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domingo, 5 de abril de 2015

LUCE EL SOL

LUCE EL SOL



En mi noche la Luna me arropa con su manto.
Descanso en calma.
La Inmensidad se hace Presente.
Este instante…
con paz,
serenidad,
confianza…
en mi alma.

Luce el Sol.
Con ÉL,
de la mano,
siempre…

Ángel Hache


http://escrito-en-el-viento.blogspot.com.es/

EN EL SILENCIO (POESIA)

EN EL SILENCIO

Y en este silencio mi alma siente el calor de tu alma.
Rio con tu risa.
Lloro con tu llanto.
Tu temor lo hago mío.
Tu anhelo es el mío.
Tu mirada al pasado es la mía.
Estamos juntos,
respirando la misma vida.
Viviendo la misma muerte pasando ante nosotros,
sonriendo al distinguirla ya en la distancia.
Tú y yo seguimos de la mano
caminando sobre aguas turbulentas
hacia nuestro destino soñado…
al otro lado del mar.

13. KHAI: LA PARTE DEL TODO


13. KHAI: LA PARTE DEL TODO
Cada parte del Todo es única.

Tú eres único, yo también.


Uno.

Todo está en cada parte

y en cada parte está Todo.
Somos únicos.

Todo y Uno…

Khai.
Vivimos balanceándonos entre el espejismo y la realidad.

en cada pensamiento,
cada acto.


Paso a paso
cada vivencia que creamos nos acerca a la totalidad,
al ser único y sublime que somos…

a Khai.

No es una quimera,
es la realidad.

Pero…
sólo nosotros podemos descubrirlo,

nadie nos lo puede enseñar.

Tu vivencia es diferente a la mía…
única.
Y en ella nos encontramos si así lo deseamos,
creando mundos,
Vida.

ME DOY PERMISO PARA ........

ME DOY PERMISO PARA ........

Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia,
de las que me ignoran, me niegan un beso, un abrazo...
No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie.
Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.
Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.
Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”, el que pone
el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor
humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver
conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.
No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme
yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse.
Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.
Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas
Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron
mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo
hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría
inexplorada.
Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer.
Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.
Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando
que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser
perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir:
inhumano.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi
derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme
culpable.
No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.
Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración.
Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.
Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior.
Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.
Empiezo por reconocer mis valores, Y el resto vendrá solo. No espero de fuera.
Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida:
no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película
de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.
Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer
saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en
casi todo.
Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.
Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.
Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados:
las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio.
Prefiero las relaciones menos densas.
Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.
No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que
me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no
quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es
sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo
soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me
disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Elijo lo que me da salud y vitalidad.
Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como
forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de
despreciar las elecciones de otros.
No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado
del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré
como estaré.
Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo
“normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.
AUTOR: Joaquin Argente

Sanando los Celos



Esto es algo que puede resultar difícil de escuchar: los celos no tienen nada que ver con los demás, siempre se trata acerca de TI – TU sensación de ser ignorado, despreciado, no tomado en cuenta y no amado, y subyacente a todo esto, tu frustrado deseo de controlar a los demás – lo que hacen, lo que quieren, cómo son atendidos por los demás, quién los ama – y en última instancia, tu deseo de controlar el universo.
¡Auch! Suena fuerte. Los celos como un intento de insurrección que realiza el yo separado contra su peor amenaza: el amor incondicional.
Admítelo: Alguien más está recibiendo toda la atención, el amor, las recompensas, el éxito, la gloria, y a ti te han dejado fuera, en el frío, aislado, olvidado… todo un fracaso – y nada especial. Los celos ven al otro como una especie de ‘rival’, un ‘enemigo’, una ‘amenaza’ para tu camino. Ellos ven la vida como una gran competencia y a la alegría como un bien sumamente escaso. Y una vez que tomas este camino, observas un millón de rivales, un millón de obstáculos para alcanzar tu alegría…
¡Los celos hacen que tu paz dependa de algo o alguien más! Te dicen: ‘No puedo estar en paz mientras ellos…’ (llena el espacio). Le otorgas a los demás poder sobre ti, y después te molestas porque toman ese poder – ¡que, por cierto, nunca lo hacen! Tú se los asignas a través de tu atención.
Los celos pueden golpearnos muy fácilmente cuando nos sentimos inseguros o dudosos acerca de nuestro propio camino. Con el fin de evitar nuestro propio dolor, y de evitar ser honestos acerca de nuestras propias inseguridades, desviamos la atención de nosotros mismos hacia los demás y comenzamos a compararnos, a contrastarnos y a luchar mentalmente. Empezamos a querer lo que aparentemente tienen ellos. ‘¿Por qué ESO no me pasa a MI?’ nos preguntamos. Todo se trata acerca de Mí. Mí mí mí mí. El ego se nutre de la comparación y de la lucha de poder.
¿Dónde y cuándo puede comenzar la sanación de los celos? En el único lugar y tiempo que hay. Aquí y Ahora.
Comienza por volver hacia tu único punto de poder: este momento presente. Reconoce tu experiencia, profundamente. Siente cómo te consumen los celos, su ardor, su dolor, sus punzadas en la garganta, en el pecho, en tu estómago. Siente el poder que está presente, la fuerza volcánica de la vida misma, el poder que crea universos. Haz a un lado la palabra/etiqueta/concepto ‘celos’ y siente directamente la cruda sensación, sin juicios y sin tratar de convertirla en algo ‘mejor’. Siente la vida. Contáctate con tu propia incertidumbre, con tu inseguridad, con tu duda, con tus sentimientos de impotencia. Siente a ese viejo amigo – la apremiante necesidad de controlar el mundo desde donde estás.
¡No le des la espalda! – cuando te alejas de tu experiencia corporal inmediata, comienza la separación y, por lo tanto, el miedo. Tómate un descanso. Comienza a iluminar los puntos heridos y olvidados en ti a través de tu presencia consciente. Imbuye de gentileza y amabilidad a esos niños perdidos que hay en ti mismo, esos niños que habían sido ignorados y que tanto habían anhelado sentirse amados y comprendidos, esos niños que siempre se habían sentido ‘alejados’ de la vida y de la diversión. Aquellos que destruirían el universo con tal de llamar tu atención. Siente la inocencia allí...
Tal vez, desde un lugar de profunda aceptación de ti mismo, tal y como eres, empezarás a sentir compasión por todo aquel a quien llamaste tu ‘rival’. Tal vez hasta serás capaz de celebrar su felicidad y sus logros. Pasarás a formar parte de su abundancia en lugar de convertirte en su juez y jurado. Serás capaz de aprender de tu ex-enemigo, o por lo menos usarlo como fuente de inspiración. O podrías olvidarte de todos, hacer a un lado el intento de conocer su experiencia, ¡y simplemente recorrer tu propio camino! Te darás cuenta que hay espacio suficiente en este universo para que cada quién recorra su propio camino, para que cada quien encuentre su propia felicidad, para que cada quién baile su propia danza. Incluyéndote a ti.
La alegría nunca viene del intento de recorrer el camino ajeno, ni tampoco de evitar que alguien más recorra el suyo propio. ¡Por supuesto que tampoco proviene de intentar tomar la felicidad de alguien más! Los celos, cuando se resisten y cuando se actúa ciegamente a través de ellos, terminan lastimándote a ti y a los que te rodean, y crean aún más conflicto y división. Sin embargo, una vez reconocidos, entendidos, aceptados, e incluso amados, pueden servir para abrir aún más tu corazón, llevándote hacia un punto de gran humildad, libre de la horrorosa necesidad de controlar todo y a todos los que te rodean.
Deja que los celos te sirvan como otra ingeniosa invitación a tu Presencia. Permite que te rompan el corazón de par en par, aquí y ahora. Aprende de ellos cómo ser humilde y a ir más despacio. Deja que te recuerden jamás volver a descuidarte. Reconoce que nunca eres víctima, excepto bajo tu propia percepción.
- Jeff Foster

UN VOTO DE AMOR

UN VOTO DE AMOR

Comprometámonos con el campo del amor, no con la forma.
Reconozcamos que las formas cambian, surgen y desaparecen, como debe ser.
Somos amantes, somos amigos. 
Somos casados, somos divorciados. 
Estamos juntos, nos separamos. Estamos juntos de nuevo. 
Somos pareja, somos ex-pareja. Vivimos juntos, ya no. 
Nos sentimos atraídos el uno al otro, la atracción se desvanece y después surge inesperadamente.
Brillamos y nos sentimos activos, optimistas y llenos de esperanza. 
Estamos postrados en una cama, ensuciamos nuestros calzoncillos por la noche y necesitamos ayuda para comer, y aún así, estamos llenos de esperanza. 
Tomamos caminos inesperados, cambiamos en formas extrañas, nos movemos al son de nuestras muy singulares danzas en el campo. 
Nunca nos quedamos quietos. Estamos vivos.
¿Hay acaso algún amor que sobreviva todos esos cambios, un amor que incluso los celebre? ¿Un amor que abrace todo y sin embargo no se aferre a nada?
¿Hay acaso un gran campo en donde nos podamos encontrar cada día, en la enfermedad y en la salud, en la riqueza y en la pobreza?
¿Podemos comprometernos con el campo mismo, y no aferrarnos a ninguna forma en específico?
¿Podemos descartar todas las ideas de permanencia, y reunirnos en el aquí y el ahora, hablando desde el corazón hoy, escuchando desde la presencia hoy, diciéndonos nuestra verdad hoy, sin importar a dónde nos lleve mañana?
¿Podemos arriesgar la pérdida de la forma en honor a este campo, hasta que la muerte nos separe?
¿Hay acaso un amor tan grande, tan atemporal, tan presente, tan libre de condiciones mundanas?
- Jeff Foster

"¡ELLOS SIMPLEMENTE NO ME ENTIENDEN!"

"¡ELLOS SIMPLEMENTE NO ME ENTIENDEN!"


Te encuentras en un extraño y valiente camino, amigo. Y a veces, la gente más cercana y querida (tu familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo) no te entienden, o incluso te rechazan abiertamente a ti y a tu camino. ¿Cómo responder a eso? ¿Cómo encontrar la paz, sin importar si ellos cambian o no, y a pesar de su falta de aceptación? He aquí algunas ideas que podrían ayudar.
- Cuando estés hablando con ellos, recuerda respirar. Esto es muy importante. Conéctate contigo mismo. Recuerda tu Presencia, aquí y ahora. Siente tus pies en el suelo, el aire en tus pulmones, todas las sensaciones que hay en tu cuerpo. Tú estás aquí. Aquí y ahora es el único lugar que importa, el único punto que puedes llegar conocer. No te precipites hacia el pasado o el futuro, hacia la culpa o el miedo - sé aquí, contigo mismo, con ellos. Quizás no haya ningún mañana - el hoy es algo precioso.
- Recuerda, hoy no hay ninguna urgencia. Ellos podrán cambiar o no sus puntos de vista. Ciertamente no tienen que cambiar el día de hoy. Hoy es un día para escuchar, para mantenerte muy cerca de ti, para abrazar tu propio dolor, para tratar de comprender su dolor, sin necesidad de arreglarlos o aliviarlos. Recuerda, tú no has causado su dolor, y ellos tampoco han causado el tuyo. Sus propias opiniones, juicios, historias, percepciones, han causado su dolor. Tú no estás recorriendo tu camino con el fin de lastimarlos - tú tienes que recorrer tu camino. Si ahora dicen cosas que te suenan falsas, no te apresures a corregirlos o a decirles que están en un error. Sigue escuchando, más allá de todas las ideas de falso y cierto. Deja que expresen su sufrimiento, su perspectiva acerca del mundo. Más tarde habrá tiempo suficiente para que cuestionen sus conclusiones acerca de ti, y exploren cómo fue que llegaron a ellas.
- Trata de entender el miedo que tienen ahora - miedo a perderte, miedo por tu seguridad, por tu salud, por tu cordura. Quizás tu recién encontrada libertad, tu nueva perspectiva, esté sacando a relucir su propia inseguridad, su propio miedo al cambio, su auto-infligida miseria. Más que enfocarse en ellos mismos y explorar su propio dolor, te están juzgando a ti para obtener alivio. No se trata de nada personal.
- Acepta su falta de aceptación hoy; ésta no puede afectar tu camino, de ninguna manera. Puedes descansar en el hecho de que vas a recorrer tu camino, de cualquier forma, independientemente de lo que ellos piensen. Ellos no tienen ningún poder sobre ti. Pero puedes sentir su tristeza e intentar entenderlos. Tú les puedes ayudar a explorar. Tu forma de escuchar, tu entendimiento, el no ser reactivo, tu simple presencia puede ser sumamente sanadora y ayudar a disipar muchos de sus temores.
- No ignores nada que esté vivo en ti. No finjas sentirte bien si no te sientes bien. Reconoce tu propio dolor, tu tristeza, tu frustración, tu decepción, tu soledad, incluso tu ira. Pero no los culpes a ellos, no se los eches en cara. Cuando culpas, te conviertes en víctima. Cuando lastimas a los demás, te lastimas a ti mismo. Recuerda, ellos son tan humanos como tú, y en el fondo, todos queremos lo mismo, incluso si no parece evidente.
- No te enfoques en lo que no son, ni los compares con lo que podrían o deberían ser - esto sólo generará decepción y resentimiento. Conéctate con lo que son, y con cómo se encuentran justo ahora. Comprende que tal vez ellos no sean capaces de comprender en este momento. Ayúdalos a comprender tanto como sea posible; comparte cómo te sientes, honra cómo se sienten ellos con su propio entender. No te disculpes por tu realidad, pero tampoco intentes 'convertirlos'. Simplemente comparte tu verdad, y suelta la necesidad de saber qué pasará enseguida.
Cosas maravillosas suceden cuando prescindimos de la necesidad de que nos entiendan, y cuando comenzamos a entendernos a nosotros mismos, exactamente en el punto donde nos encontramos.
- Jeff Foster