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lunes, 23 de mayo de 2016

Libro Todos los Seres Vivos Somos Uno (Eckhart Tolle) CAPITULO 5º


TU VERDADERO SER
Capítulo 5
El Ahora es inseparable de quien eres en el nivel más profundo.
Hay muchas cosas importantes en tu vida, pero sólo una importa absolutamente. Importa que tengas éxito o fracases a los ojos del mundo. Importa si tienes o no tienes salud, si has recibido o no una buena educación. Importa si eres rico o pobre; ciertamente, establece una carencia en tu vida. 
Sí, todas estas cosas tienen importancia, una importancia relativa, pero no importancia absoluta.
Hay algo más importante que cualquiera de estas cosas: encontrar tu ser esencial más allá de esa entidad efímera, del efímero yo personal. No encontrarás la paz reordenando las circunstancias de tu vida, sino dándote cuenta de quién eres al nivel más profundo.
La reencarnación no te ayudará si en la próxima encarnación sigues sin saber quién eres.
Todas las desgracias del planeta surgen del sentido personalizado del «yo» o del «nosotros», que recubre la esencia de tu ser. 
Cuando no eres consciente de la esencia interna, siempre acabas sintiéndote desgraciado. Es así de simple. 
Cuando no sabes quién eres, te fabricas mentalmente un yo que sustituye tu hermoso ser divino, y te apegas a ese yo temeroso 
y necesitado. Entonces la protección y potenciación de ese falso sentido del yo se convierte en tu principal fuerza motivadora.
Muchas expresiones usadas habitualmente, y a veces la propia estructura del lenguaje, revelan que las personas no saben quiénes son. 
Por ejemplo, dices: «El ha perdido su vida», o hablas de «mi vida», como si la vida fuera algo que pudieras poseer o perder. Lo cierto es que no tienes una vida; eres una vida. 
La Vida Una, la conciencia que interpenetra todo el universo y toma forma temporalmente para experimentarse como piedra o como hoja de hierba, como un animal, una persona, una estrella o una galaxia. 
¿Puedes sentir en lo profundo de ti que ya sabes eso? ¿Puedes sentir que ya eres Eso?
Necesitas tiempo para la mayoría de las cosas de la vida: para adquirir nuevas aptitudes, para construir una casa, para especializarte en una disciplina, para prepararte una taza de té.... Sin embargo, el tiempo es inútil para la cosa más esencial de la vida, para la única cosa que importa: la autorrealización, que significa saber quién eres más allá del yo superficial; más allá de tu nombre, de tu forma física, de tu historia personal, de tus historias. 
No puedes encontrarte a ti mismo en el pasado o en el futuro. 
El único lugar donde puedes encontrarte es en el Ahora. 
Los buscadores espirituales buscan la autorrealización o la iluminación en el futuro. Ser un buscador implica necesitar un futuro. Si lo crees así, entonces esto se vuelve verdad para ti: necesitarás tiempo hasta que llegues a darte cuenta de que no necesitas tiempo para ser quien eres.
Cuando miras un árbol, eres consciente del árbol. 
Cuando tienes un pensamiento o sentimiento, eres consciente de ese pensamiento o sentimiento. Cuando tienes una experiencia placentera o dolorosa eres consciente de esa experiencia. 
Estas declaraciones parecen ciertas y evidentes; sin embargo, si las examinas de cerca descubrirás que, sutilmente, su propia estructura contiene una ilusión fundamental, una ilusión inevitable cuando se usa el lenguaje. Pensamiento y lenguaje crean una aparente dualidad y una persona separada donde no la hay. Lo cierto es: tú no eres alguien que es consciente del árbol, del pensamiento, del sentimiento o de la experiencia. 
Tú eres la conciencia en la que -y por la que- esas cosas aparecen. Mientras vives tu vida, ¿puedes ser consciente de ti mismo como la conciencia en la que se despliega todo el contenido de tu vida?
Dices: «Yo quiero conocerme a mí mismo.» Tú eres el «yo». Tú eres el Conocimiento. Tú eres la conciencia por la que todo es conocido. Y eso no puede conocerse a sí mismo; eso es si mismo. No hay nada que saber más allá de esto, y sin embargo todo conocimiento surge de ello. El «yo» no puede convertirse en un objeto de conocimiento, de conciencia. 
De modo que no puedes convertirte en un objeto para ti mismo. Por eso mismo ha surgido la ilusión de la identidad egótica, porque mentalmente has hecho de ti mismo un objeto. 
«Eso soy yo», dices. Y empiezas a tener una relación contigo mismo, y te cuentas tu historia a ti mismo y a los demás.
Conociéndote como la conciencia en la que ocurre la existencia fenoménica, te liberas de la dependencia de los fenómenos, te liberas de la búsqueda del yo en situaciones, lugares y estados. En otras palabras: lo que ocurre o deja de ocurrir ya no es tan importante. Las situaciones pierden su gravedad, su seriedad. Un ánimo juguetón entra en tu vida. Reconoces que este mundo es una danza cósmica, la danza de la forma, ni más ni menos.
Cuando sabes verdaderamente quién eres, vives en una vibrante y permanente sensación de paz. 
Puedes llamarla alegría, porque la alegría es eso: una paz vibrante de vida. Es la alegría de conocerte a ti mismo como la esencia de vida antes de tomar forma. Eso es la alegría de Ser, de ser quien realmente eres.
Así como el agua puede ser sólida, líquida o gaseosa, la conciencia puede estar «congelada» y tomar la forma de la materia física; puede ser «líquida», tomando la forma de la mente y del pensamiento, o puede ser informe, como la conciencia pura.
La conciencia pura es la Vida antes de manifestarse, y esa Vida mira al mundo de la forma a través de «tus» ojos, porque esa conciencia es quien tú eres. 
Cuando te conoces como Eso, te reconoces todas las cosas. 
Es un estado de completa claridad de percepción. Ya no eres más una entidad con un gravoso pasado, convertida en una pantalla de conceptos que interpreta cada experiencia. 
Cuando percibes sin interpretación, puedes sentir qué es lo que se percibe. Lo máximo que podemos expresar con el lenguaje es que existe un campo de quietud consciente en el que ocurre la percepción. A través de «ti», la conciencia informe se hace consciente de sí misma. 
Las vidas de la mayoría de la gente están dirigidas por el deseo y el miedo. El deseo es la necesidad de añadirte algo para poder ser tú mismo más plenamente. 
Todo miedo es el miedo de perder algo y, por tanto, de sentirte reducido y de ser menos de lo que eres. Estos dos movimientos oscurecen el hecho de que el Ser no puede ser dado ni quitado. El Ser ya está en ti en toda su plenitud, Ahora.  
Eckhart Tolle.
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/ 
 

Libro Todos los Seres Vivos Somos Uno (Eckhart Tolle) CAPITULO 4º



EL AHORA

Capítulo 4
Cuando se mira superficialmente, parece que el momento presente es uno entre muchos, muchos momentos. 
Cada día de tu vida parece estar compuesto por miles de momentos en los que ocurren distintas cosas. 
Pero, si miras más a fondo, ¿no hay siempre un único momento? ¿No es la vida siempre «este momento»? 
Este momento —el Ahora— es la única cosa de la que nunca puedes escapar, el único factor constante en tu vida. 
Pase lo que pase, por más que cambie tu vida, hay una cosa segura: siempre es Ahora. Y ya que no es posible escapar del Ahora, ¿por qué no darle la bienvenida y hacerse amigo suyo?
Cuando te haces amigo del momento presente te sientes como en casa dondequiera que estés. Si no te sientes cómodo en el Ahora, te sentirás incómodo dondequiera que vayas.
El momento presente es como es. Siempre. ¿Puedes dejarlo ser?  
La división de la vida en pasado, presente y futuro es obra de la mente y, en definitiva, es ilusoria. 
Pasado y futuro son formas-pensamiento, abstracciones mentales. El pasado sólo puede ser recordado Ahora. 
Lo que recuerdas es un suceso que tuvo lugar en el Ahora, 
y lo recuerdas Ahora. El futuro, cuando llega, es un Ahora. 
De modo que lo único que es real, lo único que llega a tener existencia, es el Ahora. 
Mantener la atención en el Ahora no implica negar las necesidades de tu vida. 
Se trata de reconocer que es lo fundamental. Eso te permite gestionar lo secundario con gran facilidad. No se trata de decir: «Ya no me ocupo de las cosas porque sólo existe el Ahora.» No. Empieza por encontrar lo que es más importante y haz del Ahora tu amigo, no tu enemigo. Reconócelo, hónralo. 
Cuando el Ahora es el fundamento y el núcleo principal de tu vida, ésta se despliega con facilidad. 
Recoger la vajilla, diseñar una estrategia empresarial, planear un viaje... ¿Qué es mas importante el acto en sí o el resultado que quieres conseguir con ese acto? ¿Este momento o algún momento futuro? 
¿Tratas este momento como si fuera un obstáculo por superar? ¿Sientes que lo más importante es llegar a algún momento futuro? Casi todas las personas viven así la mayor parte del tiempo. Como el futuro nunca llega, excepto como presente, es un estilo de vida disfuncional. 
Genera una continua corriente subterránea de tensión, alteración y descontento. 
No hace honor a la vida, que es Ahora y nunca deja de ser Ahora. 
Siente la vida dentro de tu cuerpo. Eso te ancla en el Ahora.
No te responsabilizas definitivamente de la vida hasta que te responsabilizas de este momento, del Ahora. 
Esto se debe a que en el Ahora es en el único lugar donde se halla la vida. Responsabilizarse de este momento significa no oponerse internamente a la «cualidad» del Ahora, no discutir con lo que es. Significa estar alineado con la vida. 
 El Ahora es como es porque no puede ser de otra manera. Ahora los físicos confirman lo que los budistas han sabido siempre: no hay cosas ni sucesos aislados. 
Por debajo de las apariencias superficiales, todas las cosas están interconectadas, son parte de la totalidad del cosmos que ha producido la forma que toma este momento. 
Cuando dices «sí» a lo que es, te alineas con el poder y la inteligencia de la Vida misma. 
Sólo entonces puedes convertirte en un agente del cambio positivo en el mundo.
Una práctica espiritual simple pero radical es aceptar lo que surja en el Ahora, dentro y fuera. 
Cuando tu atención te traslada al Ahora, estás alerta. 
Es como si despertases de un sueño: el sueño del pensamiento, el sueño del pasado y del futuro. Hay claridad, simplicidad. 
No queda sitio para fabricarse problemas. Simplemente este momento es como es. 
En cuanto entras con tu atención en el Ahora, te das cuenta de que la vida es sagrada. 
Cuando estás presente, hay una sacralidad en todo lo que percibes. Cuanto más vivas en el Ahora, más sentirás la simple pero profunda alegría de Ser, y la santidad de toda vida.  
La mayoría de la gente confunde el Ahora con lo que ocurre en el Ahora, pero son dos cosas distintas. 
El Ahora es más profundo que lo que ocurre en él. Es el espacio en el que ocurren las cosas. 
Por tanto, no confundas el contenido de este momento con el Ahora. El Ahora es más profundo que cualquier contenido que surja en él.
Cuando entras en el Ahora, sales del contenido de tu mente. 
La corriente incesante de pensamientos se apacigua. 
Los pensamientos dejan de absorber toda tu atención, ya no te ocupan completamente. Surgen pausas entre pensamientos, espacio, quietud. Empiezas a darte cuenta de que eres mucho más profundo y vasto que tus pensamientos.
Pensamientos, emociones, percepciones sensoriales y experiencias constituyen el contenido de tu vida.
«Mi vida» es de lo que derivas tu sentido del yo; «mi vida» son los contenidos, o al menos eso crees.
Pasas por alto continuamente el hecho más evidente: tu sentido más interno Yo Soy no tiene nada que ver con lo que ocurre en tu vida, nada que ver con los contenidos. 
Este sentido del Yo Soy es uno con el Ahora. 
Siempre permanece igual. En la infancia y en la vejez, en la salud o en la enfermedad, en el éxito y el fracaso, el Yo Soy —el espacio del Ahora— permanece inmutable al nivel más profundo. 
Habitualmente se confunde con el contenido, y por eso sólo experimentas el Yo Soy o el Ahora levemente, indirectamente, 
a través de los contenidos de tu vida. En otras palabras: tu sentido de Ser queda oscurecido por las circunstancias, por la corriente de pensamientos y por todas las cosas de este mundo. El Ahora queda oscurecido por el tiempo.
Y así olvidas que estás enraizado en el Ser, en tu realidad divina, y te pierdes en el mundo. Confusión, ira, depresión, violencia y conflicto afloran cuando los seres humanos olvidan quiénes son.
Sin embargo, qué fácil es recordar la verdad y volver a casa.
Yo no soy mis pensamientos, emociones, percepciones sensorias y experiencias. 
Yo no soy el contenido de mi vida. Yo soy Vida. 
Yo soy el espacio en el que ocurren todas las cosas. 
Yo soy conciencia. Yo soy el Ahora. Yo Soy.
Eckhart Tolle.
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/ 

Libro Todos los Seres Vivos Somos Uno (Eckhart Tolle) CAPITULO 3º





EL YO SEPARADO 
Capítulo 3
La mente busca alimento incesantemente, y no sólo para el pensamiento; está buscando alimento para su identidad, para su sentido del yo. Así es como el ego (el yo separado) viene a la existencia y se recrea continuamente a sí mismo.
Cuando piensas o hablas sobre ti, cuando dices «yo», sueles referirte a «yo y mi historia». Éste es el «yo» de lo que te gusta y de lo que te disgusta, de tus miedos  y deseos, el «yo» que nunca está satisfecho por mucho tiempo. 
Es un sentido de quien eres creado por la mente, condicionado por el pasado y que trata de encontrar su realización en el futuro. ¿Puedes ver que este «yo» es pasajero, que es una formación temporal, como una onda que recorre la superficie del agua? ¿Quién ve que esto es así? ¿Quién es consciente de que tus formas física y psicológica son pasajeras? Yo soy. 
Éste es el «yo» profundo que no tiene nada que ver con el pasado y el futuro.
¿Qué quedará de todos los temores y deseos asociados con tu problemática situación existencial, que consumen cada día la mayor parte de tu atención? Un guión de varios centímetros de largo entre la fecha de tu nacimiento y la fecha de tu muerte inscritas en tu lápida. Para el ego este es un pensamiento deprimente. Para ti es liberador.  
Cuando cada pensamiento absorbe tu atención lentamente significa que te identificas con la voz que suena en tu cabeza. Entonces los pensamientos quedan investidos de un sentido de yo. Esto es el ego, el «yo» creado por la mente. 
Este yo fabricado por la mente se siente incompleto y precario. Por eso el temor y el deseo son sus emociones predominantes y sus fuerzas motivadoras. Cuando reconoces que hay una voz en tu cabeza que pretende ser tú y que nunca deja de hablar, estás saliendo de la identificación inconsciente con la corriente de pensamientos. Cuando notas esa voz, te das cuenta de que tú no eres la voz —el pensador—, sino quien es consciente de ella. 
 La libertad estriba en conocerte a ti mismo como la conciencia que está detrás de la voz. 
El ego siempre está buscando. Busca añadirse algo más de esto o de lo otro para completarse. Esto explica su preocupación compulsiva por el futuro. Cuando te des cuenta de que estás viviendo «para el momento siguiente», ya has salido del patrón mental del ego, con lo que surge la posibilidad de elegir prestar toda tu atención a este momento. 
Prestando toda tu atención a este momento, una inteligencia mucho mayor que la inteligencia de la mente egótica entra en tu vida. 
 Cuando vives a través del ego, siempre reduces el momento presente a un medio para un fin. Vives para el futuro, y cuando consigues tus objetivos, no te satisfacen, o al menos no por mucho tiempo. 
Cuando prestas más atención a lo que haces que al resultado futuro que quieres conseguir con ello, rompes el viejo condicionamiento del ego. Entonces tu hacer no sólo es mucho más eficaz, sino infinitamente más alegre y satisfactorio.
Casi cada ego contiene algún elemento de lo que podríamos llamar «identidad de víctima». 
La imagen de víctimas que algunas personas tienen de sí mismas es tan fuerte que se convierte en el núcleo central de su ego. El resentimiento y los agravios forman parte esencial de su sentido del yo. 
 Aunque tus agravios estén completamente «justificados», te has construido una identidad de víctima que se parece mucho a una prisión cuyos barrotes están hechos de formas mentales. Mira lo que te estás haciendo a ti mismo o, más bien, lo que te está haciendo tu mente. Siente tu apego emocional por tu historia de víctima y date cuenta de la tendencia compulsiva a pensar o hablar de ella. 
Mantente presente como testigo de tu estado interno. 
No tienes que hacer nada. Con la conciencia vienen la transformación y la libertad. 
Los hábitos mentales favoritos del ego, los que le fortalecen, son la queja y la reactividad. 
Buena parte de la actividad emocional-mental de muchas personas consiste en quejarse o reaccionar contra esto o lo otro. Ello hace que los demás, o la situación, estén «equivocados», mientras que tú «tienes razón». 
Teniendo razón te sientes superior, y sintiéndote superior fortaleces tu sentido del yo. En realidad sólo estás fortaleciendo la ilusión del ego. ¿Puedes observar estos hábitos dentro de ti mismo y reconocer tu quejumbrosa voz interior por lo que es?. 
El sentido del yo característico del ego necesita el conflicto porque su identidad separada se fortalece al luchar contra esto o lo otro, y al demostrar que esto soy «yo» y eso no soy «yo». 
Es frecuente que tribus, naciones y religiones consigan fortalecer su sentido de identidad colectiva teniendo enemigos, ¿Quién sería el «creyente» sin el «infiel»?
En tus tratos con otras personas, ¿puedes detectar ligeros sentimientos de superioridad o inferioridad hacia ellas? 
Lo que estás viendo es el ego, que vive de la comparación. 
La envidia es un derivado del ego, que se siente disminuido cuando a otra persona le pasa algo bueno, o cuando alguien tiene más, sabe más o puede hacer  más que tú. 
La identidad del ego depende de la comparación y siempre quiere más. Se agarra a cualquier cosa. Si todo lo demás fracasa, puedes fortalecer tu ficticio sentido del yo sintiéndote más maltratado por la vida o más enfermo que otras personas. ¿Cuáles son las historias, las ficciones de las que derivas tu sentido del yo?
La necesidad de oponerse, de resistirse y de excluir está incorporada a la estructura misma del ego ya que esto le permite mantener el sentido de separación del que depende su supervivencia. 
De modo que «yo» voy contra el «otro», «nosotros» contra «ellos». El ego necesita estar en conflicto con alguien o algo. 
Eso explica por qué buscas la paz, la alegría y el amor, pero no puedes tolerarlos por mucho tiempo. 
Dices que quieres la felicidad, pero eres adicto a tu infelicidad. En último término, la infelicidad no surge de las circunstancias de tu vida, sino del condicionamiento de tu mente. 
¿Albergas sentimientos de culpa respecto a algo que hiciste -o dejaste de hacer- en el pasado? Lo cierto es que actuaste de acuerdo a tu nivel de conciencia, o más bien de inconsciencia, de aquel tiempo. Si hubieras estado más alerta, si hubieras sido más consciente, habrías actuado de otra manera. 
La culpa es otro intento del ego de crear una identidad, un sentido del yo. Al ego no le importa que el sentido del yo sea positivo o negativo. Lo que hiciste o dejaste de hacer fue una manifestación de inconsciencia, de la inconsciencia humana. 
El ego, no obstante, lo personaliza y dice: «Yo hice aquello», y así te creas una imagen mental de ti mismo como persona «mala». 
A lo largo de la historia, los seres humanos han cometido incontables actos de agresión, crueldad y violencia hacia sus semejantes, y continúan realizándolos. ¿Son todos ellos condenables? ¿Son todos culpables? ¿O dichos actos son expresiones de la inconsciencia, de una etapa evolutiva que ahora estamos dejando atrás?. 
Las palabras de Jesús: «Perdónales porque no saben lo que hacen», también son aplicables a ti. 
Si con el fin de liberarte te marcas metas egóticas que te potencian o te hacen sentirte importante, aunque las consigas, no te sentirás satisfecho. Márcate metas, pero sabiendo que alcanzarlas no tienen la menor importancia. Cuando algo surge de la presencia, significa que este instante no es un medio para un fin: la acción es satisfactoria por sí misma en cada momento. Ya no reduces el Ahora a un medio para un fin, que es lo que hace la conciencia del ego.  
«Cuando el yo desaparece, desaparecen los problemas», dijo el maestro budista cuando le pidieron que explicara el significado profundo del budismo.
Eckhart Tolle.
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/

No hay “malas” personas en este mundo…

Las monjas y los sacerdotes son los maestros en las escuelas de España. Las estudiantes aprenden religión y ellos leyen la bíblica.

“Un monje Tibetano que había pasado más de 18 años prisionero en un campo de trabajo forzado en China me comentó que en diversas ocasiones llegó a enfrentar realmente el peligro. Yo le pregunté “¿Qué peligro? ¿Qué tipo de peligro?, pensando que su respuesta estaría en torno a la tortura y a la prisión China. Él me contestó, “Muchas veces estuve en peligro de perder la compasión por los Chinos.”” 
– El Dalai Lama


No hay “malas” personas en este mundo, solamente hay quienes están completamente seguros de que su visión y su versión de la realidad es particularmente correcta, y, por lo tanto, están completamente reacios a abrirse a la posibilidad de convivir con otros en una intimidad vulnerable y en la alegría de la duda. El “mal” es simplemente esa visión estrecha, una cerrazón dolorosa, y el rechazo de ese flujo pleno de la vida; es el olvido de nuestra verdadera naturaleza como la inmensidad y la capacidad misma, y la total ausencia de esa “persona” que se percibe separada y sólida. Es aferrarse con un inmenso terror a las historias y opiniones, más que a un dejar-ir expansivo hacia el eternamente libre océano de la conciencia.
No hay “gente mala”, sólo aquellos que en secreto viven la vida con miedo y que actúan con esos mismos temores.
El mal es “vivir” al revés. Es vivir en sentido contrario. Es perder la inocencia, es una ignorancia cósmica…
Este reconocimiento es el comienzo de un gran entendimiento e incluso, de una gran compasión hacia aquellos a los que nos apresuramos a juzgar y etiquetar como “malos”.
-Jeff Foster-

ABRAZA TUS TROPIEZOS

Watercolor Paintings by Steve Hanks:

Si te das cuenta que te has perdido en una historia, que te has desconectado, celébralo. Simplemente te has despertado de un sueño. Una gran inteligencia está viva en ti, un poder que te permite darte cuenta y conectarte. Has salido de millones de años de condicionamiento. No te castigues por haber olvidado, mejor celebra tu capacidad de recordar. ¡A este momento no le interesa si te olvidaste de él! Olvidar es una parte perfecta de la película. ¡Permítete olvidar, a veces! Deja que el camino te haga más humilde, en lugar de tratar de ser ‘perfecto’. La duda, la decepción y la desilusión serán tus constantes compañeros a lo largo de este camino sin camino. No hay ningún destino en la Presencia, no hay ninguna imagen de ‘éxito’ que tenga que defenderse. No puedes equivocarte, cuando no hay ninguna imagen de lo que es ‘correcto’.

-Jeff Foster-

http://universo-espiritual.ning.com/

EL REGALO MÁS GRANDE

 :
La felicidad es la ausencia de la necesidad de ser feliz. La paz no es un destino, sino la ausencia de aquel que la busca. El amor es la muerte de la esperanza de un mejor mañana, y el abrazo pleno a lo que hay en este día, con su dulce y tierna imperfección.
Este es el camino de la indefensión y la desesperanza; el camino en donde ya no se busca más la felicidad en el tiempo, es la disposición de descubrir la gracia y la gratitud en los lugares más improbables. Y vivir sin esperanza es algo maravilloso, porque implica ver con los ojos bien abiertos, y un ser profundamente arraigado en la presencia. Y un corazón absolutamente abierto para recibir los regalos de hoy, vagando siempre por un camino nunca antes explorado que revela sus diamantes bajo la luz de la presencia.
La muerte de la esperanza es el nacimiento de lo nuevo, el surgimiento de la creatividad. Simplemente aparta tus ojos de la meta, inclina tu cabeza en reverencia a esta inmediatez, y recibe en tus brazos este día vivo - lo más cercano de todo, el regalo más grande, el regalo más presente.
- Jeff Foster
http://universo-espiritual.ning.com/