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lunes, 23 de noviembre de 2015

Pensamientos Semanales (8-14) Noviembre 2015 ) Omraam Mikhaël Aïvanhov



Pensamiento 8 de noviembre
"Como ningún ser humano que haya venido a
encarnarse en la tierra es perfecto, todos están más omenos obligados a dar de comer a sus malos instintos, porque estos malos instintos son entidades vivas que se han instalado en ellos y que tienen necesidad de alimentarse. Y vosotros os encontráis, también, en este caso. ¿Pero quién os impide trabajar en secreto para vuestra liberación? Si ejercitáis cada día vuestra voluntad, si con la oración, con la meditación, enviáis mensajes a los amigos del mundo invisible, por fin llegará el momento en que podréis decir a todos estos ocupantes indeseables: «Marchaos de aquí, esto es el Reino de Dios y no hay lugar para vosotros.»
Por supuesto, entonces estas entidades os amenazarán diciéndoos que están en su casa, pero
vosotros podréis responder: «Sí, así fue en las primeras páginas de la historia; pero después se han escrito otras páginas sin que vosotras lo supieseis, y se han producido muchos cambios. Ahora, Dios es mi pastor, Él me protege.» Y aunque abran sus bocas y proyecten llamas, estas entidades ya no os darán miedo y acabaréis expulsándolas."
Pensamiento 9 de noviembre
"Algunos ejercicios muy sencillos de concentración, de autodominio, pueden aportaros grandes beneficios si les consagráis al menos unos minutos cada día. ¡Pero cuántos dicen no tener tiempo! Pues bien, puesto que no tienen tiempo para estar en la paz, en la armonía, en la luz, siempre lo tendrán para estar en los disturbios, en los desórdenes y las tinieblas.
Si hay algo que ocurre con seguridad en la vida, es sentirse desgraciado, triste, decepcionado, desanimado; y lo que es menos cierto, es sentirse feliz, fuerte y sereno. ¿Por qué? La razón está en la fórmula que todos utilizan tanto: «No tengo tiempo». Ésta es una forma cómoda de justificar su pereza, su inercia. No tienen tiempo de estudiar, de rezar, de hacer ejercicios. ¿Y qué es lo que ocupa tanto tiempo a estas personas para no poder consagrarlo a su equilibrio psíquico, a su elevación espiritual?
A menudo no son más que futilidades. Decir que no tienen tiempo puede que les justifique ante los ciegos y los ignorantes, pero nunca ante el Cielo."
Pensamiento 1O de noviembre de 2015.
"En la tradición cabalística, las letras y los sonidos representan los elementos de los que se sirvió Dios para crear el mundo. Existe así una especie de alfabeto cósmico, cuyas letras están simbolizadas por las veintidós letras del alfabeto hebraico. Estas letras están presentes en el universo. Aquel que sabe asociarlas, sabe ajustarlas para formar palabras, frases y poemas, es un verdadero escriba.
El escriba, en el sentido iniciático del término, es aquel que sabe transponer los elementos de la lengua, las letras del alfabeto, a todos los dominios de la vida y particularmente en sí mismo; se esfuerza por juntar y ordenar estos elementos para que de ellos resulte una «palabra» bella y armoniosa. Y esto es lo más difícil. Cuando el desorden aparece en el hombre, es porque las «palabras» están mal colocadas: las ha mezclado sin ciencia, sin sabiduría. Debe pues empezar por aprender el buen orden de las palabras. 
Pensamiento 1 1 de noviembre de 2015.
"¿Queréis estar más vivos? ¿Queréis que vuestra vida se vuelva más intensa en sus vibraciones, en sus emanaciones? De entre los miles de consejos que puedo daros, retened al menos uno.
Tomad conciencia de toda la vida que existe a vuestro alrededor, y respetadla como una manifestación de la Divinidad.
Si los humanos comenzasen por respetar esta vida en su prójimo, esto ya sería un gran progreso.
Sin embargo, la mayor parte del tiempo, se diría que andan entre sombras o autómatas. Se empujan entre sí, tratan de servirse los unos de los otros como si sólo fuesen objetos o instrumentos. Y si sienten que alguien es un estorbo para ellos, procuran apartarle o eliminarle. ¿Pero qué vida esperan tener con semejante conducta? Ante cada persona que encuentran, deben decirse: «He ahí a una criatura que es, como yo, el receptáculo de la vida divina. Así pues voy a respetarla y protegerla.» De esta manera también ellos estarán más vivos. "
Pensamiento 12 de noviembre de 2015.
"Es importante comprender el significado del dolor físico: nos advierte de que nos estamos apartando del buen camino. Si no sufriésemos, iríamos directamente a la tumba. Nada es más peligroso que una enfermedad que se instala en el organismo sin dar la menor señal de alarma, porque a menudo, el día en que aparece el dolor y nos alerta, los daños que ya se han producido son irreparables.
Por eso, en cuanto sintáis un dolor, en vez de tomar inmediatamente medicamentos para que cese, empezad por preguntaros cuál es la causa del mismo, buscad qué imprudencias, qué negligencias, etc., habéis podido cometer. Después podréis utilizar todos los remedios que sean necesarios, pero preguntaos primero sobre las causas del mal. Si no tenéis en cuenta las advertencias que os da el dolor, el mal que habréis dejado instalar en vosotros será cada vez más difícil de combatir. "
Pensamiento 13 de noviembre de 2015.
"No digáis que no tenéis ningún medio de saber si estáis en lo cierto interiormente.
En realidad disponéis al menos de un criterio: la luz.
Cuando meditáis, cuando vivís un momento de gran elevación espiritual, podéis sentir a veces que todo en vosotros se vuelve luminoso, como si se hubiesen encendido lámparas, como si un sol se hubiese levantado. Tenéis incluso la impresión de que esta luz sale a través de vuestro rostro, vuestras manos, de todo vuestro cuerpo. ¿Por qué? Porque en cuanto lográis alcanzar las regiones superiores de vuestro ser, allí donde reinan la pureza y el amor, una luz aparece en vosotros, la sentís, la veis, todo se ilumina. Mientras que si os dejáis llevar por pensamientos, por sentimientos, por deseos egoístas y malsanos, ni siquiera necesitáis miraros en el espejo: sentís físicamente las sombras en vuestro rostro. Así pues, no olvidéis nunca este criterio: la luz. Y esforzaos por vivir cada día los estados de conciencia espirituales que os aportarán esta sensación de luz."
Pensamiento 14 de noviembre de 2015.
"Es inútil esperar grandes realizaciones espirituales hasta que no logréis interrumpir el curso ruidoso y desordenado de vuestros pensamientos y de vuestros sentimientos. Estos pensamientos y estos sentimientos que no domináis, son los que impiden que se establezca en vosotros el verdadero silencio, un silencio que repara, serena y armoniza...
El que ha llegado a realizar este silencio, comunica imperceptiblemente a todo lo que hace un ritmo, una gracia. Se desplaza, toca los objetos, trabaja, y en vez de organizar un gran barullo, está más atento, es más delicado, como si todo en él sólo fuese danza y música. Este movimiento armonioso que se transmite a todas las células de su organismo no sólo es benéfico para él, sino que también actúa favorablemente sobre todos los seres que le rodean. A su lado se sienten más ligeros, liberados, iluminados, y después también sienten la necesidad de hacer esfuerzos para volver a experimentar las sensaciones que han vivido junto a él. "
Omraam Mikhaël Aïvanhov

*** SOMOS ENERGÍA ***



*** SOMOS ENERGÍA ***
Entrando en contacto con nuestros centros energéticos -chakras- entendemos la influencia que ejercen las diferentes energías en el cuerpo físico y también en nuestros cuerpos etérico y astral.
Somos energía así como lo son también nuestros pensamientos y emociones. Los desequilibrios emocionales pueden manifestarse en el cuerpo físico como una enfermedad. El exceso o déficit de las diferentes energías nos llevan a un conflicto con nosotros mismos, al sentir ansiedad o intranquilidad sin causa aparente.
Sepamos un poquito más sobre nosotros y los diferentes tipos de energía que nos benefician, influyen y afectan:
La energía Vital. La energía vital es la que nos sostiene vivos. El motor de esta energía se encuentra dos dedos por debajo del ombligo a la derecha. A través del cordón umbilical es de donde recibimos nuestro primer alimento. Toma el hábito de respirar desde este centro energético; te relajará, te centrará.
La energía que nos llega a través de la respiración. Esta es la función más importante del ser humano -aunque el respirar lo hagamos automáticamente.
Vamos a re-educar nuestra forma de respirar; haciéndola consciente y rítmica. Conscientemente absorber prana, sentir cómo se expande en nuestro interior y devolver al universo (en la exhalación) la que no necesitamos. Es como una meditación activa, en contacto con la energía universal.
Tres respiraciones conscientes al despertar y al ir a dormir van a empezar a armonizar nuestros chakras.
La energía que nos llega a través de la alimentación. “Somos lo que comemos” es un dicho conocido en todo el mundo. Cuidar nuestra alimentación es respetar y amar nuestro cuerpo físico de manera consciente.
Consumir alimentos frescos e integrales a ser posible, beber agua, tés o tisanas. Y si somos lo que comemos, nos cuidaremos de no ingerir alcohol, químicos ni drogas de ningún tipo. Bendecir la comida es también una costumbre recomendable pues energetiza el alimento antes de ingerirlo.
La energía sexual. Es la energía más potente del ser humano y refinándola se convierte en energía espiritual. Reside en la base de la columna vertebral, en el chakra raíz. Se la identifica con una serpiente: la línea de fuerza kundalini. La energía de la creatividad.
El despertar de esta energía hace que se activen poderosamente los demás chakras.
La energía de la Madre Tierra. La tierra, como ser vivo, emite una energía proveniente de sus capas magnéticas subterráneas.
Caminar descalzos por la hierba, la tierra y piedras o la arena de la playa nos permite descargar las energías negativas y absorber las positivas.
La energía Astral-Espiritual. Estas energías residen en la cuarta dimensión y depende de nuestra actividad astral y de nuestra conexión con el mundo imaginal a través de los sueños.
Crea el hábito de “desconectar” antes de dormir; haz respiraciones conscientes, relájate y programa los sueños.
La energía Mental-Psíquica. La energía psíquica es ilimitada y poderosa. Podemos desarrollar las capacidades innatas de la mente y de la intuición a través de la práctica de la meditación, la concentración y otras disciplinas espirituales.

Ana Maria Cantos Torres

EL LIBRO DE LA NADA (3)


EL LIBRO DE LA NADA (3)




5. LA UNIDAD DEL VACÍO.

EL MUNDO EXISTE DEBIDO A TI; tú lo creas, eres su creador.
Cada ser crea un mundo alrededor de sí mismo, el cual depende de su mente. La mente puede que sea una ilusión, pero es creativa; crea sueños. Y depende de ti si creas un cielo o un infierno.
Aunque dejes este mundo no te será posible abandonarlo. Donde sea que vayas volverás a crear el mismo mundo, porque el mundo brota constantemente de ti, como las hojas brotan del árbol.
Vosotros no vivís en el mismo mundo, no podéis porque vuestras mentes no son iguales. Tú puedes estar viviendo en el infierno y el que está justo a tu lado puede estar viviendo en el cielo; ¿acaso crees que vivís en el mismo mundo? ¿Cómo vais a vivir en el mismo mundo si vuestras mentes son diferentes?
Así que lo primero que hay que entender es que no se puede abandonar el mundo a no ser que la mente desaparezca. Ambos están relacionados, dependen el uno del otro, forman un círculo vicioso. Si la mente está ahí... Y una mente es siempre una mente particular. Cuando la mente deja de ser una mente particular, cuando se convierte en Mente con mayúscula, ya no es una mente, se convierte en consciencia. Una mente es siempre una mente particular y desprende un aroma particular a su alrededor, que es tu mundo.
La mente crea al mundo, luego el mundo crea a la mente y la ayuda a permanecer como tal. Este es el círculo vicioso. Pero el origen está en la mente; el mundo es sólo una consecuencia.
La mente es substancial; el mundo es sólo su sombra. Y uno no puede deshacerse de su sombra, pero eso es lo que toda la gente trata de hacer.
Si esta mujer no encaja contigo, tú piensas que otra encajará. Tratas de cambiar el mundo, pero tú sigues siendo el mismo. Convertirás a la próxima mujer en una réplica exacta de la anterior. Volverás a crear, porque la mujer será sólo una pantalla.
Y te sorprenderás: la gente que se ha casado muchas veces tiene una experiencia realmente extraña. Una persona que se ha casado diez veces reconoce el hecho de que: «¿Cómo es que siempre me ocurre lo mismo? ¿Cómo es que en un mundo tan enorme siempre me encuentro con el mismo tipo de mujer? ¡Parece imposible hasta por casualidad!, ¡una y otra vez!».
El problema no es la mujer, el problema es la mente. La mente vuelve a ser atraída por el mismo tipo de mujer, y otra vez crea la misma relación; se vuelve a encontrar con el mismo lío y el mismo infierno.
Y lo mismo ocurre con todo lo que haces. ¿Crees que serías más feliz si vivieras en un palacio? ¡Te equivocas! ¿Quién es el que va a vivir en el palacio? Serás tú quien viva allí. Y si no eres capaz de ser feliz en una cabaña, tampoco serás capaz de ser feliz en un palacio. ¿Quién va a vivir en el palacio? Los palacios no existen fuera de ti.
Si puedes ser feliz viviendo en una cabaña, podrás ser feliz viviendo en un palacio, porque quien crea el mundo a tu alrededor eres tú. De otra forma, al igual que te disgusta la cabaña, te disgustará el palacio; aún más, porque será más grande. Será un infierno, exactamente igual; con más decoración, pero un infierno decorado no es el cielo. Y aun si te meten a la fuerza en el cielo tratarás de encontrar una salida o allí mismo crearás tu infierno.
He oído una historia acerca de un hombre que murió; era modisto, un gran hombre de negocios. Y de alguna forma, por algún error, entró en el cielo. Allí se encontró con su socio. Al socio se le veía tan triste como en la Tierra. Así que le preguntó:
«¿Qué pasa? ¿Cómo es que se te ve tan infeliz estando en el cielo?».
El socio le respondió: «Esto está bien, pero yo personalmente prefiero Miami».
Y él también llegó a esta conclusión a los pocos días. Así que volvieron a hacerse socios y se propusieron abrir otra empresa. Y ocurrirá lo mismo en cualquier parte que vayas, porque tú eres el mundo. Tú creas un mundo alrededor tuyo, y luego el mundo ayuda a la mente que lo ha creado. El hijo ayuda al padre, el hijo ayuda a la madre, la sombra ayuda a lo que la mantiene; y así la mente se refuerza y de nuevo vuelves a crear el mismo mundo sobre las mismas bases. ¿Por dónde empezar la transformación? ¿Cómo cambiar?
SI MIRAS, la primera mirada te dirá que cambies el mundo, porque es lo más obvio a tu alrededor. ¡Cámbialo! Y eso es lo que has estado haciendo durante vidas: cambiando constante mente el mundo, cambiando esto y lo de más allá, cambiando de casas, de cuerpos, de mujeres, de amigos; cambiando, pero sin darte cuenta nunca del hecho de que sigues igual, ¿cómo vas a cambiar el mundo así?
A eso se debe que se haya creado una falsa tradición de renunciación en todo el mundo. Deja tu hogar y vete a un monasterio. Huye de lo mundano y vete a los Himalayas. ¡Huye del mundo! Es muy fácil irse a los Himalayas, pero ¿cómo vas a huir de ti mismo? Allí volverás a crear el mismo mundo; exactamente el mismo. Puede que esta vez sea en miniatura, puede que no sea a tan gran escala, pero volverás a hacer lo mismo. Tú eres el mismo, ¿cómo vas a hacer algo diferente?
Una comprensión más profunda revela que, cuando cambie la mente, cambiará el mundo. Entonces, estés donde estés se te revelará un mundo diferente. Profundizas, y entonces entiendes que si quieres vivir realmente sin el mundo a tu alrededor... Porque por muy maravilloso que sea el mundo, tarde o temprano se volverá aburrido y te cansarás de él. Aunque estés en el mismo cielo añorarás el infierno, porque la mente necesita cambiar. No puede vivir en lo eterno, no puede vivir en lo que no cambia, porque la mente siempre añora una nueva curiosidad, alguna sensación nueva, alguna excitación nueva. La mente no puede parar el tiempo y habitar en lo atemporal. Es 'por eso que la mente no puede vivir en el ahora, en el aquí, porque el ahora no forma parte del tiempo; no cambia nunca, es eterno. Es sencillamente tal como es. Allí no ocurre nada. Está vacío.
Buda a esto lo llamó shunyata; vacío absoluto. En ese vacío no ocurre nada, nadie viene, nadie va. No hay nadie porque, si hubiera alguien, algo ocurriría.
La mente no puede vivir en el eterno ahora. La mente quiere cambios, espera y espera contra toda esperanza. La situación en sí es desesperada, pero la mente sigue esperando.
He oído que:
Mulla Nasrudin estuvo muchos años sin trabajo porque quería ser actor y no tenía talento para ello. Pero cada día, religiosamente, iba a ver a su representante. Llamaba a la puerta muy esperanzado, entraba en la oficina y preguntaba: «¿Hay algo nuevo? ¿Has conseguido algo para mí?».
Y el representante siempre le respondía lo mismo: «Nada, por el momento no hay nada».
Pasaron los días, los meses y los años, y la llamada de Nasrudin se convirtió en una rutina. En cualquier época del año, hiciera el tiempo que hiciera, bueno o malo, su representante estaba seguro de que Nasrudin aparecería. Y volvería, lleno de esperanza, a preguntar de nuevo, y el hombre volvería a responderle lo mismo: «Nasrudin, no he conseguido nada, no te he encontrado nada».
Un día la llamada sonó diferente, un poco más triste, y cuando Mulla entró, hasta su representante se sorprendió, y pensó: «¿Por qué estará tan triste hoy?».
Mulla dijo: «Escucha, durante las dos semanas siguientes no me comprometas con nadie, me voy de vacaciones».
Así es como funciona la mente: sigue esperando, ¡Y no sólo durante varios años, sino durante varias vidas! Una y otra vez llamas a la misma puerta con la misma insistencia y la misma pregunta, y la respuesta siempre es no. ¿Qué otra cosa has conseguido a través de la mente excepto noes?
El sí nunca ha llegado de esta forma, no puede. La mente es un esfuerzo inútil. Es como un desierto, nada crece en él, nada puede crecer. Pero ella sigue esperando. Hasta el desierto sueña; y sueña con jardines maravillosos, con ríos que fluyen, con arroyos y cascadas. Hasta el desierto sueña..., y ese es el sueño de la mente. Uno tiene que estar atento. No hay necesidad de perder más tiempo; no hay necesidad de llamar a la puerta de ningún representante. Ya has vivido lo suficiente con la mente. No has conseguido nada a través de ella. ¿No ha llegado ya el momento de estar atento y consciente?
Lo que has conseguido ha sido mucho sufrimiento, desdicha, angustia y frustración; si a eso lo llamas conseguir algo, entonces todo va bien. Siempre que te mueves con la mente algo va mal, porque la mente es el mecanismo de lo erróneo. Observa: siempre hay algo que va mal.

El hijo de Mulla Nasrudin acababa de entrar en la escuela. La maestra, que estaba dando geografía y hablaba de la forma de la Tierra, le preguntó: «¿Qué forma tiene la Tierra?».
Él se quedó en silencio; así que para provocar su respuesta ella le preguntó: «¿Es plana?».
El niño contestó: «No».
Un poco más esperanzada, le volvió a preguntar: «¿Entonces es una esfera, tiene forma redonda?».
El hijo de Nasrudin volvió a contestar: «No».
Entonces sorprendida, le dijo: «Sólo hay dos posibilidades: o es plana o es redonda, y dices que ni una ni otra. ¿Entonces cómo te imaginas que es?».
El niño contestó: «¡Mi papá siempre dice que el mundo está torcido!».

Para la mente todo está torcido; no porque realmente lo esté, sino porque esa es la manera de ver de la mente: cualquier cosa que pasa a través de ese medio que es la mente, se tuerce. Igual que cuando metes algo recto en el agua, por ejemplo una paja, y de repente ves que al introducirla en el agua ocurre algo: se tuerce, ya no está recta. La sacas del agua, y de nuevo vuelve a estar recta. La vuelves a introducir y...
Y tú sabes que aunque esté dentro del agua la paja sigue estando recta, pero tus ojos no lo ven así. Puedes sacarla y meterla cien veces. Y aunque de sobra sepas que la paja sigue estando recta, el agua, como medio, te dará la falsa información de que no está recta.
Sabes por innumerables experiencias que el sufrimiento es creado por la mente, pero de nuevo vuelves a caer en la trampa. La mente crea sufrimiento. No puede crear otra cosa porque no puede encontrarse con la realidad. Sólo puede soñar; esa es la única capacidad que tiene. Sólo puede soñar. Y los sueños no pueden satisfacerte, porque siempre que se enfrentan a la realidad se hacen añicos.
Vives en una casa de cristal, no puedes afrontar la realidad. Siempre que la realidad llega, tu casa se derrumba, y ya has vivido en muchas casas que se han hecho pedazos. Llevas sus ruinas en tu mente, la angustia resultante. Y eso ha hecho que te vuelvas amargado.
Saborea a cualquiera y te sabrá amargo. Y esa es también la experiencia que los demás tienen de ti: todo el mundo sabe amargo. Si te acercas todo se vuelve agrio; si te mantienes alejado todo te parecerá maravilloso. Si te acercas se vuelve amargo; porque cuando te acercas, las mentes se penetran entre sí y todo se tuerce. Nada queda recto.
Tienes que darte cuenta de esto por experiencia propia, no como una teoría mía o de Sosan. Sosan no te puede ayudar en eso, tampoco yo. Tiene que ser un fenómeno de tu propia experiencia. Cuando lo experimentas se convierte en una verdad, y empiezan a cambiar muchas cosas: entonces te desprendes de la mente.
Cuando la mente se evapora, desaparecen todos los mundos. Cuando la mente se evapora, los objetos desaparecen; entonces dejan de ser objetos. Entonces ya no sabes dónde acabas tú y dónde comienzan las cosas, entonces ya no hay fronteras. Las divisiones desaparecen.
Al principio te sientes como si todo se hubiera vuelto borroso, pero, poco a poco, te vas asentando en este nuevo fenómeno que es el de la no-mente. Las estrellas siguen estando ahí pero ahora forman parte de ti, ya no son objetos. Las flores y los árboles siguen estando ahí pero ahora florecen en ti, ya no florecen afuera. Entonces vives con la totalidad.
Se ha roto la barrera; la barrera era tu mente. Por primera vez ya no hay mundo, porque el mundo significa la totalidad de los objetos. Por primera vez hay un Universo; «universo» significa «uno». Recuerda el vocablo «uni». ¿A esto le llamas tú Universo? Estás equivocado. No lo llames Universo, para ti es un multiverso. Muchos mundos, no uno solo, no es un Universo; no todavía.
Pero cuando la mente desaparece, los mundos desaparecen. No hay objetos. Los límites se cruzan y se mezclan entre ellos. El árbol se convierte en la roca, la roca se convierte en el sol, el sol se convierte en la estrella, la estrella se convierte en la mujer que amas, y todo se mezcla entre sí. Y ahí no estás separado. Ahí lates, vibras en el centro del propio corazón. Entonces es un Universo.
La mente se evapora, los objetos desaparecen; la fuente de los sueños se desvanece. ¿Qué has estado haciendo hasta ahora? Has estado tratando de conseguir un sueño mejor. Por supuesto que ha sido en vano, pero todo el afán de la mente radica en conseguir un sueño mejor. No creas que la mente puede darte un mejor sueño: un sueño es un sueño. Aunque sea mejor, no te satisfará. No puede darte una satisfacción profunda. ¡Un sueño es un sueño!
Si estás sediento necesitas agua real, no agua de sueños. Si estás hambriento necesitas pan real, pan substancial, no un pan de sueños. Puede que durante cierto tiempo puedas engañarte, pero ¿cuánto tiempo?
Cada noche ocurre: algunas veces tienes hambre, la mente crea un sueño en el que comes manjares. Por unos minutos está bien, aun por horas, pero ¿cuánto tiempo puede durar? ¿Puedes seguir soñando ese sueño infinitamente?
Te ayuda a dormir, a que no te interrumpa el sueño. Si no, el hambre no te dejaría dormir, y tendrías que levantarte e ir a la despensa. Esto ayuda: de esta manera puedes continuar durmiendo, creyendo que estás comiendo; sin necesidad de levantarte. Pero por la mañana sabrás que la mente te ha engañado.
Toda tu vida es como un sueño, sustituyes la realidad por sueños. Así cada día todo se hace pedazos, cada día tropiezas con la realidad, porque la realidad brota por todos los sitios. ¡No lo puedes evitar! Un sueño es algo muy frágil; y la realidad lo sacude y lo rompe.
Por tu propio bien, es bueno que la realidad rompa tus sueños, que los haga añicos. Pero de nuevo vuelves a recoger sus pedazos y vuelves a crear otros sueños. ¡Déjalo ya! Ya lo has hecho muchas veces. No has conseguido nada. ¡Basta ya! Una vez que entiendes que tienes que dejar de soñar, el mundo de los objetos desaparece. El mundo estará ahí, pero no será el mundo de los objetos. Entonces todo cobra vida, todo se vuelve subjetivo.
A esto es a lo que se refieren las personas religiosas cuando dicen que todo es Dios. En realidad, ¿qué quieren decir con eso? Dios es sólo una metáfora. No hay nadie sentado en el cielo, controlando, dirigiendo, haciendo que las cosas funcionen. Dios es sólo una metáfora; una metáfora para decir que las cosas en el mundo no son cosas, sino personas. En su interior tienen una subjetividad. Todo está vivo y vibrando. Y este vibrar no es un proceso fragmentado, este vibrar es un todo vibrando.
Sientes el latir del corazón cerca del corazón, en el corazón. Pero ¿crees que ocurre sólo en el corazón? Estás equivocado; todo el cuerpo vibra. El corazón sólo lo indica; todo el cuerpo vibra. Por eso cuando el corazón se para, el cuerpo se muere. No era realmente el corazón lo que vibraba; todo el cuerpo estaba vibrando a través del corazón; el corazón era sólo un indicador.
Tú vibras, pero el todo vibra a través de ti; tú eres sólo un indicador, un corazón. El Universo vibra y late a través de ti. Tú no eres, el Universo es.
Y el Universo no es la totalidad de los objetos, es una subjetividad. Existe como una persona. Está vivo, consciente. No es una organización mecánica. Es una unidad orgánica.

Ahora intenta entender estas palabras de Sosan:

Cuando los objetos del pensamiento se desvanecen,
el sujeto pensante se desvanece;
y cuando la mente se desvanece, los objetos se desvanecen.
Las cosas son objetos debido al sujeto,
y la mente es tal debido a las cosas.

LAS COSAS ESTÁN AHÍ A TU ALREDEDOR debido a ti. Tú las atraes. Si sientes el infierno a tu alrededor, eres tú quien lo ha atraído. No te enfades por ello, no empieces a luchar contra ello; no sirve de nada. Lo has atraído tú, tú lo has invitado; ¡tú lo has creado! Y tus deseos se han realizado: lo que necesitabas, ahora está a tu alrededor. Y entonces empiezas a pelearte y a enfadarte. ¡Lo has conseguido!
Recuerda siempre que todo lo que ocurre a tu alrededor está enraizado en la mente. La mente es siempre la causa. Es el proyector, afuera sólo hay pantallas; tú te proyectas a ti mismo. Si te parece desagradable, entonces cambia la mente. Si sientes que cualquier cosa que procede de la mente es un infierno, una pesadilla, entonces abandona la mente. Trabaja sobre la mente, no pretendas arreglar la pantalla, no vayas pintándola, cambiándola. Trabaja sobre la mente.
Pero hay un problema, y el problema es que piensas que tú eres la mente. Así que, ¿cómo vas a dejarla? Sientes que puedes dejarlo todo, cambiarlo, volverlo a pintar, decorarlo de nuevo, volverlo a arreglar, pero ¿cómo vas a dejarte a ti mismo? Esta es la raíz de todo problema. Tú no eres la mente, estás más allá de ella. Has llegado a identificarte con ella, eso sí es verdad, pero no eres la mente.
Y este es el propósito de la meditación: darte pequeños vislumbres de que no eres la mente. Por unos momentos la mente para..., y ¡tú todavía estás ahí! Por el contrario, eres más, estás lleno de ser. Cuando la mente para, es como si se hubiera parado un drenaje que te estuviera constantemente drenando. De pronto la energía te desborda. ¡Sientes más!
Si te das cuenta de que la mente no está ahí, pero «yo soy», aunque sólo sea por un momento, habrás alcanzado el profundo núcleo de la verdad. Entonces será fácil abandonar la mente. Tú no eres la mente, de otra forma ¿cómo podrías abandonarte a ti mismo? Primero hay que abandonar la identificación, entonces puede abandonarse la mente.
Todo el método de Gurdjieff radica en cómo desidentificarse. La próxima vez que tengas un deseo, obsérvalo. Di para tu interior: «Voy a observar adónde va esta mente». Y al estar mirándolo sentirás una distancia. ¿Quién es este observador, el espectador? Y el deseo se mueve y crea sueños.
A veces, puede que te olvides y te vuelvas uno con el deseo. Céntrate de nuevo, mira otra vez el deseo: el deseo se mueve por sí mismo. Es como si hubiera aparecido una nube, ha surgido un pensamiento en el cielo de tu ser. Y recuerda, si puedes no identificarte aunque sea por un instante (el deseo está ahí y tú estás ahí pero hay una distancia), de repente hay iluminación, te llega una luz.
Ahora sabes que la mente funciona por sí misma, que es un mecanismo. ¡Puedes dejarla a un lado! Puedes usarla, o puedes no usarla; tú eres el maestro. Ahora el esclavo, el mecanismo, está en su lugar; ya no es el amo. Entonces es posible dejarlo. Sólo cuando eres diferente de algo, puedes abandonarlo. Meditar, atestiguar, sentarse en silencio y mirar la mente será de gran ayuda. Sin forzar, simplemente sentándose y observando. Sin hacer mucho, sólo observando, como se observa a los pájaros volando en el cielo. Sólo tumbándose en el suelo y observando, sin hacer nada, indiferente. Sin que realmente te concierna adónde van; van a su aire, van a lo suyo.
Recuerda, los pensamientos también son como los pájaros se mueven por sí mismos, a su aire. Y a veces ocurre que los pensamientos de la gente que está a tu alrededor entran en tu cielo y tus pensamientos entran en su cielo. Por eso es que a veces sientes que en presencia de alguna persona de repente te entristeces; en cambio con otra sientes cómo te sube la energía, sientes alegría y felicidad. Sólo con mirar a alguien, con estar cerca de él, cambia algo en tu estado de ánimo.
Ocurre hasta con los lugares. Entras en una casa y de repente te inunda una pesadez. Entras en otra, y de repente te sientes muy liviano, como si te hubieran salido alas, sientes que puedes volar, que no tienes peso. Penetras en un ambiente y ya no eres el mismo, algo ha cambiado. Entras en otro ambiente, y de nuevo algo vuelve a cambiar.
Esta es la base del satsang, estar en presencia de un Maestro, el cual no tiene pensamientos. Sólo con su presencia, sólo estando junto a él, a veces sus no-pensamientos, su no-mente, llaman a tu puerta. En ciertos momentos..., y no puede ser manipulado, uno tiene que esperar, uno sólo puede rezar, esperar y observar. No puede forzarse porque no es un pensamiento. Un pensamiento es una cosa, puede ser proyectado. El no-pensamiento no es una cosa, no puede proyectarse.
Un pensamiento tiene su propio movimiento y propulsión. Siempre que estés cerca de una persona que tenga muchos pensamientos, te llenará con ellos. Sólo estando cerca derramará su mente en ti; no importa si habla o no, esa no es la cuestión. Desde su cabeza están cayendo constantemente pensamientos, como chispas, por todas partes; y tú los recoges.
Y a veces hasta te das cuenta de que este pensamiento no es tuyo, pero cuando llega te llena, y te identificas con él. Esa ira no es tuya; el que estaba enfadado era otro pero tú sentiste algo dentro de ti. Alguien estaba resentido y su odio te tocó. Todo es infeccioso, y la mente es la enfermedad más infecciosa del mundo. Ningún virus puede competir con ella, infecta a todo el mundo a su alrededor.
Si pudieras ver, te darías cuenta de que de la cabeza de los demás salen chispas. Son de diferentes colores. Es por eso que muchos místicos pueden ver el aura, porque cuando se encuentran con una persona oscura, ven que su aura es oscura. Si tus ojos vieran con claridad podrías verlo. Cuando tienes una persona feliz a tu lado puedes verlo. Aunque todavía no la hayas visto, aunque llegue por detrás, de pronto sientes que hay algo feliz a tu alrededor.
Los pensamientos no son tuyos, no son tú. Cuando mueres, tus pensamientos se esparcen por todos los sitios. Ocurre así, la próxima vez que estés cerca de un moribundo, obsérvalo; es una experiencia en sí misma. Cuando un hombre se esté muriendo, siéntate y observa lo que le ocurre a tu mente. Te sorprenderás; pensamientos que nunca habías tenido antes, pensamientos a los que no estás acostumbrado, pensamientos que te son absolutamente desconocidos, de repente brotarán en ti; ¡flop! El hombre se está muriendo y arroja sus pensamientos por todas partes, igual que arroja sus semillas un árbol cuando se está muriendo. Es presa del pánico; antes de morir, el árbol tiene que soltar sus semillas para que nazcan otros.
Nunca te acerques a un hombre que se está muriendo si no eres consciente, porque si no el muerto te influenciará. Básicamente, nunca te quedes cerca de un hombre con el que te sientas oscuro, pesado, triste, a no ser que seas consciente. Pero si te das cuenta, no hay problema. La oscuridad viene y pasa; nunca te identificas con ella.
¿Has notado alguna vez, al entrar en una iglesia con la gente rezando que te sientes inmediatamente diferente? Tanta gente rezando..., aunque la oración no sea muy real, aunque sólo sea una oración dominical, pero aun así están rezando, y por unos momentos se abren las ventanas; esos momentos son diferentes. El fuego te enciende, y de repente sientes que algo en ti cambia.
¡Estate consciente! Y mira cómo entran los pensamientos en la mente, cómo te identificas y te haces uno con ellos. Y se mueven muy rápidamente, su velocidad es enorme, no hay nada tan rápido como un pensamiento. No se puede crear nada más veloz que un pensamiento. No tarda nada en llegar a cualquier sitio. Salta de una infinidad a otra; el espacio no existe para él.
Los pensamientos están ahí, moviéndose a gran velocidad. Y debido a esa rapidez no puedes ver dos pensamientos por separado. Siéntate, cierra los ojos, ralentiza todos los procesos corporales. Que la respiración se vuelva más lenta, el latir del corazón más lento, la presión sanguínea más lenta. Ralentiza todo, relájate, porque si todo va más lento, los pensamientos tendrán que ir más lentos pues todo está unido. Cuando todo se ralentiza, el pensamiento tiene que ir más lento.
Es por eso que al dormir profundamente los pensamientos paran: porque todo va muy lento y el pensamiento es algo tan veloz que se produce una ruptura y el proceso no puede continuar. El hombre está en un estado muy lento, mientras que el pensamiento es algo tan rápido que ambos no pueden continuar juntos. El pensamiento desaparece. En el dormir profundo, tan sólo por algunas horas, como mucho durante dos horas, el pensamiento se para, porque estás completamente relajado.
RELÁJATE Y SIMPLEMENTE OBSERVA: a medida que el proceso se vaya haciendo más lento serás capaz de ver espacios. Entre dos pensamientos hay un intervalo; en este intervalo habita la consciencia. Entre dos nubes hay un intervalo; en este intervalo aparece el cielo azul.
Ralentiza el proceso del pensamiento y fíjate en los intervalos, presta más atención a los intervalos que a las nubes. Cambia la atención de lugar, cambia la gestalt. No te fijes en la figura, fíjate en el fondo.
Si pongo una pizarra, una pizarra grande del tamaño de toda esta pared, la marco con un punto blanco y os pregunto qué veis, hay un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que no veáis la pizarra, sino el punto blanco; porque vemos la figura, no el fondo. La pizarra es enorme, y aun así si os pregunto: «¿Qué veis aquí?», diréis: «Veo un puntito blanco». No se ve una pizarra tan enorme y, en cambio, se ve un puntito blanco, que es casi invisible. ¿Por qué?, porque este es el modelo fijo de la mente: mirar la figura, no el fondo, mirar la nube, no el cielo; mirar el pensamiento, no la consciencia.
Hay que cambiar esta gestalt. Préstale más atención al fondo y menos a la figura. Te acercarás más a la realidad. Esto es lo que se hace constantemente en la meditación. La mente, debido a su hábito, se fijará en la figura. Tú tan sólo vuelve a cambiar..., fíjate en el fondo.
Tú estás aquí, yo estoy aquí. Podemos mirar a los demás de dos maneras. Yo puedo mirar el fondo (en el fondo hay árboles, plantas, tierra, cielo), tienes de fondo el Universo infinito; o te puedo mirar a ti, tú eres la figura. Pero la mente siempre se fija en la figura.
Por eso ocurre que si vas a ver a alguna persona como Sosan, Jesús o Buda, sientes que sus ojos no te miran. Tú eres sólo la figura y ellos están mirando el fondo. Su gestalt es diferente. Puede que sientas que en sus ojos haya cierta frialdad porque no te prestan atención.
Tú eres sólo una nube. Para personas como Buda, cuando miran, estás ahí, pero sólo como una pequeña parte del fondo. El fondo es infinito, y eres sólo un punto. Pero a ti te gustaría que alguien te mirara, que mirara al puntito, como si fueras el Universo, como si nada existiera más allá de ti.
El amor de Buda te parecerá distante. Y tú necesitas un amor apasionado, unos ojos que te miren a ti y se olviden del todo. Eso no le es posible a un buda. Ocupas tu lugar, pero aun así eres sólo un pequeño punto. Por muy maravilloso que seas, eres sólo una parte de un fondo infinito; y no se te puede prestar toda la atención.
Por eso el ego se siente muy herido cuando está cerca de un buda, porque quiere toda la atención: «Mírame, yo soy el centro del mundo». Pero no eres el centro del mundo. En realidad el mundo no tiene ningún centro, porque un centro sólo sería posible si el mundo fuera limitado. Si fuera un círculo finito entonces podría haber un centro, pero es un círculo infinito.
Es absurdo pensar en un centro. No hay centro en el mundo; el mundo existe sin ningún centro. Y eso es hermoso. Por eso todo el mundo puede pensar: «Soy el centro». Si hubiera un centro eso sería imposible.
Por eso los mahometanos, los cristianos y los judíos no permiten afirmaciones tales como las de los hindúes, que afirman:
«Yo soy Dios; aham brahmasmi». Para ellos eso es una herejía: «¿Qué estás diciendo? Sólo Dios es el centro. Y nadie más lo es». Pero los hindúes pueden afirmar desenfadadamente: «Yo soy Dios», porque ellos dicen que no hay ningún centro o que todo el mundo es el centro.
Pero cuando pides que se te preste toda la atención, eso es la mente, el viejo hábito de la mente de no mirar el fondo y fijarse solamente en la figura.
Durante la meditación tienes que cambiar de la figura al fondo, de la estrella al firmamento. Cuanto más ocurra este giro, más sentirás que no eres la mente y llegarás a sentir más fácilmente que la puedes dejar...
Es como quitarte un vestido. Te lo has hecho tan ceñido que parece que fuera tu propia piel. Pero no lo es, es sólo un vestido; y te lo puedes quitar fácilmente. Pero hay que entender que uno es el fondo, no la figura. Y cuando esta mente se evapora, dice Sosan, el mundo objetivo simplemente se desvanece.
¿Qué quiere decir? ¿Quiere esto decir que si estás en profunda meditación, que si has alcanzado la meta de la no-mente, desaparecerán estos árboles, se desvanecerán? ¿Que entonces esta casa ya no estará aquí? ¿Que tú ya no estarás sentado aquí? ¿Que, si lo has conseguido, esta silla en la que estoy sentado se desvanecerá?
No. Los objetos desaparecen como tales. No esta silla, no este árbol; ellos permanecen, pero ahora no están limitados. Ahora ya no tienen fronteras. Ahora esta silla se encuentra enlazada con el sol y con el cielo, ahora la figura y el fondo se vuelven uno. No hay una figura separada del fondo, sus identidades han desaparecido. Ya no son objetos, porque ahora tú ya no eres un sujeto.
Krishnamurti repite constantemente algo muy hermoso: en profunda meditación el observador se convierte en lo observado. Esto es verdad, pero te parecerá absurdo. Si estás mirando una flor, ¿está Krishnamurti diciendo que te convertirás en la flor? ¿Entonces cómo vas a volver a casa? O puede que alguien venga y la arranque, y entonces te hallarás en un problema.

«El observador se convierte en lo observado.» ¿Quiere él decir que te conviertes en la flor? No; pero aun así, en cierto sentido sí. No te conviertes en la flor en el sentido de que dejes de ser un hombre y alguien te pueda arrancar y llevarte consigo. No, en ese sentido no. Pero cuando no hay mente, no existe ya ninguna línea divisoria que te separe de la flor y la flor ya no tiene ningún limite que la separe de ti. Ambos os habéis convertido en un algo subjetivo, os habéis encontrado y fundido. Tú sigues siendo tú, la flor sigue siendo la flor, nadie puede arrancarte por error, pero existe una unión.
Esto ocurre solamente algunas veces en tu vida, en algunos momentos en los que amas a alguien. Y eso también es infrecuente, porque la mente del ser humano nunca le deja ni siquiera amar. Constantemente va creando su propio absurdo, creando su propio mundo. Y al amante no se le permite una cercanía tal que llegue al fondo. La figura, el ego, está siempre entremedias. Pero algunas veces ocurre.
Desde luego ocurre a pesar tuyo. Es tan natural que, aun a pesar de todas las objeciones, a veces la realidad se topa contigo. A pesar de todas tus medidas, a pesar de todos tus sueños, a veces te penetra, a veces no estás suficientemente protegido. A veces te olvidas, o estás tan ocupado en algo que se abre alguna ventana, de forma que la realidad entra cuando tú no estás mirando.
En algunos momentos de amor, esto ocurre: que el observador se convierte en lo observado. Esta es una hermosa meditación: si amas a alguien, siéntate con esa persona y miraos a los ojos; sin pensar nada, sin pensar en quién es esa persona, sin crear un proceso de pensamiento, sólo mirándoos a los ojos. Puede que haya algunos vislumbres en los que el observador se convierta en lo observado, en los que te perderás y no sabrás quién eres; no sabrás si tú te has convertido en el amado o el amado se ha convertido en ti. Los ojos son unas puertas maravillosas para entrar el uno en el otro.
¿Y por qué digo que sólo es posible en el amor? Porque sólo en el amor dejas de estar a la defensiva. Te relajas. No tiene miedo del otro, puedes ser vulnerable, puedes permitírtelo. De otra forma uno está siempre a la defensiva, porque no sabe qué va a hacer el otro, no sabe si le hará daño. Y si no estás a la defensiva, el otro te puede herir gravemente.
En el amor os podéis mirar a los ojos el uno al otro. Habrá momentos en los que el fondo y la figura se disuelvan el uno en el otro. Se te removerán hasta los mismos cimientos. De repente verás que no eres, y aun así eres. En alguna parte, en lo más profundo, ha habido un encuentro.
Esto le ocurre a un verdadero meditador con el propio Universo: no es que se convierta en un árbol, pero aun así se convierte en un árbol. Cuando está con un árbol, no hay ninguna división. Y cuando se armoniza con esta tierra sin fronteras, entonces se mueve sin fronteras.
Este es el significado de Sosan. Cuando la mente desaparece, los objetos se desvanecen. Cuando los objetos se desvanecen, tú te desvaneces, el ego se desvanece. Todo está relacionado.

Entiende la relatividad de ambos,
así como la realidad básica: la unidad del vacío.

Tu EXISTES debido a los objetos de tu alrededor. Tus límites existen debido a los límites del resto de las cosas que te rodean. Cuando ellas pierden sus límites, tú pierdes los tuyos; sois relativos uno con respecto al otro, estáis juntos.
Tu mente y tus objetos externos están unidos, hay un puente entre ellos. Si desaparece una orilla, el puente se derrumba. Y con el puente también desaparecerá la otra orilla, porque no hay ninguna posibilidad de que exista una orilla sin la otra. Este es el significado de la relatividad.
Y entonces existe una unidad; la unidad del vacío. Tú estás vacío y la flor está vacía, si la flor no tiene ninguna línea divisoria, ¿cómo va a existir un centro? Esta es una de las cosas profundas de las que Buda ha llegado a darse cuenta, y solamente los budistas lo han expresado de una forma tan hermosa. Dicen que no hay alma, que no hay ser.
Y esto ha sido muy mal interpretado, porque los hindúes alegan que toda su religión se basa en el alma, en el ser, el ser supremo. Y Buda dice: «Cuando no existe ninguna línea divisoria, ¿cómo va a existir el ser?». Cuando no hay delimitación y la mente se ha quedado en silencio total, ¿cómo puede existir el «yo»? Porque el «yo» es un ruido. ¿Cómo puedes decir «yo soy» cuando es el todo? Cuando la figura y el fondo se han hecho uno, ¿cómo puedes decir «yo soy»?
Este es el vacío de Buda; anatma. Esta palabra es hermosa: anatma, no-ser. Ya no eres y aun así eres. Realmente, por primera vez existes como el todo, pero no como el individuo, no como lo definido, lo demarcado, lo delimitado. Existes como el todo, pero no existes como un individuo, no como una separación demarcada, definida. Ahora ya no eres una isla, eres la vasta expansión del vacío.
Y lo mismo pasa con la flor, lo mismo pasa con el árbol, con los pájaros y los otros animales, con las rocas, con las estrellas y con el sol. Cuando tu ser desaparece, desaparece el ser de todas las cosas, porque. ellas eran el reflejo de tu ser, eran el eco de tu ser resonando en el Universo, eran el reflejo de tu locura. Ahora ya no esta ahí.
Sosan está diciendo que cuando hay vacío hay unidad. Si tú eres, ¿cómo puede haber alguna unidad? Tu propio estar separado crea la separación.
Los musulmanes dicen que aman a los hindúes, que son hermanos; los cristianos dicen que aman a los judíos, que son sus hermanos. Todos son hermanos, ¿pero cómo puedes ser hermano de alguien siendo cristiano? ¿Cómo puedes ser hermano de alguien siendo hindú? Tu demarcación, tu delimitación contiene en sí misma la enemistad. Como mucho, puedes tolerar al otro, pero no puedes ser uno con el otro. Y llamarle «hermano» no sirve de nada, porque nadie se pelea tan ferozmente como lo hacen los hermanos.
Al decir que soy hindú, me estoy separando del todo. Al decir que tengo poder, me estoy separando del Universo. Al decir que soy extraordinario, me estoy separando a mí mismo del Universo. Esto es lo que dice Chuang Tzu: sé simple, normal. Quiere decir: no te separes de ninguna manera, no hagas definiciones concisas acerca de ti mismo. Vive con límites flexibles, que estén siempre dispuestos a encontrarse y fundirse.

Entiende la relatividad de ambos,
así como la realidad básica: la unidad del vacío.
En este Vacío ambos son indistinguibles...

No se les puede distinguir, no se les puede sentir como algo separado; separado del otro. Están separados, pero su separación es algo totalmente diferente. Puedes distinguirla, pero esa no es la separación del ego. Es como una ola en el océano. Puedes distinguirla. La ola es la ola, no el océano; y aun así es el océano. La ola no puede existir sin el océano. El océano la origina, el océano la hace surgir, el océano ondea en ella, el océano late en ella. Como forma está separada, pero como existencia no lo está. Tú sigues estando separado, y aun así no lo estás. Esta es la paradoja más fundamental que un hombre llega a experimentar cuando experimenta el no-ser, anatma.

...y cada uno contiene en sí mismo el mundo entero.

No estando separado, no pierdes nada, ganas el todo. Y siempre tienes miedo de perder. Siempre piensas: «Si me pierdo a mí mismo, entonces dejo de ser. ¿Y qué voy a ganar con ello?». Te pierdes a ti, pero ganas el todo. Y no pierdes nada más que tu desdicha, tu angustia, tu ansiedad. ¡Qué otra cosa puedes perder! No tienes nada que perder excepto tu sufrimiento, tu esclavitud.

...y cada uno contiene en él mismo el mundo entero.

Cuando te pierdes a ti mismo, te conviertes en el mundo entero. Todo es tuyo. Sois mendigos debido a vosotros mismos; podéis ser emperadores. La mente es la escudilla con la que pedís.
He oído una historia sufí. Es una de las más antiguas enseñanzas sufíes.
Un mendigo llegó al palacio de un emperador. El emperador estaba en el jardín, así que le oyó llegar. El guarda de la entrada le fue a dar algo, pero el mendigo le respondió: «Espera, tengo una condición: yo sólo acepto limosna de los amos, nunca de los sirvientes».
El emperador lo oyó. Estaba paseando cerca de allí, así que salió a ver a este mendigo, pues normalmente los mendigos no ponen condiciones. ¿Cómo vas a poner condiciones si eres un mendigo? Pensó: «Este mendigo es realmente extraño». Así que salió a verle; y realmente este era un mendigo extraño. El emperador nunca había visto antes a un hombre que tuviera tal aspecto de emperador; él no era nada comparado con el mendigo. Este hombre estaba rodeado de cierta gloria, de cierta gracia. Sus ropas eran casi andrajos, iba casi desnudo, pero la escudilla que llevaba era muy bonita.
El emperador preguntó: «¿A qué viene esa condición?».
Y el mendigo contestó: «A que los sirvientes también son mendigos y yo no quiero abusar de nadie. Sólo los amos pueden dar. ¿Cómo van a dar los sirvientes? Pero si puedes dar, da y yo lo aceptaré. Pero luego tengo otra condición: que mi escudilla debe quedar totalmente llena». ¡Una escudilla tan pequeña! El emperador soltó una carcajada y dijo: «Debes de estar loco, ¿acaso crees que no voy a poder llenarla?». Y le ordenó a sus ministros que trajeran piedras preciosas, únicas, incomparables, y que llenarán la escudilla de este mendigo.
Pero pronto se hallaron en dificultades, ya que en cuanto empezaron a llenar la escudilla, las piedras caían en ella y sin hacer ningún sonido, simplemente desaparecían. La escudilla seguía estando siempre vacía. Entonces el emperador se halló en un dilema. Su ego estaba en juego: ¡él, un gran emperador que gobernaba todas esas tierras, ni siquiera podía llenar una pequeña escudilla! Y ordenó: «¡Traedlo todo si hace falta, pero hay que llenar esta escudilla!».
Trajeron todos sus tesoros..., durante días vaciaron todas sus arcas, pero la escudilla seguía vacía. Ya no quedaba nada. El propio emperador se había convertido en un mendigo, lo había perdido todo. El emperador se postró a los pies del mendigo y le dijo: «Ahora yo también soy un mendigo y sólo te pido una cosa: ¡enséñame el secreto de esta escudilla, parece mágica!».
El mendigo dijo: «No hay ningún secreto. Está hecha de mente humana. No hay nada mágico en ella».
La mente humana no es otra cosa que esta escudilla. Aunque sigas llenándola, siempre permanece vacía. Aunque le eches el mundo entero, aunque le eches todos los mundos, simplemente desaparecerán sin hacer un solo ruido. Por mucho que le des, ella sigue pidiendo.
Dale amor, y aparecerá la escudilla del mendigo, y tu amor desaparecerá. Dale la vida entera, y ahí estará la escudilla, mirándote con ojos de queja y diciéndote: «No me has dado nada, aún estoy vacía». La única prueba de que he recibido algo es ver que la escudilla se llena; y sigue vacía. Por supuesto, esta lógica es aplastante: no has dado nada.
Has logrado muchísimas cosas, y todas han desaparecido en la escudilla del mendigo. La mente es un proceso autodestructivo. Hasta que la mente no desaparezca seguirás siendo un mendigo. Todo lo que obtengas será en vano; seguirás estando vacío. Y si disuelves esta mente, el vacío te llenará por primera vez. Ya no serás, pero te habrás convertido en el todo. Si eres, seguirás siendo un mendigo. Si no eres, te conviertes en un emperador. Por eso, en la India, a los mendigos les llamamos swamis. Swami quiere decir: maestro, emperador. No puedes encontrar una palabra mejor para los sannyasin.' Cuando yo pensaba en qué nombre darle a los nuevos sannyasin, no pude encontrar ninguno mejor. Swami es el mejor.
Significa: uno que se ha disuelto a sí mismo tan totalmente que ya no es; uno que se ha convertido en el mundo entero, en el maestro de todo. De otra forma hasta los emperadores siguen siendo mendigos. Siguen deseando, pidiendo y sufriendo.

Si no haces ninguna discriminación entre burdo y sutil
no te tentarán el prejuicio y la opinión.

SI NO HACES NINGUNA DISTINCIÓN entre burdo y sutil, entre bueno y malo, hermoso y feo, esto y aquello; si no haces ninguna distinción, si no discriminas, simplemente aceptas el todo como es. No pones tu mente en ello, no te vuelves un juez. Simplemente dices: «Así es».
La espina está ahí, tú dices: «Así es». La rosa está ahí, tú dices: «Así es». Un santo está ahí, tú dices: «Así es». Un pecador está ahí, tú dices: «Así es». Y el todo sabe; nadie más puede saber por qué existe el pecador. Debe de haber una razón, pero ese es un misterio del que se tiene que ocupar el todo, no es para que te preocupes por él. El todo deja que nazcan santos y pecadores, espinas y rosas; sólo el todo sabrá el porqué. Simplemente entra en el todo y no hagas ninguna distinción. Tú también sabrás por qué, pero solamente cuando te hayas convertido en el todo.
El misterio se resuelve cuando tú mismo te has convertido en el misterio. No lo puedes resolver mientras sigas siendo tú mismo. Si sigues siendo tú mismo te convertirás en un gran filósofo. Tendrás muchas respuestas y ninguna; tendrás muchas teorías pero no la verdad. Pero si te conviertes en el propio misterio, entonces sabrás. Pero este conocimiento es tan delicado que no puede decirse con palabras. Este conocimiento es tan paradójico que desafía todo lenguaje. Este conocimiento es tan contradictorio (porque los opuestos pierden sus demarcaciones, se vuelven uno) que ninguna palabra puede expresarlo.
La figura es la palabra y el fondo es el silencio. En este conocimiento la figura y el fondo se han vuelto uno, el silencio y la palabra se han hecho uno. ¿Cómo podrías expresarlo? Y aun así tiene que ser expresado, porque hay muchos que están sedientos de ello. Con sólo oír hablar acerca de ello, puede que el corazón de alguien se ponga en marcha. Por eso Sosan está diciendo todo esto.
Sosan sabe que no puede ponerse en palabras, porque siempre que dices algo tienes que discriminar. Siempre que dices algo tienes que elegir una palabra. Siempre que tienes que decir algo, prefieres esto a aquello, y de esa forma entra la mente. Pero nadie lo ha intentado de mejor forma que Sosan. Él es incomparable. No puedes encontrar a ningún otro hombre que haya puesto tan bellamente este silencio en palabras. Hasta Buda se sentiría celoso. Este Sosan es verdaderamente un Maestro; un Maestro del silencio y un Maestro de las palabras. Él ha puesto en este mundo algo que no pertenece a este mundo. Él ha puesto en palabras la experiencia de su profundo silencio.
Escucha sus palabras; no sólo las escuches, absórbelas. Deja que se disuelvan en tu corazón. No las memorices. Deja que entren en tu ser y se conviertan en tu propia sangre, en tus propios huesos. Absórbelas, aliméntate con ellas, digiérelas, y olvídalas.
Estas palabras tienen un tremendo poder de transformación.

Vivir en el Gran Camino
no es ni fácil ni difícil,
pero aquellos que tienen una visión limitada
son miedosos e indecisos:
cuanto más se apresuran, más lentos van,
y el apego no tiene límites;
estar apegado, aunque sea a la idea de la iluminación,
es desviarse.
Deja que las cosas sean a su manera
y no habrá ni ir ni venir.

Obedece a la naturaleza de las cosas (tu propia naturaleza)
y andarás libre y tranquilo.
Cuando el pensamiento está cautivo, la verdad se oculta,
pues todo es oscuro y confuso,
y la gravosa práctica de juzgar
trae consigo irritación y hastío.
¿Qué beneficio se puede sacar
de las distinciones y las separaciones?

Si deseas ir por el Camino único,
no desprecies ni siquiera el mundo
de los sentidos y las ideas.
En realidad, aceptarlo plenamente
es idéntico a la verdadera Iluminación.
El hombre sabio no persigue ninguna meta,
pero el tonto se encadena a sí mismo.
Hay un Dharma, una verdad, una ley, no varias;
las distinciones surgen
por las tenaces necesidades del ignorante.
Buscar la Mente con la mente discriminatoria
es el mayor de los errores.

EL LIBRO DE LA NADA (2)


  
VUELVE A LAS RAÍCES

 LA NATURALEZA DE LA CONSCIENCIA consiste en ser solamente un espejo. El espejo no tiene elecciones propias. Refleja lo que aparece delante de él, sea bueno o malo, hermoso o feo; sea lo que sea. El espejo no tiene preferencias, no juzga y no condena. La naturaleza de la consciencia, en su origen, es exactamente igual que un espejo.
Cuando un niño acaba de nacer refleja lo que aparece ante él. No dice nada, no interpreta. En el momento en que entra la interpretación, el espejo pierde la propiedad de reflejar. Entonces ya no es puro. Entonces está lleno de opiniones, trastornado, dividido, fragmentado. Se ha vuelto esquizofrénico. 
Cuando la consciencia se divide y deja de reflejar, se convierte en la mente. La mente es un espejo roto.
La mente, en su raíz, es consciencia. Si dejas de discriminar, si dejas de hacer divisiones dualistas (eligiendo esto en oposición a aquello, gustándote esto y disgustándote aquello), si te sales de esas divisiones, la mente se convierte de nuevo en un espejo, en pura consciencia.
Así que todo el afán de un buscador consiste en cómo abandonar todas las opiniones, las filosofías, las preferencias, los juicios, las elecciones. Y esto no debería convertirse de nuevo en otra elección; ese es el problema.
Intenta entender el problema básico, de otra forma puedes hacer de esto una elección. «No voy a elegir, a partir de ahora ya no voy a elegir más. Ya no estoy interesado en elegir, a partir de ahora permaneceré en un estado de consciencia sin elección.» Y de nuevo vuelves a estar en la misma situación; has vuelto a elegir. Ahora estás en contra de elegir y a favor de no elegir. No lo has comprendido. No se puede estar a favor de no elegir, porque al estar a favor, de nuevo se ha convertido en una elección.
Entonces ¿qué hacer? Sólo se necesita entender, no hay que hacer nada. Lo más elevado se alcanza a través del entendimiento, no a través del esfuerzo.
Ningún esfuerzo te conducirá hasta ello, porque el esfuerzo siempre es parte de la mente dualista. Entonces rechazarás el mundo y elegirás a Dios; entonces rechazarás las ataduras y elegirás la libertad; entonces perseguirás el moksha, la liberación suprema. Pero de nuevo habrá entrado la mente, y la mente siempre está entrando. No puedes hacer nada; simplemente estar atento a toda la situación. Si estás atento, la mente se evapora en una repentina iluminación. De repente eres uno con esa consciencia que es como un espejo; has descendido a tu base, a tus raíces. Y cuando has descendido profundamente a las raíces, toda la existencia desciende a las raíces.
La existencia se muestra ante ti de la forma que tú seas. Esta es una de las leyes fundamentales. Todo lo que ves depende de cómo lo veas. Si eres una mente, si estás dividido, entonces toda la vida estará dividida. La existencia le hace eco a tu ser. Si tienes una mente dividida, entonces todo el mundo aparecerá dividido, entonces el día estará en contra de la noche. Y no es así, porque el día se convierte en la noche, y la noche en día; ambos forman un círculo completo. No están en contra, son complementarios. El día no puede existir sin la noche, y la noche no puede existir sin el día. Así que no pueden ser opuestos; en el fondo son uno.
La vida y la muerte aparecen como opuestos porque tú estás dividido. De otra forma la vida se vuelve muerte y la muerte se vuelve vida. El mismo día que naces has empezado a morir. Y en el momento en que mueres aparece una nueva vida. Es un círculo; el círculo chino del yin y el yang.
Hay que recordar este círculo una y otra vez. Es uno de los símbolos más básicos que jamás se hayan descubierto. Ningún otro símbolo se puede comparar con él; la cruz, la esvástica, el Om; no, no tienen punto de comparación con el símbolo chino del yin y el yang, porque el yin y el yang incluyen todos los opuestos de la existencia: la oscura noche y el luminoso día, la vida y la muerte, el amor y el odio.
Todos los opuestos están unidos en la existencia. Tú estas dividido en el interior, ellos están divididos en el exterior. Cuando vuelves a tu origen y te haces uno, de repente toda la existencia se alinea y se hace una. Cuando eres uno, aparece Brahma, aparece lo supremo, porque al uno sólo se le puede aparecer el uno; al dos el dos, a lo múltiple lo múltiple. Y tú eres muchos, eres una multitud; ni tan siquiera eres dos. Llevas muchos seres en tu interior.
Gurdjief solía decir que tú eres una casa en la que nadie conoce al dueño. En la casa vive mucha gente, hay muchos invitados; pero como nadie sabe quién es el dueño, todo el mundo piensa que es el dueño. Y quien sea que en cada momento tome el poder hace el papel de dueño.
Cuando la ira asume el poder, la ira se convierte en el anfitrión. Cuando el amor se vuelve poderoso, el amor es el anfitrión. Cuando los celos toman el poder, los celos se adueñan de la casa. Pero hay una lucha constante, porque hay muchos invitados y todos quieren ser el anfitrión, el dueño de la casa. Y el dueño, o se ha ido de viaje y no ha regresado, o está durmiendo.
Tu ser está profundamente dormido. De ahí la insistencia de todos los Cristos, los Krishnas y los Budas: «¡Despierta». Jesús usa constantemente la palabra «despierta»: «Despierta, observa, estate atento». Buda repite constantemente: «Hazte más consciente».
Ambas cosas significan lo mismo: que si te vuelves consciente, el dueño aparece. Y en el momento (y esto es lo bonito) en que el dueño aparece, los invitados desaparecen. En el momento en que llega el amo, los sirvientes se ponen en fila y reconocen su servidumbre. No pretenden ser lo que no son. Así que la verdadera cuestión no es luchar contra la ira, los celos o el odio. La verdadera cuestión es traer al dueño, despertarle. Una vez que está consciente, cada cosa se pone en su lugar. Pero esta consciencia sólo es posible si regresas al origen.
La mente está destinada a permanecer dividida, no puede volverse una; la propia naturaleza de la mente es así. Intenta entender la naturaleza de la mente, y entonces estos sutras de Sosan se volverán claros, transparentes.
LA NATURALEZA DE LA MENTE es mirar a las cosas de tal manera que siempre van con su opuesto. Sin el opuesto la mente no entiende. Si digo: «¿Qué es la luz?», ¿cómo lo entenderá la mente? Inmediatamente traerá la oscuridad.
Si vas al diccionario (el diccionario es un círculo vicioso) y buscas la palabra luz, te dirá: lo contrario a la oscuridad. Para definir la luz, hay que introducir la oscuridad. ¡Qué tontería! Y cuando vas a buscar la definición de la oscuridad, te sorprenderás; entonces hay que traer la luz. ¿Qué es la oscuridad?; y entonces dice: aquello que no es luz.
Ninguna de ellas ha quedado definida, porque ambas son indefinibles. ¿Y partiendo de algo indefinible cómo vas a definir eso otro que aún está sin definir? Todo este juego del diccionario consiste en no mirar al conjunto.
Si le preguntas a los lingüistas: «¿Qué es la mente?», dirán: «Aquello que no es materia». Y si preguntas: «¿Qué es la materia?», dirán: «Aquello que no es mente». Nada queda definido.
¿Cómo puede un término sin definir definir algo? Si te pregunto dónde vives, y me contestas: «Soy vecino de A». Y si te pregunto dónde vive este A, y me contestas: «Es mi vecino». ¿Cómo voy a saber dónde vives? Porque ni se define A ni se te define a ti; A vive cerca de B y B cerca de A. Pero así es como van las cosas.
La mente no puede entender nada a no ser que traiga al opuesto, porque la mente sólo es capaz de ver a través del contraste. La vida no se puede entender si no hay muerte, es imposible sentir la felicidad si no existe la infelicidad. ¿Cómo vas a saber lo que es la salud si nunca has conocido la enfermedad? Puede que estés sano pero no te darás cuenta. Se puede tener salud sin haber conocido la enfermedad, pero la mente no puede detectarla, la mente no puede conocerla. Para conocerla tienes que enfermarte.
Para la mente, para ser santo antes tienes que haber sido pecador, para tener salud antes tienes que haber estado enfermo, y para amar antes tienes que odiar. Si amas y en tu amor no hay odio, no te será posible darte cuenta. Tu mente no podrá detectarlo de ninguna manera. Y además nadie podrá saberlo. Este es el problema con un buda o un «Jesús». Buda está lleno de amor, pero no podemos detectar su amor; en su amor no hay ningún fondo que le haga de contraste, ningún odio. Nunca hemos visto odio o ira en sus ojos. ¿Cómo podemos saber que ama? Su amor nos parece incomprensible.
Para la mente cualquier cosa es comprensible si trae consigo su opuesto. Pero en el momento en que traes el opuesto falsificas la existencia, porque en la existencia no existe tal cosa como «el opuesto».
La mente se mueve a través de los opuestos, y la existencia es unitaria. La existencia es advaita, la existencia es no-dual; no tiene ningún problema. ¿Dónde está la línea divisoria?, ¿dónde acaba el día, cuando deja de ser y comienza la noche? ¿Hay algún espacio entre ambos? Sólo si así fuera sería posible trazar una línea divisoria. ¡Pero no es así! El día simplemente se funde en la noche, y de nuevo la noche se funde en el día. La vida es una, la existencia es una; la mente es dualista. Así que si continúas eligiendo, nunca llegarás al origen. Entonces te aferrarás a la vida y tendrás miedo a la muerte. Te aferrarás al amor y tendrás miedo al odio. Te aferrarás a lo bueno y tendrás miedo a lo malo. Te aferrarás a Dios y tendrás miedo al Diablo.
La vida es una. Dios y el Diablo son uno. No hay una línea divisoria en la que Dios acabe y comience el Diablo; no puede haberla. En la vida, Ram y Ravan son uno, pero para la mente son enemigos, luchan entre sí. Para la mente todo es un conflicto, una guerra.
Si eliges, entonces eres parte del juego. Y todo el arte de la religión consiste en cómo no elegir, cómo entrar en ese estado en el que no hay elección.
Pero recuerda, ¡tampoco elijas no elegir! O, si no, al escucharme a mí, a Sosan o a Krishnamurti caerás bajo el encanto de las palabras «no elegir». Tu mente dirá: «Eso está muy bien. Así es posible el éxtasis, si dejo de elegir vendrá mucha felicidad. Entonces se me abrirán las puertas de los misterios de la vida». La mente siente codicia. La mente dice: «Esta bien, así que elegiré ese estado de no-elección». Y así, la puerta se cierra, sólo cambia la etiqueta, pero vuelves a caer en la misma trampa.
Ahora trata de entender estos sutras. Son unos de los mejores sutras que jamás se hayan escrito en toda la historia.

Volver a las raíces es encontrar el significado,
pero perseguir apariencias es alejarse del origen.

Volver a las raíces es encontrar el significado...

¿CUÁL ES EL PROPÓSITO de todo este juego de la existencia? ¿Cuál es el significado de todos esos árboles creciendo, de los seres humanos, de los animales? ¿Cuál es el significado de esta tierra y este cielo? ¿Cuál es el significado de todo esto? ¿Dónde está el significado?
Para la mente, el significado debe de estar al final; el significado debe de estar en el lugar hacia donde se mueve esta existencia, en su destino. Para la mente el significado debe de estar en alguna parte de su destino: en el lugar adonde vamos.
Y este sutra de Sosan dice: Volver a las raíces es encontrar el significado..., no en el futuro, no en el deseo y el lugar de destino, no en algún otro lugar, sino en sus raíces. No en el final sino en el principio.
Trata de entender. Hay muchas cosas que entender. Primero, si existe algún significado debe de estar en la semilla. Quizá oculto, quizá no sea visible, pero debe de estar en la semilla, porque no puede surgir nada que no esté en la semilla. Nada puede surgir del vacío.
Incluso si existe un destino, debe de estar oculto en la semilla, como la flor está oculta en la semilla; la flor es el significado del árbol. El éxtasis radica en su florecimiento, cuando florece canta y baila. Se ha realizado, está contento, feliz, ya no le falta nada. La flor es su deleite, es la danza del árbol expresando: «¡Me he realizado». Pero esas flores ya tenían que existir en sus semillas; si no ¿cómo iban a surgir? El final tiene que estar en el principio; el omega tiene que estar oculto en el alfa. Jesús dice: «Yo soy el principio y el fin. Soy el alfa y el omega».
El principio es el fin, porque puede que el fin no esté patente en este momento, pero tiene que estar aquí. Y si está en la semilla, no necesitas esperar a que llegue el futuro para que florezca la flor. Puedes entrar en el principio ahora mismo, porque está aquí. La semilla, recuerda, no está en el pasado. La semilla siempre está aquí y ahora, en el presente, porque todo el pasado está en el presente.
Y por supuesto, también está todo el futuro, pero el futuro no ha ocurrido, mientras que el pasado ya ha ocurrido, el principio ya ha ocurrido. Penetra en el principio, ve a las raíces, al origen, y el significado te será revelado.
Y ahora llevas en tu interior la semilla; la semilla de todo significado, de toda posibilidad, de todas las puertas que pueden abrirse y de todos los misterios que pueden ocurrir. ¡Llevas la semilla en ti! Pero si esperas al futuro puede que nunca jamás ocurra, porque el futuro es infinito y esperar será perder vida, tiempo y energía.
Y si esperar se convierte en un hábito, puede que la flor florezca y tú no la veas. Al haberte acostumbrado a mirar al futuro, tus ojos se han quedado fijos. No pueden ver lo cercano, siempre estarán mirando a la lejanía.
Si durante muchas vidas has estado mirando hacia el futuro para encontrar el significado, cuando la flor florezca, no serás capaz de verla; porque el ver no depende de la flor, el ver depende de la capacidad de penetración de tus ojos. Y tus ojos no son tan penetrantes, si lo fueran verías que el principio está siempre ahí, que la semilla está siempre ahí. Podrías haberlo visto en ella.
Si miras hacia el futuro y esperas a que, en algún lugar, se revele el significado, entonces tarde o temprano sentirás que la vida no tiene significado. Eso es lo que está ocurriendo en Occidente, porque la filosofía ha estado pensando siempre que el destino estaba en algún lugar del futuro.
Parece absurdo pensar que el destino está en el principio. Parece contradictorio, porque ¿cómo es posible que el destino esté en el principio? Así que la mente dice que el destino tiene que estar en algún lugar hacia adelante, porque ella vive a través del deseo, se mueve a través del deseo. La motivación tiene que estar en algún lugar en el futuro. Y ahora, que durante dos mil años siempre se ha estado pensando en términos de futuro, la mente occidental piensa que no existe ningún significado porque el futuro nunca ha llegado.
¡El futuro nunca llega! No puede llegar debido a su propia naturaleza; nunca termina de llegar. Siempre está llegando pero nunca llega. Es como el mañana que nunca llega. Siempre que llega es hoy, siempre que llega siempre es el presente.
El futuro nunca llega, no puede llegar. Su propia naturaleza es igual que la esperanza: un sueño, una ilusión. Parece como si viniera, es como el horizonte que nunca se alcanza. Entonces, esperando y esperando sientes que nada tiene ningún sentido. Hoy día todo el pensamiento occidental siente que la vida no tiene ningún significado, que es absurda. Y si sientes que la vida no tiene ningún significado, entonces el suicidio es la única salida.
Uno de los más grandes pensadores occidentales de este siglo, Marcel, escribió que el único problema es el suicidio. Si ves que la vida no tiene ningún sentido entonces ¿qué queda? Entonces ¿para qué seguir arrastrándose? ¿Para qué vivir?
Si no tiene ningún significado y te mueves en la misma rutina...: levantarse cada día, ir al trabajo, ganar algo de dinero, dormir por la noche, soñar, y otra vez la mañana...; la rueda sigue girando y no llegas a ninguna parte. Al final está la muerte. ¿Así que para qué esperar? ¿Por qué no suicidarse? ¿Por qué no acabar con todo este sinsentido? ¿Por qué preocuparse tanto y vivir con una carga tan pesada y con tanta ansiedad y angustia por algo que no tiene sentido? Es una conclusión lógica.
Si miras hacia el futuro llegas a la conclusión de que no hay ningún significado. Pero si realmente quieres encontrar un significado, la única forma es mirando en el interior de la semilla; la semilla está aquí y ahora. Pero la mente prefiere mirar al futuro. Es más fácil. Mirar dentro de la semilla es difícil.
Esta es la única sadhana, este es el único esfuerzo arduo: mirar en el interior de la semilla. Porque si quieres indagar en la semilla, necesitarás una cualidad de visión diferente. Necesitarás un tercer ojo, porque estos ojos ordinarios sólo pueden ver la corteza. Pero no puedes ver lo invisible, lo que está oculto en su interior, lo secreto; estos ojos no pueden ver tan adentro.
Se necesitan otros ojos, con otra cualidad, que sean capaces de penetrar en la semilla y ver ahora lo que lleva consigo. Si miras hacia afuera no podrás penetrar porque tus ojos sólo verán cuerpos, los cuales no son más que las cáscaras de las semillas. Si de verdad quieres mirar en el interior de la semilla, mira hacia adentro porque entonces la cáscara ya no será un problema; tú también eres una semilla en el interior. Perteneces a esta existencia, has surgido de ella. Esta existencia ha puesto su sello en ti, esta existencia está tratando de cumplir algún destino a través de ti. Mira adentro, porque entonces la cáscara dejará de ser un problema. Y ni siquiera necesitas penetrar esa cáscara, ya estás en el interior.
Esto es la meditación: mirar en el interior de la semilla, dentro de uno mismo. Allí el significado florece inmediatamente. Siempre ha estado allí; sólo necesitaba de tu atención. Pero lo habías descartado, te había sido indiferente. Habías estado ocupado, liado con otras cosas; has estado dándote la espalda a ti mismo. Y el significado espera, y todo el propósito de la vida permanece oculto, y toda su gracia y sus bendiciones sólo esperan y esperan a que te des la vuelta.
La palabra cristiana «conversión» quiere decir volverse. No libere decir hacer que un hindú o un musulmán se vuelva cristiano; quiere decir dar un giro consciente hacia el interior.

Volver a las raíces es encontrar el significado,
pero perseguir apariencias es alejarse del origen.

AFUERA SÓLO HAY APARIENCIAS. No puedes conocer lo que hay afuera, porque a través de los sentidos sólo puedes tocar la apariencia. Yo no puedo verte. Sólo puedo ver tu cuerpo; ni siquiera el cuerpo entero, tan sólo la superficie, sólo se puede ver la superficie de la piel. Ni siquiera sé si estás ahí o no. Quizá sólo seas un autómata, un robot; ¿quién sabe?
Un robot es algo factible; más aún hoy día; ahora se puede hacer un robot. Y ni siquiera ante un robot puedes juzgar por el exterior, porque puede que hasta pestañee, incluso te responderá; cuando le saludes y le digas: «¡Hola!», te contestará: «¡Hola!», ¿cómo estás? ¿Cómo podrás saber que no es un robot? En la superficie será como cualquier otro hombre, sin ninguna diferencia.
Camina y habla inteligentemente; a veces hasta más inteligentemente que tú porque su programación será muy completa. Su información será precisa; sabrá mucho, sabrá más que tú. Dicen que hasta un pequeño ordenador puede acumular más conocimientos que quinientos científicos en quinientas vidas. Un robot puede llevar un ordenador en el interior de su mente; desde luego a pilas. Preguntas y responderá, y sus respuestas no tendrán tantos fallos como las tuyas. Y nunca se comportará como un idiota, siempre actuará inteligentemente.
¿Cómo saber quién hay adentro? No puedes penetrar. Sólo puedes moverte alrededor, acercarte. Tocar la superficie. Solamente tú puedes entrar en ti mismo. Solamente ahí puedes estar seguro de la consciencia; en ningún otro lugar. Este mundo entero puede ser sólo un sueño. ¿Quién sabe? Puede que yo esté soñando que estáis ahí sentados y que os estoy hablando. Puede que vosotros estéis soñando que estáis ahí sentados escuchándome. ¿Tenéis algún criterio con el que probar que esto no es un sueño? No hay manera.
Hasta ahora nadie ha sido capaz de probar que esto no es un sueño, porque en los sueños las cosas también parecen ser reales; aún más reales que cuando estás despierto, porque incluso a veces dudas si tu despertar es real o no. Pero en un sueño nunca hay la menor duda; en un sueño uno siempre toma las cosas como si fueran reales.
Se dice de Chuang Tzu que:
Una mañana comenzó a llorar. Sus discípulos se reunieron y le preguntaron: «Maestro, ¿qué haces? ¿Qué te ha pasado?». Chuang Tzu dijo: «Tengo un problema. Esta noche he soñado que me convertía en una mariposa».
Los discípulos dijeron: «¿Pero que hay de malo en ello para que llores y te pongas tan triste? ¡Todo el mundo sueña muchas cosas! No hay nada de malo en que en un sueño te conviertas en una mariposa». 
Chuang Tzu dijo: «Ese no es el problema. El problema es que ahora estoy preocupado porque me ha surgido una duda y no sé como llegar a una conclusión. Por la noche Chuang Tzu soñó que se había convertido en una mariposa. Y ahora me ha surgido la duda: puede que la mariposa esté soñando que se ha convertido en Chuang Tzu».
¿Y quién va a decidirlo? Y ¿cómo? Si un Chuang Tzu puede convertirse en una mariposa en su sueño, entonces ¿por qué no puede estar sucediendo lo contrario: que una mariposa posada sobre una flor pueda estar soñando que se ha convertido en un buda? La cosa es sencilla. Chuang Tzu ha hecho surgir una cuestión hermosa y muy básica: ¿Cómo puedes estar seguro de que el mundo exterior no es un sueño? Ha habido muchas filosofías que han intentado probar que el mundo entero es un sueño. Nadie cree en esas filosofías, pero tampoco nadie ha sido capaz de refutarlas.
Berkeley, en Occidente, ha probado que toda la existencia es un sueño. Nadie le cree, ni él mismo se lo cree, porque toda su vida demuestra que no cree que sea un sueño. Si le insultas se enfada. Si le tiras una piedra trata de esquivarla. Y si le hieres corre al médico para que le cure la herida. Así es como el doctor lohnson trató de refutar la teoría de Berkeley:
Eran amigos, y un día mientras paseaban, Berkeley dijo:
«Ahora ya he demostrado que toda la vida es un sueño, y siento que nadie me lo puede refutar».
Y es verdad, tenía razón. Hasta ahora nadie ha sido capaz de refutarlo; ¡es imposible refutarlo! ¿Cómo refutarlo?
El doctor Johnson se agachó, cogió una piedra y se la tiró a un pie. Berkeley gritó. El doctor Johnson dijo: «Lo ves, esta piedra es real». Berkeley se río y dijo: «Eso no niega mi filosofía, porque hasta el propio grito puede ser parte de un sueño que tú has soñado. Y esta sangre que brota de mi pierna, ¿cómo vas a probar que es real y no un sueño? Porque también en sueños, si te hieren sangras. También en los sueños muchas veces gritas. También en los sueños, en las pesadillas, sudas, tiemblas y tu corazón late de prisa, y aunque te despiertes tardarás un tiempo en recomponerte. Sabes que el sueño se ha acabado, que te has despertado, y que sólo ha sido un sueño, pero todavía el corazón está alterado, el sudor te cae por la frente y el miedo aún perdura.
Puede que todo sea un sueño, no hay forma de refutarlo. Coloquialmente, como mucho, podemos decir que son apariencias. Pero en el fondo no hay forma de saberlo.
Hay sólo una realidad de la cual puedes estar absolutamente seguro, y esta es la realidad interior. Puedes ir hacia tu interior. Sólo puedes estar seguro de ti mismo, de nada más. Pero una vez que penetras en la certeza de que tú eres...
Recuerda, hasta en sueños tú eres. Puede que te hayas convertido en una mariposa, pero tú eres. Hasta para que pueda existir un sueño por lo menos tú eres necesario. Todo lo demás puede ser un sueño pero tú no, porque sin ti ni siquiera el sueño puede existir. Hasta para soñar se necesita la consciencia.
Puedes demostrar que todo es un sueño, pero no puedes demostrar que el que sueña es un sueño, porque el que sueña tiene que ser real, de otra forma los sueños no pueden existir.
Sólo una cosa es absolutamente cierta y esa es tu realidad interior. Conversión quiere decir ir de un mundo incierto, el mundo de las apariencias, al mundo de la realidad.
Y una vez que tienes esta certeza interior y se solidifica, una vez que sabes que eres, entonces desde esta certeza la visión cambia, y la cualidad cambia. Entonces miras el mundo exterior y se abre ante ti un mundo diferente; este mundo es Dios.
Cuando estás enraizado en una realidad auténtica, absolutamente cierta, entonces tu mirada tiene una cualidad diferente: entonces hay confianza. Ahora puedes mirar..., y el mundo entero cambia. Entonces ya no son apariencias, sino la realidad, lo auténticamente real.
Y ¿qué es eso auténticamente real? No son las formas externas. Las formas cambian, pero lo que se mueve a través de las formas es inmutable.
Primero fuiste niño, luego joven, y ahora te has hecho viejo; la forma ha estado cambiando constantemente. Tu cuerpo cambia a cada momento, la forma cambia; pero si te fijas, en tu interior siempre has sido el mismo.
Al principio eras una pequeña célula, un átomo en el vientre de tu madre, ni siquiera eras visible a simple vista; después fuiste un niño pequeño; luego un joven lleno de sueños y deseos; y después, frustrado y abatido, un fracaso; un viejo. Pero si miras en tu interior, todo ha seguido igual. La consciencia nunca cambia. Si miras adentro te sorprenderás: no puedes sentir qué edad tienes, porque la consciencia no tiene edad. Si cierras los ojos no puedes decir si tienes veinte, cuarenta o sesenta años, porque la edad es algo que pertenece al cuerpo, a la corteza. Tu realidad no tiene edad; nunca ha nacido y nunca morirá.
Una vez que te centras en esta eternidad, inmutable, absolutamente inmóvil, entonces tu cualidad cambia. Entonces puedes ver, entonces te conviertes en un espejo. En ese espejo se refleja la realidad. Pero antes tienes que convertirte en un espejo. De momento estás tan agitado, tan inquieto, que no puedes reflejar nada; sólo distorsionas. La mente distorsiona la realidad, y la consciencia la revela.

Volver a las raíces es encontrar el significado,
pero perseguir apariencias es alejarse del origen.

Si continúas persiguiendo apariencias te alejarás del origen, porque las apariencias pertenecen al exterior. Unas veces persigues riqueza, otras una mujer o un hombre, otras prestigio y poder..., y sigues persiguiendo apariencias. Y todo ese tiempo te alejas de ti mismo, todo ese tiempo vives en un sueño. Si te alejas del origen te lo pierdes todo. Puede que en el mundo exterior consigas muchas cosas pero al final descubrirás que no has conseguido nada. Te has perdido al que lleva consigo todo el significado.
Puede que te mueras siendo muy rico, pero en el interior morirás pobre, tan pobre como un mendigo. Al morir, puede que hayas conseguido tener mucho poder, puede que seas el Presidente o el Primer Ministro de un país, pero en el fondo sabrás que no tienes ningún poder. La muerte demostrará que tu poder era sólo una apariencia; tu poder es impotente, impotente ante la muerte. Sólo aquello que transciende la muerte es poderoso; todo lo demás es impotencia. Puede que durante algún tiempo te lo creas, pero la muerte te mostrará la verdad.
Recuerda siempre que la muerte llegará, y ella es el criterio: lo que la muerte desapruebe será desaprobado, lo que la muerte apruebe será aprobado. Lo que sea que pueda transcender la muerte, lo que sea más poderoso que la muerte, será la realidad. Lo real no puede morir, lo irreal muere una y mil veces.

En el momento de la iluminación interior
se transcienden las apariencias y el vacío.

SÓLO CUANDO LA ILUMINACIÓN INTERIOR OCURRE, cuando estás lleno de luz interior... La luz está ahí pero tú la echas fuera. Se mueve con tu deseo. El deseo es el foco, y la luz le sigue. Si te obsesionas demasiado con la riqueza, todo tu ser se enfoca en ella; entonces sólo ves dinero y nada más. Si te cruzas con una persona, no ves a la persona, sino su dinero. Si la persona es pobre, no deja ninguna huella en tu mente; pero si es rica, sí. Y si es muy rica entonces la recuerdas, la guardas en la memoria.
Si quieres conseguir poder y te encuentras con un Hitler, con un Stalin, o con un Mao, entonces te encuentras con alguien, pero su persona es algo secundario. El poder... Cuando Nixon ya no sea el Presidente no serás capaz de verle; puede que pase a tu lado pero ya no será nadie.
Ves lo que deseas. Tu deseo es tu visión, tu luz siempre se enfoca en tu deseo. Cuando esta luz se gira, se invierte, se mueve hacia adentro, es la iluminación. Entonces estás lleno de luz. Te conviertes en una casa con luz, dentro ya no estás en la oscuridad.

En el momento de la iluminación interior
se transcienden las apariencias y el vacío.

Y de repente vas más allá de las apariencias y del vacío. Entonces nada es sólo la apariencia y nada está vacío; todo está lleno de lo Divino. Todo está lleno, rebosante de divinidad; cada árbol, cada río, cada océano; rebosante de divinidad. Entonces Dios está en todas partes. Puedes llamarlo la verdad, o lo que quieras, pero lo real está en todas partes.
Cuando tú eres real, el mundo es real; cuando estás viviendo en deseos irreales creas un mundo de apariencias. Tu mundo es lo que tú eres. Y hay tantos mundos como personas, porque toda la gente vive en su propio mundo, toda la gente crea su propio mundo a su alrededor. Esa es tu proyección, tu creación.

A los cambios que parecen ocurrir en el mundo vacío
los llamamos reales solamente debido a nuestra ignorancia.

TÚ DICES QUE ALGUIEN ES VIEJO; mantienes que la vejez es algo real porque no sabes lo que es real. Por otra parte nadie es joven y nadie es viejo y nadie es niño. El interior no tiene edad, sólo cambia la forma exterior.
Si mis vestidos fueran viejos, ¿acaso dirías que yo soy viejo porque mis vestidos estén viejos? Y si mis vestidos son nuevos, recién salidos de la sastrería, ¿acaso dirías que yo soy joven porque mis vestidos sean nuevos?
El cuerpo no es más que un vestido. ¿Se puede decir que alguien sea viejo, joven o niño basándose en el cuerpo? ¿Por la forma, que está cambiando constantemente? Los que han llegado a saber dicen que la realidad es inmutable, que no cambia. Lo que va cambiando son los vestidos.
Justo antes de la muerte de Ramakrishna, cuando el médico dijo: «Ya no puede seguir viviendo», su esposa, Sharda, empezó a llorar. Y estas son las últimas palabras de Ramakrishna: «No llores, porque yo no voy a morir. Lo que el médico dice sólo tiene que ver con las ropas».
Ramakrishna, que murió de cáncer, dijo: «En lo que a mí concierne no tengo ningún cáncer. El cáncer es algo que concierne a las ropas. Así que acuérdate, cuando el médico diga que yo he muerto no le creas, créeme a mí; estaré vivo».
Y Sharda fue la única viuda en la India, en toda la historia de la India, que nunca enviudó; porque las viudas hindúes, cuando sus maridos mueren, tienen que cambiar su estilo de vida. No pueden usar ropas de color, porque el color se ha ido de sus vidas. No pueden usar ornamentos, porque ¿para quién?
Pero Sharda continuó igual que cuando Ramakrishna vivía. Y la gente pensó que se había vuelto loca, venían y le decían: «Sharda deja ya tus ornamentos, en especial las pulseras. ¡Rómpelas! Eres una viuda».
Y ella se reía y decía: «¿A quién voy a creer, a vosotros o a Ramakrishna? Porque él me dijo: "Sólo las ropas morirán, no yo". Y yo estaba casada con él no con sus ropas. Así que, ¿a quién debería escuchar, a vosotros o a Ramakrishna?».
Ella le hizo caso a Ramakrishna y siguió como una mujer casada hasta el final. Y vivió en éxtasis, porque al escucharle se transformó. Se dio cuenta de un hecho: que el cuerpo no es lo real. Ella continuó viviendo de la misma manera que había vivido hasta entonces. Parecerá una locura porque, en este mundo de locos donde se cree que las ropas son lo real, a alguien que se comporta de una forma que contradiga esto se le toma por loco.
Ella hacía la cama cada día, y por la noche iba a la habitación de Ramakrishna y decía: «Paramhansdev, venga, es la hora de acostarse»; aunque allí no había nadie. Y preparaba la comida, cantando, tan feliz como siempre. Llamaba entonces a Ramakrishna: «Ven, Paramhansdev, la comida está lista».
Ella debe de haberse dado cuenta de algo. Y esto no ocurrió sólo un día, sino que duró durante años. Este simple mensaje de Ramakrishna («sólo las ropas morirán, no yo») la transformó en una mujer santa. Ella se convirtió, por sí misma, en una persona iluminada.

A los cambios que parecen ocurrir en el mundo vacío
los llamamos reales solamente debido a nuestra ignorancia.
No busques la verdad;
tan sólo deja de mantener opiniones.

Este es un mantra beeja; un mensaje profundísimo:

No busques la verdad;
tan sólo deja de mantener opiniones.

¿CÓMO PUEDES TÚ BUSCAR LA VERDAD? ¡Tú eres irreal! ¿Cómo vas a buscar lo Divino? ¿Cómo vas a buscar la verdad? ¿Cómo vas a buscar? ¿Qué vas a hacer?
Como mucho, tu mente proyectará una ilusión. Como mucho, proyectarás una verdad. Te imaginarás una verdad, soñarás una verdad. Por eso los hindúes ven a, Krishna cuando alcanzan lo Divino y los cristianos ven a Jesús cuando llegan a la verdad.
Pero la verdad no es ni hindú ni cristiana, la verdad no es ni Krishna ni Cristo. ¡Esas son formas, ropajes! Y si lo que te llega todavía siguen siendo vestidos, eso muestra que estás lleno de opiniones (cristianas, hindúes) y las proyectas.
Sosan dice: No busques la verdad... No puedes buscarla. ¿Cómo vas a buscarla? Toda búsqueda es de la mente, todas las Búsquedas surgen de la mente. La consciencia nunca busca, nunca persigue nada; la consciencia simplemente es. Es ser, no es un deseo.
La búsqueda es un deseo. Has buscado la riqueza en el mundo, el poder y el prestigio, y has fracasado. Ahora buscas a Dios y la verdad, pero tú eres el mismo. Nada ha cambiado, sólo las palabras. Antes era «poder», ahora es «Dios»; pero eres el mismo buscador.
La verdad no se puede buscar. Por el contrario cuando toda búsqueda cesa, es cuando la verdad llama a tu puerta; cuando el buscar ya no existe, la verdad te llega. Cuando dejas todos los deseos, cuando ya no tienes ningún motivo para ir a ninguna parte, de repente descubres que estás iluminado.
De pronto encuentras que tú mismo eres el templo que buscabas. De repente llegas a darte cuenta de que tú eres Krishna, de que tú eres Jesús. No te llega ninguna visión; eres el origen de todo, eres la propia realidad.

No busques la verdad;
tan sólo deja de mantener opiniones.

No mantengas opiniones (ya sean cristianas, hindúes, mahometanas o jainitas), no las mantengas. No lleves contigo ninguna escritura, si no podrás llegar a ser un hombre con conocimientos pero nunca un hombre sabio. Podrás llenarte de conocimientos e información, pero todo será prestado y estará muerto. La opinión no es la verdad, no puede ser. La opinión es de la mente, y la verdad no viene de la mente; la verdad ocurre cuando ya no hay mente. La opinión es lo conocido y la verdad es lo desconocido. Cuando cesa lo conocido, lo desconocido llega a ti. Cuando no te envuelve lo conocido, lo desconocido está ahí. Con la mente no puedes alcanzar la verdad. Esto es lo único a lo que hay que renunciar: la mente, la opinión, el ser cristiano, el ser hindú, el Gita, la Biblia, el Corán. No puedes cargar con ningún conocimiento, porque el conocimiento pertenece a la mente, no a la consciencia.
Observa la diferencia. Te he dicho que la consciencia es como un espejo: lo que sea que se ponga ante él es reflejado, sin ningún prejuicio. El espejo no dirá: «Esta mujer es hermosa, me gustaría reflejarla. Y esta otra no me gusta; no la voy a reflejar, es fea». No, el espejo no tiene ninguna opinión. El espejo simplemente refleja; esa es su naturaleza.
Otra cosa es una placa fotográfica. También refleja, pero sólo una vez; luego, el reflejo se queda adherido. Una placa fotográfica oculta en la parte trasera de la cámara también refleja, pero sólo una vez. La mente es como una placa fotográfica: refleja, y entonces se aferra al reflejo; entonces lleva esa información muerta; entonces llevará siempre la misma información.
Un espejo refleja y de nuevo se vacía..., de nuevo está listo para recibir. Un espejo está siempre dispuesto a recibir porque nunca se queda apegado a nada. El espejo no opina. La mente tiene muchas opiniones, y debido a ese muro de opiniones nunca serás capaz de llegar a la verdad.
La verdad está ahí. No es una teoría, es una realidad; tiene que ser experimentada; no puedes pensar acerca de ella, no puedes filosofar sobre ella. Cuanto más filosofas, más te alejas. Puede que los pecadores la vislumbren alguna vez, pero los filósofos nunca.
Sosan dice:

No busques la verdad;
tan sólo deja de mantener opiniones.
No permanezcas en el estado de dualidad;
evita cuidadosamente esas búsquedas.
Si queda rastro de esto o aquello,
de lo correcto o lo incorrecto,
la esencia de la Mente se perderá en la confusión.

DIFÍCIL. Hasta puedes entender que hay que abandonar toda información. Pero tu conciencia de lo bueno y lo malo está en un nivel aún más profundo que la información ordinaria. Puedes pensar: «Está bien, ya no soy ni cristiano ni hindú», pero ¿la moralidad, el bien y el mal...? ¿Acaso crees que la moralidad no es cristiana o hindú?
La moralidad es algo humano; hasta un ateo es moral. No pertenece a ninguna religión, pero también piensa en términos de bien y mal. Y este es uno de los problemas más básicos que tiene que resolver un buscador. Un buscador auténtico tiene que abandonar todos los conceptos; bien y mal.
He oído que:
Unas personas viajaban en un barco pequeño. De repente el océano se enloqueció y parecía que el barco fuera a hundirse en cualquier momento. Todo el mundo se arrodilló y empezó a rezar.
En el barco iban un santo, conocido por todos, y un pecador, a quien también todo el mundo conocía. El pecador también se arrodilló y dijo: «¡Dios mío! ¡Sálvanos!».
El santo se acercó a él y le dijo: «¡No tan alto. Si él se entera de que tú también estás aquí, no se va a salvar nadie. Nos vamos a ahogar todos. Así que no grites tanto!».
¿Pero puede un santo ser un santo si ve en alguien a un pecador? ¿Puede un santo realmente, auténticamente, ser un santo si piensa que el otro es un pecador? Podrá ser una persona de gran moralidad, pero está apegado al bien y todavía condena al otro. Un hombre religioso no condena. Simplemente acepta. Un hombre religioso es humilde, ¿cómo va a decir?: «Yo soy un santo y tú eres un pecador». Un hombre religioso simplemente abandona todos los juicios sobre el bien y el mal.
Sosan dice:

No permanezcas en el estado de dualidad;
evita cuidadosamente esas búsquedas.
Si queda rastro de esto o aquello,
de lo correcto o lo incorrecto,
la esencia de la Mente se perderá en la confusión.

Y piensa, tú también lo sabes por experiencia... Si piensas demasiado en ser bueno, ¿qué harás? Lo malo seguirá ahí, lo reprimirás. En la superficie lo pulirás, pero en el fondo habrá inquietud. En la superficie serás un santo, pero el pecador estará oculto en lo profundo.
Y lo mismo le ocurre a un pecador. En la superficie es un pecador pero en el fondo él también quisiera ser un santo. También piensa: «Esto está mal, lo voy a dejar». También quiere mostrar que no es un pecador.
Los dos están divididos. La diferencia no está en la división, la diferencia sólo radica en qué es lo que está en la superficie y qué es lo que está oculto. El santo sueña con el pecado; sueña con todas esas cosas malas que ha reprimido. Es un fenómeno extraño, si pudieras ver los sueños de los santos siempre los encontrarías pecando, y si observaras los sueños de los pecadores siempre los encontrarías como santos.
Los pecadores siempre sueñan con ser santos, y los santos siempre sueñan con hacerse pecadores, porque todo lo que se reprime sale en los sueños, el inconsciente se trasluce a sí mismo en los sueños. Pero la división permanece; si estás dividido no puedes entrar en la fuente original.
Es como un árbol, un gran árbol con miles de ramas. Las ramas están divididas. ¿Si te aferras a las ramas cómo vas a llegar a las raíces? Cuanto más profundo vayas, menos ramas habrá; a medida que vayas yendo más abajo, las ramas irán desapareciendo y llegarás al tronco único, sin ramificaciones; con todas las ramas en él, pero sin divisiones en sí mismo. Todo sale de él. Lo múltiple sale del uno, pero el uno sigue siendo uno. Tienes que regresar al uno. Y esta es la raíz, el origen.

Aunque todas las dualidades proceden del Uno,
no te apegues ni siquiera a este Uno.

...Todas las dualidades proceden del Uno,
no te apegues ni siquiera a este Uno...

NO HAGAS DE ESTO UNA TEORÍA a la que aferrarse, dispuesto a pelearte si alguien te dice: «¡No!». Eso es lo que ha ocurrido en la India.
Hay una escuela de la no-dualidad: Shankara, junto con su escuela, usaba toda clase de argumentos para defender la filosofía de que sólo el uno existe, lo no-dual. Si alguien decía que lo dual existe, él estaba dispuesto a argumentar. Y el que defendía la dualidad se defendía diciendo: «¿Cómo puede el uno existir? El uno no puede existir porque necesita al otro para existir».
¿Puedes hacer operaciones aritméticas con sólo un dígito? No se necesitan diez pero al menos dos son necesarios. Einstein lo intentó usando sólo dos dígitos en aritmética (el uno y el dos: uno, dos; luego vino el diez, el once, el doce, y después el veinte. Esta forma funciona, puede hacerse. No se necesitan nueve o diez dígitos), pero sólo con uno no es posible.
Los que están a favor de la dualidad dicen que la existencia no es posible sólo con el uno. Hasta un río necesita las dos orillas para fluir. Se necesita un hombre y una mujer para que nazca un niño; la vida necesita de la vida y de la muerte como las dos orillas del río para fluir entre ellas. El uno sería muy monótono; ¿cómo va a proceder la vida del uno? Ellos mantienen que es dos. Y aquellos que dicen que es uno, no-dual, también luchan contra los que están a favor de la dualidad.
Sosan dice que si realmente has entendido que todo procede del uno, ni siquiera te identificas con ello, porque el identificarte muestra que estás a favor de algo y en contra de algo. Si dices:
«Soy no-dualista», no has entendido nada; porque si sólo existe el uno, ¿cómo puedes ser dualista o no-dualista? ¿Y qué quieres decir con lo de no-dualista? Si no hay dualidad, ¿qué quieres decir con eso de no-dualista? ¡Quédate en silencio!
Un verdadero no-dualista no puede afirmar, no puede decir: «Yo creo en esto», porque el creer siempre implica el opuesto. Si digo: «Creo esto», entonces queda implicado que no creo en lo otro. Entonces se crea el dos.
Sosan (y él es un verdadero no-dualista) dice:

Aunque todas las dualidades proceden del Uno,
no te apegues ni siquiera a este Uno.

Cuando la mente existe imperturbable en el Camino,
nada en el mundo puede ofender,
y cuando ya nada puede ofender,
deja de existir tal como era antes.

Esto es muy hermoso, ¡trata de recordarlo!

Cuando la mente existe imperturbable en el Camino,
nada en el mundo puede ofender;
y cuando ya nada puede ofender,
deja de existir tal como era antes.

ALGUIEN TE INSULTA... Si realmente vives imperturbable, no se te puede insultar; pueden intentarlo, pero tú no te sentirás insultado. Pueden hacer lo que sea para insultarte, pero no te afectará. Y a no ser que a ti te afecte, fracasarán.
Ocurrió una vez:
Un psicoanalista estaba dando un paseo matinal con su amigo. Un hombre que era paciente de este psicoanalista, un loco, llegó corriendo y golpeó con fuerza al psicoanalista en la espalda. El psicoanalista se tambaleó, cayó al suelo, y el hombre salió corriendo. El psicoanalista se recompuso y continuó con su paseo.
El amigo sorprendido le dijo: «¿Pero no vas a hacer nada? ¡Tienes que hacer algo, es tu deber! ¡Ese hombre está loco!».
El psicoanalista contestó: «Ese es su problema». Y tiene razón, porque: «Golpear a la gente es su problema, no el mío. ¿Por qué me voy a molestar?».
Tiene razón, porque si alguien se enfada es su problema; si insulta a alguien es su problema; si abusa de alguien es su problema. Si tú estas tranquilo, estás tranquilo. Pero inmediatamente te inquietas; eso quiere decir que su ira y su insulto son sólo una excusa. Tú estabas dispuesto, hirviendo por dentro, sólo a la espera de cruzarte con cualquier excusa.
Sosan dice:

Cuando la mente existe imperturbable...

Y cuando vuelves al origen es imperturbable.

... en el Camino,
nada en el mundo puede ofender;
y cuando ya nada puede ofender,
deja de existir tal como era antes.

Y la cualidad cambia con la actitud. Si alguien te insulta, es un insulto porque a ti te lo parece, porque te sientes insultado. Si no te sintieras insultado, no te lo parecería. ¿Cómo te iba a parecer un insulto si no te sientes insultado?
Alguien está enfadado; tú sientes su enfado porque te molesta. Si no te molesta no puedes sentirlo como ira. La cualidad cambia porque tu interpretación cambia, porque tú eres diferente. Alguien te odia, y lo sientes como odio porque te molesta. Si alguien te odia pero a ti no te molesta, ¿lo llamarás odio? ¿Cómo vas a llamarlo odio? Ese nombre ya no será el adecuado, porque ya no tienes la misma mente.
Puede que hasta sientas compasión, que te apene. Puedes pensar: «¿Qué le ha ocurrido a este hombre? ¡Cuánto está sufriendo, e innecesariamente, sin ningún motivo!». Puede que hasta trates de ayudarle a salir de ahí, porque cuando alguien está enfadado está envenenando su propio cuerpo, su propio ser; está enfermo. Le ayudarás a salir de ello. Si alguien tiene cáncer no te peleas con él. Le ayudas, le sirves, le llevas al hospital.
Para un buda, para un hombre como Sosan, cuando te enfadas tu mente tiene cáncer; necesitas compasión, necesitas ayuda. Y si el mundo se iluminara un poco más, siempre que alguien se enfadara, toda su familia, sus amigos, le llevarían al hospital. Lo que necesita es una buena cura. Es estúpido pelearse y enfadarse con él. Es absolutamente absurdo: está enfermo, y además todos se ponen en su contra, ¿cómo se le va a ayudar así?
Con las enfermedades físicas tenemos compasión, pero con las mentales no tenemos ninguna porque, si alguien está enfermo físicamente, no nos lo tomamos como una ofensa. Cuando alguien está enfermo mentalmente, pensamos que está enfermo por nuestra causa. Porque tú también lo estás, de ahí esa actitud. Una vez que eres imperturbable, todo cambia, porque tu actitud cambia. Eres diferente, el mundo entero es diferente; deja de existir tal como era antes.

Cuando no surgen pensamientos discriminatorios,
la mente de antaño deja de existir.

LA DISCRIMINACIÓN (eso es bueno y esto es malo, esto me gusta y esto no me gusta)..., esta discriminación es la mismísima base de tu mente. Si desaparece la discriminación, la mente cae en un abismo; y llegarás al origen. Y este origen lleva consigo todo el significado, todo el sentido, todo el éxtasis, todas las bendiciones.

Cuando los objetos del pensamiento se desvanecen,
el sujeto pensante se desvanece;
y cuando la mente se desvanece, los objetos se desvanecen.
Las cosas son objetos debido al sujeto,
y la mente es tal debido a las cosas.
Entiende la relatividad de ambos,
así como la realidad básica: la unidad del vacío.
En este Vacío ambos son indistinguibles
y cada uno contiene en sí mismo el mundo entero.
Si no haces ninguna discriminación
entre burdo y sutil,
no te tentarán
el prejuicio y la opinión.