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miércoles, 6 de enero de 2016

Dharma “Filosofia De La Conducta”, de Annie Besant

Capitulo-2 
LAS DIFERENCIAS-(2ª Parte)
¿En que consiste la perfección de un Uni­verso? 
Tomemos la idea Universo y pregunté­mosnos lo que entendemos por esta palabra. Llegamos a definirlo así: es un número inmenso de objetos separados trabajando en conjunto con más o menos armonía. La variedad es la nota “tónica” del universo, e igualmente la unidad es la del No – Manifestado, del No ­Condicional, del Único que no tiene igual. 
La Diversidad es la “tónica” de lo manifestado y condicional, es el resultado de la voluntad de multiplicar. Cuando un Universo debe comenzar a existir se dice, que la Causa Primera, Eterna, Inconcebible, Imposible de discernir y Sutil, hace radiar su luz hacia fuera en virtud de su propia Voluntad. 
Lo que esta radiación significa para Ella misma, nadie se atrevería a conjeturarlo; pero lo que significa, estudiada en la fase que nos presenta, podemos concebirlo hasta cierto punto. Ishvara aparece. Pero al aparecer, Él se muestra envuelto con el velo de Máya. 
Tales son los dos aspectos del Supremo Manifestado. 
Muchas palabras han sido empleadas para ex­presar esta unión fundamental de opuestos: Ishvara y Máya, Sat y Asat, Realidad e Irrealidad, Espíritu y Materia, Vida y Forma. 
He aquí las palabras de que nos servimos en nuestro insuficiente lenguaje para expresar lo que nues­tro pensamiento puede apenas comprender. Solo podemos decir: “Esta es la enseñanza de los Sabios y la repetimos humildemente”. 
Ishvara y Máya. ¿Qué debe ser el Universo? – La imagen de Ishvara reflejada en Maya, ­la imagen fiel que le plugo presentar a este universo particular cuya hora de nacer ha so­nado. Su imagen, pero limitada, sometida a condiciones, por Él mismo, es lo que el universo debe manifestar perfectamente. Pero ¿cómo lo que es limitado y parcial, puede ofrecer la ima­gen de Ishvara? Por la multiplicidad de las partes reuniendo su trabajo en un todo armo­nioso. 
La infinita variedad de las diferencias y sus condiciones múltiples, expresarán la ley del pensamiento divino, hasta que este pensa­miento encuentre su fórmula en la totalidad del Universo hecho perfecto. Debéis tratar de en­trever lo que esto puede significar. Busquemos juntos para comprender. 
Ishvara piensa en la Belleza. Inmediatamente su formidable energía, omnipotente y fecunda, viene a tocar a Maya y la transforma en mi­ríadas de formas que llamamos bellas. 
Toca la materia maleable, el agua, por ejemplo y el agua reviste un millón de formas de belleza. Vemos una de ellas en la vasta superficie del Océano calmado y tranquilo que ningún viento agita y cuyo seno profundo refleja al cielo. 
Otra forma de Belleza se nos ofrece cuando al impulso del viento, las olas suceden a las olas, los abismos a los abismos, hasta que toda la masa de agua se presenta terrible en su cólera y en su majestad. Después aparece una nueva forma de Belleza. Las furiosas y espumantes aguas se han apaciguado, y el Océano presenta ahora miríadas de ondulaciones que brillan y juguetean a la luz de la luna, de la que quiebran y refractan los rayos en millares de chispas y esto también nos da una idea de lo que signi­fica la Belleza. 
Después contemplamos el Océa­no cuyo horizonte no limita tierra alguna y cuya inmensa extensión nada interrumpe, o bien en la orilla vemos las olas que vienen a nuestros pies.

Cada vez que el mar cambia de humor, sus ondas expresan un nuevo pensamiento de Belleza expresada por el lago alpestre en la inmovilidad y serenidad de su apacible super­ficie; por el arroyuelo que salta de roca en roca; por el torrente que se deshace en millares de gotas que refractan la luz del sol con todos los tonos del arco-iris. Del agua bajo todos sus aspectos y todas sus formas desde el agitado Océano hasta el témpano de hielo; desde las nieblas y turbonadas hasta las nubes de 
brillan­tes colores se desprende el pensamiento de belleza que en ella imprimió Ishvara cuando la palabra salió de Él. 
Si dejamos el agua, encontramos otros pensamientos de Belleza en la delicada planta trepadora y los brillantes colo­res que reúne en si, en las plantas: más fuertes, en la robusta encina y en el bosque de obscuras profundidades. Nuevos pensamientos de Belleza llegan a nosotros desde las cimas de las mon­tañas, de la sábana ondulada por innumerables valles en que la tierra parece solicitada por nue­vas posibilidades de existencia, de las arenas del desierto, de la vegetación de los prados.
¿No separamos de la tierra? El telescopio presenta a nuestra vista la belleza de miríadas de soles, que se lanzan y gravitan a través de las profundidades del espacio. El microscopio a su vez, descubre a nuestras miradas asombra­das, las bellezas de lo infinitamente pequeño como el telescopio nos revela las de lo infinita­mente grande. Una nueva puerta se abre así para nosotros y nos deja contemplar la Belleza. 
En torno nuestro hay millones y millones de objetos que todos tienen su belleza. La gracia del animal, la fuerza del hombre, la suave be­lleza de la mujer, los hoyuelos del riente niño, todo esto nos da una idea de lo que es el pensamiento de la Belleza en el espíritu de Ishvara. De esta manera podemos comprender hasta cierto punto como su pensamiento hace nacer el esplendor en miríadas de formas cuando Él habla en belleza al mundo. 
Será lo mismo para la Fuerza, la Energía, la Armonía, la Música, etc. etc. Ahora comprendéis porqué la variedad es necesaria: porque ningún objeto limitado puede expresar por completo lo que Él es, porque nin­guna forma limitada es suficiente para expre­sarla. Pero a medida que cada forma llega a la perfección en su género, todas ellas llegan, en conjunto, a revelarle parcialmente. La perfección del Universo es, pues, la perfección en la variedad y en la armonía de las partes. Comprendido esto, empezamos a ver que el Universo no puede alcanzar la perfección sin que cada parte juegue su papel especial y desen­vuelva de una manera completa la parte de vida que le es propia. Si el bosque pretendiera imi­tar al agua o a la tierra, los unos perderían sus bellezas sin obtener las de los otros. La perfec­ción del cuerpo no resulta de que cada célula lleve la misión de otra célula, sino que cada una cumpla perfectamente sus propias funcio­nes. 
Nosotros tenemos un cerebro, pulmones, un corazón, órganos digestivos. Si el cerebro tratase de hacer el trabajo del corazón, o si los pulmones ensayaren digerir los alimentos, el cuerpo quedaría seguramente en un triste es­tado. La salud corporal está asegurada por el hecho de que cada órgano ejerce sus propias funciones. 
Comprendemos así que, en el desenvolvimiento del universo, cada parte debe se­guir el camino que le está trazado por la ley que gobierna su propia vida. La imagen de Ishvara en la naturaleza no será perfecta, mientras cada parte no esté completa en si misma y en sus relaciones con las demás.
¿Cómo nacen estas innumerables diferencias? ¿Cómo llegan a existir? ¿Cuáles son las relaciones del Universo, evolucionando como un todo con las partes, si evoluciona cada una siguiendo una línea particular? Se ha dicho que Ishavara, expresándose bajo su aspecto de Pra­kriti, manifiesta tres cualidades:
Sattva, Rajas y Tamas. Estas palabras no tienen equivalente en inglés. No pueden traducirse de una manera satisfactoria. Podría sin embargo, por el mo­mento, traducir Tamas por la inercia, la cuali­dad que, opuesta al movimiento, da la estabi­lidad. Rajas es la cualidad de la energía y del movimiento. 
La palabra que mejor idea da de Sattva, es armonía, la cualidad de lo que causa placer, teniendo éste su origen en la armonía y siendo solo ella quien puede darlo. Vemos enseguida que estos tres Gunas se modifican de siete maneras diferentes, siguiendo en cierta for­ma siete grandes, direcciones y dando nacimiento a innumerables combinaciones. 
Cada religión menciona esta división séptuple y proclama su existencia. En la religión hindú está represen­tada por los cinco grandes elementos y los dos superiores, siendo los siete Purushas de que habla Manú. Los tres Gunas se combinan y se dividen, constituyendo siete grandes grupos, de donde nacen por combinaciones variadas, una infini­dad de cosas. 
Recordad que en cada una de ellas, está representada cada una de las cuali­dades en un grado variable sometida a una de las siete grandes clases de modificaciones. Esta diferencia inicial, transmitida por un Universo pasado porque un mundo se rela­ciona a otro mundo y un Universo a otro Universo nos lleva a comprobar que el torrente de la vida es dividido y subdividido al caer en la materia, hasta que, encontrando la circunferencia del enorme círculo, retrocede sobre si mismo.
La evolución comienza, cuan­do cambiando de dirección, la ola de vida empieza a retornar a Ishvara. El periodo prece­dente ha sido el de la involución, durante el cual la vida se mezcla, con la materia. En la evo­lución, la vida desenvuelve las facultades que están en ella. Para citar a Manú, podemos decir que Ishvara ha colocado Su semilla en las grandes aguas. 
La vida dada por Ishvara no era una vida desarrollada, sino una vida sus­ceptible de desarrollo. Todo comienza por exis­tir en germen. El padre da su vida por engen­drar al hijo. Esta semilla de vida se desenvuelve a través de mil combinaciones hasta que llega el nacimiento; después, los años se suceden -a través de la infancia, la juventud y la virilidad hasta alcanzar la edad madura y que la imagen del padre se encuentra en el hijo. Igual­mente el Padre Eterno da la vida cuando co­loca la semilla en el seno de la materia; pero esta es una vida que no está todavía evolucio­nada. El germen comienza ahora su ascensión, pasando por las fases sucesivas de la existen­cia que llega gradualmente a expresar. Al estudiar el Universo, vemos que las va­riedades que en él se encuentran, son consti­tuidas por diferencias de edad. Este es un pun­to que interesa a nuestro problema. El mundo ha sido traído a su condición actual por la virtud de una palabra creadora. Ha sido lenta y gra­dualmente y por una prolongada meditación como Brahma hizo el mundo. Las formas vi­vientes aparecieron unas después de otras.
Una tras otra fueron sembradas las simientes de vida. 
Tomad un Universo cualquiera, en un momento determinado y veréis que tal Universo, tiene por factor principal el Tiempo.
La edad del germen en curso de desarrollo determinará el grado alcanzado por el germen. En un Universo existen, simultáneamente gérmenes de diversas edades y desigualmente desarrollados. Hay gér­menes más jóvenes que los minerales, consti­tuyendo lo que se llama reinos elementales. 
Los gérmenes en vías de desarrollo llamado reino mineral, son más viejos que aquellos. 
Los que evolucionan en el reino vegetal, son a su vez más antiguos que los del mineral; es decir, tie­nen tras de sí un pasado de evolución más largo. Los animales son gérmenes de un pasado ma­yor aún y los gérmenes que llamamos humani­dad tienen un pasado mayor que todos los demás. 
Cada gran clase se distingue, por su anti­güedad. Lo mismo en un hombre, la vida se­parada e individual (entiéndase, no la vida esen­cial, sino la vida individual y separada) difiere de la de otro hombre. Diferimos por la edad de nuestras existencias individuales, como dife­rimos por la edad de nuestros cuerpos físicos. La vida es una, una en todo, pero ha sido invo­lucionada en épocas diferentes, si se tiene en cuenta el punto de partida dado al germen que crece. 
Es necesario comprender bien esta idea. Cuando un universo toca a su fin, se encuen­tran en él entidades que han alcanzado diversos grados de desenvolvimiento. 
Ya he dicho que un mundo se relacionaba a otro mundo y un Universo a otro Universo. Ciertas unidades se encontrarán al principio en un período de evo­lución poco avanzado; otras, muy cerca del mo­mento en que su conciencia se extenderá hasta Dios. En este Universo habrá cuando su periodo de existencia llegue a su fin, todas las diferen­cias de crecimiento resultantes de las diferencias de edad. 
No hay más que una vida en todos; pero el grado de desenvolvimiento de una vida particular depende del tiempo desde que ha co­menzado a evolucionar separadamente. Tocamos aquí a la misma raíz de nuestro problema, una sola vida inmortal, eterna, infinita por su origen y por su fin. Solamente que esta vida se manifiesta siguiendo diferentes grados de evolución, diferentes periodos de desenvolvimiento. Las facultades inherentes se manifiestan más o menos y proporcionalmente a la edad de la vida separada. 
Tales son los dos puntos que hay que comprender y enseguida podréis abordar la segunda parte de la definición del Dharma. Podemos ahora definirlo Como: “la natura­leza interior de una casa en un momento dado de la evolución y la ley que rige al periodo próximo en que entrará su desenvolvimiento”, la naturaleza en el punto alcanzado por el desenvolvimiento, más la ley conducente al periodo de desenvolvimiento que va a seguir. La naturaleza misma determina el grado de evolución alcanzado. Después vienen las condiciones a que están subordinados los progresos ulteriores de su evolución.
Poned estas dos ideas en con­tacto y comprenderéis porqué nuestro propio Dharma es el único camino que lleva a la per­fección. Mi Dharma es el grado de evolución alcanzado por mi naturaleza en el desenvolvimiento de la semilla divina que está en mi misma, mas la ley de vida que determina la manera de que yo debo elevarme al grado siguiente. 
El pertenece al yo separado. Es pre­ciso que yo conozca el grado de mi desenvolvi­miento y que conozca también la ley que me permite llevarlo más lejos. Entonces yo conoceré mi Dharma y siguiéndole iré hacia la perfección. Realizando el sentido de lo que precede, ve­mos claramente la razón por la cual es preciso estudiar esta condición presente y este período que va a seguir. Si no conocemos el grado alcanzado actualmente, forzosamente ignoraremos el grado siguiente que debe ser nuestro obje­tivo y por lo tanto actuamos contra nuestro Dharma y retardamos nuestra evolución. En cambio, conociendo una y otro podemos tra­bajar de una manera conforme a nuestro Dharma y apresurar nuestra evolución. Aquí se pre­senta un escollo peligroso. Vemos que una cosa es buena, elevada y grande y aspiramos a reali­zarla. ¿Es este nuestro próximo grado de evo­lución? ¿Es esto lo que exige la ley de nuestro desenvolvimiento vital para asegurar el armo­nioso florecimiento de nuestra vida? Nuestro objetivo inmediato no es aquello que es lo mejor en sí, sino aquello que es lo mejor según el grado actualmente alcanzado por nosotros, aque­llo que nos haga dar un paso de avance. He aquí una criatura. Sí es una niña, es inútil decir que tiene ante sí un porvenir más noble, más elevado y más vasto que el momento actual en que ella juega a las mu­ñecas. 
Por que el ideal femenino perfecto es la madre con su hijo. 
Pero aunque este sea el ideal de la mujer perfecta, tomar este ideal an­tes de tiempo no es un bien, sino un mal. Todo debe venir en su tiempo y lugar. Si esta madre debe alcanzar el desenvolvimiento perfecto de la mujer y llegar a ser una madre de familia bien dispuesta, fuerte y capaz de soportar la presión de la gran ola vital, entonces es nece­sario un período en que la niña debe jugar con su muñeca, debe aprender sus lecciones, debe desenvolver su cuerpo. Pero si con la idea de que la maternidad es una cosa más elevada y más noble que el juego, esta maternidad es impuesta muy temprano y un niño nace de una niña, el hijo, la madre y la nación sufren y esto sucede porque no se ha tenido en cuenta el mo­mento y la ley del desenvolvimiento de la vida ha sido violada. Es ir al encuentro de toda clase de sufrimientos coger el fruto antes de que esté maduro. He puesto este ejemplo por que es llama­tivo. 
El os hará comprender porque nuestro propio Dharma vale más para nosotros que el Dharma bien ejecutado de otro, pero que no entra en el dominio de nuestro desenvolvimiento vital. Podemos esperar una posición elevada en el porvenir, pero es preciso que el momento lle­gue y que el fruto madure.
Recogedle antes de su madurez y os hará rechinar los dientes. De­jadle en el árbol, obedeciendo así a la ley del tiempo y del orden evolutivo y el alma crecerá bajo el impulso de una vida sin fin. Esto nos da una nueva solución al pro­blema: la función está en razón directa del po­der. Ejercer la función antes del desarrollo del poder es extremadamente pernicioso para el organismo. Aprendamos, pues, a tener paciencia y a conformarnos con la Buena Ley. 
Se puede juzgar de los progresos de un hombre por la buena voluntad que emplea en trabajar con la naturaleza y en someterse a la ley. He aquí porque al Dharma se le llama ley o deber indis­tintamente, porque estas dos ideas tienen por raíz común el principio de que el Dharma es la naturaleza interior, en un momento dado de la evolución y la ley del período de desenvolvi­miento que va a seguir. 
Esto explica porqué la moralidad es una cosa relativa, porqué el deber debe ser diferente para cada alma según su grado de evolución. Si aplicamos esto a las disquisiciones del bien y del mal, veremos que nos será posible resolver algunos de los problemas de más sutil moralidad considerándolos según este principio. 
En un Universo condicional, el bien y el mal absolutos no son encontrados nunca, sino solamente el bien y el mal relativos. 
Lo absoluto no existe más que en Ishvara, donde se le encontrará eternamente. Las diferencias son, pues, necesarias a nues­tra existencia condicional. Nosotros pensamos, sentimos y sabemos por diferencias. Solo por ellas sabemos que somos hombres vivientes y pensantes. 
La unidad no hace ninguna impre­sión sobre la conciencia. 
Las diferencias y la diversidad son las que hacen posible el desen­volvimiento de la conciencia. La conciencia no condicional escapa a nuestra comprensión. No podemos pensar más que dentro de los límites de lo que es separado y condicional. 
Ahora tenemos la posibilidad de ver como las diferencias se manifiestan en la naturaleza, como interviene el factor tiempo y como (por más que todos tengan la misma naturaleza y de­ben alcanzar el mismo fin) hay diferencias en los grados de la evolución y por consiguiente, hay leyes apropiadas a cada grado. Esto es lo que tenemos que comprender esta tarde antes de tratar del complejo problema de: ¿cómo se desenvuelve esta naturaleza interior? El asunto es realmente difícil. 
Sin embargo, los misterios del sendero de la acción podrán aclararse para nosotros si comprendemos la ley subyacente y reconocemos el principio de la vida evolucio­nante, Pueda Aquel que ha dado a la India por nota “tónica” el Dharma, iluminar, por Su vida ascendente e inmortal, por Su luz resplandeciente e inalterable, nuestras obscuras inteligencias que buscan a tientas Su ley. Porque sola Su bendición descendiendo sobre el suplicante que busca, permitirá que Su ley sea comprendida por nuestra inteligencia, que Su ley se grabe en nuestros corazones.
Continuara.....

Dharma “Filosofia De La Conducta”, de Annie Besant


                                        
Capitulo -Nº 1

LAS DIFERENCIAS

Al hacer nacer, sucesivamente, las naciones sobre la tierra, Dios da a cada una -una palabra especial- la palabra que debe decir al mundo, la palabra particular que viene de lo Eterno y que cada una debe pronunciar. 
Echando una ojeada a la historia de las naciones, podemos sentir resonar esta palabra, saliendo de la boca colectiva del pueblo, pronunciada en sus actos, contribución de este pueblo 
a la humanidad ideal y perfecta. 
Para el antiguo Egipto, la pa­labra fue Religión; para la Persia, la palabra fue Pureza; para la Caldea, la palabra fue Cien­cia; para la Grecia, fue Belleza; para Roma, Ley; para la India en fin, la mayor de todas, el Eterno da una palabra que resume todas las de­más -la palabra DHARMA.- He aquí lo que la India debe decir al mundo. 
Pero no podemos pronunciar esta palabra tan significativa, tan grande por la potencia que encierra, sin inclinarnos a los pies de aquel que es la más alta personificación del Dharma que el mundo haya visto jamás; sin inclinarnos ante Bhishma, el hijo de Ganga, la más valiente encarnación del Deber. Retroceded conmigo por un momento cinco mil años atrás y ved a este héroe, acostado en su lecho de flechas sobre el campo de batalla de Kurukshetra. 
Allí el tiene a la Muerte en jaque hasta el momento en que suene la hora favorable. Allí encontramos mon­tones de guerreros degollados, montañas de ele­fantes y caballos muertos. En nuestro camino tropezamos con piras funerarias y gran canti­dad de armas y carros destrozados. 
Llegamos hasta el héroe extendido en su lecho de flechas, traspasado por centenares de ellas y reposando su cabeza sobre una almohada de flechas, por­ que él ha rehusado los cojines de suave plu­món para no aceptar más que la almohada de flechas preparada por Arjuna. Bhishma, cum­plidor del Dharma, siendo muy joven todavía, por el amor a su padre, por amor al deber filial, había hecho un gran voto: el de renunciar a la vida de familia y a la corona por cumplir la voluntad de su padre y satisfacer el Corazón paternal y Shantanu, con su bendición, le ha­bía otorgado una favor maravilloso: que la muerte no podría venir a él más que a su lla­mamiento y a la hora en que él consintiere en morir. 
Cuando Bhishma cayó, el sol estaba en su declinación austral y la estación no era pro­picia para la muerte de un hombre que no debía volver. Usó por tanto, el poder que le había dado su padre y rechazó la muerte hasta que el sol viniese a abrirle el camino de la paz eterna y de la liberación. 
Extendido ahí du­rante muchos y largos días, martirizado por sus heridas, torturado por las angustias del inútil cuerpo que le servía de vestidura, vio venir hacia él con numerosos Rishis, a los últimos reyes arios. Shri Krishna vino también para ver al fiel guerrero. Allí vinieron los cinco príncipes, hijos de Pandu, los vencedores de la gran guerra. Bañados todos en lágrimas rodea­ron a Bhishma y le adoraron, llenos del deseo de recibir sus enseñanzas. 
A este héroe sumido en tan crueles angustias vino a hablar Aquel cuyos labios eran los de Dios. Él lo libró de la fiebre, le concedió el reposo del cuerpo, la lu­cidez del espíritu y la calma interior y después le ordenó enseñar al mundo la significación del Dharma, a él que durante su vida, lo había en­señado siempre, que nunca se había separado del camino del justo, que como hijo, príncipe u hombre de Estado, había seguido siempre el sendero estrecho. 
Los que le rodeaban solici­taron sus lecciones y Vasudeva le pidió que les hablara del Dharma, puesto que Bhishma era digno de enseñarlo (Mahabarata, Shanti Parva, § 54).
Entonces se aproximaron a él los hijos de Pandu, teniendo a su cabeza a su hermano ma­yor Yudhisthira, jefe de los guerreros que ha­bían herido a Bhishma a golpes mortales. 
Yu­dhisthira temía acercarse y hacer preguntas, pensando que siendo en realidad suyas las fle­chas disparadas por tal causa el era responsable de la sangre de su primogénito y que no era conveniente solicitar sus enseñanzas. 
Viéndole vacilar, Bhishma, que con espíritu equilibra­do, había seguido siempre el sendero difícil del deber sin separarse a derecha ni izquier­da, pronunció estas memorables palabras: “Si el deber de los Brahmanes es practicar la caridad, el estudio y la penitencia, el deber de los Kchatriyas es sacrificar su cuerpo en los combates. Un Kchatriya debe inmolar a sus padres, abuelos, hermanos, preceptores, pa­rientes y aliados que vinieren a presentarle batalla por una causa injusta. 
Tal es el deber marcado, oh Keshava. Un Kchatriya que sepa su deber, inmole en el combate hasta a sus mismos preceptores si estos apareciesen llenos de pecado y concupiscencia y olvidados de sus juramentos.
Interrógame, hijo, sin ningún “temor”. Entonces, lo mismo que Vasudeva, hablando a Bhishma, le había reconocido el derecho de hablar como maestro, éste, dirigiéndose a su vez a los príncipes, expuso las cualidades nece­sarias a los que quieren pedir aclaraciones sobre el problema del Dharma. 
Que el hijo de Pándu, dotado de inteligencia, dueño de si mismo, pronto a perdonar, justo de espíritu, vigoroso y enérgico, me haga preguntas. 
Que el hijo de Pándu, que siempre, por sus buenos oficios, honra las personas de su familia, sus huéspedes, sus servidores y los que dependen de él, me haga preguntas.
Que el hijo de Pándu en quien están la verdad, la caridad, las penitencias, el heroísmo, la dul­zura, la destreza y la intrepidez, me haga pre­guntas” (Ibíd. § 55.) 
Estos son algunos de los trazos que caracte­rizan al hombre que quisiera comprender los misterios del Dharma. Estas son las cualidades que vosotros y yo debemos tratar de desenvolver en nosotros para poder comprender las en­señanzas, para ser dignos de solicitarlas. 
Entonces comenzó aquel discurso maravilloso, sin igual entre los discursos de la tierra. Ex­puso los deberes de los reyes y de los vasallos, los de cada categoría de hombres, deberes distintos y correspondientes a cada período de la evolución. 
Todos vosotros deberíais conocer este grandioso discurso y estudiarlo no por su be­lleza literaria, sino por su sublimidad moral. Si solamente pudiéramos seguir el camino que Bhishma nos ha trazado ¡cuanto se aceleraría nuestra evolución! 
¡Como vería la India apro­ximarse la aurora de su redención! La moralidad, asunto relacionado estrecha­mente con el Dharma y que no se puede com­prender sin saber lo que significa el Dharma­ es, para algunos, una cosa muy simple. 
Esto es cierto visto a grandes rasgos. El bien y el mal, en las acciones ordinarias de la vida, están de­lineados de una manera clara, simple y recta. Para el hombre poco desenvuelto, para el de inteligencia estrecha, para el poco instruido, la moralidad parece bastante fácil de definir. Pero para aquellos de profundo saber y de elevada inteligencia, para los que evolucionan hacia los niveles superiores de la raza humana, para los que deseen comprender los misterios, la mora­lidad es cosa muy difícil. 
“La moralidad es muy sutil” decía el prín­cipe Yudhisthira, llamado a resolver el proble­ma del matrimonio de Krishna con los cinco hijos de Pandu. Una autoridad más alta que el príncipe había hablado de esta dificultad. Shri Krishna, el Avatar, en su discurso pronunciado sobre el campo de batalla de Kurukshetra, ha­bía hablado precisamente de la dificultad que tenía para saber actuar. He aquí sus palabras:
“¿Qué es la acción? ¿Qué es la inacción? Sobre este punto los mismos sabios están perplejos. Es preciso distinguir la acción -distinguir la acción ilícita- distinguir la inacción. Misterioso es el sendero de la acción” (Bhagavad Gita, IV, 16-17.) Misterioso es el sendero de la acción. Mis­terioso, porque la moralidad no es como creen los espíritus simples, una e invariable para todos, puesto que cambia con el Dharma de cada uno. Lo que para uno es bueno, para otro es malo y viceversa.
La moralidad es una cosa individual; depende del Dharma del hom­bre que actúa y no de lo que a veces se llama el bien y el mal absolutos. Nada hay absoluto en un universo sometido a condiciones variables. El bien y el mal son relativos y deben ser juzgados relativamente al individuo y a sus deberes. 
Por eso el más grande de todos los Maestros ha dicho con respecto al Dharma ­y esto nos guiará en nuestra errante marcha: Más vale el Dharma propio, aun desprovisto de mérito, que el Dharma de otro, aunque se cumpla bien. 
Vale más la muerte que se encuentra al cumplir el Dharma propio. El Dharma de otro está colmado de peligros (Ibid, III, 35.) Él repite este pensamiento al final de su in­mortal discurso y entonces dice, cambiando los términos de manera de arrojar nueva luz sobre el asunto: Vale más el Dharma propio, aun desprovisto de mérito, que el Dharma de otro bien cumplido. Aquel que se amolda al Karma indicado por su propia naturaleza, no se ex­pone a pecar (Ibid, XVIII, 47), – 
Desen­vuelve más aquí estas enseñanzas y determina para nosotros sucesivamente el Dharma de las cuatro grandes castas. Los mismos términos que él emplea nos dan la significación de esta pa­labra que tan pronto se traduce por el Deber, como por la Ley o la Religión. Ella significa todo esto y mucho más aun, por que su sig­nificación es mucho más profunda y más vasta que todo lo que esas palabras expresan. Veamos las palabras de Shri Krishna concerniente al Dharma de las cuatro castas: los Karmas de los Brahmanes de los Kchatriyas, de los Vaish­yas y de los Shudras. ¡oh Parantapa,! han sido “distribuidos según los gunas nacidos de sus diferentes naturalezas”. 
La serenidad, el im­perio sobre si mismo, la austeridad, la pureza, la prontitud al perdón, lo mismo que la rec­titud, la sabiduría, el conocimiento, la creen­cia en Dios, Son el Karma del Brahman, na­cido de su propia naturaleza. 
El valor, el es­plendor, la firmeza, la destreza, la temeridad que en el combate hace desconocer la fuga, la generosidad, las cualidades del dominador son el Karma del Kchatriya. nacido de su propia naturaleza.
La agricultura, el pastoreo y el comercio son el Karma del Vashya, nacido de su propia naturaleza. Actuar como servidor es el Karma del Shudra, nacido de su propia naturaleza. 
El hombre alcanza la perfección por la aplicación de cada uno a su propio Karma. Dice enseguida: Es mejor el Dharma propio, aun sin mérito, que el Dharma de otro bien cumplido. 
Aquel que se amolda al Karma indicado por su propia naturaleza no se expone a pecar. Ved como las dos palabras Dharma y Karma son tomadas la una por la otra. 
Ellas nos dan la clave que nos servirá para resolver nuestro problema. Permitidme primero daros una de­finición parcial del Dharma. No puedo daros claramente, de una vez, la definición completa. Os daré la primera mitad y me referiré a la segunda en su oportunidad. La primera mitad es esta: 
El Dharma es la naturaleza interior que ha alcanzado, en cada hombre un cierto “grado de desarrollo y florecimiento”. 
Esta naturaleza interior es la que modela la vida exterior, la que se expresa por los pensamien­tos, palabras y acciones y a la que el nacimiento físico ha colocado en un medio favorable a su crecimiento. Lo primero que hay que compren­der bien es que el Dharma no es una cosa ex­terior como la ley, la virtud, la religión o la justicia. 
Es la ley de la vida que se desarrolla y modela a su propia imagen todo lo que le es exterior. Para tratar de elucidar este tema difícil y abstruso, lo dividiré en tres partes principales. Primera, las diferencias, porque los hombres tienen Dharmas diferentes. En el pasaje antes citado ya se hace mención de cuatro grandes clases. Un examen más atento nos demuestra que cada individuo tiene su propio Dharma. 
¿Cómo comprender lo que este debe ser? 
A me­nos de comprender hasta cierto punto la natu­raleza de las diferencias, lo que las ha produ­cido, su razón de ser, el sentido que nosotros demos a la palabra diferencias; a menos de comprender como cada hombre muestra por sus pensamientos, palabras y acciones el nivel que ha alcanzado; a menos de comprender todo esto, nosotros, no podemos comprender el Dharma. 
En segundo lugar, vamos a hablar de la evolución porque necesitamos seguir estas diferen­cias en su evolución. 
Por último, debemos abor­dar el problema del bien y del mal porque nuestro estudio nos lleva a responder a esta pregunta: ¿Cómo debe conducirse un hombre en la vida? Seria inútil pediros seguirme en pensamientos de una naturaleza difícil si, en consecuencia, no debemos poner en práctica los conocimientos adquiridos y esforzarnos en vivir de acuerdo con el Dharma, mostrando así al mundo lo que la India ha tenido la misión de enseñar.
Continuara.....................

EL JUICIO


EL JUICIO 💖💖💖
Los judios trajeron a una mujer ante Jesús, por haber sido infiel a su esposo...el castigo según la Ley de Moisés era la Lapidación...la muerte apedreada.
Pero Jesús les dijo: 
"El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra"...anulando así la antigua Ley del profeta...manifestando que todos eran pecadores...y ninguno tenía el poder de juzgar a nadie.
Si nosotros condenamos y juzgamos al prójimo por sus errores...cayendo en murmuraciones...¿dónde está lo que Jesús nos enseñó?...
¿dónde está nuestro Ser Amor? 💖
Amar es comprender que nadie es juez de nadie...que no podemos etiquetar a las personas, ni murmurar a sus espaldas, ya que si caemos en la trampa...seremos verdugos de nosotros mismos, pues quien juzga de igual forma será juzgado...
No mirar la paja en el ojo de tu hermano sino en el propio, es darse cuenta que la imperfección no está en el exterior...sino en el interior del que cierra su corazón al Amor.💖
Miremos hacia dentro sanando lo que está enfermo...y una vez sanado podremos expandir la pureza de nuestro Ser.
La piedra esta ahí...el verdugo espera...la víctima clama piedad...
¿Quienes somos nosotros para lapidar a nadie?....
Ser Amor es ser consciente que todos somos un solo cuerpo, un solo corazón.
Regala tu esencia a la Creación.💖
Giovanna G.G.@

EL PERDÓN


EL PERDÓN 💖💖💖
Hay ocasiones en que otros seres nos ofenden, hiriendo profundamente nuestro amor, como agijón de avispa se clava en nuestro corazón...
Son esas punzadas que no nos dejan libertad...y en rencor se convierten...haciendo de nuestro corazón una coraza de cristal.
Saber reconocer el origen de nuestro dolor...nos hará identificar al enemigo de nuestro Ser Amor. Pues no hay pureza en el espíritu, si el veneno del rencor se acumula en la sangre del que lo guardó.
Jesús dijo
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas"
Mateo 6:14-15
"Entonces se le acercó Pedro y le
dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré
a mi hermano que peque contra mí?
¿Hasta siete?
Jesús le dijo: No te digo hasta
siete, sino aun hasta setenta veces siete".
Mateo 18:21-22
Perdonar es Sanar, y al sanar liberamos el rencor...junto con la persona que nos hirió.
Ser Libres es comprender...que no existe libertad sin sanar tu corazón.
El Perdón libera las cadenas del Amor.💖
Giovanna G.G.@

LA PRUDENCIA


LA PRUDENCIA 💖💖💖
Jesús dirigiéndose a sus apóstoles les dijo: "he aquí que yo os mando como ovejas en medio de lobos...sed pues prudentes como la serpiente y ligeros como la paloma"
La prudencia que nos enseñó el Maestro, se refiere al no dejarnos engañar por las apariencias...pues los ángeles caídos saben disfrazarse de Luz...son los lobos disfrazados de ovejas.

Nuestro corazón sabe distinguir lo que es Amor y lo que no...solo que a veces no lo escuchamos.
Muchos quedan atrapados en redes o credos que son contrarios al Amor. Siendo engañados por falsos maestros, que adoctrinan en el miedo y el castigo.
No todo lo que está escrito en los libros sagrados es cierto, pues la mano del hombre adulteró la verdadera enseñanza, con el fin de crear religiones o sectas poderosas, que se alejan de la verdadera esencia del Amor.💖
Por ello Jesús nos advirtió...diciendo que yo os mando como ovejas en medio de lobos...
Y también nos dió la forma de identificarlos...por sus frutos los conocereis...
Los frutos del Amor son: humildad, compasión, bondad, perdón, piedad, arrepentimiento, generosidad, honestidad, altruismo, hermandad...
Todo lo contrario al Amor no viene de Dios, sino de los lobos disfrazados de ovejas...
Así pues, seamos prudentes como la serpiente y ligeros como la paloma.
Caminemos unidos en el Amor de Dios 💖
Giovanna G.G.@

*** LOS REYES MAGOS SON VERDAD ***



*** LOS REYES MAGOS SON VERDAD ***
Acercándose ya la noche de los Reyes Magos, una niña preguntó a su padre lo siguiente:
- ¿Papá?
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero... que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido
- Es que... -titubeó Teresa
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Teresa se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Teresa le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso...
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Teresa.
- Entonces no lo entiendo, papá.
- Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Teresa se sentó entre sus padres, ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
- Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo. 
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños? 
- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
- Sí, claro, eso es fundamental - asintieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres? 
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los juguetes que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Teresa hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo, papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.