz del sol. Entonces no preguntarás qué es la verdadera religión; lo sabrás. Habrá una experiencia directa de aquello que es ver.

Interlocutor: Si alguien es desdichado y quiere ser feliz, ¿eso es ambición?

K.: Cuando uno está sufriendo quiere estar libre del sufrimiento. Eso no es ambición, ¿verdad? Es el instinto natural de todas las personas, de todos nosotros: no tener miedo, no tener dolor físico ni emocional. 

Pero nuestra vida es tal que constantemente estamos experimentando dolor. 
He comido algo que no me sienta bien y tengo dolor de estómago. Alguien me dice algo y me siento lastimado. 
Estoy impedido de hacer alguna cosa que anhelo hacer y me siento frustrado, infeliz. Soy desdichado porque ha muerto mi padre o mi hijo, etcétera. 
La vida está actuando constantemente sobre mí, me guste o no me guste, y me siento siempre herido, frustrado, tengo reacciones dolorosas. Lo que he de hacer, entonces, es comprender todo este proceso del dolor. Pero ya lo ven, la mayoría de nosotros escapa del dolor.

Cuando ustedes sufren internamente, psicológicamente, ¿qué hacen? Acuden a alguien en busca de consuelo, leen un libro o encienden la radio o van y hacen puja. Son todas indicaciones de que están escapando del sufrimiento. 

Si escapan de algo, obviamente no lo comprenden. 
Pero sí uno mira su sufrimiento, si lo observa de instante en instante, comienza a comprender el problema que implica, y esto no es ambición. La ambición surge cuando escapamos de nuestro sufrimiento o nos aferramos a él o lo combatimos, o cuando elaboramos teorías y esperanzas en tomo a él. 
En el instante en que escapamos del sufrimiento, la cosa hacia la cual escapamos se vuelve muy importante, porque nos identificamos con ella. Nos identificamos con nuestro país, con nuestra posición, con nuestro Dios, y esto sí que es una de ambición.

Extracto de: EL ARTE DE VIVIR - J. Krishnamurti
 

Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-4


Carta-4
Mis amigos tienen tapa en el rostro y piel de páginas, son muchos y constituyen una constelación de asesores que aderezan mi soledad, convertidos en una cantera de ideas. 
El gato pasó la noche en la biblioteca, me mira desde lo alto, con antiguas enciclopedias se armó una suite libresca; observa y, al hacerlo, nada parece perturbar su atenta mirada, es su forma de vivir el presente, instalado totalmente en el momento, convertido en lo que hace; es un buen maestro del aquí y el ahora. 
Recuerdo la primera vez que, en mi temprana adolescencia, pude comprar un libro, lo guardé como un tesoro. 
Desde entonces han pasado tantos años, tantos libros, me pregunto cómo viviría si volviera a nacer, me acerco a la ventana de la calle, el ritual de todos los días en forma de transeúntes que caminan sin preguntarse. 
Suena el teléfono, escucho a mi madre, ella sufre por si acaso, pronto serán robots los conductores y… también los pasajeros. Ayer me llamó el padre de la hija que sin aprender a vivir se lanzó a la vida y así le fue. 
La mentira está de moda, el autoengaño es su peor versión. Vuelvo a lo mío, en este momento escribiré la carta numero cuatro. Me propuse la pregunta: «¿Cómo logré alcanzar la felicidad?» He dado conferencias por todo el mundo y la pregunta referida al cómo, a la manera, se repite con frecuencia. 
Las preguntas predilectas son ágiles y aluden más al fondo del tema, porque las maneras pueden ser tantas como personas. 
El cómo se fabrica, se inventa constantemente y tiene el sello de la personalidad de cada uno y el matiz de la coyuntura existencial del protagonista. 
Lo primero que aprendí es a agradecer por todo lo que me pasa, después a descubrir que de cualquier situación es posible extraer una enseñanza, eso me permitió valorar la vida desde sus detalles más pequeños. 
Por momentos llegué a sentir agradecimiento por poder pisar la tierra con mis pies, agradecer el color de la luna y el calor del sol paseándose por la geografía de mi piel, agradecer por el
territorio del crepúsculo que cada atardecer bañaba de colores el horizonte y las manos callosas del agricultor que siembra lo que apacigua mi hambre, de esa manera descubrí que lo más importante de la vida no incluye el tañido de campanas, porque la vida preserva un bajo perfil, transcurre casi desapercibida para quien no está atento, pero es abundante para quien la descubre. Aprendí que solo debo fijarme en los demás para aprender de ellos o ayudarles, que vivir se parece más al fluir del agua por el río, por un cause sembrado de piedras que la inteligencia del agua no percibe como obstáculos; aprendí que puedo confiar en mí y en mis sueños, que estos pueden ser mi próxima realidad a condición de soñarlos con fuerza, de soñarlos dormido y despierto, de considerarlos ya reales aunque permanezcan de momento en otro plano. 
Aprendí que se trata de ser feliz a cada momento, con independencia de las circunstancias presentes, porque la felicidad, si proviene de afuera, no es verdadera. 
Descubrí la importancia de implicarme totalmente en la vida y de esa manera multiplicar mi felicidad; me di cuenta de que la gente está mal preparada para vivir bien, que solo recibió entrenamiento para la infelicidad de la que te hablé en una carta anterior, que la vida se pone de colores cuando aprendemos a disfrutar en principio de lo que tenemos, en vez de quejarnos de lo que carecemos. 
Ahora sé que la felicidad no consiste en tener muchas cosas sino en saber disfrutarlas con agradecimiento e inocencia. 
En verdad la felicidad es un premio para quien se ha despertado. ¿Despertarse, dije?... ¿Qué es despertarse?... Despertar es fundar la esperanza y encontrarle gusto a todo, presentir que la vida es ir por el tiempo repartiendo magia. Despertarse es sentir la piel de la existencia y constatar que el milagro es posible, imprescindible, que somos compañeros del misterio y que la felicidad es la manera de descubrir la vida. Despertar es darse cuenta de que todo es uno y todo está vivo y por ello desatar reverencias e inaugurar ceremonias, porque la vida de quien se ha despertado es un ritual sagrado que se hilvana cada instante con hilos de otras realidades. 
Quien ha despertado, cuando llega el final no muere, amanece 
a otro día, prescindiendo del vehículo corporal que usó en este plano. Incrementa constantemente tu bienestar, empero debo advertirte de algo que caracteriza a este tiempo, a este modelo de civilización. Ha surgido en los últimos tiempos una cultura del bienestar light de corte narcisista que privilegia exclusivamente la apariencia, llegando al extremo de rendirle culto a la eterna juventud, recurriendo para ese banal objetivo a las cirugías y a otros procedimientos de moda. 
Para ellos, mantenerse en forma es más importante que ser feliz, maquillarse el rostro es más importante que lograr la paz interior, tener o aparentar tener resulta más importante que ser o hacer un trabajo interior. Confunden dinero con felicidad, reemplazando el bienestar auténtico por placeres sintéticos, casi siempre provenientes de actividades recreativas o consumo de estimulantes. Ellos enfatizan en la dieta, pero no por razones de salud sino solo de apariencia, han hecho del individualismo su estilo de vida; consumen obsesivamente marcas, buscan la calidad en todo producto y servicio menos en la calidad de su vida, constituyendo segmentos de hedonismo frívolo en descontrol, lujo y derroche, llegando al extremo de convertir el placer en un fin en sí mismo, mientras simultáneamente renuncian al pensamiento crítico y a la lúcida rebeldía, a la lectura y a la solidaridad. 
Se trata de una cultura de la pseudofelicidad frívola, desconectada de la problemática social y ecológica, que ha reducido su felicidad al nivel de placeres artificialmente inducidos, en un contexto de consumismo creciente. 
Nada tenemos en común con esa propuesta y estilo de no vivir. Nosotros apuntamos a una felicidad que parte del autoconocimiento, que incorpora trabajo interior, una felicidad convertida en estilo de vida que incluye crecimiento constante y transformación. 
Para nosotros, la felicidad es condición natural de existencia; la felicidad pertenece al ámbito de la magia, por ello es tan momentánea como la vida misma. 
Cuando se trata de lograr la felicidad, no importa que sea difícil o parezca imposible, si estás seguro de que el camino elegido es ese, que nada ni nadie te detenga. Si te vistes de sueños, mejor aun; empero, nunca dejes de prepararte para lo que elegiste; es necesario que seas muy bueno en lo tuyo, porque en este tiempo hay abundante competencia, sin embargo, el éxito está reservado para quienes identificaron su misión, y luego de encontrar al interior de ella su profesión, aprendieron a disfrutar de todo lo que hacen y a crecer con todo lo que les pasa. Aprender a ser feliz es más importante y más prioritario que estudiar una carrera. 
Recuerda, somos consecuencia de lo que elegimos, y vivir es elegir; recuerda también que eres único, que nadie más que tú sabe la verdadera historia tuya, por ello no esperes ser totalmente comprendido, eso es tan imposible como innecesario, sin embargo, tenlo claro: que puede impedirte ser feliz. Si además de tener tus objetivos claros y las maneras en constante mantenimiento vía autocrítica, ayudas a los demás, si alegras la vida de los otros, tu felicidad se habrá incrementado. Si eres feliz, usa al máximo tu inteligencia, entonces, tu propia lucidez y sensibilidad te harán comprender, una vez lograda la felicidad, que es tu deber contribuir a la felicidad de los demás. Lo hermoso de la vida es que la felicidad es un mundo exclusivo, diferente, soberano, es aceptar el flujo de la vida pero desde tus objetivos, es comprender que la felicidad no llega por casualidad. Quizá seamos insignificantes para el Universo, pero somos la expresión única de la vida y eso nos hace maravillosos. La vida es para buscar la felicidad y la felicidad para buscar la vida. En esta época, recuérdalo siempre, hay que estar preparados para todo, en especial para ser felices sin olvidar que la gente feliz, si bien busca constantemente la armonía, busca también sensaciones nuevas, porque vivir con felicidad se parece más a una aventura que a instalarse en una zona confortable donde lo único que pasa es el tiempo. 
Estás vivo, pero no es suficiente: que desborde tu vida en toda dirección, que se amplíen tus límites, que se incendien los últimos temores y que tu soledad se pueble de colores, porque la felicidad nos gradúa de dioses explorando las posibilidades de la vida, mientras el fuego se consume y la eternidad transcurre, instante a instante. 
Lograda la felicidad, su consecuencia inevitable es el amor, y quiero hablarte de él, de aspectos del amor que nunca fueron compartidos, y quiero entregártelos a ti. Presiento que quedarán en buenas manos.
Chamalú.
Continua.....

Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-3



Carta-3
Ella duerme hasta tarde, se levanta cansada, se emociona con una buena noticia, grita descontrolada a mediodía, se deprime por la tarde, saca de paseo su adicción a la hora vespertina. 
Él se acuesta al amanecer, el alcohol es su mejor amigo, desconoce su misión y la felicidad le parece sospechosa; el desorden de su habitación se parece a la confusión mental que le caracteriza. Una pareja incinera los últimos pedazos de un sentimiento compartido; él la recuerda inestable, ella solo evoca sus ronquidos. Todo esto es lo que se llama una vida normal en la cual ya nadie se plantea la felicidad como condición natural de existencia; cada uno se resigna a vivir saltando de una alegría sintética a otra, de una dependencia a otra, mientras surfean emociones que no controlan al interior de una vida que no conocen. El secreto mejor guardado de la felicidad es que no hay secretos para ser feliz, no hay camino; en cambio, existen muchos pasos para lograr la anhelada felicidad, buscada por todos en el lugar equivocado. 
Comencemos admitiendo que la felicidad es posible y está al alcance de todos, de todos los que se preparen e inicien en el sagrado arte de vivir. ¿Requisitos para ser feliz? 
Ninguno, solo darte cuenta de que estás vivo y que esto es lo más maravilloso que podía ocurrirte. 
Solo necesitas una oportunidad para ser feliz y es esta. 
Es posible ser feliz, acordamos esto, empero es preciso saber que el color, el tono de la felicidad puede ir cambiando, porque ella no es un lugar al que se llega sino una forma de avanzar. Valora todo oportunamente. 
Quizá debas comenzar aprendiendo a conocerte, a amarte y relajarte, recuerda que la felicidad depende en gran medida de lo que pensamos, de las emociones que tenemos, de los actos que realizamos, de los hábitos que poseemos. Podríamos decir que ser feliz es fácil, empero cada uno deberá desarrollar las destrezas para mantener esa felicidad lograda.
La flor es la felicidad de la planta que luego posibilita el fruto del amor y la semilla de la paz, en el amplio ambiente de la libertad. No pidas permiso para ser feliz, la vida incluye esa suprema autorización, si quieren, el miedo y la soberbia pueden irse, la felicidad no requiere nada más que sentirse viva, germinando en el hueco de cada instante. 
En la felicidad cabe todo, desde solidaridades intensas, hasta amores incondicionales, desde paciencia infinita hasta montañas de creatividad. Parece caótica la topografía de la felicidad, empero es solo su perfil permanentemente innovador, por eso no se puede pensar en recetas para ser feliz, porque ella es siempre íntima y personal, abrazadora como el calor del desierto, creciente como la luna aspirando a llena, silenciosa como el rocío, majestuosa como el amanecer. 
Cuando viajé por primera vez a la gran ciudad, contemplé con asombro infelicidades brotando por las grietas del asfalto de esta civilización. 
No había perfume en sus arterias y la inocencia estaba cubierta de miedo. La esperanza estaba derribada y el optimismo había sido enviado al fondo a la derecha. No fue fácil responder las preguntas que me hacía mi conciencia, en especial aquella que esa noche salió de golpe de un callejón oscuro de mi memoria y me interrogó acerca de la muerte de la felicidad. 
Esa duda echó raíces en el jardín de mi corazón durante mucho tiempo, hasta que llegué a la comprensión de que la felicidad no se busca, se siembra en nosotros y luego germina, crece y florece. Aprendí también que precisamos aceptar las pocas cosas que no se pueden cambiar; la mayoría de ellas están esperando nuestra creatividad, nuestra voluntad pétrea, para ser transformadas sin resistencia ni dolor. Aprendí también que debo entrenar mi mente para ser feliz, porque, inicialmente, a mí, como a todos, me convencieron de que la felicidad no es posible, que solo podemos posibilitarnos alegrías fugaces. Ahora tengo claro que aceptar situaciones que no podemos cambiar no es adaptarse, porque casi todo puede cambiarse, que para ser feliz precisamos aprender el milenario arte de fluir, que nos llevará al vivir conscientemente y desde esa situación a ser creadores de nuestra felicidad, mientras nos implicamos totalmente con la vida en su versión plena. 
Todo lo que necesitas para ser feliz es estar despierto, es decir, darte cuenta de que no hay circunstancias negativas si la actitud es buena. Desde ese enfoque, lo que piensen de ti será siempre secundario. Concéntrate en lo que estás haciendo, en disfrutarlo intensamente, porque de esa manera todo saldrá mejor. Incluso cuando te equivoques, hazlo aprendiendo. 
Estás condenado a ser feliz, pero puedes elegir la forma de serlo. Si me preguntas acerca de los que no son felices, te diría que ellos incumplieron la condena que en el fondo incluye el mapa del cumplimiento de la misión que traen. 
Ellos, renunciando a la vida, se resignaron a sobrevivir miserablemente. Te propongo, haz dialogar a lo que quieres con lo que puedes, identifica tus talentos y capacidades, prepárate para ser experto en lo que eres bueno, asegúrate de disfrutar de lo que haces, instálate profundamente en el presente, esas son algunas claves fundamentales para avanzar por el sendero de la felicidad. A todo ello podemos añadir la importancia de tener claro que no podemos anclar nuestra felicidad a nada ni nadie; la urgencia de conocerse y confiar en uno mismo, la necesidad de disfrutar la disciplina y hacerse amigo de la perseverancia, además de no temer cometer errores porque hasta ellos pueden ser pasos adelante. 
La felicidad es relativa como la vida, no busquemos nada más grande ni duradero que la vida misma; hay quienes se pierden el placer de disfrutar de las cosas pequeñas y simples de la vida por esperar grandes acontecimientos. 
A lo largo de mi vida he aprendido a valorar todo lo que se me presenta; lo que no me sirve hoy, me servirá algún día, solo tengo que seguir fluyendo. Desde la ventana de la edad que tengo ahora, he presenciado tristezas vanas y preocupaciones innecesarias. No todo está en nuestras manos y es bueno que así sea, de esta manera no nos privamos de las sorpresas, que le dan un sabor especial a la vida. Hay enseñanzas que vienen tan silenciosas, que hasta pasan desapercibidas, mientras otras vienen a galope, temprano o a la hora del crepúsculo, cuando ya todo parece concluido, por ello me gusta dejar algún instante encendido y mi corazón disponible para el nuevo aprendizaje. Aprendí también que la felicidad está íntimamente relacionada con el amor a la vida. «Haz lo que otros no se atreven a hacer», me dijo un día mi conciencia, entonces mi felicidad se multiplicó de inmediato. 
Si no te diste por vencido, mereces vivir como sueñas, empero precisas recordar en todo momento que la felicidad viene de la mano del trabajo interior, que para ser feliz hay que aprender a vivir, que la felicidad es una delicada planta que se cultiva día a día, que el Universo eres tú, que la vida eres tú, que la felicidad siempre estará fuera de tu alcance si no aprendes a valorar lo que tienes y a disfrutarlo. 
Quizá un buen comienzo sea imaginar cómo quieres vivir; en mi caso, siempre visualicé mi infelicidad destrozada y los miedos pulverizados, dejé solo uno, para que me diera miedo vivir en vano. Imaginé un camino luminoso y la libertad trepando por todas las prohibiciones; imaginé viñedos produciendo amor y constelaciones de sueños acompañando mi soledad. Me vi a mí mismo ebrio de felicidad, con una abultada cuenta bancaria de conocimiento y antiguos cofres de sabiduría convertida en vivencias plenas; me vi acostumbrado al amor, en su versión incondicional, y viajando a muchos corazones, surcando océanos de luz, transportando las semillas de la sabiduría ancestral. «Soñar no cuesta nada», diría algún veterano aburrido, solo que soñé con tanta fuerza, que mis sueños ascendieron transparentes hasta el nivel de la realidad, ahí solo me tocó ponerles cimientos a los castillos que permanecían en el aire. 
Un día, revisando la historia de Francia de los años sesenta, me encontré con el grafiti: «Seamos realistas, pidamos lo imposible», y eso hice. Desde entonces he vivido 365 sueños por año, cada día es por primera vez porque cualquier día podría ser el último. Esos son los secretos de mi felicidad duradera. ¿Comprendes? Hay una sonrisa en mi nostalgia por todos los amaneceres vividos. Estos secretos pueden aprenderse y aclimatarse a cada proceso vivencial. 
En la próxima carta quiero contarte cómo aprendí a ser feliz. Presiento que nos encontraremos en ella…
Chamalú.
Continua....