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sábado, 4 de abril de 2015

Transformar la Confusión en Sabiduría



Transformar la Confusión en Sabiduría
Meditacion Tonglem
Transformar la Confusión en Sabiduría
Retiro en el Centro Shambala de Berkeley Otoño 1999. Pema Chodron
En particular, ocuparse de otras personas que tienen miedo, están enojadas, celosas, superadas por adicciones de todo tipo, son arrogantes, orgullosas, quejosas, egoístas, significa tener compasión y cuidar de estas personas, no huir del dolor de encontrar estas cosas en nosotros mismos.
De hecho, la propia actitud hacia el dolor puede cambiar. En lugar de defenderse y esconderse de él, se puede abrir el propio corazón y permitirse sentir ese dolor, sentirlo como algo que nos suavizará y purificará y nos hará mucho más amorosos y amables.
La práctica de Tonglen sirve para conectarse con el sufrimiento -el nuestro y el de todo lo que nos rodea- dondequiera que vayamos. Es un método para superar el miedo al sufrimiento y para disolver la dureza de nuestro corazón. Principalmente es un método para despertar la compasión que es inherente a todos nosotros, sin importar cuán cruel o fríos podamos parecer.
Comenzamos la práctica aceptando el sufrimiento de una persona que sabemos que está sufriendo y a quién deseamos ayudar. Por ejemplo, si usted sabe de un niño que está siendo lastimado, usted inspira el deseo de retirar todo el dolor y miedo de ese niño. Luego, mientras espira, usted le envía felicidad, gozo o aquello que alivie su dolor. Este es el centro de la práctica: inspirar el dolor de otros para que puedan estar bien y tener más espacio para relajarse y abrirse, y espirar, enviándoles relajación o aquello que usted sienta que les traería alivio y felicidad.
Sin embargo, a menudo no podemos hacer esta práctica porque nos enfrentamos con nuestro propio miedo, nuestra propia resistencia, enojo, o cualesquiera sean nuestro sufrimiento o estancamiento personal en ese momento. Es ahí que usted puede cambiar el foco y comenzar a efectuar tonglem por aquello que usted está sintiendo y por millones de otros como usted que en ese mismo momento están sintiendo exactamente el mismo estancamiento y miseria.
Puede ser que usted sea capaz de identificar claramente su dolor como terror, repulsión, enojo o deseo de venganza. Asi que usted inspira por todos aquellos que están atrapados en esa misma emoción y les envía alivio o aquello que abra espacio para usted y los innumerables otros. Puede ser que usted no identifique lo que esté sintiendo. Pero puede sentirlo – una dureza en el estómago, una oscuridad pesada, o lo que sea.
Sólo contáctese con lo que está sintiendo e inspírelo, llévelo adentro – por todos nosotros y envíe alivio a todos nosotros. La gente frecuentemente dice que esta práctica va en contra de la naturaleza de cómo nos fortalecemos usualmente. En verdad, esta práctica va en contra de las cosas que queremos según nuestro código, de querer que funcionen para nosotros sin importar qué suceda a los otros.
Esta práctica disuelve la armadura de la propia protección que tan fuertemente hemos creado alrededor nuestro. En lenguaje Budista uno diría que disuelve la fijación y adhesión al ego. El Tonglen revierte la lógica usual de evitar el sufrimiento y buscar el placer y en el proceso, nos liberamos de una prisión muy antigua de egoísmo. Comenzamos a sentir amor por nosotros mismos y otros y también comenzamos a ocuparnos de nosotros y otros.
Despierta nuestra compasión y también nos introduce a una visión más amplia de la realidad. Nos introduce al espacio ilimitado que los Budistas llaman Shunyata (Vacio/ http://en.wikipedia.org/wiki/Shunyata).
Al hacer la práctica nos comenzamos a conectar con la dimensión abierta de nuestro ser. Al principio experimentamos ésto como que las cosas no son tan importantes o tan sólidas como antes lo parecían ser. La práctica de Tonglen puede ser efectuada para aquellos que están enfermos, para quienes están muriendo, o acaban de morir, o para aquellos que tienen un dolor de cualquier tipo.
Puede realizarse como una práctica de meditación formal o súbitamente en cualquier momento. Por ejemplo, si usted está caminando y ve a alguien que sufre – inmediatamente usted puede comenzar a inspirar el dolor del otro y enviarle algún alivio. O, más probable, usted podría ver a alguien que sufre y mirar hacia otro lado porque éso actualiza su propio miedo o enojo; actualiza su resistencia y confusión.
Así es que inmediatamente usted puede efectuar tonglen para toda la gente que son como usted, para todos los que desean ser compasivos pero en cambio tienen miedo, para todos los que desean ser valientes pero en cambio son cobardes. En lugar de castigarse a usted mismo, use su propio estancamiento como un peldaño para comprender aquello que la gente rechaza en todo el mundo.
Inspire por todos nosotros y espire por todos nosotros. Use lo que parece veneno como medicina. Use su propio sufrimiento personal como camino de compasión hacia todos los seres.
Traducción del inglés: Mabel Sara Benedini

LAS EMOCIONES SON ENERGÍA

LAS EMOCIONES SON ENERGÍA



Las emociones son ENERGÍA



Nuestra Energía

Para Accionar
Las emociones y su lenguaje están ahí para honrar las ellas tienen un mensaje sagrado para nuestras almas demosle la más cordial bienvenida. Todas son importantes.
Si tu bebé llora tu lo vas a atender ¿cierto?
Si tu bebé grita también ¿cierto?
Luego haces todos los esfuerzos conscientes e intuitivos para interpretar su lenguaje primitivo instintuvo.
Así mismo haremos con nuestras emociones
No debemos negarlas
No debemos evadirlas
No debemos suprimirlas
Necesitamos escucharlas y nosotros mismos procesarlas
Es nuestro problema. No de los demás .Es nuestro asunto
Es NUESTRA ENERGIA
Recuerda las cuatros necesidades básicas asociadas a tus emociones
LA NECESIDAD DE APROBACION
LA NECESIDAD DE SEGURIDAD
LA NECESIDAD DE CONTROL
LA NECESIDAD DE SEPARACION
Reflexiona sobre ellas en tu vida y LIBERA TE DÍA A DÍA DE ESAS CUATRO NECESIDADES
Es importante que te sientes con tus emociones.
TE REVELARÁN INFINITAS COSAS SOBRE TI Y TU HISTORIA
Agradecelo
¿NECESITAS SENTIRTE APROBADO por tu padre por tu madre por tus amigos por el mundo? Suéltalo! @ libérate de esa pesadilla.
¿NECESITAS CONTROLAR A LOS demás Lo que hacen dicen y piensan? Bueno créeme te volverás loco! @ nadie controla a nadie eso es sencillamente DEMENCIAL.
¿Necesitas sentirte seguro ? ¿Sientes temor en la incertidumbre? Pues es lo único cierto la incertidumbre y la impermanencia de todas las cosas y personas!@ olvídalo! relájate! escucha a tu mente negativa pero no caigas en las neurosis de sus trampas.
¿Necesitas Separarte de los demás ? AISLARTE? Preguntate A QUE LE TIENES MIEDO?
Posiblemente esta cuarta necesidad sea un cóctel de las tres anteriores !@!!! Revisate y superalo! @@@
Maria Tirone

Todos somos maestros y aprendices ...

Todos somos maestros y aprendices ...

No te menosprecies ni te compares.
Cada uno de nosotros está haciendo un aporte diferente en este proceso de evolución de consciencia. Pero no menos importante. Algunos trabajan en forma anónima y secreta y otros son relativamente conocidos en la sociedad.
Todas las actividades ,hasta las que pareciensen ser las menos relevantes e incluso aquellas que pudiesen representar algo dañino en esta matrix, cumple una función, un objetivo que desembocará en algo superior, fuera de la mátrix, que no comprendemos aún ya que nada es azar. Todo está conectado.
Somos actores desempeñando diversos papeles en este teatro que llamamos vida.
Algunos interpretando el papel de maestros enseñándo o más bien asistiéndo para ayudarte a recordar que las respuestas están en tu interior y que debes encontrar por tí mismo.
Otros como aprendices, otros han escogido olvidarse de todo esto y simplemente han elegido disfrutar de su presente enseñando desde una perspectiva diferente como la experiencia cotidiana que da el diario vivir.
Y otros han optado escoger experiencias extremas y dolorosas como enfermedades, muerte inesperada o carencias económicas graves para enseñar diversas lecciones de manera profunda y diferente a quienes les rodean y a la sociedad.
En algún momento, si así lo decides, recordarás quien eres, tu papel en esta realidad 3D y podrás optar, de acuerdo a tu sabiduría y experiencia adquirida o recordada, ser tu ahora un maestro que asista a otros que han elegido vivir una experiencia de aprendiz.
Recuerda que siempre tendrás la oportunidad de escoger lo que quieras experimentar. De hecho ya has experimentado muchas encarnaciones en las cuales has representado diversas experiencias anteriormente aunque no lo recuerdes en el presente.
Estamos en el período en que estamos recordando esas experiencias y descubriendo que todo ha sido un juego planificado por nosotros, en el cual nos hemos puesto de acuerdo para acumular experiencias diversas y para recordar nuestro origen y quienes somos en realidad.
Que todos somos parte de una misma Fuente.
Que todos somos Uno ...
NUBRA 2015.

"¡ELLOS SIMPLEMENTE NO ME ENTIENDEN!"

"¡ELLOS SIMPLEMENTE NO ME ENTIENDEN!"



Te encuentras en un extraño y valiente camino, amigo. Y a veces, la gente más cercana y querida (tu familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo) no te entienden, o incluso te rechazan abiertamente a ti y a tu camino. ¿Cómo responder a eso? ¿Cómo encontrar la paz, sin importar si ellos cambian o no, y a pesar de su falta de aceptación? He aquí algunas ideas que podrían ayudar.
- Cuando estés hablando con ellos, recuerda respirar. Esto es muy importante. Conéctate contigo mismo. Recuerda tu Presencia, aquí y ahora. Siente tus pies en el suelo, el aire en tus pulmones, todas las sensaciones que hay en tu cuerpo. Tú estás aquí. Aquí y ahora es el único lugar que importa, el único punto que puedes llegar conocer. No te precipites hacia el pasado o el futuro, hacia la culpa o el miedo - sé aquí, contigo mismo, con ellos. Quizás no haya ningún mañana - el hoy es algo precioso.
- Recuerda, hoy no hay ninguna urgencia. Ellos podrán cambiar o no sus puntos de vista. Ciertamente no tienen que cambiar el día de hoy. Hoy es un día para escuchar, para mantenerte muy cerca de ti, para abrazar tu propio dolor, para tratar de comprender su dolor, sin necesidad de arreglarlos o aliviarlos. Recuerda, tú no has causado su dolor, y ellos tampoco han causado el tuyo. Sus propias opiniones, juicios, historias, percepciones, han causado su dolor. Tú no estás recorriendo tu camino con el fin de lastimarlos - tú tienes que recorrer tu camino. Si ahora dicen cosas que te suenan falsas, no te apresures a corregirlos o a decirles que están en un error. Sigue escuchando, más allá de todas las ideas de falso y cierto. Deja que expresen su sufrimiento, su perspectiva acerca del mundo. Más tarde habrá tiempo suficiente para que cuestionen sus conclusiones acerca de ti, y exploren cómo fue que llegaron a ellas.
- Trata de entender el miedo que tienen ahora - miedo a perderte, miedo por tu seguridad, por tu salud, por tu cordura. Quizás tu recién encontrada libertad, tu nueva perspectiva, esté sacando a relucir su propia inseguridad, su propio miedo al cambio, su auto-infligida miseria. Más que enfocarse en ellos mismos y explorar su propio dolor, te están juzgando a ti para obtener alivio. No se trata de nada personal.
- Acepta su falta de aceptación hoy; ésta no puede afectar tu camino, de ninguna manera. Puedes descansar en el hecho de que vas a recorrer tu camino, de cualquier forma, independientemente de lo que ellos piensen. Ellos no tienen ningún poder sobre ti. Pero puedes sentir su tristeza e intentar entenderlos. Tú les puedes ayudar a explorar. Tu forma de escuchar, tu entendimiento, el no ser reactivo, tu simple presencia puede ser sumamente sanadora y ayudar a disipar muchos de sus temores.
- No ignores nada que esté vivo en ti. No finjas sentirte bien si no te sientes bien. Reconoce tu propio dolor, tu tristeza, tu frustración, tu decepción, tu soledad, incluso tu ira. Pero no los culpes a ellos, no se los eches en cara. Cuando culpas, te conviertes en víctima. Cuando lastimas a los demás, te lastimas a ti mismo. Recuerda, ellos son tan humanos como tú, y en el fondo, todos queremos lo mismo, incluso si no parece evidente.
- No te enfoques en lo que no son, ni los compares con lo que podrían o deberían ser - esto sólo generará decepción y resentimiento. Conéctate con lo que son, y con cómo se encuentran justo ahora. Comprende que tal vez ellos no sean capaces de comprender en este momento. Ayúdalos a comprender tanto como sea posible; comparte cómo te sientes, honra cómo se sienten ellos con su propio entender. No te disculpes por tu realidad, pero tampoco intentes 'convertirlos'. Simplemente comparte tu verdad, y suelta la necesidad de saber qué pasará enseguida.
Cosas maravillosas suceden cuando prescindimos de la necesidad de que nos entiendan, y cuando comenzamos a entendernos a nosotros mismos, exactamente en el punto donde nos encontramos.
- Jeff Foster

http://universo-espiritual.ning.com/

LOS MUTANTES DE LA LUZ ( Francisco Padrón Hernández)

LOS MUTANTES DE LA LUZ ( Francisco Padrón Hernández)


Es raro que, cada mes, no reciba alguna invitación para asistir a determinados programas televisivos para hablar sobre los temas que comentamos en esta página dominical. La cuestión OVNI es la que más parece interesar a este medio y, especialmente, aquellas personas que han tenido experiencias cercanas a esos misteriosos objetos voladores. Como tales programas no me garantizan un mínimo de seriedad, declino dicha convocatoria. Los productores insisten pero, ante mi negativa, preguntan: -“¿Y usted no conoce a otras personas que hayan vivido ciertas experiencias OVNIS?” Respondo: -“Si; a bastantes, pero no le voy a facilitar sus nombres”. Sigue la matraca preguntona: -“¿Por qué?” -“Existe algo que se llama secreto profesional. Ellos no quieren que se den a conocer sus nombres, aunque si nos han hecho partícipes de sus experiencias. La culpa de ese deseo de permanecer en el más estricto anonimato la tienen ciertos programas de televisión, con disparatas intervenciones de personajes bufonescos y el ataque o descalificación por parte de algún sarcástico escéptico, que intenta ridiculizar a unos seres humanos, normales que, cuentan, sencillamente su anómala experiencia”.
  Normalmente, cuando se produce un caso de avistamiento OVNI, de características espectaculares, la mayoría de periodistas o, incluso, investigadores del tema, se limitan a recoger la información del suceso, exprimiendo al testigo y, en la mayoría de los casos, es noticia de un día, quedando en el olvido. Casi nadie recordará a los testigos de aquel incidente. Y, sin embargo, a partir de tan extraña experiencia, la vida de esos mismos observadores, cambió radicalmente. Este periodista siempre ha procurado seguir, a través de los años, la evolución de esas personas. Eso le ha servido para confirmar tal mutación, con  características repetitivas y, asimismo, contrastar nuestras propias experiencias cercanas a los OVNIS. Podría exponer varios ejemplos de esas transformaciones, con personas que abarcan variados estamentos sociales y culturales, repartidas en diferentes países. Solo me limitaré a señalar, los casos de dos pilotos tinerfeños que, después de tener encuentros impactantes, muy cercanos a sus aviones, en rumbo de colisión, de unos OVNIS, a partir de ese día, se gestó una  importante transmutación, no solo en su forma de vida, sino en  ideas y pensamientos. O el de un modesto agricultor alicantino, que apenas sabía garabatear su nombre y que, tras una increíble experiencia OVNI, nos hablaba y escribía sobre conceptos de física avanzada y de mecánica cuántica.
La lista de estos seres humanos, a los que conozco y me honran con su amistad, es más larga, pero -por lo dicho anteriormente y a instancia de los interesados- también es anónima. Respetando el código de deontología periodística, silenciamos sus nombres. Solo queda nuestra palabra en la que, lógicamente, se podrá creer o no. A los negadores, antes que lo hagan, les sugeriría obtener una adecuada y extensa información que está al alcance de cualquiera que se interese por esta cuestión. 
   Antes de seguir adelante, me gustaría, una vez mas, repetir lo que figura en uno de los libros del ya desaparecido Carlos Castaneda. El indio don Juan, transmite al autor lo siguiente: “Esas luces, esas bolas, eran denominadas por los antiguos videntes como “tumbadoras”. Una fuerza rodante distribuidora de vida y conciencia. Esas bolas tienen una crucial importancia para los seres humanos porque son la expresión de una fuerza que tiene que ver con todos los detalles de la vida y de la muerte”.
  Por todo lo expuesto me he llevado una gran alegría poder leer lo que, en el número correspondiente a este mes de octubre, ha publicado el periodista Moisés Garrido Vázquez, en “Enigmas-Express”, bajo el título “Las huellas de los Ovnis”. Por fin alguien se percata de la importancia que tiene el efectuar, tras el paso de los años, un seguimiento de aquellas personas que, un lejano día, tuvieron un impactante encuentro OVNI y cuyo recuerdo continua imborrable en su mente. Así inicia Garrido dicho artículo: -“No voy a hablarles de las huellas físicas que en ocasiones dejan los OVNIS en el entorno, sino de otras huellas mucho más profundas. Las que dejan en la mente y en el corazón del testigo”. El investigador decide entrevistar a testigos que hace cinco, diez o veinte años, tuvieron tales experiencias. Añade: -“Al reencontrarme con estas personas, he podido apreciar que han padecido un cambio interior muy significativo. La experiencia OVNI ha marcado a la mayoría. Sienten interés por lo espiritual, por lo esotérico, por lo ecológico, acercamiento a la ciencia, incremento de la fe, despertar de conciencia, desarrollo de facultades psi, etc. Y es  que quienes se enfrentan a un hecho extraordinario, a un fenómeno anómalo que rompe los esquemas preestablecidos y que abre una fisura en nuestra rutina diaria para dar paso a otra realidad, sienten una profunda transformación psicoemocional”.
 Moisés Garrido plantea, al margen de lo que pueda ser el origen de los OVNIS, asegurando, como un servidor, que se trata de un fenómeno real, insiste en que produce un tremendo impacto en lo más profundo del psiquismo humano. Recomienda a los investigadores no sólo centrarse en los datos de un avistamiento. -“Quizá obtengamos más respuestas a este fascinante interrogante si ahondamos en el factor humano”. Para un servidor, más que fotos, filmaciones, huellas de aterrizaje,... posiblemente esas claves o respuestas, están en esos seres humanos que un día o una noche se encontraron frente a frente a una de esas misteriosas naves y sus tripulantes. Hace años que vengo insistiendo en esta cuestión y parece, que al fin, alguien opina lo mismo. Espero que cunda el ejemplo y que los investigadores se acerquen a esos testigos, dignos de credibilidad, con verdadero interés y, por encima de todo, con el más exquisito respeto hacia sus experiencias.
  También me alegra que Garrido mencione en su artículo, y recomiende su lectura, el extraordinario trabajo del psicólogo y profesor de la universidad de Connecticut, el norteamericano doctor Kenneth Ring, reflejado en su libro “El proyecto Omega”, y del que, ya en 1995, publicamos un comentario en esta misma página. K. Ring, en vez de hablar y negar, investigó minuciosamente a numerosos testigos OVNIS, así como a personas que sufrieron experiencias cercanas a la muerte, encontrando un proceso similar, paralelo, en ambas situaciones, comentando lo siguiente: -“Estas experiencias tienden a generar ciertas alteraciones profundas en los valores personales y en el sistema de creencias. En muchos casos, estos cambios se traducen en una visión totalmente nueva del mundo o, quizás, sería mejor decir, en una visión del cosmos”.
  A lo largo de muchos años siguiendo el fenómeno OVNI, me he entrevistando con numerosos testigos, y no solo me refiero a contemplar en el cielo el paso de una esfera luminosa, sino a experiencias más dramáticas, más cercanas y, la mayoría de las veces, hasta absurdas, por lo menos de acuerdo con nuestros esquemas y parámetros humanos. Algunos de esos casos han sido publicados en esta sección “Otros mundos”; otros, no, debido a determinadas razones, entre ellas la petición de silenciarlos. Incluso sé, por terceros, de otras situaciones similares pero que, los interesados, solo lo han comentado a sus más íntimos. Tienen temor de verse envueltos, con su nombre,  en informaciones periodísticas, con el consiguiente riesgo de ser tachado de visionario, loco o mentiroso. Y lo entiendo. Posiblemente, si servidor, hubiera vivido ahora las experiencias OVNIS por las que pasó, principalmente, en la década de los setenta, me hubiera callado; no hubiera efectuado el menor comentario. Solo disfrutaría, internamente, del notable cambio, al igual que otros seres humanos, que, a partir de aquella fecha, se produjo en mi. De todas maneras no dejo de reconocer que, experiencias más cercanas en el tiempo, las he guardado para mí. Las considero personales, intransferibles. Todas ellas ayudan a seguir buscando respuestas a seres humanos a los que, un día, la luz transmuto sus vidas. Ya no fueron iguales.

 Francisco Padrón Hernández.
http://solytierrafusion.blogspot.com.es/

VIAJEROS DEL ALMA (Francisco Padrón Hernández)

VIAJEROS DEL ALMA (Francisco Padrón Hernández)
El viaje astral es un tema del que, con bastante frecuencia nos hemos ocupado a lo largo de quince años en esta misma página de DIARIO DE AVISOS y, antes, desde 1976, en diferentes programas de Radio Nacional de España. Casi nadie creía en nuestras aseveraciones. En la actualidad, diferentes especialistas de la mente, no dudan en afirmar su realidad, asegurando que tal experiencia no corresponde, por ejemplo, entre otros argumentos, a trastornos del sueño. Lentamente, el tiempo, nos va dando la razón. El tiempo y, por supuesto, profesionales que han investigado, a fondo, tal cualidad del ser humano. Entre ellos está Paloma Cabadas, psicóloga por la Universidad Complutense de Madrid, investigadora de la conciencia, los estados disociados y de la muerte lúcida. También el psicólogo Luis Antonio Sánchez, especialista en psicología transpersonal y en hipnoterapia. Nuestra conversación gira, precisamente, sobre el viaje astral, ya que Paloma Cabadas ha impartido, recientemente en Tenerife, un curso sobre tal experiencia. Formulamos la pregunta obligada: ¿Qué es un viaje astral?

 -" Un viaje astral o salida extra corporal es un fenómeno totalmente natural, que nos ocurre a todos cuando dormimos o cuando nos relajamos. Puede ser también el resultado de un acontecimiento traumático, un accidente o intervención quirúrgica y, en ese caso, se producen las denominadas experiencias "cercanas a la muerte". Es un fenómeno humano y ocurre desde que el hombre es hombre, y que se sigue repitiendo diariamente. Se produce por un efecto energético de ampliación de nuestro campo de energías que libera este segundo soporte llamado, tradicionalmente, "astral". Se libera trasladando la conciencia y permitiendo una actuación  más o menos lúcida en ese otro nivel de realidad."

Preguntamos al psicólogo Luis Antonio Sánchez, organizador de este curso sobre el viaje astral, como especialista en hipnoterapia cual es su opinión sobre ciertos programas televisivos donde se intenta practicar situaciones de supuestas hipnosis, entre ellos uno, muy reciente, dedicado a sofronizar a famosos.

-"Me parecen bochornosos. Se esta dando una idea totalmente falsa de lo que es la hipnosis. Se utiliza como si fuera una droga de la verdad y la hipnosis, para nada, se puede utilizar con ese fin. El hipnotizador esta dando la imagen de que esta disciplina solamente se da en ese grado de hipnosis, en el cual, la persona se queda inconsciente. Se sabe que a dicho estado solamente puede acceder un diez por ciento de las personas. Se va seleccionando a los sujetos que puedan llegar a ese estado. Con esto se proyecta una imagen totalmente falsa. En la hipnosis hay otros grados diferentes que son, hasta incluso, mucho mas saludables y beneficiosos para trabajar con la persona en el nivel que está consciente".


Paloma ya ha impartido, en Tenerife, durante tres años, otros tantos cursos sobre las técnicas para realizar el viaje astral que es, en definitiva, una herramienta de auto conocimiento y que, además, tiene la virtud principal de poder comprobar esa naturaleza transcendente del ser humano. Podemos constatar, con la práctica y experiencia directa, con ese otro segundo cuerpo o soporte, pudiendo trabajar  en otros niveles de realidad , en otros estados de conciencia tremendamente lúcidos y, al final, terminar sabiendo y dandonos cuenta que no morimos, porque cuando empiezas a salir del cuerpo con una cierta lucidez entiendes perfectamente lo que ocurre a la hora de morir: pasas a otra vida. Con esta experiencia se acaba con ese tremendo miedo a la muerte, el miedo-raíz de la humanidad.

¿El hecho de efectuar este curso supone que cualquiera puede tener una experiencia de viaje astral?

-"Esto no se puede asegurar porque sería fraudulento. Lo que si garantizamos es que su contenido sirve a la persona a conocerse más, a poder controlar mejor sus emociones, con su campo energético, con sus niveles de lucidez. En realidad se trata de llevar a la persona a través de este trabajo a que se comprenda mejor, a que pueda ir entendiendo quien es, como conciencia, como individuo, que está haciendo aquí, que sentido y que significado tiene para ella la vida y de que manera poder aprovechar esta oportunidad humana  con mayor eficacia y claridad. El fenómeno, el viaje astral, viene por si solo. No necesitamos ofrecer garantías. Es como si me pides, ¿me enseñas a respirar? Tu ya respiras. Tenemos que aprender a reconocer al fenómeno, a discernirlo, a separarlo de los sueños, ya que se puede mezclar con el mundo onírico. Hay personas que tienen esas salidas, muy lúcidas, que siguen llamandolas "sueños". Aunque también denominarlos así, garantiza el que uno pueda estar, socialmente, mejor aceptado. Tu dices: "Tuve anoche un sueño en el que volaba, donde me encontraba, por ejemplo, con mi abuelo que falleció hace mucho tiempo; pude hablar con el..." Lo comentas, dentro del ámbito de un "sueño", y te dirán ¡que suerte, que fantástico, ya me gustaría a mi tener esos sueños! En cambio, si dices: -"Anoche tuve una salida extra corporal muy lúcida. Iba volando", y quien te escucha arruga la cara y piensa: "¿Que le pasa a este? ¿Está loco?".

¿Como se puede diferenciar el viaje astral de los sueños?

-"Para empezar tendríamos que definir lo que es el sueño. El sueño paradójico ocurre a lo largo de una noche, de estar dormido. Cada noventa minutos, hay diez en los que el cerebro, por su actividad fisiológica, produce una especie de hiper actividad neuronal donde se reorganiza el conocimiento del individuo. Se elimina el material residual y  queda, digamos, como el disco duro de un ordenador, más limpio y tranquilo. En ese proceso, -la neurona es una célula muy compleja-, en el mismo se evacuan imágenes. El cerebro produce ese bombardeo emocional con imágenes residuales. Pero no son imágenes que  estén ni contando una historia, ni teniendo un guión, ni teniendo una coherencia, ni donde tu siquiera participas. En una experiencia extra corporal, en el viaje astral, mas o menos lucido, tu estás participando de dicha experiencia: Cuentas algo así como, "¡que sueño más raro he tenido! Yo estaba en un sitio un poco oscuro, iba caminando, tenia un poco de aprensión por estar allí. Luego me encontré con fulano de tal...Era todo muy extraño". Luego te despiertas. Cualquier relato que uno haga donde hay un nivel  de participación personal, con un nivel mínimo de juicio, de evaluación, -no digo ya un dialogo con alguien, no hablemos ya de volar en cielo abierto, sobre ciudades o en el cosmos e, incluso, en los fondos marinos- eso tiene las características de salida extra corporal. Una diferencia básica es entender que lo que llamamos sueño fisiológico no es sino como un proceso digestivo de la mente, donde no hay nada que recordar. Mientras que cualquiera de las otras experiencias, por más que no sean muy claras, muy definidas, empiezan ya a ser salidas extra corporales, con baja lucidez. Si tu estás hablando, participando, evaluando, haciendo un juicio crítico, impresionandote, asustandote, alegrandote, todo eso ya no es un sueño, es una actividad extra corporal"

¿Y que sensaciones físicas podemos tener en el viaje astral?

-"Cuando estamos fuera del cuerpo, a través de nuestro campo energético que se extiende hasta formar como una especie de hilo, de cordón, de vínculo, muy  sutil con el cuerpo humano, estamos en todo momento en conexión con el mismo. Sabemos lo que le está ocurriendo a ese cuerpo en todo momento, de forma directa. Puedes tener, por ejemplo, ganas de ir al baño y decirte:-"Tengo que bajar, porque me urge ir al retrete. O tengo sed o hambre, o  se ha movido, bruscamente, el compañero de cama y eso puede repercutir en mi cuerpo físico e, inmediatamente, me incorporo. Lo que el cuerpo está captando, a través de estar vivo, con el sistema nervioso autónomo actuando, todo lo que recibe y percibe como señales auditivas, corporales, a través de la conciencia, en ese segundo soporte, está al tanto de todo y con una capacidad de reacción inmediata para incorporarse a su cuerpo físico. De hecho ese regreso, se efectúa, en algunos casos inconscientemente, cuando damos, en la cama, un bote o salto, entrando, de golpe, en nuestro soporte físico, produciendose un despertar inmediato".

 Recientemente, en esta misma página, recogíamos la noticia de que un neurólogo del Hospital Universitario de Ginebra, al estimular cierta zona del cerebro, denominada girus angular, de una paciente, esta tuvo la vivencia de verse fuera de su cuerpo. Con tal experiencia se intenta explicar que esos "viajes astrales" no es más que un mal funcionamiento del girus angular.

-"Esto se sigue correspondiendo con esa visión materialista de la conciencia del individuo, del ser. Afortunadamente no toda la ciencia convencional, sigue considerando la conciencia  como un producto del cerebro. La conciencia es una realidad inmaterial que se manifiesta independientemente del cerebro. Por tanto los intereses de la conciencia van a quedar  registrados en el cerebro. Siempre habrá una parte de el que dará testimonio de la motivación de la conciencia. Se trata una visión totalmente materialista; de seguir considerando que somos solo puro cuerpo y bioquímica neural".

  A lo manifestado por P. Cabadas, añadimos que existen casos de personas que, efectuando el viaje astral, han podido dar detalles muy precisos de lo que estaba ocurriendo en otra habitación o en momentos de estar, por ejemplo, totalmente anestesiados, contemplar, desde lo alto, todo lo que estaba sucediendo en el quirófano, a su alrededor.(Y que no me digan que este comentario no tiene ningún soporte científico ya que en el Stanford Research Institute, se han efectuado numerosos experimentos sobre este fenómeno). Paloma añade lo siguiente:

 -"¿Como es posible que la ciencia que surge, precisamente, para buscar la verdad, para poder encontrar respuestas a esas preguntas que siempre se ha hecho el hombre, ante un fenómeno como es la experiencia cercana a la muerte, que son millones de casos en el mundo entero, no haya investigado en profundidad esta cuestión? En 1992 una encuesta realizada por el InstitutoGalup, en Estados Unidos, desveló que ocho millones de norteamericanos habían vivido, solo en aquel año, el fenómeno de tal experiencia. ¿Como es posible que ese sector de la ciencia no haya tenido una mirada atenta e investigadora hacia esto? Con muchas menos razones se ponen a investigar otras cosas más superfluas. Y en esta cuestión, tan importante para el ser humano se pretende justificar de cualquier forma. Ademas vamos a darle la vuelta a esa noticia: El girus angular puede ser la contraparte cerebral que registra el fenómeno. Entonces habría que investigar sobre esto y de manera sistemática; no con casos aislados. Este descubrimiento no puede ser un argumento en contra de la experiencia extra corporal. Todo lo contrario. Es el principio de su demostración, de su realidad".

A todo lo expuesto por los psicólogos Paloma Cabadas y Luis Antonio Sánchez, nosotros añadimos lo siguiente que, en definitiva, solo es una repetición de lo que venimos comentando hace mas de veinticinco años: El viaje astral es una de las más hermosas experiencias al alcance de todos los seres humanos. Cada día aumentan el numero de personas que la pueden vivir. Han alejado de ellos el miedo, el temor, a lo supuestamente desconocido. La experiencia del viaje astral no se puede explicar o describir, sino en muy ínfimos detalles. Cada uno tiene que vivirla para entenderla. Luego, después de pasar por ella, se sonreirá ante cualquier comentario, negando la misma. Cuando llega el momento de la muerte, ese mismo cuerpo astral, etéreo, se alejará de su viejo soporte y, libremente, marchará hacia un nuevo destino, hacia una nueva forma de vida. Esa es la lección anticipada, en vida, de lo que ocurre cuando nos llegue el instante de la muerte. El viaje astral: pasaporte y pasaje. Destino: el Universo.

 Francisco Padrón Hernández
http://solytierrafusion.blogspot.com.es/

PACO PADRÓN HERNÁNDEZ



Amediados de los años ochenta, en España se vivía la mayor sequía informativa –en cuanto a los Ovnis se refiere– que se recuerda. Sin embargo, paradójicamente se estaba empezando a gestar una nueva generación de investigadores y periodistas que acabarían dedicando sus esfuerzos profesionales a la divulgación de todo lo que tenía que ver con los “no identificados”. Fueron ellos quienes, en los años noventa, lideraron informativamente lo que fue el temporal resurgir de la información sobre este asunto, al que se aproximaron cuando apenas se hablaba de este tema en los medios de comunicación. Lo hicieron gracias a varios libros publicados en los años setenta y comienzos de los ochenta. En ellos, el desaparecido comunicador tuvo mucho que ver.

Gran parte de esas obras fueron escritas por Juan José Benítez. Entre las revelaciones que contenían trabajos como 100.000 kilómetros tras los Ovnis o La gran oleada se abría paso una galería de personajes entre quienes destacaba –entre otros muchos– Francisco Padrón Hernández, un periodista tinerfeño que llevaba desde los primeros años setenta investigando el enigma OVNI en las Afortunadas. Él era el más estrecho colaborador de Benítez en aquellos lares. Ya se trataba de un conocido locutor de radio a quien muchos vecinos de las islas confesaron sus experiencias y avistamientos. La pasión que sentía por “aquellas extrañas luces” y su cálido espíritu comunicativo le convirtieron en la piedra angular que haría de las islas Canarias uno de los lugares más misteriosos de la Tierra.  

Gracias a él, pilotos de aviación, científicos y lugareños se decidieron a dar a conocer sus experiencias con los Ovnis. Hasta tal punto llegó la cosa que medios de todo el mundo empezaron a señalar a Tenerife –y a las otras islas del archipiélago– como una de las “zonas calientes” más activas de todo el planeta. E independientemente de que tras aquellos sucesos de gran impacto mediático existiera una intencionalidad por parte de los responsables del fenómeno, la labor periodística de Francisco Padrón fue fundamental y se convirtió en uno de los referentes de aquella nueva hornada de divulgadores que, en los años ochenta, se sintieron identificados con el espíritu de Padrón, por mucho que posteriormente pudieran haber disentido en algunas apreciaciones.

Cuando nadie se atrevía a hablar en radio de estas cosas raras, su acento canario y voz rasgada se convirtió en un mito. Fue uno de los padres y precursores de la radio del misterio en España. Del mismo modo que Fernando Jiménez del Oso fue el gran pionero del tratamiento de estos temas en televisión, y Juan José Benítez el primero en hacer lo propio a través de la prensa escrita, Francisco Padrón tuvo el coraje en hacer sonar psicofonías a través de la radio hace casi 35 años. Era algo impensable en la época. También fue uno de los primeros en llevar a testigos de avistamientos OVNI a sincerarse ante el público y relatar sus vivencias con un micrófono de por medio. Y es que aquellos eran tiempos muy intensos en Canarias. Por ejemplo, el 22 de junio de 1976 cientos de testigos observaron sobre Gran Canaria un enorme objeto que fue fotografiado desde un avión militar. Tiempo después, el 5 de junio de 1979, otra enorme cantidad de observadores vieron un enorme artefacto desconocido salir de las aguas del Atlántico dejando una enorme estela en forma de campana; las imágenes de aquel “no identificado” dieron la vuelta al mundo y hoy son un auténtico icono.





Padrón fue uno de los principales divulgadores de estos sucesos. Sin poder siquiera imaginarlo, su fórmula acabaría exportándose fuera de las islas. Pero independientemente de su labor específica, fue un hombre de radio en todos los sentidos. Inauguró como director Antena 3 en Tenerife tras haber sido el conductor en los años setenta del programa “Atlántida” en Radio Nacional de España. Después inició una exitosa singladura a través del dial canario en emisoras de lustre como Radio Club Tenerife. Así mismo, desde 1989 fue el conductor de una página relacionada con el mundo de la paraciencia en el Diario de Avisos. Hasta muy pocas semanas antes de su muerte, Francisco Padrón siguió entregando fielmente en redacción su cuidado y sentido texto. Ni con la salud en sus horas bajas faltó a una cita a la que fue fiel durante más de quince años.


Fuente:  efemeridestenerife.blogspot.com.es/2014
http://solytierrafusion.blogspot.com.es/

LIBRO EN EL SILENCIO DEL DESIERTO CAPÍTULO 12.- DE COMPRAS- PRIMER CONTACTO CON MADRID

LIBRO E EL SILENCIO DEL DESIERTO
CAPÍTULO 12.- DE COMPRAS- PRIMER CONTACTO CON MADRID

Siete de la mañana, y los tres desayunando en el salón. Sara se había levantado una hora antes según su costumbre, y había preparado el desayuno. Micael estaba mucho mejor. Al andar le molestaba un poco la zona lumbar, pero su estado general era satisfactorio. Se tomó el calmante, como le sugirió su mujer, y después de asearse, partieron hacia Tel-Aviv. Antes pasaron por casa de Saúl para proponerle la obra de Serena. El aceptó encantado, y le entregaron la llave para que fuera a verla y se hiciera una idea del trabajo a realizar, y a la vuelta de éstos, hablarían al respecto.
Cuando llegaron a la ciudad se dirigieron en primer lugar a casa. Tenían que echar un vistazo a los muebles y electrodomésticos que iban a llevar a Haifa cuando Serena estuviese en condiciones. Hicieron una relación de los tapices y alfombras que estaban todavía sin desembalar, y se pusieron en contacto con el vecino de la urbanización interesado en la compra del chalet. Aquél hombre no tardó nada en presentarse allí, y por él habría zanjado el tema de la compra-venta al momento. Pero quedaron para dentro de cuatro días en el despacho de su gestor. Antes de marcharse, Raquel fue a su habitación y sacó de su joyero el corazón de oro. Se lo puso a su marido en la mano y le pidió que fuera él quien se lo colgara de nuevo, a lo que él aceptó muy emocionado.
Fueron a una cafetería a tomarse un café, y empezaron la ronda de las compras. Lo más urgente era la ropa de ellos dos, pues literalmente estaban casi desnudos. Solo tenían lo puesto. Se dirigieron a unos grandes almacenes y recorrieron todas las plantas y sus distintas secciones. Raquel acabó atacada de los nervios. Ellos empeñados en hacerse con ropa y complementos normales y de poco precio, y ella en comprar ropa de calidad y adecuada para cada momento. Al final ganó ella, pero se prometió a sí misma que nunca más saldría con ellos a hacer compras.
Los paquetes eran muchos, así que decidieron, antes de seguir, llevarlos al coche que estaba aparcado en los bajos de los almacenes. Volvieron a subir y se dedicaron a buscar un regalo para Sara. Fue lo más difícil, pues ni sus hijos sabían qué cogerle. Al final fue ella, que dejándose llevar por su intuición, le eligió un chal de lana color violeta precioso.
Y terminado el asunto de la ropa y complementos, se dirigieron hacia otro centro especializado en mobiliario de oficinas e informática. La elección de los ordenadores no fue tan complicada. Solo había dos buenas marcas, y los tres se decidieron por una. No fueron dos ordenadores, sino tres, con sus respectivas mesas, amplias y prácticas, y sillas especialmente cómodas.
Ahí también discrepó con ellos dos. Micael y Jhoan pensaban que lo más sencillo era lo más práctico, y Raquel alegó que una persona que iba a estar todas las horas del día trabajando delante de un ordenador, debería estar sentado y acomodado en condiciones. Y de nuevo ganó ella. Los ordenadores podrían estar en Haifa al día siguiente, ya que la central tenía allí una delegación. Las mesas y las sillas esperarían a que la casa estuviera en condiciones para llevarlas.
Eran ya las tres de la tarde y se disponían ir a comer. Esta vez decidieron un vegetariano, pero antes pasarían por un locutorio internacional cercano al restaurante. Como a través del móvil era imposible comunicarse con Madrid, optaron por intentarlo desde allí.
Después de varios minutos de espera, Raquel consiguió hablar con David. Como la cabina era diminuta, ellos dos salieron fuera y esperaron sentados en la sala. Después de media hora, Raquel colgó y fue hacia la centralita a abonar la llamada.
Doblaron la manzana de edificios y llegaron al restaurante. A esa hora estaba casi vacío, pues los horarios de las comidas eran más tempranos que en España, pero les atendieron muy cordialmente. Los hermanos estaban impacientes porque Raquel les contara lo hablado con David, pero hubo que esperar a los cafés. Fueron tres capuchinos y el de ella con una buena dosis de helado de nata.
- Bueno... no nos tengas más tiempo en ascuas...
- Es que si lo hubiese hecho antes, ninguno de los tres habría comido.
- ¿Solo has podido hablar con David?
- Sí, él tenía el día libre, pero los demás estaban trabajando en el hospital.
- Bueno... ¿y qué te ha contado?
- Al principio he sido yo la que le ha puesto al corriente, aunque ya sabía lo nuestro por Marcos. El me ha dicho que no podrá venir a la boda porque ese fin de semana tiene guardia, pero que posiblemente Salomé sí lo haga, pues para entonces tiene quince días de vacaciones. De los demás no ha podido decirme. Pero lo más seguro es que él venga después. Ha pensado dejar el trabajo.
- ¿Dejar su trabajo en el hospital?
- Sí, él quiere escribir, y se va a dedicar plenamente a ello. Ya lo tiene decidido, y antes de empezar esa nueva etapa, quiere venir aquí a pasar unos días y conoceros.
- ¡No le habrá resultado nada fácil tomar esa decisión! Comentó Micael.
- ¡Pues no...! El ama su profesión, pero considera que el escribir y expandir información es lo prioritario.
- ¿Qué especialidad tiene David?
- ¡Neurología! Bueno... y ahora que caigo... ¿Y la tuya, mi amor, cual es?
- Cardiología.
- ¡Fíjate... qué raro no... que tú te hayas especializado en el corazón!
- ¿Y qué más te ha contado? Preguntó curioso Jhoan.
- Pues que como en varias ocasiones había intentado hablar con nosotros llamando a mi móvil, sin conseguirlo, Marcos le ha proporcionado uno de mayor cobertura, como el que usa él. Desde hoy podremos hablarnos sin problemas.
- ¿Has tomado nota de su número?
- ¡Si, ya lo tenemos! ¿Y qué más me ha dicho...? Ah, sí... que Salomé nos llamará en cuanto tenga claro lo de las vacaciones. Si no lo hace mañana, lo hará pasado. Y no hay nada más, chicos, más bien he sido yo la que ha hablado con él.
- ¿Qué edad tiene David?
- ¡La tuya, Micael, 44 años! El es el mayor de los cinco. Comenzó la carrera dos años antes que nosotros, pero le alcanzamos en tercero. Ya entonces robaba tiempo al sueño y al estudio para escribir, y se quedó rezagado del resto de sus compañeros.
- ¿Cuantos libros han editado ya David y Juancho?
- Pues no muchos... unos cinco, creo. Pero después de que la asociación se quemara, han seguido escribiendo, aunque no han pasado de los borradores. Lo que ahora quiere él es editar lo que ya está escrito, y seguir escribiendo. Pero se va a meter en serios problemas.
- ¿Por qué crees eso?
- Ignoro de dónde saca todo el conocimiento que despliega en sus libros, nunca hemos hablado de ello, ya os lo he comentado en alguna ocasión, pero inquieta y molesta a cierto sector esotérico, el relacionado con las órdenes herméticas de siempre. Por lo visto, David, sin haber tenido relación con ninguna de ellas, tiene conocimientos “prohibidos” que solo unos pocos saben y manejan entre ellos, y como se atreve a publicarlos y ponerlos al alcance de todo el mundo, le está acarreando problemas muy serios. En varias ocasiones ha sido amenazado de muerte telefónicamente, y otras muchas con mensajes anónimos que yo misma he leído.
- ¿Y de qué talante eran esas amenazas?
- ¡Del peor, Micael, eran amenazas de muerte!
- ¡Ya...!
- Pero él también cree que hasta que no haya hecho su trabajo, la “serpiente” no podrá nada contra él. Yo antes estaba terriblemente preocupada por él. Le quiero mogollón, y como vosotros, es mi mejor amigo.
- ¿Y ahora no...?
- ¡Ha llovido mucho desde entonces, Micael, y ahora sé cosas de las que entonces no era consciente!
Raquel, mientras contestaba a su marido, observó en él una mueca de dolor, a la vez que intentaba buscar una posición más cómoda en la silla.
- Mi amor, creo que va siendo hora de ir levantándose de la mesa. Tienes que andar. ¿Te duele mucho?
- ¡Es la zona lumbar la que me está machacando!
- ¡Tómate este calmante con un poco de agua!
- Mi amor, no me gusta tomar tanta medicación. Este dolor es llevadero.
- Micael, si te duele, al andar, inconscientemente, apoyarás mal la cadera, y será mucho peor. Estos calmantes no son demasiado fuertes, y tú lo sabes...
- ¡Y yo reafirmo lo que ha dicho tu mujer, hermano!
- Está bien, de acuerdo... dame esa pastilla.
- Y ahora vamos a pasear un poco por el parque, te vendrá bien.
- No, mi amor. Antes, mientras hablabas por teléfono, Jhoan y yo hemos estudiado la posibilidad de llevarte al Beth Hatefulsoth, el museo de la diáspora judía.
- ¿Pero ya estás en condiciones de patearte ahora un museo?
- Enseguida se me pasará, mi amor. ¡Si esta mañana he estado perfectamente!
- ¡Vale, de acuerdo, todo lo que sea cultura me apasiona, pero como vea algo desagradable…me marcho!
Paseando fueron hacia el museo, pero al llegar vieron con cierto desencanto la multitudinaria fila que había ante la puerta de acceso, en espera de su turno para entrar. Estaban a primeros de Julio, y los turistas venidos de todo el mundo invadían todos los centros culturales de la ciudad. Descartada esa posibilidad, dieron una vuelta por el Parque Central y se encaminaron hacia el aparcamiento. Eran ya las cinco de la tarde, y no querían volver demasiado tarde a casa, pues tenían que pasar antes por casa de Saúl para saber a qué conclusiones había llegado él después de haber visto Serena.
Ya en el coche, y después de haber acomodado en condiciones a todos los paquetes, Micael se puso al volante, Jhoan de copiloto y Raquel en la parte de atrás rodeada de bolsas y de cajas.
Al cabo de una hora llegaron al pueblo. Aparcaron el coche en casa y metieron todos los paquetes, y mientras Sara terminaba de preparar algo para la cena, pasaron a hablar con Saúl.
Este les estaba esperando con su hijo y con un hermano, y les pusieron al corriente: La casa, en general, estaba en buenas condiciones. El sistema de tuberías, aunque un poco oxidado, estaba perfecto. El tejado solo necesitaría un retoque en la parte central, y las puertas de la casa, aunque un poco deterioradas por el tiempo, con un reforzamiento a base de placas de acero, quedarían consistentes. Solo había dos problemas: los tabiques no aconsejaban hacerlos, dado los años que tenía la casa, porque bastante tenían que soportar las paredes al picarlas para agrandar el hueco de las ventanas. Raquel quería que fueran lo más grandes posibles. Quería luz en aquélla casa. Lo de los tabiques se supliría con unas cortinas contundentes y bonitas que separaran la habitación del dormitorio del despacho, y en la planta baja, la cocina del salón. El baño lo instalarían en la parte de la cocina, en una pequeña pieza que hizo, antiguamente las veces de despensa.
El otro problema estaba en el suelo. En algunas zonas estaba muy estropeado, y habría que cambiarlo, pero el terrazo era precioso, era casi una obra de arte, y Raquel no quería destruirlo. Así que se dejaría tal y como estaba y haría uso de los tapices y de las alfombras en las zonas más castigadas.
Concluyendo, el trabajo a realizar sería reparar el tejado, instalar el baño y la cocina, hacer las nuevas ventanas, pintar y restaurar las puertas. Trabajando tres personas a conciencia, en doce días estaría todo terminado. Cerraron el trato, y al día siguiente comenzarían las obras.
Raquel se sintió satisfecha. No iba a quedar la casa tal y como la había visualizado en el sueño, pero seguro que iba a ser mucho más bonita.
Cuando regresaron a casa, Sara ya tenía preparada la cena. Aunque habían terminado de comer tarde, la comida la tenían ya en los pies. El ajetreo de la mañana y el ejercicio por parte de ellos dos poniéndose y quitándose ropa, les había abierto el apetito. Se pusieron a cenar y dieron buena cuenta de los platos.
Cuando llegó el momento de los cafés y las infusiones y de la acostumbrada tertulia, entregaron a Sara el regalo. Esta se emocionó y se echó a llorar. Su Josué, cuando nació Micael, le regaló un chal de lana virgen, de color azul, y hace unos años, cuando atizaba el fuego en la cocina, se le quemó y tuvo que tirarlo con gran dolor de corazón. Sus hijos no lo supieron, pero ahí tenía un nuevo chal, regalado por sus hijos, y que se puso con mucha ilusión. Les dio un sonoro beso a cada uno y fue hacia el espejo del salón a contemplarse.
Después fueron abriendo todos los paquetes con la ropa comprada, y Sara fue mirando pieza por pieza. Disfrutaba como una niña. Y los dos hermanos sufrieron de nuevo el ajetreo de la mañana. Su madre quería verles con los nuevos pantalones y camisas, y durante una hora estuvieron haciendo pases de moda. No hay que decir, que ambos aprovecharon aquélla circunstancia para divertirse, e hicieron puro espectáculo. Fue cuando Raquel descubrió aquélla nueva faceta de su marido. Sara lloraba de risa, y Raquel se descojonaba de los dos, sobre todo cuando empezaron a desfilar con su nueva ropa interior.
- ¡Ay, hijos... no me había reído tan a gusto en toda mi vida...! ¡Pero qué payasos sois...! Y seguía riéndose.
- ¡Nos alegra mucho verte así, mamá!
- Hace tanto tiempo que no os veía así de felices, hijos... ¡Ay... si vuestro padre pudiera veros...!
- Ya sabes que sí, mamá, y hace dúo con Raquel... los dos se están descojonando de nosotros, porque aunque tú siempre has creído que papá era muy serio, yo sé que era un cachondo mental.
- ¡No digas esas cosas de tu padre, hijo...!
- ¡Pero si es la verdad, madre....! Micael tiene razón. Contestó Jhoan.
- ¿Cuanto hace que murió Josué? Preguntó Raquel.
- Hace mucho tiempo ya, hija mía. Vino un día del trabajo a media mañana, sintiéndose mal, se tumbó sobre la cama y me pidió una infusión para la mala gana, y cuando entré con ella a la habitación, sus ojos se habían cerrado ya para siempre. Había sido un infarto. Lo que más me consoló entonces es que murió con una sonrisa en su rostro. Micael estaba estudiando entonces el primer año de carrera, y tuvo que hacerse cargo del negocio. Iba a estudiar a las mañanas mientras yo atendía en la tienda, y él, en las tardes y noches atendía los pedidos. Aunque nosotros habíamos conseguido ahorrar un dinerillo para los estudios de ellos dos, al irse Josué, no fue suficiente, y tuvo que sacarlo él adelante como pudo. ¡Ay, hijo mío... te ha tocado trabajar duro!
Jhoan era todavía pequeño, pero ya le ayudaba entonces. Ha salido artista, como su padre, y cuando empezó a estudiar, Micael ya había acabado la especialidad y tenía un buen trabajo en el hospital de Hebrón. Un poco lejos de casa, pero así tuvo que ser. Entonces pudo costear los estudios de Jhoan y ayudarme a mí en la economía familiar, y pudimos quitarnos el negocio que tanto nos esclavizaba.
- ¿Y cual era el oficio de Josué?
- Era reparador, mi amor. ¿Sabes qué es...?
- Es una especie de restaurador de muebles y enseres antiguos... ¿no...?
- ¡Sí, más o menos, y también libros antiguos, era todo un experto!
- Entonces tú también conoces el oficio...
- Sí, lo conozco, pero no tengo ningún arte, y si conseguí que funcionara durante tanto tiempo, fue porque mi hermano me ayudó. Se le daba mucho mejor a él, con nueve años, que a mí.
- ¿Queréis un poco más de café, hijos?
- No, mamá, ahora no. Pero haremos cuando volvamos de la playa.
- ¿Vas a nadar, hijo?
- Si, ya sabes que me gusta mucho, y me va bien para la espalda. Raquel... ¿qué te parece si me haces ahora los masajes?
- ¿Ahora, Micael? Acuérdate de cómo quedaste anoche. ¿Ya tendrás ganas luego de ir a nadar?
- Bueno, si necesito un poco de ayuda... ¿tendré unos hombros donde apoyarme? Es que a mí, mi amor, el agua del mar me da mucha vida al cuerpo...
- ¡Vale... vale... tu sabrás, pero para eso te los doy allí mismo!
- ¿Y tú, hermano... que vas a hacer?
- ¡Pues no sé, quizás trabaje un rato!
- ¡Pero si te estás muriendo de ganas por venir con nosotros...! exclamó Micael riéndose.
- Si, hermano, es verdad, pero tenéis derecho a vuestra intimidad.
- ¡Jhoan, hay tiempo para todo! A mí también me gusta que estemos los tres. Creo que son días de convivencia, de conocernos a fondo entre nosotros, de compartir, de hacer proyectos juntos. Ya habrá tiempo después para irnos cada cual por un lado. ¡Disfrutemos del momento! Exclamó Raquel.
- ¿Tú crees que tendremos que separarnos, hermana?
- Intuyo que sí. Habrá que viajar y conocer gente. No todo el trabajo se hará aquí. Y también creo que no solo seremos nosotros tres. Habrá muchos más.
- ¿Entre ellos cuentas a David? Preguntó Jhoan.
- ¡Sí, claro, y no solo lo intuyo, me atrevo a afirmarlo! ¿Por qué te crees que hemos comprado un tercer ordenador? Ah... y ahora que hablamos de ellos... Sara, mañana a primera hora vendrá a traerlos. Nosotros estaremos en casa, pero para que lo sepas.
- ¡Ah, bien...! ¿Y dónde vais a ponerlos?
- Mamá, hasta que podamos llevarlos a Serena, ¿no te importaría hacer las comidas y las cenas en la mesa de la cocina para utilizar ésta del salón para trabajar? ¡Es la más grande!
- ¡Pues claro que sí hijos, todo lo que necesitéis! Y yo ya os dejo. Mañana tengo que madrugar para ir temprano a casa de Efraím. Anda un poco torpe estos días y quiero prepararle el desayuno.
- ¡De acuerdo, mamá!
Y Sara fue a cada uno de ellos, les besó y les dio su típica bendición: un beso en la frente retirándose a su habitación. Mientras Raquel recogía la vajilla de la cena, los dos hermanos se pusieron a organizar sus ropas y a guardarlas en sus respectivas habitaciones.
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LIBRO EN EL SILENCIO DEL DESIENTO CAPITULO 11.- REVELACIONES

LIBRO  EN EL SILENCIO DEL DESIENTO 
CAPITULO 11.- REVELACIONES

El móvil de Micael sonó. Era Josafat, desde el Cairo. Se había quedado preocupado por la situación de ellos y llamaba para preguntar. La comunicación no era buena, y la línea se interrumpió varias veces, pero consiguieron informarse mutuamente. El tenía que venir de nuevo a Jerusalén por asuntos de trabajo, y Micael quedó en ir a buscarle para que pasara unos días con ellos.

No habían empezado a cenar, cuando de nuevo sonó el aparato. Esta vez era Marcos. Por circunstancias un poco extrañas se había enterado de lo sucedido en Hebrón y llamaba muy preocupado. La verdad es que a ninguno se le ocurrió el advertirle que estaban bien. No pensaron en ningún momento que una noticia tan local, que no salía ni en los informativos, pudiera llegar a Madrid. Marcos más tranquilo, también quedó en pasar un día por casa. Cuando Micael le dio la noticia de su matrimonio con Raquel, éste le dijo: “Cuando ella marchó para allí, yo me olí algo y la puse en vuestro camino”. Confirmó que David ya tenía la carta de Raquel, y el número del móvil de ellos. Las comunicaciones no eran buenas, pero intentarían ponerse en contacto.

Cuando Micael les terminó de contar, empezaron a cenar. Raquel no tenía mucho apetito. La verdad es que tenía un ligero malestar. Le dolía la cabeza y le pidió a su marido un calmante.


- ¿Mi amor, te molesta mucho?

- Normalmente no suelo tomar nada, pero es que quiero estar bien para después.

- ¿Y qué va a pasar después, hija?

- ¡Tengo una cita con tu Micael en la playa, e intuyo que me va a hacer trabajar de lo lindo! Me voy a enterar de todo...

- ¡Toma, mi amor, esto te repondrá! ¿Tiene algún motivo ese malestar?

- ¡Es la tensión... en tres días he vivido más que en cuarenta y dos años! Y esta aceleración la nota mi cuerpo.

- ¿Pero eres feliz?

- ¿Acaso no se me nota? ¿Y tú, Micael... cómo tienes esa espalda? Nos hemos olvidado de los masajes y eso no es así. Si queremos que funcionen, tiene que haber una continuidad.

- Cuando tu quieras volvemos a ello, pero está mucho mejor.

- ¿Y está más guapo... a que sí, hija?

- ¡Yo le he visto guapo siempre!

- ¡Ahora hazle la pelota, hermanita... claro, como sabes ya que es el jefe!

- ¿El jefe...?

- ¡Bueno... uno de los jefes, quería decir! ¿Cuando vais a ir a la playa?

- Después de cenar.

- ¿Y la vas a llevar a la calita?

- ¡Sí, quiero enseñársela!

- ¿Hay por aquí alguna cala? El otro día, Micael, no vi ninguna.

- ¡Es que no se ve, hay que descubrirla! Es una media luna, muy pequeña que está entre dos rocas de granito. Para llegar a ella hay que entrar por una vieja caverna que era antiguamente refugio de pastores. La descubrió Jhoan un día jugando a piratas con nuestro primo. Lo guardó en secreto, y de hecho, somos los únicos que sabemos de ella. Ni madre no ha ido a verla, porque no le apetece andar entre piedras. Antes me iba a la noche a darme mis baños, y luego me quedaba a dormir allí, al amparo del mar y de las estrellas. Es un paraíso en miniatura.

- Hijos... ¿pero volveréis a dormir?

- Mamá, no lo sé... Depende también de la temperatura que haya. Ahora refresca un poco a las noches.

- ¡Por si a caso llevaros ropa de abrigo!

- ¡Sí, mamá, no te preocupes!

- ¿Mañana vais a ir de compras?

- Sí, pero ya concretaremos en el desayuno, madre. ¿Por qué no te vienes con nosotros?

- ¡No hijo... es demasiado ajetreo para mí! ¡Disfrutad vosotros, que sois jóvenes!

- ¿Y tú, Jhoan... qué vas a hacer?

- Me voy a dar una vuelta por el pueblo. Antes me he quedado con las ganas de seguir viendo, y cuando vuelva a casa, posiblemente me quede un rato a trabajar.

- ¿No hemos quedado hermano que hasta mañana estamos de vacaciones?

- Si, pero cuando el conocimiento viene deprisa pidiendo paso... hay que dárselo.

- ¡Caramba... estás inspirado! ¡Pues adelante, hermano!

- ¿Y tu mamá, qué harás?

- En cuanto recoja, me voy a la cama. No tengo sueño, pero mis piernas necesitan estirarse.

- ¡De recoger nada, porque de eso me encargo yo! Contestó Raquel.

- ¡Como quieras, hija!

Micael ayudó a Raquel a recoger la vajilla de la cena y preparó las infusiones para después. Tenían costumbre de tomarlas antes de irse a dormir. Se la entró a la habitación a su madre y tras despedirse de ella, cogieron los jerseys y se encaminaron hacia la playa. Aunque había luna llena, las nubes bajas entorpecían su visión. Micael caminaba en silencio, cogiendo a su mujer por los hombros. Raquel le miró y observó en él una profunda concentración. Su cuerpo iba con ella... ¿pero dónde estaba él realmente? Al cabo de unos minutos de marcha, llamó su atención.

- Mi amor,  ¿a dónde te has ido?  Y Micael rió.

- Estaba haciendo preparativos.

- ¿Pero dónde...?

- ¡Aquí! Contestó señalándose el corazón.

- Pues estabas muy cerquita...

Raquel siguió contemplando el rostro de Micael, y éste, ante la insistencia de ella, la besó.

- ¡Contigo es imposible trabajar, mi amor! Pero parte de ese trabajo ha sido contigo.

-¿Conmigo? ¿Y eso…?

- Siento tu corazón vibrando de amor, pero sigues teniendo la mente alterada y tus emociones disparadas. Es normal para la tensión a la que estás sometida, no TU, mi amor, sino tu personalidad.

-¿Y  hay alguna diferencia?

-¡Sí, claro, toda! Tu corazón sabe, de hecho ha sido EL quien te ha traído hasta aquí, pero tú, como Raquel, todavía no te has centrado. Te conozco perfectamente, mi amor, y sé que lo vas a conseguir.

-Solo una pregunta, Micael, ¿es real lo que estoy viviendo, lo que estamos viviendo los dos?

-¿Y esa pregunta…?

- Me parece todo tan maravilloso… que tengo la sensación de que estoy soñando. ¿No será éste otro sueño más de los muchos que tengo, donde vivo verdaderas aventuras en lugares diferentes, con personas a las que no conozco, en circunstancias totalmente distintas, y que al despertarme a la mañana, todo queda en un sueño? Pero mientras los vivo…todo es real…

-No estamos en un sueño, mi amor, pero sí en una realidad de las muchas en las que estamos experimentando, en la que hemos coincidido, reconocido, amado y en donde tenemos mucho trabajo pendiente que hacer juntos con algunos hermanos. ¡Esto es real, mi amor! Más adelante comprenderás y vivirás la plenitud del momento.

-Ya veo que, como tu hermano, has aparcado las vacaciones, y la inspiración os ha visitado…

- Jajaja en nosotros la palabra “vacación” va a resultar un tanto extraña, mi amor.

- ¿Micael, qué es aquello?

- ¡Es la gruta de acceso a la calita! ¡Ya hemos llegado!

 Raquel se adelantó considerablemente, y cuando llegó a la entrada la observó minuciosamente, y sin esperar a Micael se introdujo en su interior. Cuando éste la alcanzó, ésta ya estaba en el fondo de la misma, tanteando con la palma de sus manos las paredes húmedas que sudaban agua a través de finas capas de musgo verde aterciopelado.

- ¿Qué buscas Raquel?

- ¡Una silla de piedra!  Y ante el gesto de extrañeza de su marido, Raquel le explicó.

- He estado ya en este lugar, Micael, y aquí mismo había una silla de piedra.

- Lo único que tienes aquí, donde está tu mano, es esta piedra horizontal que sale de la pared. Mira, está aquí, tapada con estas piedras, y sentándose sobre ella se ejerce la presión necesaria para que la pared se abra y así poder entrar en la cala. Pero cuéntame, mi amor... ¿qué es lo que sabes sobre este lugar?

- Hace siete años tuve un sueño. David, Salomé y yo íbamos por un sitio de playa y comenzamos a subir unas rocas, como buscando algo, en plan de exploración. Yo diviso una gruta y les animo a ir a verla. Una vez en la entrada, que es esta misma, estoy totalmente segura, a Salomé le da reparo entrar, pero a regañadientes lo hace. Entramos hasta el fondo. Está todo oscuro, como ahora, pero de repente vemos que de las paredes sale una luz azul clara que poco a poco va ganando en potencia. Y al volvernos hacia aquí, vemos a un ermitaño sentado sobre esta misma piedra horizontal que nos miraba sonriente y con unos ojos cargados de amor y ternura.

Aquel ermitaño aparentaba tener unos setenta años, pelo largo hasta los hombros y del todo canoso. Llevaba barba, muy tupida, corta y muy bien cuidada. Su piel era oscura, como bronceada intensamente por el sol. Sus ojos eran negros, pequeños, pero penetrantes, de mirada infinita. Sus manos, largas aunque muy castigadas quizás por el duro trabajo, pero sus uñas delicadamente cuidadas. Yo enseguida sentí que se trataba de un sabio, de un maestro, y quería hablar con él. Salomé quería salir de allí, pero no por miedo, sino porque estaba muy apurada. David no se atrevía a tanto, pero permanecía a mi lado. La verdad es que yo no quería hacerle ninguna pregunta, solo quería comentar con él cierto asunto. Así que empecé a hablar, bueno lo intentaba, porque mi voz no salía de mi garganta, sino del interior de mi pecho y vientre y a cámara lenta. Era una voz grave, más bien de hombre. Es como cuando estás oyendo una grabación tuya y de repente la pones a una revolución inferior. Y él, cuando me contestó, su voz sonaba como la mía.

- ¡Es que estabais en una dimensión distinta! ¿Pero qué le comentaste?

- La verdad es que solo hablaba yo. Estaba muy excitada. Yo veía que él, con una entrañable sonrisa y una infinita paciencia me escuchaba, y sabía que me quería decir algo, pero yo no le dejaba. Era la primera vez que podía hablar con alguien que me iba a comprender y creer sobre mis experiencias, mis recuerdos, mis sentimientos, intuiciones sobre Jhasua. Y cuando ya al final me vacié y me relajé, le pedí disculpas por no haberle dejado pronunciar palabra. Entonces él nos regaló una sonrisa tan maravillosa, que hizo vibrar todo mi cuerpo. Levantó ligeramente su mano izquierda, como señal de saludo, y con una voz, parecida a la que salió de mi interior nos dijo: “SOIS DE LOS SIETE MIL CORDEROS DE CRISTO, HACEDORES DE LAS NUEVAS NACIONES” Y allí terminó el sueño, al menos no recuerdo nada más.

- ¡Más claro... el agua! ¡Esa sí que es una revelación en condiciones!

¡Hacedores de las nuevas naciones!

- Es precisamente lo que menos me importó. Yo me quedé con lo de los “corderos de Cristo”. Me sentí muy dichosa el que me considerara como tal. Ser cordero era como estar a su lado, trabajar con él, ser de los suyos....

- ¡Y yo que pensaba que te iba a enseñar por primera vez este lugar!

- Micael, ¿quien crees tú que podría ser aquél ermitaño?

- No te quedes con el personaje, Raquel... ¡qué importa! El AMOR puede tomar el aspecto y la forma que desee en cada momento.

- Está visto que él también sabe de la existencia de esta gruta.

- ¡El está aquí, mi amor, vive aquí! Y visto que tú eres ya una veterana en este lugar, te concedo el privilegio de sentarte en esta piedra y abrir nuestro acceso al mar.

                              

Cuando Raquel se sentó sobre ella, al instante, en la pared, se abrió una grieta lo suficientemente ancha para que una persona la atravesara de medio lado. Cuando ya estaban al otro lado, Raquel comprobó que había igualmente otra piedra con la que volverían a abrir la roca a su regreso. A pesar de lo vivido últimamente, no dejaba de sorprenderle todo aquello. Para ella era pura magia, de la auténtica. Micael la cogió de la mano y la ayudó a bajar unas cuantas rocas que los separaban de la orilla. Ella se paraba cada dos por tres, se sentía absorbida por aquél paraje, y la orilla le atraía poderosamente. Hizo un intento de bajar aquéllas  piedras corriendo, pero Micael la paró.

                                        

- ¡Mi amor, cuidado, puedes hacerte daño! ¡Tranquila...! ¿Por qué estás tan nerviosa?

- Es que...

Y aquél “es que...” de su mujer, le hizo saber que ella ya conocía también aquella cala.

- ¿Raquel, has estado aquí también verdad?

- Creo que sí, pero necesito bajar a la orilla.

- ¡Bien, pues vamos allá, pero despacio, sin prisas!

Raquel, a pesar de la advertencia de su marido, bajó corriendo. Cuando pisó la arena, su cuerpo se estremeció. Se descalzó y comenzó a andar lentamente por la orilla. Estaba segura, había estado allí. Se relajó, dentro de lo posible, y se dejó guiar por su corazón.

Empezaron a emerger las lágrimas por sus ojos. Micael la observaba a distancia, emocionado. Sabía perfectamente lo que ella estaba viviendo. Faltaban unos pocos metros para alcanzar el otro extremo de la cala, cuando Raquel se paró, se dejó caer de rodillas y se entregó a un convulsivo llanto. Micael la alcanzó, se arrodilló junto a ella y la rodeó con sus brazos.

- ¿Sabes, mi amorcito? Acabas de señalar con tus rodillas el sitio donde suelo tumbarme siempre que vengo aquí. Es el mejor punto de la cala. Tienes buen olfato.

- ¡Aquí mismo le vi a él, Micael, y al recordarlo, todavía se estremece mi cuerpo!

- ¿Vas a contármelo?

- ¡Mi amor, lo estoy deseando!

Este sueño lo tuve hace... ¡madre mía, ni me acuerdo! pero creo que poco después de regresar de Jerusalén. Tendría quizá 10 años. Yo iba andando descalza por la orilla de esta playa, no era de noche, como ahora, sino un atardecer. El sol se iba metiendo por el horizonte y yo me sentía atraída por él. Pero algo me llamó la atención. A bastante distancia de mi, vi sobre la arena un tronco de árbol de grandes dimensiones, y a su lado dos bultos negros. Aceleré mi paso y cuando ya estaba cerca comprobé que no solo era un tronco, eran dos, cruzados en forma de cruz, y sobre los que un hombre estaba clavado por las muñecas y los tobillos. Aquéllos dos bultos negros eran dos mujeres totalmente enlutadas que lloraban amargamente por él. Cuando vieron que me acercaba,  ellas se retiraron deprisa y se sentaron en el suelo a unos pasos de aquél crucificado. Cuando le contemplé, mi cuerpo se estremeció. Yo no le conocía, pero le amaba. Me arrodillé a su lado y vi cómo su cuerpo sangraba. Estaba cubierto de llagas, y me abalancé sobre él, y me abracé con toda la fuerza de mi corazón.

Pero sucedió algo sorprendente. Aquél hombre se desclavó las muñecas, se sentó sobre los troncos y fue él quien me abrazó a mí y me besó en los labios, y volviéndose hacia las mujeres de negro dijo: “Ella ya ha hecho un largo recorrido, ya solo le faltan los tres cuartos de la mitad”. Y dirigiéndose a mí exclamó: “¡Estoy vivo, estoy vivo!”

Y allí terminó el sueño. Y él estuvo aquí, aquí mismo. Entonces no supe quien era, solo sabía que le amaba, pero no tardé mucho en averiguarlo. Al cabo de unos pocos años, me encontraba estudiando en el sofá del salón de casa, de la de mis padres, cuando un sopor me invadió obligándome a recostarme sobre un cojín. De repente sentí frío  alrededor y cómo alguien plasmaba en mis labios un beso. Lo sentí frío, pero cargado de cariño, de ternura. Todavía tengo esa sensación en mis labios. Yo quise saber quien estaba conmigo, pero aunque estaba despierta, no podía abrir los ojos, ni mucho menos mover mi cuerpo. Hice grandes esfuerzos por abrirlos, y cuando al final pude hacerlo, aquél frío había desaparecido, y por supuesto no vi a nadie en el salón.

No sabía de quien era aquél beso. Todavía conmocionada, me levanté, y cuando me disponía ir al baño, vi, sobre la viga del salón, plasmado un rostro en blanco y negro. Sabía que era él, y cuando fui a acariciarlo con mi mano, desapareció. Días más tarde, en otro sueño también, estábamos los dos abrazados. El llevaba una túnica blanca y yo una especie de chandall. El me rodeaba intensamente con sus brazos y yo le besaba en el cuello, pero cuando salí de aquélla experiencia me dio rabia el no haber podido estar en ella con mi cuerpo. Con el espíritu, las sensaciones son totalmente descafeinadas. Se siente algo parecido a la plenitud, pero no se experimenta con la intensidad de la carne. Si aquél abrazo, en las dos ocasiones, lo hubiese dado y recibido con mi personita, ¡Ay, otro gallo habría cantado! Y Micael acariciando el rostro de su mujer, la besó.

¡Mi amor... pero este beso te lo doy en la carne! Tú has llamado capullo a un hombre, a un amigo, que desde que viniste a este mundo a estado amándote.

- ¡Ni que te lo hubiese llamado a ti... no te lo tomes tan a pecho, hombre! Y Micael rió…

- Ahora que caigo en la cuenta, lo de “los tres cuartos de la mitad” que me dice él en el sueño,  lo he oído aquí en algún momento... ¿dónde ha sido?

- ¡Tres cuartos de la mitad, un año por cada elemento más uno: cinco años! Te lo dije yo, mi amor.

- ¡Es cierto! ¿Acaso él quiso decirme lo mismo?

- ¡Seguramente, pero aquél no era el momento de desvelarlo!

Bueno... ya estamos aquí... ¿No me habías traído para ayudarme a saberlo todo?

- La verdad es que mi intención era hacer esto mismo pero en otro momento, en la noche de nuestra boda, pero todo se está acelerando y no quiero que sigas con este desasosiego en tu corazón.

- ¿Es que no hemos tenido esa noche especial de boda?

- ¡Claro, mi amor, pero me refiero a la religiosa! Sé que será un día precioso para los dos.

- Micael, pues si he esperado cuarenta y dos años para enterarme de algo, puedo hacerlo quince días más si es para ti tan importante ese día.

- No, Raquel, éste es el momento. Cuando veníamos para aquí, he dudado, pero cuando has empezado a recordar... lo he visto muy claro. ¡Ven aquí, mi amor!

 Micael, cogiendo a Raquel de la mano, la llevó a un punto determinado de la playa. Se distanció de ella unos cinco metros y concentrándose empezó a emitir unos sonidos cuya vibración resultaba bastante molesta al oído. De repente, de los pies de su marido, comenzó a subir una línea de luz que conforme iba ascendiendo dejaba tras de sí un panel de luz. Aquélla línea le sobrepasó dos codos, y desapareció. Pero ahí quedó, estática y silenciosa una especie de puerta en cuyo interior se adivinaba una danza vertiginosa de puntos luminosos. Raquel no se sorprendió demasiado, pero quedó literalmente muda y paralizada. Micael, volviéndose hacia ella, y con una gran sonrisa en su rostro, la invitó:

- Esta es tu oportunidad, mi amor, para estar con El, con tu gran amor, y descubrir aquello que habías olvidado.  Este regalo te lo hace mi corazón.

- ¿Y qué tengo que hacer? Preguntó confusa Raquel.

- Esta es una puerta dimensional, atraviésala y estarás con tu cuerpo y tu corazón con Jhasua, y podrás hacer lo que entonces no pudiste.

- ¿Quieres decir que volvería de nuevo al pasado?

- Sí, pero esta vez no lo harás como una doliente espectadora en una pesadilla. Estarás allí, volverás a sentir tu cuerpo de entonces, pero esta vez yo estaré a tu lado y te daré la fuerza que necesitas para llegar a él, y morir con él, en sus brazos. Y por fin verás su verdadero rostro, el que siempre se te había negado.

Raquel escuchaba en silencio a Micael sin perder de vista aquélla puerta. Se sentía fuertemente atraída hacia ella, pero no se movió. Había algo en su corazón que la preocupaba y que no le permitía atravesarla.

- ¿Raquel... no te decides?

- Micael... sí ni siquiera me acuerdo de quien era yo entonces. Sé que era una mujer joven que le amaba, pero no se mi nombre. El me llamaba con el nombre de un animal, al que me parecía mucho, pero ni siquiera eso recuerdo.

- ¡Pues si atraviesas esta puerta, lo sabrás! ¿A qué tienes miedo, mi amor? ¿Quién crees que hay al otro lado de la puerta? ¿Aquél que te obstaculiza siempre el paso? ¿Es eso...?

- No, Micael, es que si paso al otro lado de la puerta volveré a ser la joven cuyo corazón no pudo con aquél dolor y se rompió en mil pedazos. Mis ojos se cerraron para siempre, antes que los suyos. Tengo miedo a no volver, Micael, a quedar atrapada allí. Probablemente con tu ayuda conseguiría llegar hasta él, fundirme con él y morir con él, pero... no volvería a ti, mi amor y... yo te amo, te amo Micael! Jhasua ha sido siempre mi gran amor, pero pertenece al pasado, como la joven que fui. Pero tú eres mi presente, Micael, mi amor, mi amigo, mi esposo, mi príncipe, con el que quiero entregarme al mundo. Estaba colgada del pasado, añorando unos momentos que no pudieron ser, cuando mi presente está repleto de momentos y realidades tan hermosos o más.

- ¿Soy acaso para ti el Jhasua del presente, mi amor?

- ¡No cariño, tú eres Micael, el mismo amor, en el presente! ¡Y esta vez nadie impedirá que esté a tu lado! ¡Esta vez sí que iré a esa cruz contigo!

 Micael, temblando de emoción, abrazó a su mujer y la tuvo pegadita  con fuerza a su corazón durante unos minutos. Raquel se sentía flotar entre sus brazos, pero él, levantando con la mano su barbilla, depositó un beso en su boca e insistió:

- Mi amor, si tu miedo es por la posibilidad de no volver, descártala. Yo estaré a tu lado, y si es necesario entraría a buscarte. ¡Puedes estar totalmente segura!

- ¡Ya lo sé!

- Entonces... ve, Raquel, no solo estarías con él sino que descubrirías algo muy importante para tu corazón. Tendrías más consciencia sobre ti, y comprenderías muchas cosas...

- Lo más importante para mi corazón es que estoy trabajando en su equipo y a tu lado. Lo único que me importa saber sobre mí, es que soy tu esposa, tu princesa y la mujer que te ama, y en cuanto a comprender ciertas cosas... bueno... las que no entienda, ¡ya me las explicarás tú!

- Entonces... ¿qué hago con esta puerta?

- ¡Pues cerrarla!

- ¿Estás segura, mi amor?

- ¡Totalmente!

- Bien, pues... ¡hazlo tú!

- ¿Yo... y cómo se hace?

- ¡Diciendo en voz alta el nombre que entonces te puso el Amor! ¡Solo así cerrarás ese episodio para siempre!

- ¡Pero si no me acuerdo de él...!

- A ver si esto te refresca la memoria: “Astuto como el águila... cándido como la paloma... sigiloso como la serpiente... el Camaleón se reviste de naturaleza...”

- ¡Camaleón! Terminó recordando Raquel. ¡Era Camaleón!

Y tras la pronunciación de aquél nombre, por boca de Raquel, aquélla puerta dimensional desapareció. Raquel se quedó perpleja. Miró a su marido que todavía seguía tarareando aquélla canción que Jhasua compuso para ella hace dos mil años. La melodía cantada por él le estaba haciendo recordar. La puerta había desaparecido, pero la experiencia a la que Raquel había renunciado, la había atravesado y quedaba con ella.

Raquel cerró sus ojos, y Micael seguía entonando suave y armoniosamente aquélla canción. Ella, en décimas de segundo volvió a revivir todo lo sucedido desde que conoció a Jhoan y a Micael, pero sobre todo a su marido. Su cuerpo empezó a temblar y la obligó a sentarse sobre sus rodillas en la arena. Se encogió y quedó abrazada a sí misma. Y así estuvo unos minutos. Micael dejó de cantar y quedó mirándola. Lo hacía con infinita ternura, y con sus ojos la acariciaba. Deseaba ir dónde ella y abrazarla, pero esta vez no lo hizo. Necesitaba estar sola, descubrir en su interior lo que estaba esperando desde hace tanto tiempo, y abrir sus ojos del todo a la verdad que vivía y respiraba junto a ella.

En un momento determinado, las nubes que tapaban parcialmente a la luna se disolvieron, y su luz tenue y cálida les acarició. Raquel fue reaccionando, y levantando su rostro lleno de lágrimas hacia su marido, le miró profundamente. Micael también la miraba, y supo que su mujer le había reconocido por fin. Fue a su encuentro para fundirse con ella, pero Raquel, levantándose rápidamente le gritó:

- ¡Eres un capullo!

Y nerviosa se echó a correr hacia el agua.

Micael sonrió. ¡Le encantaba aquélla reacción de su mujer! Echó a correr tras ella y cuando la alcanzó, la miró, la estrechó como nunca entre sus brazos y su boca se abrió para fundirse con la de ella. Todavía quedaba mucha rebeldía en el ánimo de ella, así que la volvió a besar, pero esta vez Raquel se dio por vencida y abrazó a su marido.

- ¡Camaleón, mi amor...!

Pero ella no respondió, no podía, tenía su corazón en un puño y queriéndole salir por la boca. Micael la cogió en brazos y la  sacó a la orilla. Estaba temblando. Había refrescado bastante y tenía toda la ropa chorreando agua. La ayudó a quitársela y luego lo hizo él. La abrazó y la cubrió con su cuerpo para ayudarla a entrar en calor, pero ya en el pecho y en el vientre de los dos había un volcán completamente activo. Y Raquel, mirándole, volvió a repetir:

- ¡Eres un capullo!

- Vale, ya lo dilucidaremos luego... ¿Pero me quieres? ¡Dime que sí, mi amor! ¿Sigues enfadada conmigo?

- ¡Sí...!

- Bueno, pero mientras me quieras... no me importa.

Y Micael volvió a poner la cara de niño bueno implorando un rico caramelo, y ella no pudo seguir manteniendo aquélla actitud de enfado dolorido. Se rió, y abrazó a su marido. Y de nuevo aquéllos dos cuerpos se fundieron, se entregaron, se amaron, se desearon. Sus bocas se buscaban intentando apagar su sed, y cuando se encontraban era puro fuego lo que por ellas bebían. Micael entró en ella, con la misma fuerza con la que golpean las olas contras las rocas, y ella se abría... abría su vientre para él.

Y de nuevo el calor, el fuego en el cuerpo y en el alma. Sus cuerpos ardían, pero Raquel ya no tenía cuidado. Le tenía a él, a su Amor, a su marido. Y sus pechos se llenaron para él, y él jugaba con ellos, se alimentaba de ellos. Y en aquél éxtasis, en aquella  sublimación de cuerpos, emociones, sentimientos y espíritus, se hizo la explosión. Un relámpago azulado salió de sus vientres que los envolvió en una potente luz, y tras acariciarles, se fundió con la luz de la luna. Estaban exhaustos, pero de nuevo habían estado en el centro del Paraíso. Se cubrieron con los dos jerseys de lana y permanecieron abrazados en el suelo durante un rato.

- ¿Mi amor... sigo siendo un capullo?

- ¡Sí...!

- En ese caso... ¿me concedes la oportunidad de defenderme?

- ¿Es que puedes?

- ¡Sí, mi amor!

- Pues adelante...

- Vamos a sentarnos sobre aquéllas rocas.  Cuando se pusieron en pié, Raquel vio a su marido con un jersey de lana hasta la cintura y con el trasero al aire, y reventó de la risa.

- ¿De qué te ríes?

- De tu pinta, mi amor... estás graciosísimo.

- ¿Ya te has mirado tu, princesa...? ¡Por tu culpa estamos así...! ¡Si no te hubieras echado a correr de esa manera...!  ¡Ahora a ver cómo volvemos a casa! Si nos ponemos la ropa mojada, seguro que cogemos un resfriado, y si vamos con esta guisa... ¡no quiero ni pensarlo...!

- ¿Por qué no haces un milagrito y secas esta ropa? ¡Tiene que ser supersencillo para ti! Exclamó sarcásticamente Raquel.

 Micael, mirándola fijamente y señalándole con su índice el honorable trasero, le advirtió:

- ¡Te estás ganando una azotaina de tu maridito!

- ¡Huy... qué excitante! Y Micael, echándose a correr tras ella, la alcanzó y le dio una sonora palmadita en las nalgas.

- ¡Ay, que bruto!

- ¡Y no hay milagrito! toma, ponte los pantalones alrededor de las caderas, y ya es suficiente... hasta casa no hay mucho que andar. Además, a estas horas, no hay nadie por aquí.

- ¿Ya nos vamos?

- En estas condiciones no es conveniente seguir aquí. Cuando lleguemos a casa, tomamos algo caliente, nos secamos y seguimos con mi defensa.

Y comenzaron la subida. Volvieron a ejecutar las mismas operaciones del principio y se pusieron en el camino que llevaba hasta casa. Cuando entraron, él fue a la habitación de Sara, y ésta ya estaba dormida. Jhoan no había regresado todavía del pueblo. Se secaron bien y se vistieron en condiciones, al menos Raquel, porque Micael, al no tener ropa de repuesto, tuvo que ponerse la camisola blanca. Pusieron a secar en la cocina la ropa mojada y se prepararon un cafecito. Y cuando lo tomaron, salieron al jardín a seguir disfrutando de la noche. Allí no había columpio, como en el huerto, pero si un pequeño banco de piedra. Tomaron asiento y al momento apareció Jhoan todo sudado y bastante excitado. Fue a buscar un poco de café a la cocina y salió a tomárselo con ellos.

- ¡Qué pronto habéis regresado!

- Nos hemos mojado la ropa, y hemos tenido que regresar. Hacía fresco en la playa. Contestó Raquel.

- ¿Os habéis metido vestidos al agua?

- Más o menos... Contestó Micael riéndose.

- ¡Bueno, bueno... cada cual se divierte a su manera...!

- ¿Y tú, hermano... qué has hecho por el pueblo?

- He ido, sí, pero más bien lo he atravesado. Cuando salí de casa sentí un ligero mareo y los oídos comenzaron a sensibilizarse. Y enseguida les oí. Seguí sus indicaciones y tuve que atravesar a buen paso el pueblo y andar casi dos kilómetros más para llegar a la cita. Sí, hermana, si, me refiero a los de arriba, a los de la ciudad de cristal... ya sabes... bueno... supongo... Exclamó mirando a su hermano.

- ¡Sí, Jhoan, supones muy bien! ¿Y qué noticias traes?

- Noticias ninguna. Una cita, para los cuatro, con posibilidad de un quinto, para el próximo día 15 de Julio, viernes, a las 23 horas en el mismo lugar. Yo pensé mentalmente que la cuarta persona tenía que ser nuestra madre, pero me sacaron del error. Volvieron a decirme que la cuarta persona era la mujer que venía de Akenatón.

- ¡Salomé...! Exclamó asombrada Raquel. ¡Es ella... seguro que sí viene a la ceremonia!

- ¿Ella...?

- ¡Recuerda Jhoan que nuestra asociación se llamaba Akenaton, y si yo ya estoy aquí, la otra mujer es ella!

- Es cierto, pero que puñeteros son... ¡ya podían ser más explícitos!

- Es que a ellos también les gusta jugar, como a ti, hermano.

- Y dime, hermana... tu amiga Salomé... ¿es guapa?

- ¡Huy...huy...huy... que se te ve el plumero, hermanito!

- ¡Bueno...! ¿Y qué...? Podría ser la preciosidad predestinada para mí.  

Y Raquel se echo a reír. Ella, en el fondo, creía que Salomé y Jhoan eran el uno para el otro. Lo supo en el momento en el que vio a éste en la recepción del hospital. Y aquélla cita, en la que se incluía a Salomé, se lo confirmó. Pero no estaba dispuesta a servírsela en bandeja a su hermano.

- No es que sea guapa, pero sí muy atractiva, y tiene una fuerte personalidad.

- ¿Cuantos años tiene?

- Siete más que tú, cumplirá en setiembre los 40.

- ¿Y es tan juvenil como tú?

- Oye... ¿por qué no esperas a conocerla? ¡Eso si viene, claro!

- ¡Claro que vendrá... cuando los jefes lo deciden así, ya no hay vuelta atrás!

- ¡Pero con ella lo pueden tener difícil, menuda es...! ¡Yo nací bruja y con escoba, y ella también, pero la suya es más vieja y está más usada!

- ¿Será mi amorcito, hermano?

- Tendrás que sufrir un poco más, viejo samurai. ¡Atráela con tu corazón... y espera!

- ¡Eso ya lo sabes hacer muy bien tú, ya...! Exclamó Raquel mirando sarcásticamente a Micael. ¡Si lo haces tan bien como tu hermano... caerá, seguro!

- ¿Me ayudaras hermana a conquistarla?

- ¡Creí que eras un especialista en mujeres! Pero en fin... ya que tú fuiste mi cupido... yo seré el tuyo, al menos lo intentaré.

- ¡Gracias, hermana, eres un Cielo! Bueno... y os dejo, creo que antes he interrumpido algo, así que... desaparezco, y que el Cielo os guarde... ¡hasta mañana, chicos!

- ¡Que descanses, hermano!  

Jhoan se metió en la casa silbando. Micael reía de ver al enamoradizo de su hermano así, y Raquel apretaba sus puños en señal de victoria.

- ¿Qué significan esos puños cerrados?

- ¡Sé que esto va a funcionar!

- ¿El qué...?

- Lo de Salomé y Jhoan, estoy segurísima de que son pareja.

- ¡Pues cuando lo dice la bruja de la escoba... así será!

- Oye... ¿De qué vas...?

- ¡Tu misma lo has dicho...yo no...!

- ¿Bueno, que, no ibas a comenzar tu defensa? ¡Soy toda oídos!

- Si... pero si tu ya me has condenado antes de empezar... Exclamó Micael lamentándose.

- No te hagas ahora la víctima con esa cara de niño bueno, que ya te conozco.  

A Micael le entró la risa, y abrazando a su mujer por los hombros la miró y le preguntó.

- ¿Qué quieres, que empiece con mi defensa, o sencillamente te diga el por qué no te lo dije antes?

- ¿Hay alguna diferencia?

- ¡Naturalmente, y la diferencia está en si confías en mí o no, y si crees realmente que te quiero!

- Sobre eso no tengo ninguna duda, Micael! Solo me ha dolido un poco  que en estos tres días hayas estado estudiándome sin decirme tu verdadera identidad.

- Mi amor, yo no he estado estudiándote, sino conociéndote, que es muy distinto. Y sobre mi identidad, yo no te he ocultado nada. Me has conocido como Micael Jordan, y esta es mi realidad ahora. La que te he desvelado hace unos momentos pertenece al pasado, y nada tiene que ver conmigo ahora. Si lo he hecho, es porque tu corazón necesitaba saberlo, y ha sido él quien te lo ha revelado, no yo. Tú misma, antes, lo has dicho: Jhasua y Camaleón pertenecen a un pasado, a una sociedad que nada tiene que ver con la que formamos ahora. Vivieron unas circunstancias determinadas, un momento único, como el de ahora. Incluso como seres humanos, ni tu ni yo tenemos la misma genética. Lo único que ha perdurado en nosotros desde entonces, y desde siempre y para siempre, es nuestro corazón, nuestra alma, nuestra esencia, y ha sido a través de El por quien nos hemos reconocido. Te lo ha revelado, porque sentías tu corazón dividido entre dos amores, cuando en realidad son uno solo, y también, y lo más importante para mí, porque había una herida sin cerrar en tu corazón.

- ¿Y si no hubieran existido esas dos causas… no me lo habrías dicho?

- ¿Para qué mi amor? No hay que quedarse nunca con el personaje, sino con la esencia, y a ésta la llevamos siempre en el corazón, no la perdemos nunca. Pero también hay un motivo muy importante por el que no te lo he desvelado antes, y sé que es un poco egoísta por mi parte, pero soy un hombre y...

- ¿Y qué...? Preguntó intrigada Raquel.

- Sabía que adorabas el recuerdo de Jhasua, que lo amabas más que a nada, que para ti lo era todo. Y pensé que si te lo decía, me adueñaría al momento de tu corazón, y yo no quería eso. Deseaba, anhelaba que me quisieras a mí, a Micael, como hombre, por lo que soy, que te enamoraras e ilusionaras de mí, que no vieras en mí solo al ídolo de tu corazón, sino al ser humano, al hombre de tu vida. Precisamente fue eso, mi amor, lo que entonces te distanció de mí. Me veías como un maestro, como alguien muy superior a ti. Me amabas, me adorabas, pero te sentías muy pequeña a mi lado cuando yo quería que te alzaras como una diosa. Te sentiste indigna incluso de compartir los momentos más duros y difíciles conmigo. Pero yo te amaba, mi amor, y conocía a tu corazón, y en ningún momento estuve solo. Te tenía a ti, a los amigos, a mi madre, a mis hermanos presentes y a los que estaban esparcidos por el mundo, que ya entonces éramos muchos. ¡Os tenía a todos en mi corazón, a todos los corderos que conmigo se entregaron al mundo! Y allí fue, mi amor, al pié de esa cruz llena de luz, donde tú hiciste el compromiso de amor conmigo. Tu corazón estalló por el dolor, es cierto, y tu cuerpo quedó en tierra como un saco roto, pero tu corazón vino hacia mí, me abrazó, se fundió conmigo y juntos dimos el último suspiro y pensamiento a la vida.  

Y Raquel, abrazada a su marido, lloraba silenciosamente.

- Y ahora, dime, mi amor... ¿sigo siendo un capullo para ti?

- Sí... y mucho más que antes. ¡Eres el capullo de la rosa más hermosa del universo!

- ¡Ese pequeño matiz me gusta más... mira...! Exclamó Micael sacudiendo el pelo de Raquel.

- Micael... ¿pero de verdad si no hubieran existido todas esas causas...no me lo habrías dicho nunca?

- ¿Para qué, mi amor? Si sirviera para algo el hacerlo… Dime... ¿te sirven de algo ahora los distintos personajes que recuerdas haber interpretado a lo largo y ancho de tu existencia?

- Pues no, realmente no, y no me cambiaría por ninguno de ellos. Me siento a gusto y feliz con el de ahora. Pero eso sí... todos ellos me han aportado conocimiento.

- Claro, eso sí...  ellos nos dejan su esencia, pero acabas de decir algo con lo que no estoy de acuerdo, y es que consideras que ahora estamos interpretando otro personaje.

- ¿Y no es así... Micael?

- ¡No, mi amor! Hasta ahora hemos necesitado interpretar guiones  y personajes, que no nos daban conocimiento externo, sino que iban abriendo el gran tesoro que todo hijo de la Luz tenemos y somos. Un conocimiento sobre nosotros mismos. Dejemos de alimentar ya a nuestro ego con interpretaciones, por muy hermosas que sean, y seamos Corazón al desnudo.  ¡Ya nos hemos quitado todos los disfraces, los hemos sufrido a todos, les hemos alimentado, les hemos hecho grandes o pequeños, según las necesidades del guión, pero ya solo nos queda el último, el que llevamos a flor de piel, de corazón, y que es el vestido blanco, el color de la luz! Ya no necesitamos defendernos con escudos ni espadas, ni escondernos detrás de una máscara, porque no tenemos nada que nos puedan arrebatar. ¡Tenemos mucho, Raquel... un gran tesoro... pero esa riqueza, es precisamente la que hemos venido a entregar al mundo!

- Micael, una última pregunta sobre los personajes... ¿cuando fuiste consciente de tu anterior identidad como Jhasua de Nazaret?

- No fue la última, hubo varias después y antes. Pero contestando a tu pregunta, tomé conciencia hace diez años, cuando entre los dos árboles estaba viviendo algo parecido. Cuando aquélla energía me invadió y activó todos los chacras, experimenté el dolor  en el punto más álgido, y fue entonces cuando lo reviví. Y aquél recuerdo me trajo también mucho amor, y volví a recordar para qué había vuelto de nuevo, y qué significaba venir a este mundo como cordero y testigo del AMOR.

- ¿Y hasta entonces no lo supiste?

- ¡No, mi amor! ¿Crees acaso que porque yo fuera Jhasua me convierte en un ser especial y distinto al resto de nuestros hermanos, y me refiero a los otros corderos solares, que son muchos? La humanidad me concedió méritos, medallas y altares que ni me corresponden, ni los quiero. ¡Soy uno más, mi amor, como Jhoan, Sara, Marcos, Josafat, Efraim, tus amigos, tú... y otros muchos, que por las apariencias, nadie imaginaría!

- ¿Micael, y como sabes tú quien es un cordero y quien no?

- Entre los corderos, entre los hermanos, nos reconocemos por la mirada, por los ojos, y si nuestro corazón se mueve cuando estrechamos su mano, ése, el que tienes frente a ti, es uno de ellos.

- ¿También se te movió el corazón cuando me conociste a mí?

- ¡El corazón y otras muchas cosas... hasta llegaste a ponerme nervioso, y ya es difícil!

- ¿Y Sara, tu madre, y Jhoan... saben de ti lo que yo sé?

- Mi madre solo sabe que vengo del Padre, y eso para ella es suficiente. ¡No quiere saber nada más! Y mi hermano lo sabe todo sobre mí y yo todo sobre él, pero para nosotros, las identidades carecen de importancia.

- ¿Y vosotros sabéis sobre mí? Porque de vosotros, salvo lo que me has contado tú, lo desconozco todo.

- Nosotros sí sabemos de ti, mi amor, ¿cómo no vamos a conocer a una hermana nuestra? Y si tú no conoces de nosotros, es por propia elección. Hace un rato has cerrado una puerta que podría haberte entregado toda la consciencia sobre ti misma y nosotros.

- Es cierto. Pero realmente lo que quería saber, ya lo tengo. Es lo único que necesito.

- ¿Y qué es ello mi amor, cual es ese gran conocimiento que te ha respondido a todas las preguntas?

- ¡Que mi corazón siempre ha sido tuyo!

- ¿No aspiras a más, mi amor?

- ¡Hay algo más grande que vivir enamorada del mismísimo AMOR!

- ¡No, Camaleón, no hay nada más grande y de más valor! ¡Eres una privilegiada!

- Micael, cambiando un poco de tema, es que me ha venido ahora a la cabeza... ¿qué fecha le han dado los del piso de arriba a Jhoan para la cita?

- El 15, viernes, a las 23 horas.

- ¡Pues estos también... qué oportunos son...! Nuestra boda está prevista para ese viernes a las seis de la tarde si no hay cambios de última hora...

- ¡Qué van a ser oportunos...! Esa cita es su regalo de boda.

- Pero mi amor, la boda va a ser en el pueblo, todo el mundo va a estar pendiente de nosotros. La celebración empieza tarde y terminará tarde. ¿Cómo nos las vamos a arreglar para acudir a la cita sin que nadie se percate de ello, siendo el lugar elegido un trozo de playa que está a un suspiro del pueblo?

- ¡Hay que ver la cantidad de problemas que acabas de crearte en un minuto, mi amor! ¡No te preocupes, que si ellos lo ven factible, no habrá ningún contratiempo!

- ¿Y para qué crees que quieren vernos?

- ¡Fui yo el que les solicité una vista! Raquel, ellos tienen que partir, no deben permanecer por más tiempo aquí, en esta dimensión. Nosotros hemos comenzado ya nuestro trabajo, y ellos han finalizado el suyo. La cita será como un saludo y una despedida. Nos pondrán al corriente de ciertas cosas a las que no podemos alcanzar, pero sobre todo habrá un intercambio de corazones. Allí verás a seres a los que conoces y amas mucho, con los que has compartido experiencias y trabajo, y puede que hasta te resulte familiar el lugar. Estoy seguro de que en algún momento, en esta vida, tú has estado allí.

- Sí, claro, estuve al lado, cuando tenía nueve años, en el parque...

- Yo digo estar dentro, mi amor. ¿Seguro que no has tenido ningún sueño relacionado con la ciudad de cristal?

- No...

- ¿Y con seres vestidos de blanco?

- Bueno, sí, pero el sueño era en un pueblo a dónde llego a través de un túnel de luz, y donde hay gente vestida de blanco...

- Eso es… Raquel, has estado...

- ¡Pero si no tiene nada que ver con la cúpula de cristal!

- ¡Sí, mi amor... pero empecemos por el principio!

- ¿Y si lo hacemos pero dentro? ¡Me estoy quedando fría!

- Como quieras. ¿Nos preparamos otro cafecito?

- ¡De acuerdo, mi amor, a eso me apunto siempre!

- ¡Venga pues, para dentro!

Cuando Micael y Raquel entraron en la cocina, Jhoan se estaba calentando la infusión.

- ¿Vosotros la vais a tomar también?

- No, hermano, preferimos café.

- ¿A estas horas de la noche? No vais a dormir.

- Todavía tenemos para un rato. Raquel va a contar su experiencia en nuestra Casa Madre.

- ¿Ah si... y puedo quedarme yo también a escucharla?

- ¿Y por qué no ibas a poder?

- Tú, hermana, dejaste muy claro, que a tu marido lo entregabas al mundo durante el día, pero que a la noche era todo tuyo.

- ¡Por una noche, haré una excepción! jajaja

- ¡Gracias hermanita!

- ¡Ten, mi amor, el café! Bien, pues ya nos tienes aquí a los dos súper intrigados. Puedes empezar cuando quieras.

- Sigo sin ver muy claro que tenga algo que ver con la cúpula de cristal, pero en fín... Pues este sueño lo tuve exactamente a los  30 años, o sea, hace 12, en la madrugada del 14 al 15 de Junio. Estaba en casa, en mi habitación. Eran las 3 de la madrugada cuando me desperté muy alterada, con mucha sed y mucho calor, y sin embargo, en la habitación había una temperatura muy agradable, tirando a fresca.

Me levanté y fui a la cocina, me tomé un vaso de agua y me dirigí hacia la ventana del salón. Necesitaba tomar un poco de aire fresco. Pero no había cogido la manivela todavía, cuando un fuerte sopor me invadió y me obligó a volver a la cama arrastrándome por las paredes y asiéndome a todas las sillas que encontraba en mi camino. La sensación era como si acabara de tomar un tubo de somníferos. Alcancé la cama y me dejé caer y... lo próximo que recuerdo es que a mi izquierda, y de pié, había un hombre vestido de blanco, más parecido a un celador. No era alto, quizás un poco más bajo que yo, pero su tórax, cuello y cabeza no me parecieron muy normales.

- ¡Descríbelo!

- Tórax de constitución atlética, muy desarrollado, cuello muy grueso y pequeño, cabeza grande y  en proporción al tronco. Su piel ligeramente bronceada con un tono dorado precioso. Boca, a penas tenía. Era pequeña, labios diminutos y metidos hacia dentro. Nariz ancha, ojos grandes, ovalados y ladeados hacia las sienes, de color verde muy claro. Y su pelo, casi no se le veía. Me dio la impresión de que era blanco y lo llevaba muy cortado, como los militares. El me sonrió y me pidió una mano. Yo le extendí mi derecha, pero él me indicó la izquierda, me cogió fuertemente de ella y sentí cómo mi cuerpo se elevaba en horizontal. Y digo mi cuerpo, porque asustada por tal evento, intenté asirme a algo, y lo único que pude coger entre mis manos y arrastrarlas unos segundos, fueron mis sábanas.

Al instante me ví en un túnel oscuro, yendo a una velocidad supersónica, pues casi no podía ni respirar, obligándome a abrir la boca. Cuando llevaba un buen rato así, recordé que esta experiencia la sufrían los que habían muerto, y me quedé perpleja. Y de repente me paré, no podía avanzar, pero tampoco retroceder. Entonces me acordé de Jhasua, bueno... sí... de él, y exclamé en voz alta: “Si es cosa tuya, adelante...”. Y volví de nuevo a la acelerada carrera. No sé cuanto tiempo estuve así, pero se me hizo eterno.

Comencé a vislumbrar un foco de luz a lo lejos, y éste se iba haciendo cada vez más grande. Llegó un momento en el que fui tragada por aquélla luminosidad, y cuando alcancé el otro lado, me ví en el interior de una gruta. Toda ella estaba iluminada. La luz salía de las paredes. Frente a mí había una puerta de madera, muy parecida a la del huerto, pequeñita. La abrí, y me encontré ante un paraje bastante extraño. Al otro lado de la puerta había cuatro escalones de piedra, y los bajé con cuidado, pues brillaban mucho, y me dio la impresión de que estaban mojados. Fui caminando lentamente, tanteando el terreno, y siempre hacia abajo. Llegué a una plaza y me llamó la atención una pequeña fuente con un infante de piedra, al menos eso me pareció, por cuya boca salía en forma de cascada burbujeante agua azulada, y a la vez que salía, sonaba una música suave muy parecida al Valls. Se me había olvidado deciros que aquél lugar estaba oscuro, parecía de noche, aunque en las viviendas, que se adivinaban del mismo material que la fuente, estaban tenuemente iluminadas en su interior.

Cuando llevaba un buen rato sola contemplando y disfrutando de aquélla fuente musical, se encendieron todas las luces de aquel lugar y comenzó a salir gente por todos los sitios. Familias enteras, parejas, niños, ancianos, todos ellos vestidos de blanco. Unos llevaban túnicas, otros una especie de chandall, y unos pocos vestidos como el que me lanzó al túnel, tipo celador. Conforme iban llegando hasta mí, me iban cogiendo de los brazos y me invitaban a danzar con ellos. Terminé mareada de tantas vueltas, pero me sentía muy feliz, y de repente me ví allí sola. No tenía a nadie con quien compartir, como ellos, aquél momento, y me sentí triste. Y pensé: ¿por qué he de estar siempre tan sola? Sí, he llegado hasta aquí... pero y qué... sigo sola... Pero es que aquél pensamiento resonó con tanta fuerza, que todos los allí presentes lo oyeron y me miraron. Y de repente empezaron a sonreír, y es que veían algo a mis espaldas. Y al intentar volverme hacia atrás, sentí unos brazos fuertes y cálidos que me abrazaban por los hombros y una voz grave, dulce, armoniosa que me decía: “Mi amor, ya no estás sola, ya estoy contigo para siempre”.

Me volví para ver de quien se trataba, y solo me acuerdo haber visto a un hombre más alto que yo, de piel morena, pelo largo y castaño oscuro y vestido con una túnica blanca. No he conseguido recordar aquél rostro. Cuando a la mañana siguiente me desperté, las sábanas estaban en el suelo. Mi cuerpo me dolía mucho, y creí que hasta incluso tenía fiebre, como así fue. Alcancé los 39 grados, pero salí a la calle. Mi estado emocional era tan maravilloso, y había tanta paz y plenitud en mi corazón, que a pesar de la mala gana, aquél día pude desempeñar sin problemas mis obligaciones. ¡Y eso es todo, muchachos! ¿Qué os ha parecido?

- ¡Que no, que no estuviste en la nave!

- ¡Ya te lo he dicho yo, Micael, que no tenía nada que ver!

- ¡Pero has estado en nuestra Casa Madre, y la nave viene de allí!

- ¿Y qué es la Casa Madre... a dónde fui?

- Es un planeta donde reside el Sol Central. Está en otra dimensión, a millones de años luz, y no es visible para la gran mayoría de los seres de este universo. Hiciste un largo viaje, mi amor, por ello fue necesaria aquélla aceleración, que no es más que una alteración del espacio-tiempo.

- Pero Micael...yo viajé con mi cuerpo, estoy segura. Ya te digo que arranqué las sábanas de la cama.

- ¡Seguramente!

- ¿Y un cuerpo como éste puede soportar semejante alteración y velocidad?

- Raquel, aquél hombre que te pidió la mano y te lanzó al túnel, te aportó algo más que un saludo. ¡El te puso en órbita! De todas formas, tu cuerpo algo se resintió, aunque no fue nada importante. Tus terminaciones nerviosas se alteraron un poco y te provocó cierta irritación, que fue el origen de la alta temperatura corporal.

- ¿Y por qué me llevaron hasta allí?

- ¡Porque aquélla es tu Casa, Raquel, y la nuestra! Allí viven los corderos solares, y la gran Luz del Universo, es nuestro Padre, y vive con nosotros. Aquélla agua que viste brotar de la boca de aquél infante, no era tal. Es Conocimiento. Allí es el único alimento. Pero dime... cuando aquél hombre va por detrás de ti y te abraza, ¿no ocurre algo más?

- ¡Ah, sí... es verdad, y fue lo que más me impactó! Comenzó a temblar el suelo, como si se tratara de un terremoto, y el horizonte empezó a iluminarse con una luz anaranjada. Aquélla tonalidad se fue acentuando hasta convertirse en rojo. Y por último estaba el naranja, el rojo y un dorado hermosísimo. Volvió a temblar el suelo y es cuando empezó a asomar un gran sol. Lo hacía lentamente, con majestuosidad, y alcanzó unas proporciones tan enormes, que ya no había horizonte de ninguna clase, solo estaba EL. Lo curioso es que su luz no quemaba como el sol nuestro de cada día. Tampoco deslumbraba, pues podías mirarlo directamente. Daba calor, era quietud, era silencio, pero también música... no sabría como definirlo.

- Pues Raquel... mi amor, te dejabas lo más importante. ¡Ya me extrañaba a mí que te llevaran hasta allí y no fueras testigo de la presencia del Padre!  Estaba seguro, pero podías haberlo olvidado por algún motivo especial.

- ¿Y vosotros, habéis estado allí?

- ¡Yo estuve como tú una vez, cuando tenía 10 años!  Contestó Jhoan.

- ¿Y tú Micael?

- En tres ocasiones. La última fue en Junio, hace 12 años.

- ¿Doce años y en Junio?

- ¡Sí, mi amor!

- ¿Y tú fuiste aquél hombre... verdad?

- ¿Tú qué crees mi amor?

- ¿Fuiste tú quien me llamó y me llevó hasta allí?

- ¡Fue mi Corazón, Raquel, Micael no tiene tanto poder! También fue tu corazón el que vino a mí, ellos tuvieron la experiencia, y nosotros la trajimos a esta dimensión.

- ¿Quieres decir que allí solo estuvieron nuestros seres espirituales?

- Naturalmente, mi amor, nuestros cuerpos se desintegrarían en esa dimensión.

- ¡Pero si yo viajé con mi cuerpo!

- Claro que sí, y nosotros lo hicimos con el nuestro, pero en un momento dado nos deshicimos de ellos. Ese ser que te lanzó al túnel, es el guía protector que te acompaña, y aunque no le ves, es quien te ayuda en todo momento y quien protege nuestro revestimiento corporal mientras dura la experiencia.

- Y si aquélla es mi Casa... ¿por qué no reconocí a los que vivían allí?

- Mi amor, porque cada vez que encarnamos, renunciamos al recuerdo de nuestro origen, hasta que llega el momento de nuestro despertar. Aquél viaje para ti y para mí, fue el fin de nuestro letargo.

- ¿Tu todavía no habías despertado, Micael? Ya habías hecho dos viajes anteriormente...

- Sí, y en ellos se me entregó mucha información. Pero dos años después del que hicimos en común, ocurrió el incidente de Hermón, y ya te he contado que para mí fue definitivo, supe quien era realmente y cual mi misión. Ya no necesito que ellos me informen. Al descubrir mi origen en la Fuente, solo tengo que conectarme con el Corazón.

- ¿Y tú Jhoan... ya has despertado también?

- Raquel, este samurai ya nació despierto. En muchas cosas me da mil vueltas a mí.

- ¡Y por eso estoy a tu lado, hermano, para ayudarte, pero en las cosas del espíritu... eres el mejor de los Maestros!

- ¿Te das cuenta, mi amor? Ninguno de nosotros sobresale por encima de los demás. Todos los hermanos somos Maestros, pero ninguno es único. Solo EL, La Luz. Nos complementamos los unos con los otros, siempre trabajamos en equipo, no hay nadie que sobresalga a los ojos del Padre, solo de los hombres, y por su ignorancia. Incluso cuando Jhasua moría en la cruz, no lo hacía solo. Era su cuerpo, sí, pero en su Corazón, en el espíritu, estábamos todos. ¿Lo comprendes mi amor?

- ¡Sí, ahora sí...!

- ¿Y esa vieja herida de tu Corazón?

- ¡Se curará, no te preocupes!

- ¿Y quien vive en esa nave?

- Algunos de los hermanos con los que seguramente danzaste a tu llegada a Casa.

- ¿Y qué hacen aquí?

- Apoyar hasta donde es posible a los hermanos que estamos encarnados aquí en misión. Desde ella descendemos cuando venimos, y a ella volvemos cuando descarnamos. Es el puente que nos lleva hacia Casa

- Por lo que has dicho, no pueden ayudar siempre. ¿Cuales son sus limitaciones?

- Desde que nacemos, hasta que marchamos, controlan y regulan nuestro nuevo cuerpo, nos protegen de eventualidades exteriores que podrían hacer fracasar nuestro trabajo, pero siempre y cuando esas eventualidades no sean importantes e imprescindibles para nuestra evolución humana y espiritual. ¿Comprendes?

- ¡Sí, está claro! Y entonces... ¿por qué tienen que partir ahora?

- ¡Partir sí... pero no desaparecer! Tienen que dejar ya esta dimensión, al menos por un largo espacio de tiempo, aunque sigan ayudándonos en otros planos. En la próxima cita, tú podrás hablar con ellos, compartir y si lo deseas abrazar a aquéllos a los que reconozcas, pero con tu cuerpo también. Y en el momento en que cambien de dimensión, sólo los podrás sentir con el corazón o visualizarlos como fuentes de energía. Seguirán estando allí, pero por nuestras limitaciones humanas, no les alcanzaremos.

- Una pregunta que me ha rondado continuamente es... si tú eres Micael... ¿qué hacías fuera de tu cuerpo en el parque hace treinta y tres años? ¿Y por qué te mostrabas a Micael niño como si fueras alguien distinto a él?

- ¿Y quien crees que soy yo ahora?

- ¡No me líes, Micael... no me líes más...!  El riéndose, cogió a su mujer del pelo, la acercó a su boca y la besó.

- ¡Dime, mi amor...! ¿Quien te ha besado ahora?

- Sigo sin saberlo... pero no me importa... os amo a los dos.

- Mi amor,  cuando me encontraste en el parque... ¿en algún momento nos viste a la vez y juntos?

- Pues no... Por que cuando me dijiste que estabas con un amigo y que estaba detrás de mí, me volví, sí, y lo ví, pero cuando volví mi rostro hacia ti ya no estabas. Habías desaparecido.

- ¡No me había esfumado mi amor, yo seguía estando allí, yo era aquél muchacho! Yo era su consciencia, su corazón, su alma, su esencia.

- ¿Y por qué entonces hiciste esa representación conmigo? ¿Por qué en vez de presentarte a mí como Micael, no lo hiciste sencillamente como aquél muchacho?

- ¿Tú a quien viniste a buscar a Israel?

- ¡A Micael!

- Y si aquello que te dije entonces, lo hubieras oído solo por boca de aquel muchacho, que para más imposibles hablaba una lengua desconocida por ti... ¿te hubiera impactado de la misma forma? ¿Habrías venido hasta aquí tan solo por lo que él te hubiese dicho?

- ¡Posiblemente no! Pero aquel chico se me quedó grabado en el corazón, no lo olvidé nunca. Y he llevado siempre su corazón colgado.

- ¡Pero sé sincera...! ¡Te has acordado siempre de él porque lo relacionabas con Micael!

- ¡Pues sí, es cierto!

- Mi amor, tuve que hacerlo así. Entonces eras una niña de 9 años.

- ¿Y qué sensación tuviste cuando, sabiendo que yo iba a ser tu compañera, tu mujer, me viste tan diminuta, tan infantil, con coletas y pecatosa?  

Y Micael se echó a reír.

- Yo entonces te miré con el corazón, y tan solo ví a otro gran corazón, pero en una cajita pequeña. Te sentí parte de mí, y cuando te alejaste para ir al encuentro de tu madre, la mitad de mi corazón se fue contigo. Y esas dos mitades crecieron en solitario, hasta que se han encontrado de nuevo, se han fundido, y forman ya para siempre un solo Corazón, ¡un gran Corazón! ¡Los dos somos Micael, mi amor! ¡Somos un solo SER, yo soy el aspecto masculino, y tú eres el femenino! Por eso, cuando nos vimos en Tel-Aviv nos reconocimos y nos amamos al instante. Por regla general, todos los corderos solares actúan en pareja. No siempre tienen que ser matrimonio. Pueden unirles otro tipo de afiliación, pero el trabajo lo hacen entre los dos, los dos aspectos de los que te he hablado antes.

- ¿Y siempre ha sido así? Quiero decir que al formar parte los dos de un mismo ser, en otras vidas... ¿hemos trabajado juntos?

- ¿Por qué lo preguntas?

- Se que he vivido cientos de experiencias, incluso algunas anteriores a la de Camaleón. No me acuerdo de muchas, pero sí de unas pocas, quizás porque son las que más me han marcado, en las que más he aprendido y entregado. Y de esas pocas, tengo la sensación, por no decir la seguridad, de que he estado contigo.

- ¡En todas hemos estado juntos, mi amor! En algunas, nuestro Ser se ha encarnado en un solo cuerpo, sea de varón o de mujer, pero en ambos casos, siempre hemos estado juntos. Y en la gran mayoría, bien por la misión específica o por las circunstancias, nuestro Ser ha encarnado en dos cuerpos, y hemos sido hombre y mujer, que terminaban siempre encontrándose como pareja, o simplemente como compañeros y hermanos en misión. ¡Pero siempre estamos juntos!

- ¿Y si tú y yo, Micael, formamos un solo Ser... por qué cuando llegué a Casa Madre yo era yo y tu eras tu?

- ¡Porque allí se encontraron dos mitades! ¡Cuando regresemos, ya solo seremos UNO!

- ¿Y ya no tendremos esta relación hombre-mujer de ahora?

- ¿Para qué… si ya estaremos fundidos el uno en el otro?

- ¡Pues a mí me gusta más nuestra relación de ahora!

- ¡Y a mí... qué te crees! Porque desde la carne lo saboreamos de otra forma, pero también te digo que cuando se está libre de la carne y se vive el Amor, tal cual, en su forma más pura, cuesta mucho volver al mundo de la materia.

- ¿Puedo hacer una pregunta, muchachos?

- ¡Todas las que quieras Jhoan!

- Es que me desviaría del tema que estamos hablando.

- No importa.

- ¿Raquel... has tenido más sueños además de éste?

- ¡Sí, muchos más!

- ¿Podrías contarnos algo por encima, de corrido...?

- Jhoan, si empiezo no termino hasta mañana a estas horas. Pero os puedo decir de qué van, más o menos...

- ¡Sí, perfecto!

- De los que me acuerdo son sobre Akenaton y la pirámide invisible, la Gran Piedra Esmeralda, el Arca de la Alianza, la Llave de la Vida, ciudades subterráneas y otros muchos, pero tendría que consultar con mis diarios...

- ¡La leche, la información que puede haber ahí...! Son temas los que has nombrado que nos conciernen a nosotros muy particularmente, es parte de nuestro trabajo. Raquel, habrá que hablarlo más detenidamente y con tiempo.

- ¡Cuando queráis... y mi alegra mucho el poder ayudaros!

- Mi amor, no olvides que trabajamos en equipo. Somos un equipo. Cualquier cosa que recibamos, que intuyamos, que sintamos, es de todos, incluso tus canciones... porque... ¿tendremos alguna vez el privilegio de oírte cantar?

- ¡Claro que sí! Pero tendréis que esperar quince días.

- ¿Y por qué hay que esperar tanto?

- Porque el día de nuestra boda, mi amor, quiero dedicarte unas canciones que jamás han sido cantadas en público. Ni siquiera mis amigos las conocen. Iba a ser una sorpresa, pero ya que me lo has preguntado...

- ¡Estoy deseando que llegue ese momento, princesa...!

Tanto Micael como Jhoan se habían quedado mirando como hipnotizados a Raquel, y ésta, cansada ya, y viendo que a sus contertulios les pesaban los párpados, apuró el último sorbo del café y dio por finalizada la sesión.

- Creo que ha llegado el momento de retirarnos, chicos. Mañana hay que madrugar para estar temprano en Tel-Aviv, y además quiero darte unos masajes en la espalda, Micael.

- ¿A estas horas, mi amor? ¡Si estás muy cansada...!

- ¡De hoy no pasa! Y durante un mes, todos los días, sin excepción habrá una hora de terapia. Tienes la espalda y el pecho bastante tocados, y si no somos constantes, no conseguiremos nada.

- ¡A sus órdenes, Dra. Jordan!

- Raquel, ¿no te importa el que yo de vez en cuando esté presente para aprender algo? Es una de las cosas que siempre me habría gustado saber, aplicar adecuadamente las manos en zonas afectadas. Sería un buen complemento para mi especialidad.

- Conmigo puedes aprender algo, pero si quieres hacerlo bien, con todas las garantías, te recomiendo que aprendas en algún centro especializado.

- Si te atreves con la espalda de mi hermano, eres la mejor, hermanita.

- Tampoco la lleva tan mal. Hay que trabajarle bastante los músculos. ¿Quieres quedarte hoy?

- Si no os importa...

- Subiremos al ático. Vosotros traéis el aceite y la toalla, y yo preparo la cama.

- ¿Me los vas a hacer sobre la cama?

- Sí, amor, te voy a profundizar más, y vas a quedar bastante agotado.

- ¿Dra. Jordan, va a ser una terapia... o una pesadilla?

- ¡No te preocupes, mi amorcito, en todo caso será una eventualidad indispensable para tu evolución humana y espiritual! 

Y dicho esto, Micael alcanzó a Raquel que ya estaba subiendo las escaleras y le acarició contundentemente el trasero.

- ¡Ya te diré yo a ti más tarde...!

Raquel subió a la habitación y se decidió. Empujó la cama hacia la pared, contra los manuscritos apilados de ellos dos, y cogiendo el colchón lo puso sobre el suelo. A continuación bajó a la habitación que era antes de Micael, deshizo la cama y cogió el colchón. Se disponía subirlo al ático cuando Jhoan y Micael subían los escalones.

- ¿Pero a dónde vas con ese colchón, Raquel? Preguntó Jhoan.

- Voy a subirlo al ático.

- ¡Espera... déjanos a nosotros! ¿Qué mi amor... has decidido que necesitas más espacio?

- No es por eso, Micael. ¡Dejadlo aquí... aquí mismo, junto a éste!

- ¿Vais a dormir en el suelo?

- Durante unos días sí. Tú, mi amor, así estarás mucho más cómodo. Cuando terminemos la sesión lo comprenderás enseguida.

- ¡Ay... hermano! ¿Pero qué me va a hacer esta mujer...? Exclamó Micael refugiándose en los hombros de su hermano.

Y Jhoan se moría de la risa. Su hermano estaba repitiendo la comedia que tantas veces había representado él cada vez que le llevaba a la consulta del dentista.

- Hermanito, te repito lo mismo que me decías tú. ¡Valor, coraje y a lidiar al toro!

Raquel, ante aquélla representación se destornillaba de risa.

Micael se desvistió y se tumbó sobre el colchón. Fue Jhoan quien primero le exploró. Cundo hubo terminado el reconocimiento se concentró unos instantes y le pasó las manos por todo el cuerpo, pero a unos milímetros por encima de la piel.

- ¿Cómo estoy, samurai?

- Energéticamente estás perfecto, hermano, y ello te ayudará mucho a levantar de nuevo tu cuerpo. Ahora es todo tuyo, Raquel.

- Micael, hoy te voy a profundizar y te haré daño, pero no aguantes el dolor. Tengo que saber en todo momento cómo va el proceso, y si es necesario, parar. ¿De acuerdo?

- ¡De acuerdo, doctora!

- ¿Jhoan, puedes traerme la crema que te apliqué a ti en la rodilla?

- ¿Le vas a dar por la espalda?

- Por todo el cuerpo, lo va a necesitar, si no, mañana, no podrá levantarse.

- Ahora vuelvo.

 Raquel comenzó untándole primero con el aceite de romero. Sus manos comenzaron a amasar suavemente sus músculos, haciendo hincapié en los hombros y en la zona lumbar, que eran los más castigados. Poco a poco sus manos se hundían con más fuerza, y sus nudillos presionaban en círculo sus músculos. Micael empezó a sentir dolor, y de vez en cuando dejaba soltar algún quejido, pero Raquel no perdía de vista sus manos, que en algunos momentos se agarraban con fuerza al almohadón. Raquel miró a Jhoan, y éste, con un movimiento de cabeza le indicó que siguiera.

A ella le dolía el corazón de tener que hacerle daño a su marido. Después de los años todavía tenía que seguir sufriendo a causa de las lesiones que le ocasionaron, pero era necesario. Unos días más, y su espalda recuperaría gran parte de su tonicidad muscular.

Al cabo de media hora, que para los tres fue una eternidad, Raquel dejó de trabajarle. Micael estaba ya exhausto. Le aplicó suavemente la crema por todo el cuerpo y Jhoan volvió a pasarle sus manos. Cuando terminó de hacerlo, besó a su hermano y a Raquel, y se fue de la habitación con un ¡hasta mañana!

- ¿Mi amor... como estas? ¿Te duele mucho?

- Un poco sí, pero no puedo moverme...

- ¡Es normal, los dos primeros días son los peores! Mañana, cuando te levantes, te tomas un calmante y te ayudará a pasar el día.

Raquel vio que su marido intentaba levantar los brazos, pero éstos no le obedecían.

- ¿Qué quieres Micael?

- ¡Quiero abrazarte, pero no puedo!

- ¡Ya te abrazo yo, mi amor!  

Y ella apagó la luz y se tumbó a su lado. Le besó y quedó abrazada a él. Y cuando fue a decirle ¡que descanses mi amor!, él estaba ya profundamente dormido. Ella le besó el pecho, y sus ojos se fueron cerrando. 

Raquel, para compensarle un poco, le pasó suavemente sus manos, mimando y acariciando su piel, y con una toalla secó el pelo de su marido que estaba inundado de sudor.

- ¿Mi amor... como estas? ¿Te duele mucho?
- Un poco sí, pero no puedo moverme...
- ¡Es normal, los dos primeros días son los peores! Mañana, cuando te levantes, te tomas un calmante y te ayudará a pasar el día. 

Raquel vio que su marido intentaba levantar los brazos, pero éstos no le obedecían.
- ¿Qué quieres Micael?
- ¡Quiero abrazarte, pero no puedo!
- ¡Ya te abrazo yo, mi amor!  

Y ella apagó la luz y se tumbó a su lado. Le besó y quedó abrazada a él. 

Y cuando fue a decirle ¡que descanses mi amor!, él estaba ya profundamente dormido. Ella le besó el pecho, y sus ojos se fueron 
cerrando.
SOL Y LUNA
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