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miércoles, 29 de julio de 2015

CAMINANDO CON ALEGRÍA



A veces te embelesas tanto con la meta, el destino, el futuro, con el ‘lugar donde deberías estar,’ que olvidas el suelo presente, el sitio donde estás parado, el lugar desde donde está surgiendo tu siguiente paso, el lugar donde la vida es. Olvidas que estás respirando ahora, que el viaje está hecho sólo de respiraciones, de momentos. Olvidas tu propia presencia, tan evidente, tan confiable, tan constante en medio del incesante cambio del recorrido. El destino se ha vuelto más importante que la presencia, y te has perdido en el tiempo. 

La alegría no es un lugar al cual llegas. La alegría no aparecerá mágicamente cuando el viaje termine. La alegría vive sólo en el presente. El hogar de la alegría se llama Ahora. 

La alegría esta aquí, en cada paso que se da o no se da. La alegría se encuentra aquí, en la sensación de estar vivo, en la expansión y relajación del vientre, en cada latido del corazón. Ya sea que estés perdido, o lejos de tu destino, o que dudes de tu siguiente paso, la alegría está aquí, caminando contigo, respirando en tu nuca, aguardando a que la reconozcas. 

- Jeff Foster

Pensamientos Semanales del 1-7 Julio de 2015 (Omraam Mikhaël Aïvanhov)




Pensamiento del miércoles 1 de julio de 2015.
"Con el pretexto de que hay que conservar el sentido de las realidades, los humanos tienen tendencia a huir del mundo de la belleza, de la imaginación poética.
Y esta tendencia se impone incluso entre los artistas: los pintores, los poetas, los cineastas, los dramaturgos se empeñan en presentar en sus obras la realidad más prosaica, y no sólo prosaica, sino a veces incluso grosera, repugnante. ¡Cómo si no conociésemos ya suficientemente estos aspectos de la realidad! ¿Por qué tienen que recopiarlos, reproducirlos y exponerlos por todas partes en sus obras?
Para su equilibrio y su expansión, es infinitamente preferible que los humanos tengan acceso al mundo de la armonía, de la poesía, de lo maravilloso, y que se esfuercen por vivir en él lo más a menudo y el mayor tiempo posible. Diréis que este mundo es una ilusión, porque es irreal. Pues no, precisamente, este mundo que dicen irreal es, al contrario, el más real. En él sentimos que vivimos por fin en la pureza, en la luz. La verdadera realidad se encuentra en lo alto, en los vastos espacios del alma y del espíritu"
Pensamiento del jueves 2 de julio de 2015.
"De vez en cuando, deteneos, cerrad los ojos, entrad en vosotros mismos, y tratad de volver a encontrar el centro divino que es la fuente pura de la vida. Cuando los abráis de nuevo, os sentiréis sosegados.
Abrir y cerrar los ojos, ni siquiera podríamos contar cuántas veces por día hacemos estos movimientos, pero los hacemos inconscientemente y por eso no nos producen ningún beneficio. Así pues, ahí tenéis ahora un ejercicio que os será muy benéficioso si aprendéis a hacerlo conscientemente. Cerrad los ojos lentamente y mantenedlos cerrados durante un momento... Después abridlos de nuevo, lentamente, y estudiad los cambios que se producen en vosotros... Poco a poco, llegaréis a comprender cómo esta alternancia de abrir y cerrar los ojos tiene su correspondencia en la vida psíquica: abrir los ojos, es ir hacia el mundo exterior, la animación, la acción; cerrarlos, es volver hacia el centro de vuestro ser, que es paz y silencio. Cuando hayáis logrado alcanzar este centro en vosotros, sentiréis afluir unas corrientes que os aportarán el equilibrio, la armonía y la luz."
Pensamiento del viernes 3 de julio de 2015.
"Siempre tenéis tendencia a considerar las dificultades como impedimentos. En realidad, es a menudo en las condiciones más difíciles cuando tenemos las mayores posibilidades de crecimiento, y ello precisamente porque estamos comprimidos. Observad cómo resuelve este problema el árbol del bosque. En un bosque, todos los árboles están tan apretados que, si uno de ellos quiere extenderse, los otros se lo impiden. Entonces el árbol se dice: «Estas condiciones no son buenas para mi desarrollo, pero voy a encontrar una solución...», y se eleva hacia arriba. En esta dirección el espacio está libre y no encuentra obstáculos.
Lo mismo sucede con el ser humano. Cuando ya no puede ir ni hacia adelante, ni hacia atrás, ni hacia los lados, sólo le queda dirigirse hacia arriba, es decir, elevarse con el pensamiento hacia el mundo espiritual, porque en esta dirección nada puede oponerse a sus aspiraciones."
Pensamiento del Sábado 4 de julio de 2015.
"Hay que reconocerlo: para la criatura humana, Dios es inconcebible. Pero como en su bondad, en su generosidad, Dios quiere manifestarse a ella, ha puesto por todas partes en la creación signos que permiten encontrarle. Sólo que los humanos no buscan estos signos, o más bien los tienen delante de los ojos, pero no los descifran. El resultado es, que incluso si los creyentes veneran a la Divinidad y le rinden culto, sigue siendo para ellos algo lejano, vago y abstracto.
Pero como a los humanos les resulta imposible vivir en abstracciones, la mayoría de las religiones han multiplicado las estatuas, las medallas, las cruces, las imágenes santas... toda clase de representaciones concretas, materiales de la Divinidad, hasta el punto de que la cosa llega a ser pueril, ridícula. Deben aprender a encontrar los signos que el Creador mismo ha puesto en la creación. Entre estos signos, el más esplendoroso es el sol. El día en que los humanos sepan mirar al sol para recibir su luz, su calor y su vida hasta lo más profundo de su ser, empezarán a sentir lo que es realmente la Divinidad."
Pensamiento del domingo 5 de julio de 2015.
"La existencia no deja de presentarnos a seres que encontramos desagradables. Desde el punto de vista espiritual, tales seres representan una especie de materia bruta que nuestra boca (simbólicamente hablando) tiene problemas para aceptar. Pero si tenemos en nosotros este calor que es el amor y esta luz que es la sabiduría, las glándulas de nuestra boca espiritual se pondrán a funcionar y estas personas acabarán pareciéndonos «comestibles»: dejarán de perturbar nuestro estado psíquico.
Si nos obligamos a aceptar en nuestra boca a alguien que nos importuna sin sazonarlo previamente con la luz y el calor, corremos un gran riesgo de tener una indigestión y ardores de estómago. Pero con la luz (la sabiduría) y el calor (el amor), podemos transformar todas las materias que nos llegan en estado bruto, ya sean los alimentos mismos, los seres humanos, las condiciones, los acontecimientos, etc. La sabiduría y el amor las vuelven asimilables."
Pensamiento del lunes 6 de julio de 2015.
"Por la mañana, cuando abrís vuestra ventana o cuando salís de casa, veis el cielo, el sol, los árboles... Esforzaos por mirarlos como si los vieseis por primera vez: así descubriréis en ellos toda una vida sutil de la que no os habíais dado cuenta hasta ahora, porque habíais dejado que se interpusiera una pantalla opaca entre vosotros y la realidad. El día en que os hayáis desprendido de esta pantalla, poseeréis la verdadera visión, la verdadera inteligencia de las cosas. La verdadera inteligencia es como una fuente que brota, por eso nos presenta una visión siempre nueva que nos llena de admiración.
Verlo todo por primera vez: debéis aprender a cultivar esta actitud, no sólo con respecto a la naturaleza, sino también con respecto a los humanos. Entonces, no sólo haréis unos descubrimientos insospechados, sino que os volveréis mucho más interesantes y simpáticos hacia los demás."
Pensamiento del martes 7 de julio de 2015.
"Si podemos entrar en comunicación con la naturaleza, es porque ésta está viva y es inteligente. Y está viva y es inteligente porque está habitada por unas criaturas, sin duda invisibles para nuestros ojos, y sin embargo muy reales. Estas criaturas a las que llamamos gnomos, ondinas, silfos y salamandras fueron mencionadas en las tradiciones del mundo entero, pero bajo otros nombres.
A donde quiera que vayáis, tomad conciencia de la presencia de todas estas entidades que ya existían desde mucho antes que aparecieran los humanos. Conectaos con ellas, habladles, maravillaos del trabajo que hacen bajo tierra y sobre la tierra, en el agua, en el aire, en el fuego, en el sol... En este momento, se sentirán tan felices que se convertirán en vuestros amigos y os harán regalos: la energía, el gozo, la inspiración poética e incluso la clarividencia."

Mindfulness-4 (PRIMERA PARTE)




Mindfulness-4 1ª PARTE

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL ENTRENAMIENTO MENTAL

Esa idea nos conduce a los principios fundamentales del entrenamiento mental. La atención plena no te pide que cambies nada. Al ir aumentando la consciencia de tu propia mente puede que prefieras comenzar a hacer algunos cambios es tu vida exterior, pero eso es una decisión absolutamente personal. No hay ninguna necesidad de abandonar todo, o de hacer ningún cambio radical en tu estilo de vida. 
Los cambios radicales son difícilmente sostenibles, y es precisamente esa sostenibilidad la que hace abordable un modo de vida consciente. Puedes seguir viviendo del modo en que has venido haciéndolo, si eso es lo que quieres. La atención plena consiste en comprender cómo cambiar el modo en que experimentas ese estilo de vida. Es encontrar un modo de vivir como eres, pero con una sensación de plenitud, de realización. Y entonces, si sientes que quieres hacer algunos cambios, por supuesto eres libre de hacerlos. La diferencia será que esos cambios que hagas serán sostenibles en el tiempo.
ESTRÉS
La consecuencia de tener una vida tan ocupada, con tantas responsabilidades y posibilidades, es que nuestros cuerpos y nuestras mentes están trabajando constantemente. Muchas personas que conozco dicen que incluso mientras están durmiendo por la noche sienten como silos engranajes de la máquina siguieran girando. Así que no es una coincidencia que el nivel de enfermedades causadas por el estrés se haya incrementado conforme nuestras vidas se iban volviendo más y más complicadas. Según las estadísticas el predominio de la ansiedad, la depresión, la irritabilidad, las adicciones y el comportamiento compulsivo ha aumentado en los últimos años, acompañado por los síntomas físicos usuales tales como fatiga, hipertensión e insomnio.
La gente que viene a la clínica en la que trabajo lo hace por muchas razones, pero los síntomas de estrés son, desde luego, los más comunes.Algunas veces las personas lo hacen por su propia decisión, y otras lo hacen por indicación de su pareja, de algún miembro de la familia o de un amigo. En ocasiones los síntomas son tan graves que su médico nos lo remite. Pero en la mayoría de los casos se trata de personas corrientes que buscan una forma de sobrellevar mejor la vida. Quizá se sientan presionados en el trabajo, agobiados por la vida familiar, cansados de unas ideas obsesivas o de una actitud que les está causando daño a ellos mismos o a los demás. La mayoría está simplemente buscando un poco de espacio mental en sus vidas. De hecho, al final del libro encontrarás casos clínicos de algunas de estas personas, que han accedido generosamente a compartir sus experiencias.El estrés puede obligarnos a hacer todo tipo de cosas raras. Puede llevarnos a decir cosas que no querríamos haber dicho, o a hacer cosas que nos gustaría no haber hecho nunca. Afecta al modo en que nos sentimos con nosotros mismos y al modo en el que interactuamos con los demás. Por supuesto, un cierto tipo de estrés o de sensación de reto puede permitir que nos sintamos realizados tras haber alcanzado un objetivo. Pero demasiado a menudo suele desbordarse sobre el otro tipo de estrés (este notan práctico), y nos quedamos preguntándonos sobre el sentido de la vida.Ahí es cuando la importancia de entrenar la mente, de mantener el contacto con esa subyacente sensación de realización y de felicidad, a la que no le afecta lo que esté sucediendo en nuestras vidas, puede marcar la diferencia de un modo profundo. Eso es lo que significa tener espacio mental.
RELACIONES
La atención plena te ayudará sin duda a alcanzar algo de espacio mental y marcará una diferencia en tu vida. Esa es probablemente la principal razón por la que estás leyendo este libro. Pero hay otra buena razón para practicar las técnicas de atención plena. Porque, lo queramos o no,compartimos el mundo en el que vivimos con otras personas y, a no ser que queramos vivir como un yogui solitario o un ermitaño en las montañas,siempre vamos a tener que interactuar con los demás. Así que, ¿quién se beneficia más de tu mayor sensación de espacio mental? ¿Tú o la gente que te rodea? Es lógico asumir que, si te encuentras en una mejor situación a causa de la práctica de la atención plena y de meditar a diario, también vasa relacionarte con los demás de un modo más positivo.
Este es quizá el aspecto más descuidado del entrenamiento de la mente.Cuando la meditación llegó a Occidente procedente de Oriente, por alguna razón se convirtió rápidamente en algo sobre «mí», sobre «mí mismo» y«yo». Aunque esto fuera algo inevitable, sobre todo al principio, es importante que ahora, con el paso del tiempo, hagamos el firme propósito de llevar a cabo un tipo de entrenamiento más altruista. Yo creo que posiblemente te esfuerzas más en la vida cuando te concentras en tus propios problemas, porque eso es lo que tendemos a hacer como humanos. Nos gusta obsesionarnos con las ideas, rumiarlas y analizarlas sin cesar. Bien, en realidad no nos gusta hacerlo, pero en ocasiones nos resulta imposible de detener. Pero ¿qué sucede cuando piensas en los problemas de otra persona, en lugar de hacerlo en los tuyos? Desde luego, puedes sentirte triste o enfadado pensando en sus dificultades, pero es muy diferente al hecho de obsesionarse con los problemas propios. Hay un cambio en la perspectiva. Y esto resulta una parte muy importante del entrenamiento de la mente. Centrándote menos en tus propias preocupaciones y más en la potencial felicidad de los otros, estás creando más espacio mental para ti mismo. No solo eso: la mente se vuelve más suave, más maleable, y resulta más fácil trabajar con ella.
Suele posarse más rápidamente en el objeto de meditación, y se distrae menos fácilmente con los pensamientos pasajeros. También suele ser más clara, más estable y menos reactiva ante las emociones volátiles. Así que darle a tu práctica un tono altruista es mucho más que simplemente hacer lo correcto. 
No debería ser una sorpresa el percibir lo profundo que puede ser el impacto de esta simple habilidad en las relaciones con los demás. Al volverte más conscientes de todos y de todo, inevitablemente te volverás más consciente de los demás. Comenzarás a darte cuenta de cómo en ocasiones puedes, de forma no intencionada (o incluso intencionada) tocar «puntos sensibles», del mismo modo que tú comienzas a percibir qué es lo que provoca que ellos toquen los tuyos. Comienzas a escuchar de verdad lo que están diciendo, en lugar de pensar en lo que te gustaría decirles a ellos o en lo que vas a responderles. Y cuando estas cosas comiencen a sucederte, te darás cuenta de que tus relaciones con los demás empiezan verdaderamente a cambiar. Pero en tanto permanezcamos todo el tiempo inmersos en nuestros propios pensamientos, será muy difícil encontrar tiempo para los demás.
Andy Puddicombe

Mindfulness 3-LA NECESIDAD DE ESPACIO MENTAL





Mindfulness 3-LA NECESIDAD DE ESPACIO MENTAL
¿Cuándo fue la última vez que te sentaste, completamente tranquilo, sin distracciones ni perturbaciones, sin televisión ni música, libros, revistas, comida, bebida, teléfono, ordenador, amigos, ni nada sobre lo que tuvieras que pensar o resolver en tu mente? Si jamás te has ni siquiera aproximado al concepto de meditar, tu respuesta será que posiblemente nunca. Porque normalmente, incluso estando en la cama, solemos seguir atrapados en el proceso del pensamiento. Así que, para mucha gente, la idea de no hacer absolutamente nada le resulta, en el mejor de los casos, aburrida, y en el peor, absolutamente aterradora. De hecho, estamos tan ocupados haciendo cosas  todo  el tiempo,  que  ya  no  tenemos  ningún  punto  de  referencia acerca de lo que significa permanecer en calma, simplemente descansando la mente. Nos hemos convertido en adictos a «hacer cosas», incluso si se trata solo de pensar. Así que no es  nada sorprendente que sentarse en silencio  y  sin  distracciones  pueda  hacerte  sentir  al principio  como  un marciano.

 Ejercicio 1: No hacer

Inténtalo ahora. Sin moverte de donde estés sentado, cierra el libro y colócalo  sobre tu regazo. No  necesitas  sentarte  de ninguna  forma especial,  simplemente cierra  suavemente  tus   ojos  y permanece sentado durante uno o dos minutos . No pasa nada si un montón de ideas vienen a tu mente; por ahora, simplemente deja que vengan y se vayan solos , pero observa lo que se siente permaneciendo en calma, sin hacer nada, solamente durante uno o dos minutos .

¿Qué tal ha ido?

Quizá te haya parecido muy relajante no hacer nada.

O quizá hayas sentido la necesidad de «hacer» algo, incluso dentro del mismo ejercicio. 

Quizá hayas  sentido la necesidad de concentrarte en algo, de mantenerte ocupado de algún  modo. No te preocupes;  esto no es un examen, y habrá muchas cosas en las que  tenerte  ocupado cuando lleguemos a la  meditación. Pero pienso que es beneficioso, incluso en estas primeras etapas, darse cuenta del hábito de desear hacer algo todo el tiempo. Si no has experimentado la necesidad de hacer algo, entonces quizá quieras repetir el ejercicio una vez más, pero en esta ocasión durante unos minutos más.

No estoy sugiriendo que haya algo malo en ver la televisión, escuchar música,  tomarse  una copa,  ir de  compras o salir con los  amigos. Al contrario, todas esas son cosas  que están ahí para que disfrutemos de ellas. Simplemente es útil reconocer que proporcionan una cierta cantidad de felicidad temporal, más que una sensación duradera de espacio mental.

¿Alguna vez has terminado tu jornada laboral hecho un manojo de nervios, con  la  mente  completamente  ocupada?  Quizá  hayas  decidido  entonces«desconectar» durante la tarde y ver un poco de televisión para sentirte mejor. Si el programa era bueno y estabas distraído, entonces puede que sintieras que te tomabas un respiro de todos esos pensamientos. Pero si no era de tu interés, o había muchos anuncios publicitarios, entonces muy posiblemente esos pensamientos se abrieron paso de nuevo, para surgir aquí y allá.

En cualquier caso, cuando el programa acaba, existe una gran probabilidad de que todos esos pensamientos y sentimientos te inunden de nuevo. Quizá no regresen con la misma intensidad, pero han permanecido allí todo el tiempo, en un segundo plano.

Así es como la mayoría de las personas viven sus vidas, moviéndose de una distracción a otra. En el trabajo se encuentran demasiado ocupados, demasiado distraídos para ser conscientes de cómo se sienten realmente, así  que  cuando  regresan  a  casa  se  ven  enfrentados  de  pronto  con montones  de  ideas  y  pensamientos.  Si tratan  de  permanecer  ocupados durante la tarde, pueden no ser conscientes de esos pensamientos hasta que se van a la cama por la noche. Ya sabes  cómo es  eso; apoyas  la cabeza en la almohada y parece como si, súbitamente, la mente pusiera la marcha directa.  Por  supuesto, los  pensamientos  han estado allí  todo el tiempo. Es solo que, sin distracciones, te vuelves conscientes de ellos. O puede  suceder  al  contrario.  Algunas  personas  tienen  vidas  sociales  o familiares tan atareadas que solo al llegar al trabajo se dan cuenta de lo agotadas que se encuentran, de todos los pensamientos que corretean por su mente.

Todas estas distracciones afectan nuestra capacidad de concentrarnos, de actuar y de vivir a un nivel óptimo. No es necesario explicar que si nuestra mente está siempre corriendo de un pensamiento a otro, nuestra habilidad de centrarnos  en  un  punto único  se  verá también  seriamente afectada.



Ejercicio 2: Los sentidos

Tómate otros dos minutos para realizar es te breve ejercicio. Al igual que en el anterior, permanece  sentado exactamente donde  te encuentras ahora.  Después de apoyar el  libro sobre tu  regazo, concéntrate con suavidad en uno de los cinco sentidos , en esta etapa preferiblemente el oído o la  vista. Yo recomendaría usar  para el ejercicio los sonidos de fondo, mientras se tienen los ojos cerrados , pero como los sonidos pueden ser en ocasiones algo impredecibles , quizá prefieras  mantener tus ojos abiertos  y observar un objeto en particular de la habitación en la que te encuentras , o quizá un punto en la pared. Sea cual sea el sentido que elijas , trata de concentrarte en él el mayor tiempo posible, pero de un modo suave y sencillo. Si te distraen los pensamientos o los otros sentidos , simplemente lleva de nuevo  tu  atención  al  objeto en el que  te  estás concentrando y continúa como antes .

¿Cómo te ha ido?

¿Has sido capaz de concentrarte con facilidad, o la mente ha empezado a vagar por otros pensamientos?

¿Cuánto tiempo ha pasado antes de que hayas empezado a distraerte?

Quizá hayas descubierto que eres capaz de mantener una vaga sensación de consciencia, mientras pensabas en otras cosas al mismo tiempo.

Por improbable que parezca, para mucha gente concentrarse en un objeto durante un minuto es un gran logro. Cuando piensas cuánto tiempo necesitas  estar concentrado en tu trabajo,  en cuidar  de tu familia,  en escuchar  a un amigo o incluso en conducir  un coche,  ser  capaz de concentrarse únicamente durante ese cortísimo período de tiempo puede ser algo bastante preocupante.

REHENES DE LA TECNOLOGÍA

 Como si no tuviéramos suficientes formas de evitar lo que está sucediendo en nuestras mentes, ahora tenemos correos electrónicos y redes sociales conectados a nuestros móviles, con lo que ya podemos estar distraídos durante todo el día. Por muy práctico que pueda parecer, esto significa que ahora incluso el más mínimo atisbo de aburrimiento o de incomodidad nos lleva a conectarnos a internet y a permanecer ocupados en algo. Piensa en ello por un momento. ¿Qué es lo primero que haces cada día? ¿Mirar tu buzón de correo electrónico? ¿Quizá enviar mensajes en el Facebook, o comunicarte con tus amigos o compañeros de trabajo a través de Tw itter?

¿Y qué es lo último que haces cada noche, antes de irte a dormir? Si no me equivoco, hay muchas posibilidades de que estés haciendo al menos una de estas  cosas  también al final del día,  si no todas. Es  difícil desconectar cuando estás permanentemente enchufado.

Leí una noticia en el periódico sobre un hombre que tenía una adicción tan grave a la tecnología que, aterrado de poder perderse algo importante o quizá de molestar a alguien no contestándole, había acabado durmiendo con   su smartphone  sobre  el  pecho.  Además,  se  llevaba  su  ordenador portátil a la cama con él y dormía con el aparato a su lado, en la cama. Este hombre está casado (al menos, lo estaba) y compartía la cama con su mujer. La ironía es que tenía tal cantidad de información afluyendo a su vida, que a pesar de llevarse el ordenador a la cama, de algún modo perdió un correo electrónico en el que le ofrecían 1,3 millones de dólares por su empresa, que por entonces estaba a la venta. Este puede ser un ejemplo extremo, pero casi todas las personas que conozco se quejan por el agobio que les  supone la cantidad de datos electrónicos que hay en sus vidas. Cuando era monje y vivía como tal,  solía pensar: «Bueno, simplemente apágalo y no lo uses». Pero viviendo en el mundo y teniendo ahora que adoptar todas esas cosas en mi propio trabajo, puedo ver que no resulta tan fácil como simplemente apagarlo o ignorarlo. Así que en lugar de intentar detenerlo o cambiarlo, necesitamos ver cómo podemos relacionarnos con ello de forma inteligente y sin sentirnos agobiados.

Continuaremos...

Mindfulness 2-¿QUÉ ES EL ESPACIO MENTAL?




Mindfulness 2-¿QUÉ ES EL ESPACIO MENTAL?
Si la atención plena es la habilidad que consiste en estar presente, descansar en el momento, sin importar lo que estés haciendo, y la meditación es el mejor modo de adquirir esa habilidad, entonces el «espacio mental» puede ser considerado el resultado de lo anterior. Uso aquí esa expresión en su acepción más amplia. De hecho, mucha gente puede preferir usar el término «felicidad». El problema con la palabra «felicidad» es que suele ser confundida con la emoción de la felicidad. No me entiendas mal, divertirse, pasárselo bien, reírte y sonreír son aspectos maravillosos de la vida. ¿A quién no le gustaría experimentar esas cosas todo lo posible y más? Pero la vida no es continuamente así. Ocurren cosas. Y las «cosas» que ocurren no son siempre agradables. Por mucho que intentemos ignorar el hecho, la vida puede ser difícil, estresante, insatisfactoria y a veces dolorosa. Así que el tipo de felicidad que viene y se va, dependiendo de nuestras circunstancias y nuestro humor es demasiado temporal, demasiado inestable como para ofrecernos una sensación permanente de calma o de claridad.

Por esa razón prefiero la expresión «espacio mental», que hace referencia a una sensación subyacente de tranquilidad, una sensación de plenitud o de satisfacción inalterable, sin importar qué emoción pueda estar en juego en ese momento. El espacio mental no es una cualidad de la mente que dependa de las emociones superficiales; significa que puede experimentarse con tanta claridad en períodos de tristeza o ira como en momentos de excitación y alegría. Esencialmente es «estar bien» con cualquier pensamiento que estés experimentando o cualquier emoción que estés sintiendo. Ese es el motivo por el que la meditación sienta tan bien, a menudo incluso desde la primera vez. No hace (necesariamente) que te partas de la risa ni que te columpies de la lámpara, pero te deja con la sensación de haber alcanzado esa sensación subyacente de satisfacción, ese lugar en el que sabes que todo está bien. Las consecuencias de esto pueden cambiarte la vida.

Esta diferencia entre el espacio mental y la emoción de la felicidad es importante. Por alguna razón hemos llegado a creer que la felicidad debe ser la «opción por defecto» de la vida y, por tanto, cualquier cosa diferente está mal. Dando eso por sentado, tendemos a resistirnos a la fuente de la infelicidad, ya sea esta física, mental y emocional. Y es normalmente en ese nivel cuando las cosas se vuelven complicadas. La vida puede comenzar a sentirse como una tediosa tarea, una lucha sin fin por conseguir y mantener esa sensación de felicidad. Nos vemos atrapados en la búsqueda apresurada de una experiencia nueva, sea la que sea, para después tener que alimentarla todo el tiempo. No importa si la alimentamos con comida, bebida, drogas, ropa, coches, relaciones, trabajo o incluso la paz y tranquilidad de la vida en el campo. Si nos volvemos dependientes de ello para mantener nuestra felicidad, entonces estamos atrapados. ¿Y qué sucede cuando ya no podemos mantenerla por más tiempo? ¿Qué sucede cuando la excitación desaparece?

La vida de muchas personas gira en torno a esa búsqueda de la felicidad. Y sin embargo, ¿cuántas personas conoces que sean realmente felices? Y con esta pregunta quiero decir, ¿cuántas personas conoces que tengan esa inamovible sensación de espacio mental subyacente? Esa actitud de perseguir una cosa tras otra, ¿te ha ayudado a obtener espacio mental? Es como si corriéramos, creando toda esta charla mental en nuestra búsqueda de la felicidad temporal, sin darnos cuenta de que el ruido está ahogando el espacio mental que se encuentra allí de forma natural, esperando ser reconocido.

En mis viajes por la India me encontré una vez con un hombre llamado Joshi. Era una de esas personas que inmediatamente te caen bien. Comenzó a hablarme un día, mientras esperaba al autobús. Como cualquiera que haya estado en la India puede decirte, puede ser una larga espera, especialmente en las montañas. Nos caímos bien mutuamente y teníamos algunas cosas en común, siendo la más importante de ellas la meditación. Durante las semanas siguientes pasamos mucho tiempo hablando y compartiendo nuestras experiencias. Cada día, Joshi iba introduciendo en la conversación un poco más acerca de su vida.

Hasta unos pocos años antes, Joshi había vivido con su esposa y sus cuatro hijos. Como ni sus padres ni sus suegros eran especialmente ricos, todos vivían juntos. Joshi decía que, aunque era una casa siempre llena de gente, eran felices allí. Poco después de que su mujer volviera a trabajar, tras tener a su cuarto hijo, ella murió trágicamente en un accidente de tráfico. Los padres de ella y su hijo recién nacido iban en el coche, y también fallecieron. Mientras recuerdo a Joshi contándome la historia, todavía se me llenan los ojos de lágrimas. Me dijo que el dolor había sido tan insoportable, que no se encontraba con fuerzas de afrontar la vida, que todo lo que deseaba era retirarse al interior de sí mismo y no salir más de su casa. Pero sus padres le recordaron que aún tenía tres hijos que necesitaban su cuidado y su apoyo, y que lo que más necesitaban era a un padre que estuviera con ellos. Así que Joshi se dedicó a cuidar de sus hijos, dedicándoles toda la atención de la que era capaz.

Unos pocos meses más tarde llegó el monzón, y con él las típicas inundaciones en esa región del país. El resultado fue una gran cantidad de agua estancada en el área, con lo que la aparición de enfermedades aumentó de forma exponencial. Los hijos de Joshi enfermaron, junto con otros muchos niños del pueblo. Su propia madre también se resintió. Al cabo de dos semanas, tanto sus hijos como su madre habían muerto. Su madre ya estaba débil y falleció muy rápidamente. Los niños eran más fuertes, pero no tanto como para resistir la enfermedad. En el transcurso de tres meses, ese hombre había perdido a su esposa, a su madre, a sus hijos y a sus suegros. Junto con él, su padre era el único superviviente de la familia. Incapaz de seguir viviendo en la misma casa en la que había vivido tales tragedias, Joshi se mudó a casa de unos amigos. Su padre no fue capaz de abandonar la casa que había sido desde siempre su hogar, y permaneció en ella. Al cabo de unos días después de la mudanza, Joshi recibió la noticia de que su casa había ardido, con su padre dentro. Joshi me dijo que no estaba seguro de si había sido un accidente o de si su padre había decidido que simplemente ya no tenía fuerzas para seguir adelante.

Conforme escuchaba la historia, yo me iba sintiendo cada vez más avergonzado de mis quejidos y lamentos por mi vida, de mi deseo de que las cosas fueran siempre exactamente como yo quería que fueran, de mi insatisfacción hasta conseguir salirme con la mía. ¿Cómo podía enfadarme tanto porque el tren llegara tarde, o porque alguien me despertara en mitad de la noche, o por estar en desacuerdo con un amigo? Delante de mí tenía a un hombre que había sufrido de un modo que yo solo podía imaginar, y que sin embargo parecía tener un extraordinario sentido de calma y presencia mientras me hablaba de su desgracia. Le pregunté qué había hecho desde que perdió a su familia y cómo es que se había trasladado a esa nueva zona para vivir. Me dijo que, sin familia, sin trabajo y sin dinero, había comenzado a pensar de un modo muy diferente sobre la vida. Al final, había decidido vivir en un centro de meditación, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Le pregunté si pensaba que todo este tiempo que había pasado meditando había cambiado el modo en que se sentía por todo lo ocurrido. Me respondió que no había cambiado el modo en el que se sentía, pero que había cambiado el modo de experimentar esos sentimientos. Me dijo que a pesar de tener en ocasiones una profunda sensación de pérdida y de tristeza, la percibía de forma diferente. Me describió cómo había encontrado un lugar más allá de esos pensamientos, de esos sentimientos, un lugar en el que había una sensación de paz, de tranquilidad y de calma. Me dijo que eso era la única cosa que nunca podría serle arrebatada, que no importaba qué más le pudiera ocurrir en la vida, él siempre tendría ese lugar en su interior al que regresar.

Aunque este pueda ser un caso extremo, de forma inevitable la vida nos va a presentar retos, situaciones que nos gustaría que fueran diferentes o que se desarrollaran de otro modo (aunque esperemos que ninguna tan trágica como la historia de Joshi). La meditación no puede cambiar eso, ni nada puede hacerlo. Forma parte del hecho de ser humanos, o de vivir en este mundo. En ocasiones habrá situaciones externas que requieran cambios, o que incluso los exijan de forma perentoria, y tú necesitarás afrontarlas con habilidad, y en un estado de atención plena. Pero cuando se trata del modo en cómo piensas y sientes acerca de ellas, el punto de partida es darse cuenta de que es la mente misma quien define tu experiencia. Por esa razón el entrenamiento de la mente es tan importante. Cambiando el modo en que ves el mundo, estarás cambiando verdaderamente el mundo que te rodea.

A menudo creo que este punto se malinterpreta y la gente piensa que debe abandonar sus sueños y sus ambiciones para poder dedicarse a la práctica de la meditación. Pero no es así en absoluto.

Hay algo inherente al ser humano en el hecho de esforzarse por alcanzar algo, y tener un sentido de propósito y de dirección en la vida es algo vital. Pero, en todo caso, la meditación puede usarse con el fin de aclarar y apoyar ese propósito, porque lo que la práctica te mostrará, y de modo muy directo, es que una sensación duradera de felicidad y de espacio mental no depende de esas cosas. Esto te permitirá vivir con un mayor sentido de libertad y facilidad, confiando en tu objetivo en la vida y sin embargo no tan apegado al resultado como para que un obstáculo inesperado o un resultado desfavorable cause una sensación de dolor y de pérdida.

Andy Puddicombe

LIBRO ATENCIÓN PLENA Y MEDITACIÓN. ¿QUÉ DIFERENCIA HAY? - Andy Puddicombe




Mindfulness 1 - ATENCIÓN PLENA Y MEDITACIÓN. ¿QUÉ DIFERENCIA HAY? - Andy Puddicombe
Seamos sinceros: es difícil escuchar la palabra «meditación» sin pensar en un yogui en taparrabos en lo alto de un pico del Himalaya. En eso, o en un monje o monja con la cabeza afeitada, sentado en un monasterio, recitando, tocando campanas y soplando cuernos, envuelto en espesas nubes de incienso y vestido con una túnica naranja (he estado allí, y eso es lo que hacía). O quizá lo que venga a la mente sean hippies «colocados» vestidos con camisetas de flores o grupos de seguidores de la Nueva Era corriendo por los bosques, abrazándose a los árboles. No hay modo de evitarlo; la palabra «meditación» viene con esa carga incorporada.

Cuando unos pocos doctores occidentales de mentalidad avanzada trataron de introducir la meditación en el sistema oficial de salud hace ya más de treinta años, muchos se rieron de ellos en el hospital en el que estaban trabajando. Con el fin de evitar posibles dificultades añadidas, le cambiaron el nombre por el de «atención plena» y continuaron su investigación. Aunque las técnicas de atención plena, en la forma que se practican en Occidente, tienen su origen en la tradición de meditación budista, no hay nada inherentemente «budista» en ellas. La atención plena es el ingrediente fundamental de la mayoría de las técnicas de meditación, y va mucho más allá del aspecto formal que consiste en sentarte en el suelo con los ojos cerrados. La atención plena implica estar presente, en este momento, sin distracciones. Implica hacer permanecer la mente en su estado natural de consciencia, libre de cualquier pensamiento parcial o juicio. Suena bien, ¿verdad? Es exactamente lo opuesto a como la mayoría de nosotros vivimos nuestras vidas, constantemente atrapados por pequeños (y grandes) pensamientos y sentimientos, criticando y juzgando a los demás y a nosotros mismos.

Normalmente es cuando nos vemos aprisionados por todas esas pequeñas cosas cuando empezamos a cometer errores. Al menos, así es como ha sido siempre en mi caso. Y esos errores pueden afectar nuestro rendimiento laboral, nuestras relaciones con los demás, y hasta nuestra cuenta bancaria. Cada vez que pienso en la falta de atención, recuerdo algo que me pasó cuando vivía en Moscú. La escuela en la que trabajaba solía pagarme en dólares estadounidenses, y como el salario era bastante bueno, podía ahorrar un poco de dinero cada mes. Era justo después de la crisis financiera de finales de los noventa, así que nadie confiaba en los bancos. La gente escondía su dinero bajo el colchón, o intentaba sacarlo del país. Yo había estado ahorrando para pagarme un retiro de meditación, así que la siguiente vez que volé al Reino Unido decidí llevarme el dinero que tenía ahorrado.

El gobierno había introducido reglas muy estrictas acerca de sacar dinero del país, siendo la principal que no podías sacar nada en absoluto. Así que decidí meter quinientos dólares en la parte delantera de mis calzoncillos. Allí, de pie, vestido con mi hábito de monje y con un fajo de billetes debajo de mis calzoncillos, no pude evitar sentirme algo culpable, a pesar de que mi intención —gastármelo en un retiro espiritual—, era buena. De hecho, los pequeños pensamientos de ansiedad me dominaron de tal modo, mientras ensayaba mi ruso con los oficiales de aduanas, que cuando pude ir al baño había olvidado por completo el dinero que había puesto allí abajo.

Como suele suceder, los baños estaban ocupados, y ningún urinario estaba libre, así que fui a los retretes. No entraré en detalles, pero aquellos retretes habían visto mejores días, y el que lo había usado antes no había tirado de la cisterna. Aún me encontraba confuso y preocupado, y en ese estado me baje la ropa interior. Entonces sucedió. Antes de que pudiera hacer nada para evitarlo, contemplé con horror como quinientos dólares en billetes caían al interior de la taza. No es necesario decir que, de haber permanecido más atento y menos atrapado por los pensamientos, eso nunca hubiera sucedido. Quizá te estés preguntando acerca de lo que sucedió después. ¿Dejé los quinientos dólares flotando en el retrete o me remangué e hice lo impensable? Digamos solamente que acabé asistiendo a aquel retiro.

Así que la atención plena significa estar presente. Significa estar «en el momento», experimentar la vida directamente, tal y como va sucediendo, en lugar de estar distraído, atrapado y perdido en el pensamiento. No se trata de un estado mental artificial o temporal, que necesites de algún modo crear y mantener. Por el contrario, es un modo de dar un paso hacia atrás y hacer que la mente descanse en su estado natural, libre del caos habitual. Imagina por un momento lo que sería vivir la vida de ese modo. Imagina cómo sería deshacerse de todo el equipaje, de las historias, las discusiones, los juicios y los planes para el futuro, que ocupan tanto espacio en la mente. Eso es lo que significa permanecer atento.

Pero después de toda una vida perdido en los pensamientos, se necesitan unas condiciones que nos permitan aprender a cómo dar ese paso atrás. Y aquí es donde aparece la meditación. No hay nada místico al respecto. La meditación es simplemente una técnica que te proporciona las condiciones óptimas para la práctica de la habilidad de la atención plena.

Por supuesto, puedes experimentar el hecho de estar «en el momento» o completamente absorto en el presente con cualquier actividad, no solo con la práctica de la meditación. De hecho, sin duda has tenido ya esa sensación muchas veces en tu vida. Quizá te encontrabas esquiando montaña abajo, montando en bicicleta, escuchando tu música favorita, jugando con tu hijo o contemplando una puesta de sol. El problema con ese tipo de experiencia es que suele ser bastante inestable, con lo que no logramos experimentar la sensación de forma frecuente. Pero sentándose a meditar cada día, incluso si es durante cortos espacios de tiempo, esa sensación de estar presente, alerta, y «en el momento», se vuelve cada vez más familiar y es entonces cuando resulta mucho más fácil aplicarla al resto de tu vida. Como sucede con el aprendizaje de cualquier nueva habilidad, si quieres sacarle el máximo provecho, necesitas rodearte de las mejores condiciones para el aprendizaje. De hecho, la práctica de la meditación proporciona tan buenas condiciones para el aprendizaje de la atención plena, que para muchos eso es todo lo lejos que quieren llegar. Simplemente diez minutos de descanso mental cada día puede ser suficiente.

Las ideas de atención plena y meditación y de cómo se relacionan entre sí no es necesariamente fácil de comprender. Así que trata de imaginarlo de este modo: estás conduciendo un coche; probablemente te diriges por una tranquila carretera campestre en vez de a lo largo de una autopista. Por supuesto puedes conducir por ambas, pero una es mucho más fácil que la otra cuando estás aprendiendo. Lo mismo sucede con la atención plena. Puedes usarla en cualquier situación y para cualquier propósito, pero el lugar más fácil para aprender la técnica de la atención plena es durante la meditación. Lo gracioso es que incluso cuando te sientas seguro aplicando la atención plena a la vida diaria, probablemente quieras además tomarte un rato cada día para meditar. Eso sucede porque no importa lo buen conductor que puedas ser; siempre hay algo de reconfortante, y hasta de tonificante, en el hecho de conducir a lo largo de una tranquila carretera campestre, algo que una autopista no puede dar. Y lo que es más, también te proporciona el tiempo y el espacio para darte cuenta de lo que sucede a tu alrededor, para admirar el paisaje.

La diferencia entre meditación y atención plena puede no parecer tan importante, y a menudo los términos se intercambian. Pero a no ser que estés a punto de hacer las maletas para comenzar una nueva vida como monje o monja, la distinción sí que importa, y mucho. Siempre que vivas en otro lugar que no sea un retiro en las montañas, el tiempo para sentarte y practicar la meditación de un modo formal, estructurado, será limitado. A menudo oigo a la gente decir: «¡No tengo tiempo para meditar, estoy demasiado ocupado, tengo demasiadas cosas que hacer, estoy demasiado estresado!». Pero si echamos un vistazo al contexto, y hablamos de entrenar y cultivar la mente allá donde nos encontremos o sin importar lo que estemos haciendo, entonces la cosa se vuelve más accesible. Puedes continuar viviendo en el mundo con una práctica de meditación diaria adaptada de modo que encaje en tu agenda, aunque lo suficientemente larga para que puedas notar la diferencia y podrás usar esta idea más amplia de «entrenamiento mental» o «atención plena» para transformar tu experiencia de la vida cotidiana.

Estoy seguro de que habrá algunos meditadores experimentados que se llevarán las manos a la cabeza con horror ante la idea de una meditación de diez minutos. Si tú eres uno de ellos, te digo que yo mismo acepto que, a primera vista, eso puede sonar al equivalente de la comida precocinada que se calienta en el horno microondas. Pero examina las intenciones del entrenamiento mental un poco más de cerca, y verás que la idea de «poco y constante» tiene mucho sentido. Necesitamos ser flexibles, adaptables y receptivos en nuestra aproximación a la meditación. No hay nada malo en absoluto en sentarse durante una hora en calma, pero si eres incapaz de mantener tu estado de consciencia durante todo ese tiempo, entonces obtendrás poco beneficio de esa práctica. ¿Y qué pasa con las otras veintitrés horas del día? Como tantas otras cosas en la vida, cuando se trata de meditación la calidad es mejor que la cantidad. Comienza con diez minutos. Si lo encuentras sencillo, quieres más y dispones de tiempo, entonces genial. Pero también hay un gran beneficio en el hecho de sentarse durante simplemente diez minutos al día. Incluso ignorando todos los beneficios anecdóticos que he escuchado y visto a lo largo de todos estos años, ahora tenemos evidencias científicas sólidas  que apoyan los beneficios que tienen para la salud las sesiones de meditación cortas, regulares y diarias.

Andy Puddicombe

Andy Puddicombe (nacido el 23 de septiembre 1972) es el fundador de Headspace (Espacio en la Cabeza), una plataforma de salud digital que proporciona entrenamiento de meditación mindfulness para sus usuarios. És  ex monje budista.