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sábado, 28 de marzo de 2015

LA PROFUNDIDAD DEL MAR

LA PROFUNDIDAD DEL MAR


En el fondo del mar, una gota vive en la oscuridad. Algunos peces le han hablado de otras gotas semejantes a ella que viven donde la luz las vuelve transparentes, todo en ellas es cristalino y ésta luz las acaba absorbiendo llevándolas fuera del mar a un viaje del que no saben su destino.
La verdad es que vivo bien aquí. Me he acostumbrado a la oscuridad de las profundidades marinas y no necesito más –se dijo–. Pero la intriga no dejaba de instigarla y un día, más bien una noche, emprendió el viaje de su vida rumbo a lo desconocido.
–¡Estás loca! ¿Y si nunca puedes regresar? –le decían sus amigas.
–Correré el riesgo –contestó.
Nada tenía que llevar consigo, pues una gota de agua nada posee, tal vez sus recuerdos, como mucho.
Su ascensión, algo que realmente no sabía cómo hacer, esfuerzo le costó. “Sólo la voluntad”, le había dicho un pez. Aunque tener voluntad propia, la que le hacía diferente a las demás gotas, realmente no sabía cómo conseguirla, mas sin saber cómo pronunció la palabra mágica: ¡quiero! Al instante se vio alejarse de las demás gotas, los pulpos, estrellas de mar; de las rocas conocidas hasta en sus más ínfimos detalles. ¡Era tanto el roce!...
Impulsada por una fuerza que desconocía, tras un recorrido que le pareció una eternidad, vislumbró un punto de luminoso que atrajo su atención, haciendo que latiera su diminuto corazón como nunca antes lo hizo.
¡Qué emoción!
¿Y si acabo desapareciendo en la luz y dejo de existir? –pensó.
Las dudas seguían atormentándola y se sintió muy, muy pequeña. Cuando, de pronto, la luz le envolvió. Al principio nada percibía, era tanta su intensidad… que creyó quedarse ciega.
–¡Hola! –escuchó–. ¡Bienvenida a la superficie!
–¿Superficie? Se preguntó. ¿Qué es eso?
La voz, que no sabía aún de dónde procedía, continuó:
–Estás en el mismo mar, con una salvedad, que lo estás sintiendo desde el lado opuesto del que vienes.
La “ceguera” fue desapareciendo y contempló, en un primer momento difusa, ante sí, a otra gota de agua semejante a ella en todo, salvo que brillaba intensamente.
–¿Estás sorprendida? No temas por mi aspecto. Mírate y verás que tu fulgor es como el mío.
Se observó. ¡Oh! Gritó.
–¿Cómo puede ser eso, si yo provengo de la oscuridad? –algo confundida le contestó.
–Es sencillo. Aquí nos llega la luz directa del Sol, de tal modo que nos inunda y todo en nosotras es diáfano.
–¿Y aquí, qué hacemos?
–Esperaba tu pregunta. Si miras a tu alrededor verás que no estamos solas. Hay muchas gotas como tú y como yo. Te esperamos desde hace tiempo. Vamos a emprender un viaje más allá del mar. ¿Aceptas?
Giró su cuerpo al completo y… ¡estaba rodeada de gotas! Todas brillando como ellas. Le sonreían. Y su efecto fue demoledor, su ser se sintió unido a todas ellas, como si fueran una sola gota gigante. Y, aun así, pensaba como ella lo hacía siempre. No se disolvió en ellas.
Un ¡Sí!, que sonó bien fuerte, salido de las profundidades de su ser, se escuchó.
El Sol que le alumbraba, manifestó una cualidad que no fue consciente hasta ese mismo instante. Sintió cómo su ser empezó a experimentar calor, tanto que le hizo perder la consciencia por un momento. Sin saber qué estaba pasando, su cuerpo cambió por completo. Era ella, pero a la vez completamente distinta. De pronto, se fijó que el mar se alejaba de su vista a gran velocidad y, por primera vez en su vida contempló la inmensidad del mundo en que había vivido un segundo antes. Era azul, con diferentes tonalidades que ni imaginaba que existían. Pero se dio cuenta que había también zonas de distintos colores: verdes, blancos, marrones… Y no eran el mar. Había más en el mundo que habitaba y, se fijó en el contorno de su mundo. Era como ella, una esfera.
–¡Hola, otra vez! –con una gran sonrisa su viajera compañera le sacó de su estupefacción–. Ahora somos una nube, somos vapor de agua, y como has comprobado, aun así sigues siendo la misma. Vamos hacia el lugar donde has visto los otros colores de nuestro mundo, lo llamamos “tierra”, y comprobarás que esta palabra engloba muchas posibilidades para experimentar. Puedes elegir el lugar donde posarte. El que sientas que te atrae, es el que te necesita.
No entendía muy bien lo que le había contado, así que se dejó llevar por la intuición. El blanco que vio anteriormente, sin saber por qué era la zona elegida.
–No estarás sola, hay muchas que como tú han escogido el mismo sitio. Estamos sobre Los Andes, una cordillera que recorre la mitad de un continente, con una blancura perpetua en gran parte de ella. Es el momento en que nos “separamos”, aunque ya sabes que es solo apariencia.
Un inmenso rayo de luz seguido por un estruendo que asustó a nuestra gota de agua viajera hizo que sintiera un escalofrío.
–Nada temas. Sigue a tus compañeras de viaje. Sentirás frio y tu forma cambiará nuevamente. Seguirás siendo tú, aunque con otro ropaje…
Sintió que todo su ser se transformaba. En menos de lo que surge un pensamiento pasó del estado en que se encontraba, al que conocía anteriormente y a uno distinto, en el que se sentía a gusto. Se mecía por encima de las montañas descendiendo suavemente. Miró a su alrededor y vio a millones que como ella eran felices con su mutación.
–Lleváis vida al lugar donde vais –le dijo su ya amiga y compañera–. Quienes viven abajo tienen sed. Sin vosotras morirían. Yo voy a otras tierras donde también están sedientos.
Se fundió con sus compañeras en la cima de una montaña. Pasado un tiempo el Sol que le dio la luz, volvió a verle esplendoroso salir por el horizonte, calentando su cuerpo. Esta vez sin miedo alguno emprendió un viaje que le llevaba ladera abajo hasta donde habitaban unos seres sedientos…
Como gota de agua viajó, experimentó sensaciones que le enriquecieron. La más hermosa fue cuando una niña introdujo su mano en el río en el que ella se encontraba. Puso en ésta muchas gotas incluida ella y la llevó hacia su boca. Entró suavemente, y en cascada descendió por el cuerpo de la niña y, sorprendida, contempló a la altura de su pecho un sol como el que conoció al principio de su partida. Y así supo que en todos había una estrella que nos ilumina noche y día.
Tras varios años desde el inicio de su aventura se encontró frente al mar. Sin dudarlo se sumergió hasta sus profundidades, al mundo que le vio nacer. Les contó a sus amigas las peripecias de su larga aventura. Unas le creyeron y otras no. Ella sabía que nada tenía que demostrar, pues, como a ella le pasó, un día sentirán que es el momento de emprender un viaje, un largo viaje hacia el Sol, el mismo que ahora, aun en las profundidades, ilumina en la noche.
Ángel Hache
http://escrito-en-el-viento.blogspot.com.es/

AMANECE



No hay silencio.

Pensamientos van y vienen,
vienen y van.
Una mente atormentada,
pesadillas del alba.
¡Todo se acaba!
¡Todo se acaba!
Sólo una horrible pesadilla.


Suena el despertador.
Comienza un nuevo día
y miras a tu lado y ves,
alargas la mano y tocas.
Un ángel durmió a tu lado,
un ángel con otro ángel.
Ya no hay pensamiento.
Nada te aflige.
Nada te apena.
Una caricia en tu rostro y
un beso en tu corazón.
Amanece.
Ángel Hache
elsilenciodelmaestro.blogspot.com.es
http://universo-espiritual.ning.com/

UNA VIDA

UNA VIDA


Cuando el día y la noche se encuentran, en mi alma quedaron grabadas estas palabras:

«Una y otra vez reaviváis mi muerte y resurrección. Unos creéis que existí, otros no.
»Morí clavado en una cruz, no por vuestras imperfecciones sino porque era un peligro para el imperio romano y aún más para la jerarquía judía. Todo aquel que hace temblar los cimientos de una estructura caduca se enfrenta a las consecuencias. Mi mérito, si queréis verlo así, es haber “vencido” a la muerte y dejaros un mensaje sencillo;  por ello costoso, para quienes han complicado su vida, lastrando su alma con el poder terrenal. 

»“Amaos los unos a los otros” es todo. No necesitáis analizarlo, sino descubrirlo y vivirlo. Cuando os dije: “Lo demás lo tendréis por añadidura”, es porque es su consecuencia natural. Buscáis mi “reino”, cuando éste no sólo vive en vosotros, sino que sois vosotros. Si  aún no lo veis es porque estáis ciegos. Una tela cubre vuestros ojos, la que os impide ver más allá de vosotros mismos. Fijaos en el otro, quien tenéis a vuestro lado y os sonríe, llora, camina en silencio o grita. No os pido que os pleguéis a sus deseos sino si tienen hambre, sed… Id con ellos donde hay en abundancia. Enseñadles con vuestro ejemplo la verdadera felicidad de quien ya nada desea para sí. Colaborad unos con otros para hacer el pan y el vino y dad a cada uno según su necesidad. Construid vuestras viviendas entre todos. Cuando hayáis cubierto vuestras necesidades básicas para sobrevivir, entonces sentiréis que hay otro hambre, otra sed… el de vuestras almas, que os daréis cuenta que al ayudaros unos a otros la estáis colmando.

»Con estos cimientos no necesitaréis más guía, más lámpara, que la voz interna de vuestra conciencia. Casi sin daros cuenta, vuestros problemas se irán disolviendo como azucarillo en el agua. Iréis percibiendo la realidad de mi reino, que es el vuestro, donde cada uno sois a la vez el rey y el mendigo. Vuestros papeles se intercambiarán una y otra vez hasta que descubráis que la vida se redescubre y llega un poco más lejos siempre. Que la muerte no es más ni menos que el alba de un nuevo día… La vuestra y la mía, ocurren una, mil, un millón de veces. Sonriendo pasaréis de un estado al otro como el agua se eleva al cielo con el calor del Sol. Y este Sol vive en cada una, en cada uno de vosotros aun antes de existir y así será por siempre.

»Sois, somos, Una Vida creando Infinitas Vidas… Un misterio que no lo es cuando veis con los ojos del alma.»

Ángel Hache
http://escrito-en-el-viento.blogspot.com.es/

La crisis del mundo está dentro de uno mismo Por J. Krishnamurti


La crisis del mundo está dentro de uno mismo
Por J. Krishnamurti
J. Krishnamurti


Cuando uno viaja por el mundo, observa que existe en todas partes muchísima discusión, discordia, disconformidad, desorden; mucha confusión e incertidumbre. Uno ve las manifestaciones públicas contra una forma particular de guerra y las extensas preparaciones bélicas; ve los incalculables gastos que se destinan a armamentos — una nación preparándose para una eventual guerra contra otra nación. Y están las divisiones nacionales — el honor nacional, por el que miles están dispuestos a matar a otros y se sienten orgullosos de ello. Están las divisiones religiosas y sectarias: la católica, la protestante, la hindú, la mahometana, la budista. Están las múltiples sectas, y los gurús con sus seguidores particulares. En el mundo católico y en el protestante, tenemos la autoridad espiritual, y en el mundo islámico, la autoridad de los libros. De modo que en todas partes existe esta constante división que conduce al desorden, al conflicto y a la destrucción. Y está el apego a una nacionalidad particular, a una particular religión, con la esperanza de encontrar así alguna clase de seguridad externa o interna.

Somos seres aislados
Estos son los fenómenos que ocurren en el mundo, del que todos nosotros formamos parte — estoy seguro de que todos observamos lo mismo. Y está el aislamiento, no sólo el que tiene lugar en cada ser humano, sino el aislamiento de los grupos que se hallan amarrados a una creencia, a una fe, a alguna conclusión ideológica; esto sucede tanto en estados totalitarios como en los países democráticos con sus ideales. Los ideales, las creencias, los dogmas y los rituales están separando a la humanidad. Esto es lo que de hecho está sucediendo en el mundo exterior, y es el resultado de nuestro propio vivir psicológico interno. Somos seres humanos aislados, y el mundo exterior es creado por cada uno de nosotros.
Cada uno tiene su propia profesión particular, su propia creencia, sus propias conclusiones y experiencias a las que se aferra; por lo tanto, cada uno está aislándose a sí mismo. Esta actividad egocéntrica se expresa exteriormente como nacionalismo, como intolerancia religiosa — aun cuando ese grupo esté compuesto por setecientos millones de personas, como en el mundo católico. Y, al mismo tiempo, cada uno de nosotros se aísla a sí mismo de los demás.
Hemos creado un mundo dividido
Estamos creando un mundo dividido por el nacionalismo, que es una forma glorificada del espíritu tribal; cada tribu está dispuesta a matar a otra tribu por sus creencias, por su país, por sus intereses económicos. Todos conocemos esto; al menos aquellos que están informados, que escuchan la radio, que ven la televisión, leen los diarios, etc.
Están los que dicen que esto no puede cambiarse, que no hay posibilidad alguna de que esta condición humana sea transformada. Sostienen que el mundo ha proseguido así por miles y miles de años y que la causa de ello se encuentra en la condición humana, y dicen que esa condición jamás podrá producir una mutación en sí misma. Esas personas afirman que puede haber modificaciones, ligeros cambios, pero que el hombre será siempre básicamente lo que es y, por tanto, siempre habrá de producir división en sí mismo y en el mundo. Y están aquellos que en todas partes abogan por las reformas sociales de diversas clases, pero que no han producido una profunda mutación fundamental en la conciencia humana. Este es el estado del mundo.
¿Y de qué modo miramos nosotros el mundo? Como seres humanos, ¿cuál es nuestra respuesta? ¿Cuál es nuestra verdadera relación, no sólo de uno con otro, sino con el mundo exterior? ¿Cuál es nuestra verdadera responsabilidad? ¿La dejamos en manos de los políticos? ¿Buscamos nuevos líderes, nuevos salvadores? Este es un problema muy serio que estamos considerando juntos. ¿O volvemos a las antiguas tradiciones, porque los seres humanos, incapaces de resolver este problema, regresan a las viejas y habituales tradiciones del pasado? Cuando más grande es la confusión en el mundo, mayor es el deseo y el impulso de retornar a las pasadas ilusiones y tradiciones, a los pasados líderes y a los que llamamos salvadores.
Visión holística de la vida
Por lo tanto, si somos conscientes de todo esto, como tenemos que serlo, ¿cuál es nuestra respuesta —no parcial sino total— a todo el fenómeno que tiene lugar en el mundo? ¿Debe uno considerar solamente su propia vida personal, cómo vivir en algún rincón una vida tranquila, serena, sin perturbaciones? ¿O se interesa uno en la existencia humana total, en la humanidad total? Si uno se interesa solamente en la propia vida particular, por dificultosa que sea, por limitada, triste o dolorosa que pueda ser, entonces uno no comprende que la parte pertenece al todo. Uno ha de mirar la vida, no la vida americana o la asiática, sino la vida como una totalidad. Ha de mirarla con una observación holística, que no es una observación particular, que no es la propia observación sino la observación que abarca la totalidad; es la visión holística de la vida.
Cada uno se ha estado interesando en sus propios problemas particulares — problemas de dinero, de falta de trabajo, de buscar la propia realización, de perseguir eternamente el placer. Sintiéndonos atemorizados, aislados, solitarios, deprimidos, apenados, hemos creado un salvador externo que nos transformará, que traerá la salvación para cada uno de nosotros. Esta ha sido, por dos mil años, la tradición en el mundo occidental; y en el mundo asiático se ha mantenido la misma cosa en símbolos y palabras diferentes, con diferentes conclusiones; pero es la misma búsqueda de la propia salvación individual, de la propia felicidad particular, de la solución para nuestros múltiples y complejos problemas personales. Y están los especialistas de diversas categorías, los especialistas psicológicos a los que acudimos para que nos resuelvan nuestros problemas. Y tampoco ellos han tenido éxito.
Tecnológicamente, los científicos han ayudado a reducir las enfermedades, a mejorar los medios de comunicación, pero también han incrementado el poder devastador de las armas bélicas — el poder de asesinar de un soplo a un número inmenso de personas. Los hombres de ciencia no van a salvar a la humanidad; ni lo harán los políticos, sean de oriente, de occidente o de cualquier otra parte del mundo. Los políticos buscan poder, posición, y juegan toda clase de tretas con el pensamiento humano. Y exactamente lo mismo ocurre en el llamado mundo religioso — la autoridad jerárquica, la autoridad del Papa, del arzobispo, del obispo y del sacerdote local en nombre de alguna imagen que ha creado el pensamiento.
¿Qué va a ocurrir con el ser humano?
Nosotros, los seres humanos aislados, separados, no hemos sido capaces de resolver nuestros problemas. Aunque seamos sumamente educados, ingeniosos, capaces de realizar cosas extraordinarias en lo externo, internamente seguimos siendo más o menos lo que hemos sido durante miles de años. Odiamos, competimos, nos destruimos unos a otros — que es lo que realmente está sucediendo en la actualidad. Ustedes han escuchado a los expertos hablar sobre alguna nueva guerra; no hablan de los seres humanos que habrán de morir, sino de destruir campos de aviación, de volar esto o aquello. Existe esta confusión total en el mundo, y uno está completamente seguro de que todos somos conscientes de ella. ¿Qué hemos de hacer, entonces? Como un amigo le dijo hace un tiempo a quien les habla: "Usted no puede hacer nada; se está dando de cabeza contra una pared. Las cosas continuarán como hasta ahora indefinidamente; seguiremos atrapados en múltiples formas de ilusión, luchando, compitiendo, destruyéndonos unos a otros. Esto habrá de continuar. No malgaste su tiempo y su vida". Dense cuenta ustedes de la tragedia del mundo, de los terribles sucesos que podrían tener lugar si algún loco oprimiera un botón, de la computadora que se está haciendo cargo de las capacidades humanas — pensando con mucha mayor exactitud y rapidez. ¿Qué va a ocurrir con el ser humano? Este es un enorme problema al que nos enfrentamos.
La crisis está dentro de uno mismo
Desde la infancia, y a medida que pasamos por la escuela, el colegio y la universidad, nuestra educación está destinada a especializarnos de una manera u otra, a acumular muchísimos conocimientos, para después conseguir un empleo y aferrarnos a él por el resto de nuestra vida — yendo a la oficina o la fábrica de la mañana a la noche. Y, al final de todo ello, morimos. Ésta no es una actitud o una observación pesimista; es lo que realmente está ocurriendo. Cuando observamos ese hecho, no somos optimistas ni pesimistas; vemos que es así. Y si somos absolutamente serios y responsables, nos preguntamos: ¿Qué puede uno hacer? ¿Retirarse a un monasterio? ¿Formar alguna comunidad? ¿Irse a Oriente y perseguir la meditación zen o alguna otra variedad de meditación? Uno se formula estas preguntas muy seriamente. Cuando nos enfrentamos a esta crisis, vemos que es una crisis que está en la conciencia, no allá, fuera de nosotros. La crisis está dentro de uno mismo. Hay un dicho: "Hemos visto al enemigo, y el enemigo somos nosotros mismos".
La crisis no es una cuestión de economía ni de guerras; ni es cuestión de bombas, de políticos o de científicos; la crisis está dentro de nosotros, en nuestra propia conciencia. Hasta que comprendamos bien a fondo la naturaleza de esa conciencia, e inquiriendo profundamente en ella descubramos por nosotros mismos si puede haber una mutación total en esa conciencia, el mundo proseguirá creando más desdicha, más confusión, más horror. Nuestra responsabilidad no reside en alguna clase de acción altruista —política, social o económica— exterior a nosotros mismos; la responsabilidad consiste en comprender la naturaleza de nuestro ser, en descubrir por qué nosotros, los seres humanos —que vivimos en esta hermosa tierra— hemos llegado a ser lo que somos.
Aquí estamos tratando, juntos ustedes y quien les habla —no separados, juntos— de observar el movimiento de la conciencia y su relación con el mundo, y de ver si esa conciencia es individual, separada, o si es el total de la humanidad. Desde la infancia se nos educa para ser individuos, cada cual con un alma separada; o se nos ejercita, se nos educa y condiciona para que pensemos como individuos. Pensamos que porque cada uno de nosotros tiene un nombre separado, una forma separada —negro, blanco, alto, bajo— y cada uno tiene una tendencia particular, somos por eso individuos separados con nuestras propias experiencias particulares, etcétera. Vamos a cuestionar esa idea misma de que somos individuos. Eso no quiere decir que seamos alguna clase de seres amorfos, sino que nos preguntamos si realmente somos individuos, aunque todo el mundo sostenga, tanto religiosamente como de otros modos, que somos individuos separados.
La totalidad de la vida
A causa de ese concepto, y tal vez a causa de esa ilusión, cada uno está tratando de realizarse, de llegar a ser alguna cosa. En ese esfuerzo de llegar a ser alguna cosa, estamos compitiendo, luchando unos contra otros, de modo tal que si mantenemos ese sistema de vida, tenemos que continuar inevitablemente adheridos a las nacionalidades, al espíritu tribal, a la guerra. ¿Por qué nos aferramos al nacionalismo con tanta pasión — como está sucediendo ahora? ¿Por qué concedemos una importancia tan extraordinaria al nacionalismo — que en esencia es un sentimiento tribal? ¿Por qué? ¿Es porque al adherirnos a la tribu, al grupo, hay una cierta seguridad, una sensación interna de integridad, de plenitud? Si es así, entonces la otra tribu también siente lo mismo; en consecuencia, hay división y, por ende, conflicto, guerra. Si uno realmente ve la verdad de esto, no como algo teórico, y si quiere vivir sobre esta tierra —que es nuestra tierra, no de ustedes o mía— entonces no hay nacionalismo en absoluto. Sólo existe la vida humana; la vida — no mi vida o su vida. Y eso es vivir la totalidad de la vida. Esta tradición de la individualidad se ha perpetuado gracias a las religiones, tanto de oriente como de occidente: la salvación para cada individuo, etc.
Es muy bueno tener una mente que cuestiona, que no acepta; una mente que dice: "Ya no podemos vivir más así, de esta manera violenta, brutal". Una mente que duda, que inquiere, que no acepta meramente el sistema de vida que hemos vivido tal vez por cincuenta o sesenta años, o la manera en que el hombre ha vivido durante miles de años. Por eso nos estamos preguntando si la individualidad es real. Mi conciencia, ¿es realmente "mi" conciencia? — ser consciente significa darse cuenta, saber, percibir, observar. El contenido de la conciencia de cada uno de nosotros, incluye nuestras creencias, nuestros placeres, nuestras experiencias, el conocimiento particular que hemos acumulado, ya sea sobre un determinado tema externo o sobre nosotros mismos; ese contenido incluye nuestros temores y apegos, el tormento y la angustia de la soledad, el dolor, la búsqueda de algo más que la mera existencia física; todo eso es el contenido de la conciencia de cada uno de nosotros. El contenido constituye la conciencia; sin el contenido no existe la conciencia tal como la conocemos. Aquí no caben argumentos; es así. Ahora bien; ¿la conciencia de uno mismo —que es muy compleja, contradictoria, que está dotada de una vitalidad tan extraordinaria— es "de uno mismo"? ¿El pensamiento, es de uno mismo? ¿O sólo existe el pensar, que no es de Oriente ni de Occidente — el pensar, que es común a toda la humanidad, sea que pertenezca al rico o al pobre, al técnico con su capacidad extraordinaria o al monje que se aparta del mundo y se consagra a una idea?
Uno es el resto de la humanidad
Por dondequiera que uno vaya, ve sufrimiento, pena, ansiedad, aislamiento, locura, miedo, búsqueda afanosa de seguridad; ve que la gente está atrapada en el conocimiento y el impulso del deseo. Todo ello pertenece al suelo en que está parado el ser humano. La conciencia de uno, es la conciencia del resto de la humanidad. Esto es lógico. Ustedes pueden disentir; pueden decir, "mi conciencia está separada de las demás y tiene que estar separada". Pero, ¿es así? Si uno comprende la naturaleza de esto, entonces ve que uno es el resto de la humanidad. Puede tener un nombre diferente, puede vivir en una determinada parte del mundo y ser educado de un modo particular, puede ser opulento o pobre, pero cuando uno mira detrás de la máscara, profundamente, ve que uno es como el resto de la humanidad — está afligido, desesperado, solo, lleno de sufrimiento neurótico, cree en alguna ilusión, etc., etc. Esto es así, tanto en Oriente como en Occidente. A uno puede no gustarle eso; quizá prefiera pensar que es por completo independiente, un individuo libre; pero cuando observa muy profundamente, ve que uno es el resto de la humanidad.
Esto puede aceptarse como una idea, una abstracción, o como un concepto maravilloso; pero la idea no es la realidad. Una abstracción no es lo que realmente está ocurriendo. Pero hacemos una abstracción de "lo que es", lo convertimos en una idea, y después perseguimos la idea que es realmente no-factual. Por lo tanto, si el contenido de mi conciencia y el de la conciencia de cada uno de ustedes, es en sí mismo contradictorio, confuso —una parte luchando contra otra, un hecho contra un no-hecho, el deseo de ser feliz siendo desdichado, el deseo de vivir sin violencia siendo, no obstante, violento— entonces nuestra conciencia es el desorden en sí misma. Ésa es la raíz de la disensión. Hasta que comprendamos eso e investigándolo bien a fondo descubramos el orden total, siempre tendremos desorden en el mundo. De ahí que a una persona seria no se la disuade fácilmente de buscar con afán la comprensión, de dedicarse a inquirir profundamente en sí misma, en su conciencia; no se la persuade fácilmente con la diversión y el entretenimiento —que quizá sea necesario a veces—; esa persona prosigue firmemente, todos los días, penetrando en la naturaleza del hombre, o sea, en su propia naturaleza, observando lo que realmente ocurre dentro de ella misma. La acción tiene lugar a partir de esa observación. No se trata de decir: "¿Qué debo hacer como un ser humano separado?"; esa acción surge de la total observación holística de la vida.
Comprender la propia conciencia
La observación holística es una percepción sana, cuerda, racional, lógica y total — total (whole) implica sagrada (holy) (1) . ¿Es posible para un ser humano como cualquiera de nosotros, que es un lego, que no es un especialista, es posible para él mirar la contradictoria y confusa conciencia, mirarla como una totalidad? ¿O debe mirar cada parte de ella separadamente? Uno quiere comprenderse a sí mismo, comprender la propia conciencia. Sabe desde el comienzo mismo que es muy contradictoria — quiere una cosa y no quiere la otra; dice una cosa y hace otra. Y uno sabe que las creencias separan al hombre. Uno cree en Jesús, en Krishna o en alguna cosa, o cree en la propia experiencia a la que se aferra, incluyendo el conocimiento que uno ha acumulado durante los cuarenta o sesenta años de su vida, el cual se ha vuelto extraordinariamente importante. Uno se aferra a eso. Reconoce que la creencia destruye y divide a la gente y, sin embargo, no puede renunciar a ella porque la creencia tiene una extraña vitalidad. Nos proporciona cierta sensación de seguridad. Uno cree en Dios, y en eso hay una fuerza extraordinaria. Pero Dios es una invención del hombre; es la proyección de nuestro propio pensamiento, el opuesto de nuestras propias exigencias internas, de nuestra propia desesperación.
¿Por qué ha de tener uno creencias en absoluto? Una mente que se halla mutilada por la creencia, es una mente enferma. Es necesario liberarse de eso. ¿Puede uno, entonces, ahondar profundamente en su propia conciencia — sin ser persuadido ni guiado por psicólogos, psiquiatras, etcétera? ¿Pueden ustedes inquirir profundamente en sí mismos y descubrir, de manera tal que no dependan de nadie incluyendo a quien les habla? Al inquirir de ese modo, ¿cómo hemos de reconocer las intrincaciones, las contradicciones, el movimiento total de la conciencia? ¿Hemos de reconocerlo poco a poco? Tomen, por ejemplo, la herida psicológica que cada ser humano experimenta desde la infancia. Uno es lastimado psicológicamente por sus padres; después ocurre lo mismo en la escuela, en la universidad, a causa de la comparación, de la competencia, de que se nos diga que uno tiene que ser superior a otros en tal o cual materia, y así sucesivamente. Durante toda la vida existe este constante proceso de ser lastimados. Sabemos esto, y sabemos que todos los seres humanos se hallan profundamente heridos, aunque puedan no ser conscientes de ello y de que, a causa de estas heridas psicológicas, surgen todas las formas de acción neurótica. Todo eso forma parte de la conciencia de cada uno de nosotros; está la parte oculta y la parte que se revela cuando nos damos cuenta de que estamos lastimados.
Ahora bien; ¿es posible no quedar lastimados en absoluto? Porque como consecuencia de esas heridas psicológicas, construimos un muro alrededor de nosotros mismos y nos apartamos de nuestra relación con los demás a fin de que no se nos vuelva a lastimar. Y en eso hay temor y un paulatino aislamiento. Nos preguntamos, pues: ¿Es posible no sólo estar libres de las heridas pasadas, sino que jamás pueda herírsenos nuevamente? — pero no mediante la insensibilidad, la indiferencia o el completo descuido de nuestras relaciones. Uno debe investigar por qué se siente lastimado, y qué es sentirse lastimado. Estas heridas psicológicas forman parte de la conciencia de cada uno de nosotros, y de ellas emanan diversas acciones neuróticas y contradictorias. Uno está examinando la herida psicológica del mismo modo que examina la creencia. No es algo que está fuera de nosotros, sino que forma parte de nosotros mismos. Entonces, ¿qué es lo que se siente lastimado? Y, ¿es posible no ser lastimados jamás? ¿Es posible que uno sea un ser humano libre, totalmente libre, al que jamás nada pueda herirlo psicológicamente, internamente?
Las mil caras del "yo"
¿Qué es lo que se siente lastimado? Uno dice: "Soy yo el que está lastimado". ¿Qué es ese "yo"? Desde la infancia uno ha construido una imagen de sí mismo. Uno tiene muchas, muchas imágenes; no sólo las imágenes que la gente le da a uno, sino las que uno mismo ha fabricado; como americano —ésa es una imagen— o como hindú, o como especialista... Por lo tanto, el "yo" es la imagen que uno ha fabricado de sí mismo como una gran persona o como una persona muy buena, y esta imagen es la que queda lastimada. Uno puede tener de sí mismo la imagen de un gran orador, un escritor, un ser espiritual, un líder. Estas imágenes son la esencia del "sí mismo"; cuando uno dice que se siente lastimado, quiere decir que las imágenes están lastimadas. Si uno tiene una imagen de sí mismo, y viene otro y le dice: " ¡No sea necio!", uno queda lastimado. La imagen propia que uno ha fabricado de no ser un necio, es el "yo", y esa imagen queda lastimada. Uno carga con esa imagen y con esa herida psicológica por el resto de su vida — siempre cuidadoso de que no se le lastime, rechazando cualquier insinuación sobre esta necedad en uno.
Las consecuencias de sentirnos lastimados son muy complejas. A causa de esa herida psicológica, uno puede querer realizarse y llegar a ser esto o aquello para escapar de esa terrible herida; de modo que eso ha de comprenderse. ¿Es, entonces, posible no tener en absoluto imagen alguna de uno mismo? ¿Por qué tiene uno imágenes de sí mismo? Otro puede tener una muy buena apariencia, puede ser brillante, inteligente, perspicaz, y uno desea ser como él; y si no lo es, se siente lastimado. La comparación puede ser uno de los factores que contribuyen a que quedemos psicológicamente lastimados. Entonces, ¿por qué comparamos?
La verdadera libertad
¿Puede uno vivir la vida en el mundo moderno, sin una sola imagen? Quien les habla puede decir que eso es posible. Pero se requiere mucha energía para descubrir si es posible no quedar lastimado jamás y, además de eso, si es posible vivir una vida en la que no haya ni una sola creencia; porque son las creencias las que dividen a los seres humanos y hacen que estos se destruyan unos a otros. ¿Puede uno, pues, vivir sin una sola creencia y no tener jamás una imagen de sí mismo? Ésa es la verdadera libertad.
Ojai, 1 de mayo de 1982
La Llama de la Atención
Notas:
Este juego etimológico sólo se da en inglés. holistic - whole holy.

Libro (EL SECRETO de los SECRETOS Charlas sobre el Secreto de la Flor Dorada (Primer Capitulo Segunda Parte )

Libro (EL SECRETO de los SECRETOS Charlas sobre el

Secreto de la Flor Dorada (Primer Capitulo Segunda Parte )



Nadie puede llegar con una verdad a medias. Y la persona que recorra tan solo la mitad del camino no pertenecerá ni a este mundo ni al otro. Estará en un limbo, y esa es una situación muy extraña: pierdes lo viejo y no ganas lo nuevo; te vuelves un caos. El orden antiguo se ha ido y el nuevo no ha sucedido. Te vuelves una nube, te vuelves confusión. En vez de volverte más claro, en vez de estar más vivo, en vez de llenarte más de luz, tu vida se convierte en un conflicto entre dos polaridades. Estás dividido, empiezas a estar hecho pedazos. La mitad de ti pertenece a la tierra y la otra mitad pertenece al cielo. No estás en ninguna parte. No eres nadie. Esto puede crear locura. De modo que, durante siglos, El secreto de la Flor Dorada solo se transmitió oralmente. En segundo lugar, con la tradición oral el libro permanece siempre vivo. Así es como se convirtió en una síntesis. Básicamente, nació en el ambiente taoísta de China. Pero luego Bodhidharma llegó a China... Un nuevo maestro con un mensaje nuevo desde India, el mensaje de Buda. Y las personas que seguían El secreto de la Flor Dorada eran personas muy abiertas; no formaban parte de ninguna iglesia establecida. Vieron inmediatamente que Bodhidharma también lo había alcanzado; era muy palpable, muy obvio. Permitieron que las enseñanzas de Bodhidharma formaran parte de su enseñanza. Y lo mismo sucedió con los maestros zoroastristas, con los cristianos nestorianos: una y otra vez, algo llegaba a China, y si merecía la pena, era incorporado. Y la enseñanza oral permanece viva, creciendo, como un río. Llegan nuevas corrientes de agua y se vuelven parte de ella. Una vez que una enseñanza está escrita, ya no puede incorporar nada. Entonces se vuelve rígida, pierde fluidez; se vuelve muerta, es un cadáver. Ahora El secreto de la Flor Dorada no está creciendo; no ha crecido durante siglos. Desde que fue escrito, no ha crecido. ¿Por qué he elegido hablar de él? Para que aún pueda crecer. Es un mensaje tan hermoso para el mundo, que no debería morir. Me gustaría revivirlo. Y ahora puedo hablar a personas que son discípulos, que han venido a mí y que están dispuestas a morir para renacer, que están dispuestas a morir para florecer. La semilla tiene que morir, solo entonces puede crecer; la semilla tiene que desaparecer, solo entonces puede suceder el árbol. Os hablaré de este pequeño pero inmensamente valioso libro para que el libro pueda volver a estar vivo. Puede volver a estar vivo entre tú y yo. Puede empezar a fluir de nuevo. Y tiene algo de inmensa importancia. Si lo comprendes y lo practicas, te beneficiarás. Pero lo primero que hay que comprender es: recuerda que has sido hipnotizado y que tienes que pasar por un proceso de des-hipnotización. Recuerda que has sido condicionado y que tienes que ser des-condicionado. Recuerda que la muerte se está acercando. No pienses que no va a suceder hoy; puede suceder en cualquier momento. De hecho, todo lo que sucede siempre sucede ahora. La semilla muere ahora, el capullo se convierte en flor ahora, el pájaro empieza a cantar su llamada ahora. Todo lo que sucede en algún momento sucede solo en el espacio que provee el ahora, este momento. Nunca sucede nada en el pasado y nunca sucede nada en el futuro. Todo lo que sucede siempre sucede en el presente; ésa es la única manera en que suceden las cosas, porque el presente es el único tiempo que existe. El pasado es tan solo tu recuerdo y el futuro es tan solo tu imaginación. Pero has sido hipnotizado para vivir en el pasado y has sido hipnotizado para vivir en el futuro. Elige: o pasado o futuro. Pero ninguna sociedad te permite vivir en el presente. Los cristianos, los hindúes y los mahometanos... te condicionan para que vivas en el pasado. Su edad de oro fue en el pasado. Los comunistas, los socialistas, los fascistas... te condicionan para que vivas en el futuro; su edad de oro es en el futuro. La utopía está llegando: cuando llegue la revolución, entonces podrás vivir de verdad, entonces será una edad de oro. Has tomado el pasado, que es falso, o el futuro, que también es falso. Ninguna sociedad te dice que vivas en el presente, en el aquí-ahora. Ser un sannyasin, ser alguien que busca de verdad, significa vivir aquí- ahora..., y no existe otra vida. Pero para eso tendrás que des-automatizarte, tendrás que volverte un hombre y no una máquina. Tendrás que volverte un poco más consciente. No eres consciente. Una vez, estaba sentado junto a un hombre moribundo; era un profesor en la misma universidad en la que yo era profesor. Estaba en la cima de su carrera y entonces tuvo un ataque al corazón..., que siempre llega cuando estás en la cima. El éxito siempre viene seguido de un ataque al corazón. ¿Qué más puede venir después? Así que tuvo un ataque al corazón y se estaba muriendo. Fui a verlo. Estaba muy triste —¿quién quiere morirse?— y sentía mucha desesperación y angustia. Le dije: «No necesitas preocuparte. No vas a morir.» Él dijo: «¿Qué estás diciendo? Pero los médicos... Todos los médicos dicen que no tengo ninguna posibilidad de sobrevivir. ¿Por qué dices que no voy a morir?» Le dije: «En primer lugar, no puedes morir porque nunca has vivido. No has cumplido el primer requisito para morir. Durante estos cincuenta y cinco años has estado como un sonámbulo; has estado soñando; no has vivido. Te he observado durante años.» Se quedó pasmado. Se enfadó; se enfadó tanto que por un momento se olvidó completamente de la muerte. Tenía los ojos inflamados de rabia y dijo: «¿Es ésta la manera de tratar a un moribundo? ¿No puedes ser un poco amable? ¿Por qué eres tan duro conmigo? Me estoy muriendo y tú me vienes con semejante filosofía: "Nunca has vivido". ¿Es éste el momento de decir tales cosas?» Le escuché en silencio. Me quedé completamente en silencio. Entonces la ira desapareció y empezó a llorar, y sus ojos se cubrieron de grandes lágrimas. Me tomó la mano con mucho amor y luego dijo: «Quizá tengas razón. Nunca he vivido. Puede que no estés siendo grosero, sino simplemente sincero. Y sé que nadie más me diría esto.» Y entonces, una gran gratitud; y por un momento se volvió tan consciente que se podía ver la luz en su rostro... Estaba allí; era todo aura. Y me dio las gracias. Esa noche murió. Permanecí con él hasta el último momento. Y dijo: «Si no hubieras estado aquí, me habría perdido también mi muerte, igual que me he perdido mi vida. Pero estoy muriendo conscientemente. Al menos estoy contento con una cosa: no estoy muriéndome inconscientemente.» Y su muerte fue hermosa. Murió sin ningún pesar, murió de una manera relajada. Su corazón casi le dio la bienvenida a la muerte. Murió lleno de gratitud. Murió piadosamente. Su próxima vida tendrá una cualidad diferente. Si la muerte es tan hermosa, te trae una nueva vida. Pero hay que vivir cada momento, ya sea de vida, de amor, de ira, de muerte. Sea lo que sea, hay que vivir cada momento tan conscientemente como sea posible. Un campesino, llevado por su imaginación, se encontró en un huerto robando pepinos. «Me llevaré este saco de pepinos», pensó, «y con el dinero que obtenga por ellos me compraré una gallina. La gallina pondrá huevos, se sentará sobre ellos y empollará una nidada de polluelos, y alimentaré a los polluelos hasta que crezcan; luego los venderé y me compraré un lechón. Alimentaré al lechón hasta que se convierta en una gran cerda, la preñaré y tendrá una camada de cerdos, y los venderé. Con el dinero que consiga por los cerdos me compraré una casa con jardín; plantaré pepinos en el jardín y no dejaré que nadie me los robe; los vigilaré. Contrataré a un vigilante fuerte, y de vez en cuando saldré al jardín y gritaré: "¡Eh, tú! ¡Pon cuidado!"». El campesino estaba tan embelesado por este pensamiento que gritó con todas sus fuerzas. El vigilante le oyó y vino corriendo. Pilló al campesino y le dio una buena paliza. Pero así es como vive el hombre: en sueños, en su imaginación, en proyecciones. Así es como vives tú, y ésa no es la manera de vivir esta vida tan hermosa, tan tremendamente valiosa; eso es un desperdicio total. Tienes que estar más atento al momento, al presente. Tienes que unificar tu consciencia. La consciencia es tu tesoro, y todos los métodos que se han inventado, que se han concebido a lo largo de los siglos, no son más que formas de crear más consciencia en ti, de crear más fuego en ti, de hacer que tu vida sea apasionada, como una llama. La gente vive vidas insulsas. La gente vive distraídamente. La gente vive sin prestar atención. ¿Cómo puedes vivir con tanta falta de atención a tu alrededor? La falta de atención es oscuridad; la atención es luz. Y este tratado te enseñará a crear más luz en ti, para que un día... la flor dorada... Dos psiquiatras se encontraron en la calle. «Tú estás bien», dijo uno. «¿Qué tal estoy yo?» Las personas se preguntan unas a otras. Nadie sabe cómo está, todos miran a los ojos de los demás, recogiendo información sobre sí mismos de los demás. Por eso se ha vuelto tan importante la opinión de los demás. Si alguien dice que eres tonto, te enfadas. ¿Por qué? O te pones triste. ¿Por qué? Te abrumas. Pensabas que eras sabio porque otros te habían dicho que eras sabio. Dependías de la opinión de los demás. Ahora otra persona dice que eres tonto. Puede quebrantar tu sabiduría con facilidad, con mucha facilidad. Ha tirado una piedra y tú habías hecho un castillo con naipes. Ahora se ha colapsado. Por eso te enfadas tanto, te da tanta rabia, te pones tan violento y te quedas tan preocupado, tan ansioso. Estás siempre al acecho de lo que piensan los demás, porque solo sabes lo que los demás piensan de ti; no sabes nada sobre ti mismo. Pero ¿qué tipo de situación es ésta? Si yo no puedo saber nada acerca de mí mismo, ¿quién más puede saber algo sobre mí? Nadie puede percibirme desde fuera; no estoy accesible de esa manera. Desde fuera solo se puede percibir mi cuerpo. Desde dentro puedo conocer mi consciencia. Incluso cuando estás ante un espejo, solo ves tu cuerpo; no ves tu consciencia en el espejo. Ni siquiera tú puedes verla en el espejo..., tu propia consciencia. Tienes que verla directamente. Nunca se refleja, nunca se reflecta en nada; es invisible. Tienes que cerrar los ojos y serla. Y ésa es la única manera de conocerla. Pero la gente vive tan inconscientemente... Viven simplemente por la opinión de los demás. Lo que dicen los demás se convierte en su alma. Los demás pueden quitársela en cualquier momento. La gente sigue siendo mendiga. ¿Has sabido algo acerca de ti mismo directamente? ¿Te has encontrado alguna vez contigo mismo directamente, sin meter en ello la opinión de los demás? Si no lo has hecho, aún no has vivido. La vida comienza solo al encontrarte a ti mismo, al verte a ti mismo directamente, inmediatamente. La vida existe solo cuando eres capaz de verte tal como eres, no como los demás piensan sobre ti. ¿Qué pueden pensar sobre ti? ¿Qué pueden decir sobre ti? Pueden ver tu conducta, no pueden verte a ti. Si quieres verte a ti mismo, solo tú puedes hacerlo, nadie más. No pueden hacerlo los sirvientes, no puedes delegarlo a nadie más. Tampoco pueden hacerlo los expertos. Pero estamos muy interesados en las opiniones de los demás porque estamos absolutamente ausentes; no hay nadie despierto en nuestro interior. Profundamente dormidos, estamos roncando en nuestro interior. El profesor distraído fue a que le cortaran el pelo. Se sentó en la silla del peluquero, pero no se quitó el sombrero. «Me temo que tendrá que quitarse el sombrero», dijo el peluquero. «¡Oh, lo siento!», dijo el profesor. «No sabía que había señoras presentes.» Observa tu propio despiste. Observarlo creará atención en ti. Observa lo que está sucediendo en tu interior: pensamientos que pasan, recuerdos que surgen, una nube de ira, una noche oscura de tristeza o una hermosa mañana de alegría. Observa todo lo que pasa en tu interior, vuélvete cada vez más atento. Poco a poco, te volverás una atención integrada. Y el método que se enseña en El secreto de la Flor Dorada es cómo integrarte en tu luz interna. Ésta es la historia de este libro antes de que entremos en los sutras. El libro viene de un círculo esotérico de China. Se dice que el fundador de este círculo esotérico fue el conocido experto taoísta Lu Yen. ¿Dónde obtuvo Lu Yen esta enseñanza secreta? Él la atribuye al Maestro Kuan Yiu-hsi, para quien, según la tradición, Lao Tse escribió su Tao Te Ching. Lao Tse nunca escribió una sola palabra en toda su vida. Se negó una y otra vez a escribir algo. Comunicó a sus discípulos lo que había llegado a saber, pero no estaba dispuesto a escribir porque decía: «El Tao que puede ser dicho no es el verdadero Tao.» El Tao que puede ser expresado ya está falsificado. Solo puede aprenderse en contacto íntimo con el maestro. No hay otra manera de comunicarlo. Solo puede aprenderse en una comunión profunda en la que confluyen el discípulo y el maestro, en la que el discípulo no se reserva nada, en la que el discípulo y el maestro se superponen, en la que sus conciencias se funden. El Tao solo puede comunicarse en semejante encuentro, en semejante comunión. De manera que se negó una y otra vez. Tuvo una vida muy larga. Pero cuando iba a morir, se fue de China montado en un búfalo de agua. ¿Por qué un búfalo de agua? Toda su enseñanza había sido la enseñanza del camino de la corriente de agua. Decía: hay que ser como el agua...: fluida, líquida, fresca; siempre yendo hacia el océano..., y deberías ser como el agua: suave, femenina, receptiva, amorosa, no-violenta. No deberías ser como una roca. La roca parece muy fuerte, pero no lo es; y el agua parece muy débil, pero no lo es. No te dejes engañar nunca por las apariencias. Al final el agua vence a la roca, la roca se destruye, se convierte en arena y va al mar. Al final la roca desaparece... contra la suave agua. La roca es masculina; es la mente masculina, es la mente agresiva. El agua es femenina, suave, amorosa; no es agresiva en absoluto. Pero lo no agresivo vence. El agua siempre está dispuesta a rendirse, pero con esa rendición conquista... Ése el método de la mujer. La mujer siempre se rinde y conquista con ello. Y el hombre quiere conquistar y el resultado final no es más que una rendición. Por eso, Lao Tse eligió un búfalo de agua cuando abandonó el país. ¿Adonde iba? Iba a los Himalayas para morir en esa belleza eterna.
Un hombre verdadero sabe vivir y sabe morir. Un hombre verdadero vive con totalidad, muere con totalidad. Un hombre verdadero vive con bendición y muere con bendición. Iba a la soledad absoluta de los Himalayas, pero le pillaron en la frontera. Y el hombre que dio con él en la frontera era el Maestro Kuan Yiu-hsi. Era guarda en el último puesto de la frontera china. Lao Tse tenía que pasar por ese puesto; no había otra manera de salir del país. Y Kuan Yiu-hsi le persuadió: «Te vas a morir, estás abandonando el país para siempre, y pronto dejarás el cuerpo. Por favor, escribe unas pocas palabras. No te permitiré salir del país si no las escribes. Tienes que pagar este precio.» Y Lao Tse tuvo que sentarse en la cabaña de Kuan Yiu-hsi durante tres días, y allí escribió el Tao Te Ching. Se dice que la tradición de El secreto de la Flor Dorada se originó con Lu Yen. El propio Lu Yen la atribuye al Maestro Kuan Yiu-hsi, para el que, según la tradición, Lao Tse escribió su Tao Te Ching. Kuan significa «el paso fronterizo Hanku»; por eso se le llama Maestro Kuan, es decir, «maestro del paso Hanku». Y debió de ser un gran conocedor, de lo contrario le habría resultado imposible convencer a Lao Tse para que escribiera; se había negado toda su vida. No pudo rehusar la invitación de este hombre. Este hombre debía de tener algo a lo que ni siquiera Lao Tse pudo decir que no. Así es como la tradición de La Flor Dorada se conecta con Lao Tse. Pero no comenzó con Lao Tse. El propio Lao Tse dice que todo lo que él dice ya ha sido dicho antes, una y otra vez, a lo largo de los siglos. No está trayendo una nueva verdad al mundo, sino solo una nueva expresión. Siempre es así: la verdad es la misma, solo las expresiones son diferentes. Lo que dijo Lao Tse es lo mismo que había dicho Krishna antes que él. Lo que dijo Krishna es lo mismo que dijo Buda después. Lo que dijo Buda es lo mismo que han dicho Mahoma, Jesús, Zaratustra, aunque sus expresiones son tan diferentes que necesitarás una gran inteligencia para llegar hasta el núcleo mismo. La estructura es diferente, el lenguaje es diferente, sus maneras de decirlo son diferentes; es natural, porque son personas diferentes, individuos diferentes, con su propia unicidad. Pero la verdad no es nueva ni vieja, y donde está la verdad, es eterna. El libro El secreto de la Flor Dorada es una de las fuentes eternas en las que uno puede volver a estar vivo, uno puede volver a encontrar la puerta a lo divino. Los sutras: El Maestro Lu-Tsu dijo: A lo que existe por si mismo se le llama el Camino, Tao. La palabra Tao significa esencialmente «el Camino». No se puede decir nada sobre la meta. La meta permanece esquiva, inexpresable, inefable. Pero se puede decir algo acerca del Camino. Por eso, los taoístas nunca han usado las palabras «Dios», «verdad», «nirvana»; no, simplemente usan la palabra «Camino». Buda dice: «Buda sólo puede mostrarte el Camino. Si sigues el sendero, llegarás a la verdad.» La verdad tendrá que ser tu propia experiencia. Nadie puede definir la verdad, pero se puede definir el Camino, se puede clarificar el Camino. El maestro no puede darte la verdad, pero el maestro puede darte el Camino. Y una vez que tienes el Camino, lo único que hay que hacer es andarlo. Eso tiene que hacerlo el discípulo. Yo no puedo andar por ti y no puedo comer por ti. No puedo vivir por ti y no puedo morir por ti. Estas cosas tiene que hacerlas uno mismo. Pero te puedo mostrar el Camino, he andado el Camino.
Publicación de Celia Ruiz.
Universo Espiritual Comunidad.
http://universo-espiritual.ning.com/

Soy luz y sombra

Soy luz y sombra


cuerpo y alma
espíritu
materia y energía
vida y muerte
Nada existe que no sea Yo
Yo soy el grano de polen
la hierba que al viento se mece
soy la brisa
el ave que pasa
el firmamento y los espacios
el pez y los mares
la nube y el sol
el rayo y el trueno
la montaña y la flor
Yo muevo los enjambres de estrellas
Yo trazo el camino de la hormiga
Soy huracán y lluvia fresca
florecer y marchitar
placer y dolor

Yo soy la Ley Primera
y las leyes que de Ella derivan
Yo conozco todos los pensamientos
todos los sentimientos
todas las acciones
y detrás de todo
Yo estoy
Yo soy
Yo te he creado a ti
que recibes mi palabra
en este momento
Yo diseñé tu rostro
desde más allá del tiempo
Yo imaginé las circunstancias de tu vida
jamás algo fue casual en ella
nada lo es ni lo será
todo tiene un propósito perfecto
mi Mano participa en toda situación
Cada encuentro está por Mí designado
cada suceso
cada momento
de dicha o dolor
cada triunfo
cada fracaso
en todo participo Yo
Yo voy creando el argumento
de la gran Obra Universal
Yo inspiro el rol de los actores
Yo decoro e ilumino
soy escenario y color
y soy actor
Yo soy el Gran Protagonista
y el Gran Espectador
Porque sólo Yo soy Totalidad
sólo Yo no soy minúscula fracción
sólo Yo existo de verdad
A todos la vida he brindado
en todos estoy
en cada uno soy
a cada cual sirvo
Y todos conmigo han de unirse al fin
aun aquellos que de Mí dudan
incluso quienes todavía
no me aman.
Enrique Barrios.

Eterno Peregrino

Eterno Peregrino


Aquel que se encuentre con este Peregrino no queda indiferente. Su mirada te compenetra, y su lenguaje silencioso te hace vibrar el corazón, como un terremoto, como el corazón mismo de la tierra. Ya no hay vuelta atrás, es imposible. Porque cuando te lo encuentres, cara a cara, habrás dejado atrás todo lo conocido, vivido y experimentado. Todo tu pasado se habrá diluído. Tu presente es con él, y el futuro no está, pues tu eres el futuro, el presente, el hoy, el momento. Porque el Peregrino...es EL, eres tu, es Todo...es nuestro SER. 
SOL Y LUNA
http://elsilenciodelmaestro.blogspot.com.es/

CAPÍTULO 9.- FUEGO Y COMIENZO

CAPÍTULO 9.- FUEGO Y COMIENZO


Después del sobresalto de la pesadilla, el sol de la mañana, con su cálida caricia en el rostro de Raquel, la despertó. Miró su reloj de pulsera: las tres de la tarde, es decir, dieciocho horas seguidas durmiendo. Había batido el record de su vida. Miró a Micael, y éste seguía profundamente dormido. Se levantó con cuidado de la cama para no despertarle, y cogiendo su ropa y sus zapatos salió al baño. Allí se aseó, se vistió y bajó al salón. No había nadie. Fue a la cocina y el café estaba hecho. Todavía estaba caliente, y unas tortitas de maíz con miel preparadas sobre un plato. Raquel se sirvió en una bandeja y se dispuso a desayunar en el salón. Más bien era la hora de comer, pero recién levantada no tenía el estómago preparado para demasiada comida. No tardó mucho en aparecer Jhoan. Venía de la calle.

- ¡Buenos días hermana! ¿Qué tal se ha levantado ese cuerpo?
- ¡Muy bien, Jhoan! ¿Tú ya has desayunado?
- Sí, hace un rato, pero te acompañaré con un poco de café. Ahora vengo contigo.

A Raquel le pareció que Jhoan estaba preocupado y pensativo, pero lo atribuyó al atontamiento después de dormir varias horas.

- ¡Ya estoy aquí, también comeré otra tortita! ¿Y Micael... sigue durmiendo?
- ¡Sí, totalmente! ¿Hace mucho que te has levantado?
- Sí, hace una hora.
- ¿Y Sara dónde anda...?
- Cuando he salido de mi habitación he visto una nota de ella diciendo que iba a casa de Efraím. Es el rabí, el amigo de nuestros padres. Desde que enviudó no ha levantado cabeza. Está muy delicado de salud, y mi madre pasa mucho tiempo con él.

- ¿Jhoan, qué te pasa?
- ¿Tanto se me nota...?
- ¡Bastante, sí!
- Ha sucedido algo que va a cambiar del todo nuestros proyectos más próximos, hermana.
- Jhoan, por favor... explícate. ¿Es grave?
- No ha habido ningún incidente irreparable, pero sí, es grave. Anoche no desconecté el móvil, y ha sido él quien me ha despertado. Hace una hora que me ha llamado Josafat, el amigo nuestro, el que  estaba supliendo a mi hermano en el centro sanitario este fin de semana. ¡Se ha salvado por los pelos! Raquel, despierta a mi hermano, es necesario que lo sepa cuanto antes.
- ¡Sí, ahora mismo voy!


Raquel dejó su desayuno y fue hacia el ático. Tenía el corazón en un puño. Jhoan estaba muy afectado. Se acercó a su marido, y con caricias y cosquillas en la nariz lo fue trayendo a la realidad.

- ¡Mi amor, despierta!

Micael se hizo el remolón, y cuando ella se disponía a quitarle la colcha, él, por sorpresa la agarró de la cintura y la tiró a la cama.

- ¡No voy a dejar que te escapes ahora, mi amorcito...!
- ¡Micael... cariño...!  Y viendo el gesto serio de su mujer, la soltó y le preguntó.

¿Sucede algo mi amor?

- Jhoan me ha pedido que te despertara. Ha sucedido algo...Te espera en el salón. Micael se echó por encima la bata del baño y se apresuró a bajar.

- ¡Jhoan, hermano, cuéntame! ¿Qué ha sucedido? ¿Josafat está bien?
- Está bien porque el Cielo ha intervenido, pero podría estar muerto. Ha sido él quien ha llamado por el móvil hace poco más de una hora desde la casa de su cuñado. Ayer, a la tarde, hubo un enfrentamiento en Hebrón entre la policía israelí y miles de manifestantes palestinos. Hubo más de cien muertos por ambas partes. A la noche, un buen número del personal sanitario del hospital, algunos, compañeros nuestros, fueron hacia el centro sanitario y al no encontrarte allí, la tomaron con Josafat. El se identificó y no se atrevieron a hacer nada contra un egipcio. Le dejaron marchar, no sin antes haberle zarandeado. Rompieron y destruyeron todo, y quemaron el resto. Y cuando estaba en casa de los suyos  recuperándose del susto, oyeron gritos. Salieron a la calle y vieron como una muchedumbre de palestinos, todos vecinos nuestros, hermano, y enfurecidos, gritaban “muerte al perro judío”, se encaminaron hacia nuestra casa, y al ver que no estabas, echaron la puerta abajo y quemaron todo el apartamento.
- ¿Pero él está bien?
- Sí, está seguro. Ahora se iba Al Cairo. Me ha dicho que te quiere, y que sigas contando con él... pero que si es posible, sin sustos de este tipo.


Micael se cubrió el rostro con sus manos y apoyó los codos sobre la mesa. Hubo un interminable silencio. Jhoan y Raquel se miraban. Se habían quedado sin habla. No sabían qué decir. Solo sentían pena por Micael. El les había entregado todo, su vida, su trabajo, su corazón, y le respondían con aquél odio y desprecio. Como ser humano, su corazón lloraba, pero también sabía que aquello era una señal inequívoca de que su verdadero trabajo estaba por comenzar. Su hermano se lo había querido hacer ver en muchas ocasiones, pero él no lo veía claro. La llegada de Raquel a su vida se lo hizo saber, y este incidente era el pistoletazo de salida. ¡Ya no podían volver atrás! ¡Ya no era posible volver a Hebrón!

Raquel se levantó y fue hacia su marido. Apoyó con fuerza las manos sobre sus hombros y besó su cabeza. Micael reaccionó, dejó al descubierto su rostro bañado en lágrimas y cogió la mano de su mujer.

- ¡Ya pasó, queridos, ya pasó! Hay que aceptar al mundo tal y como es. Lo más importante es que nuestro amigo está bien, y nosotros tres juntos. Lo siento por los que han muerto en este ataque de histeria colectiva que no lleva a ninguna parte.
¡A la destrucción, hermano! Después de dos mil años, este pueblo sigue igual, y no solo él. Basta con ver y oír para hacerse idea de en dónde estamos metidos, en un pozo lleno de mierda.
- ¡Vamos, Jhoan, no hables así! Estamos ahora demasiado afectados para hablar, pensar y sentir con ecuanimidad. Dejemos que pase este tiempo.
- Pero Micael, lo que digo es la verdad, es la realidad, quieras o no quieras verla. Si no... ¿Para  qué estamos aquí? ¡Para intentar arreglar algo!
- ¡Claro que veo la realidad, no estoy ciego, hermano! Pero si los que se supone que amamos a esta humanidad, que hemos venido a entregarlo todo por ella, tenemos tan poca fe en el ser humano, dime entonces... ¿qué esperanza hay para ella, quien apostará por su destino?
- Lo siento, Micael, me he dejado llevar por la rabia, pero es que llueve ya sobre mojado. ¡Es la segunda vez que intentan matarte!
- ¡Pero como ves, no lo han conseguido! Sabes que nada nos ha de suceder hasta que no nos llegue la hora, y ésta la hemos elegido voluntariamente nosotros. ¡Nadie nos quitará nada, porque nosotros lo entregaremos todo!


Jhoan se sintió un poco apesadumbrado. Con su reacción, poco iba a ayudar a su hermano a salir de esos momentos tan álgidos. Micael fue hacia él y le abrazó muy fuerte, con intensidad. Sabía que su hermano tenía un corazón impulsivo, era un león capaz de darlo todo en la lucha, pero también de defender a los suyos hasta el final.

- Jhoan, hermanito, lo hemos perdido todo. El mundo ha consumido en el fuego todo lo que nos ataba a él. ¡Y nos ha hecho libres, ahora somos libres para poder liberarlo, amarlo y sacarlo de donde está! Cuántas veces tú me habrás dicho que estaba en el camino equivocado, y otras tantas yo te decía que no lo veía  claro, y seguía con mi trabajo... Yo, tu hermano, he necesitado una señal de este calibre para darme cuenta. Ellos sólo han sido un instrumento.

- Podrían haberte dicho sin más que te fueras, hermano, podrían haberte echado de otra forma. ¿Me vas a decir que el Cielo les ha inducido a quemar, torturar y asesinar?
- ¡No claro que no! Pero dime... ¿qué hace un animal cuando está asustado y herido? Ni puede huir, porque no puede caminar, ni puede alimentarse porque no tiene fuerzas y su visión es tan deficiente, que aquél que osa acercarse a él para ayudarle y curarle, termina siendo atacado y devorado, y no porque el animal sea un asesino, sino porque su dolor es tal que lo ha puesto al borde de lo locura. ¡El mundo está herido y loco por el dolor, y ciego, pero nosotros somos siervos del Amor, somos médicos del alma que  vamos hacia él! Y aunque seamos devorados, nosotros sabemos el por qué, y le seguimos amando, y si no nos permite curar su herida, al menos le alimentamos, y si coge fuerzas por el alimento ingerido, puede llegar a curarse por sí mismo. Quizás nunca llegue a saber quien ha sido su sanador, pero el amor ya estará en su corazón.
- ¡Hago mío tu sentimiento, hermano, y me ha venido muy bien el recordármelo!
- ¿Y tú, princesa... qué dices? Estás muy callada...
 - ¡Que hago mío tu sentimiento, y   que me ha venido muy bien  el recordatorio! ¡Estoy a sus órdenes, jefe Micael!  Y dicho esto, Raquel se cuadró ante su marido.


Micael reaccionó riéndose y persiguiendo a Raquel dándole un azote en el trasero. Jhoan se echó a reír también, y al final los tres se liaron en una riña sin cuartel rodando por los suelos. Sara, que llegaba en esos momentos a casa, los vio y no salía de su asombro. ¡Como cuando eran chavales! Solo que entonces les reñía y enviaba a cada uno a su habitación, a pesar de la diferencia de edad.  Pero ahora no... Era feliz de ver a sus hijos así, como niños, y como otra niña más se unió al juego. Se sentó en una silla del salón y se quedó contemplándolos. Raquel la vio enseguida y se incorporó, pero Sara, con la mano, le hizo señal para que no dijera nada. Recordaba los viejos tiempos en los que sus muchachos rodaban por los suelos simulando peleas entre caballeros y samuráis. Micael, con 16 años haciendo de guerrero enfurecido y malón para el pequeñajo de 4 que hacía de noble y valeroso caballero. Lo malo era que el mayor era tan crío o más que el pequeño, y siempre terminaban aquellas batallas con algo roto. Percatándose los dos hermanos de la presencia de su madre, se levantaron y con cierto apuro en sus caras intentaron recomponer la compostura.

- Madre, no sabíamos que estabas aquí, disculpa y... ¡tú traidora, ya podías avisarnos!
- ¡No la he dejado yo, Jhoan, me lo estaba pasando de campeonato!
- Estamos liberando tensiones mamá, y confieso que me lo he pasado muy bien luchando con mi hermanito.
- ¡Lo sé, hijos... y qué mejor momento que éste para sacar un viejo recuerdo del baúl! Esperar un poco, que ahora vuelvo.

 Sara se perdió en su habitación. Cuando regresó, llevaba entre sus brazos un muñeco grande de fieltro. A Jhoan se le cambió la expresión de su cara.

- ¡Madre... es mi viejo amigo Samurai! ¡Creí que papá se había deshecho de él!  

Y con cara de niño emocionado, cogió a aquél viejo amigo y lo abrazó con una ternura muy especial.

- Hija, es un muñeco que mi Josué hizo para Jhoan. Ha sido siempre un niño muy impulsivo y activo, y con sus juegos de guerra tenía a su pobre hermano martirizado. Además Micael tenía que estudiar y no podía estar siempre pendiente de él. Y cuando cumplió los cinco años, su padre, con unos cuantos tejidos y mucho serrín, le hizo este muñeco que fue su amigo inseparable durante mucho tiempo.
- ¿Y por qué tu marido quiso deshacerse de él?
- Porque Jhoan empezó a obsesionarse. Estaba convencido de que su muñeco tenía vida, y que cuando luchaban, éste le enseñaba técnicas y cosas relacionadas con las espadas, el fuego y no sé que otras barbaridades más. Su hermano habló con él, pero terminó convenciéndose de que era cierto. Así que en vista del peligro que tenía aquello, su padre se lo quitó y lo tiró a la basura. Pero yo lo recuperé y lo he guardado hasta el día de hoy en mi baúl. Y aquélla locura desapareció.
- ¿Y por qué crees que fue una locura, una obsesión del niño?
- Hija ¿tú también, como Micael, crees que Jhoan decía la verdad?
- ¡Su verdad, Sara, claro que sí!
- ¿Un muñeco que recobra vida propia?
- ¡Míralo de esta otra forma, Sara: un ser espiritual, un ángel del Padre, quería enseñarle a Jhoan algo a la vez que jugaba con él, ya que es el método ideal para enseñar a los niños, y se metió dentro de aquél amasijo de tela y madera, y naturalmente, le dio vida. ¿Puede meterse Micael en el cuerpo de tu hijo, y no puede hacerlo otro ser en un muñeco para ayudar y enseñar a Jhoan?
- ¡Mirándolo de esa manera...!
- ¡Gracias, hermana, por salir en mi defensa!
- Jhoan, no es por defenderte, es que creo que fue así. Yo también he tenido amigos muy especiales y entrañables, que por cierto, solo veía yo, pero como sabía cual iba a ser la reacción de los mayores, me callé.
- ¡Hijo, siento mucho si entonces te causamos por ello dolor!
-Pero mamá, lo hicisteis  porque me amabais, entonces pensasteis que era lo mejor para mí, y todo tiene un por qué, y sucede cuando llega el momento, nos guste o no. Sin embargo ahora me has dado una alegría muy grande. Quería mucho a este amigo, y lo he recuperado.
- ¿Jhoan, me lo dejas un momento?
- ¡Claro, hermana, tómalo!

Raquel lo cogió entre sus brazos y lo acercó a su corazón. Cerró sus ojos y con sus manos acariciaba una y otra vez a aquél mequetrefe. Así estuvo unos instantes, después de los cuales lo devolvió a su dueño.

- Este muñeco todavía tiene vida en su interior. Probablemente, Jhoan, es tu proyección. Y tu cariño por este muñeco le ha mantenido así hasta hoy. - Bueno... es una apreciación mía, no significa que sea así.
- Yo creo que estás en lo cierto, hermana. Siento lo mismo que tú.
- Hijos, me gustaría seguir con vosotros, pero he venido solo a buscar un poco de leche para Efraím. Se le ha terminado, y le vendrá muy bien tomar un cazo caliente.
- ¿Cómo está, madre? ¿Quieres que vaya a echarle un vistazo?
- No, hijo, ayer le vio su médico. Su corazón está muy débil, pero se alegraría muchísimo si vais a verle. Desea conocer a tu esposa.
- ¡Mamá dile que un poco más tarde pasaremos!
- ¡Se pondrá muy contento, hijos! Bueno, os dejo. Si tenéis hambre, en la cocina hay sopa y pescado. ¡Y vístete, Micael, hijo...!
- ¡Sí, mamá, ahora mismo, y cuando volvamos todos a casa, te daremos una buena noticia!
- ¿Muy buena? Porque si es así... no espero. Dime, hijo... ¿qué noticia es?
- ¡Que ya no volveremos a Hebrón! Definitivamente nos quedamos aquí, en casa.
- ¿Hijos... de verdad...?
- ¡Sí, mamá!
- ¿Y esta decisión tan repentina...? ¿Ha sucedido algo, Micael? Para que tú no vuelvas allí, tiene que haber sido algo importante.
- Las cosas por el sur están muy mal, las relaciones con los palestinos son muy tensas y hay muchos enfrentamientos entre grupos radicales. El último fue ayer, y hubo muchos muertos. Nuestro trabajo allí ha terminado.
- ¡Pero ha pasado algo... lo siento así!
- Madre, Efraím te espera. Ya hablaremos a la noche. No tienes por qué preocuparte, estamos en casa, contigo, sanos y salvos...
- Muy bien, de acuerdo, me quedo tranquila, pero deseo que me mantengáis al corriente de todo. Os esperamos, hijos, no paséis muy tarde, que Efraím se retira temprano.

Sara abandonó la casa y los tres quedaron ordenando el desaguisado de la pelea. Terminado el trabajo, Jhoan se puso el pantalón y la camisa de deporte y se dispuso a salir hacia la playa.

- ¿No vas a comer algo, Jhoan?
- Sí, pero cuando vuelva, ahora no tengo hambre. ¿Y tú qué vas a hacer?
- Primero asearme, y luego pensar un poco...
- ¿En qué, hermano?
- En todo lo que ha pasado, Jhoan. Hay que hacer nuevos planes, tomar decisiones...
- Hermano, déjalo para mañana. Entre los tres  lo haremos. Ahora descansa y relájate, disfruta de tu mujer y de la libertad que nos han dado.
- ¡Te haré caso, hermanito! ¿Te esperamos para comer?
- Sí, regresaré dentro de una hora. ¡Hasta luego tortolitos!

Jhoan se alejó en dirección a la playa, y Micael se disponía entrar en el baño a ducharse cuando Raquel se interpuso en su camino llevando en la mano las tijeras y en la otra una toalla pequeña.
- ¿Tan pronto te has cansado de mí que ya quieres quitarme de en medio? ¡Por favor, te lo suplico, tápame los ojos con esa toalla para no verlo y evitarme el dolor...!
- ¡Pero mira que eres payaso...!
- ¿Y entonces para qué son esas tijeras...?
- Para cortarte el pelo. Tienes una cabellera preciosa, mi amor, pero bastante estropeada. ¿Qué champú usas?
- Un gel de baño normal.
- ¡Ven aquí, anda... y siéntate!
- ¿Qué, me vas a hacer un arreglillo?
- ¡Te voy a dejar perfecto! Eres joven, mi amor, y te has descuidado un poco. Tu cara, por ejemplo, tienes una piel preciosa, pero no la has hidratado lo suficiente.
- Raquel, hasta ahora no he tenido ningún aliciente que me motivara a ello, y uno entra ya en una edad que...
- ¿Qué edad...? ¿Te sientes ya viejo con 44 años?
- Mujer... ¡un zagal, desde luego que no!
- Pues para mí eres el hombre más guapo, más atractivo y más sexi del mundo.
- ¿También me consideras sexi?
- ¡Mucho!
- ¿Qué es lo que más te gusta de mí?
- ¿De ti o de tu cuerpo?
- ¡De las dos cosas!
- Pues de ti me gusta todo, y de tu cuerpo pues... ¡todo él, enterito! aunque tus ojos me privan... ¿y de mí, Micael, qué te gusta?
- ¡Todo, mi amor!
- Micael, este amor tan profundo que nos une, esta afinidad de nuestros corazones... ¿realmente se puede sentir todo ello por alguien en tan poco tiempo? Porque lo nuestro no ha sido un encaprichamiento temporal, ni un enamoramiento infantil. Tengo la sensación de que te conozco desde siempre y que has estado en mi corazón ni se sabe desde cuando. Hay momentos, solo son décimas de segundo, sobre todo cuando estoy más íntimamente unida a ti, en que mi mente está a punto de captar algo, de atrapar un recuerdo muy lejano, pero que en el último instante se me escapa.
- Eso tiene fácil solución. ¡Hay que estar mucho más tiempo unidos en la intimidad! En algún momento lo conseguirás.  Y Raquel se rió y abrazó a su marido por el cuello.


- Bueno, esto ya está, te he cortado las puntas y ya parece otra cosa tu pelo. ¡A ver...vuélvete que te vea yo! ¡Magnífico, una obra de arte! Ahora, con este champú que uso yo, lávate bien la cabeza.
- ¿Ya no me arreglas nada más?
- Bueno, cuando de duches y te seques el pelo, sube a la habitación y te daré unos masajes. Yo voy subiendo el aceite y una toalla.
- ¡Eso me parece mucho mejor!
- ¡Arriba te espero!


Micael se metió en el baño y Raquel subió a la habitación. Se desvistió del todo y se puso por encima la camisola blanca de su marido. Abrió de nuevo la cama y echó sobre la sábana la toalla de la ducha. Bajó un poco la persiana de la ventana y encendió una varita de incienso de jazmín para ambientar la sesión. Se untó bien de aceite los brazos y las manos y esperó a que Micael subiera. Cuando él entró se quitó la bata de baño y se tumbó sobre la toalla.

- Esta vez mi amor, te has volcado en el ambiente... ¡qué nivel!
- Es que el entorno es muy importante en la terapia. Venga, vamos, relájate que te voy a pringar con el aceite.
- Te recuerdo Dra. Reyes, que si la técnica te falla, siempre queda el entregarse uno mismo... Raquel sabía perfectamente lo que su marido deseaba, y ella también, con toda su alma.
- Volvamos a la terapia, mi amor. Túmbate boca abajo.  
Y Micael obediente, así lo hizo.


Ella, mientras con su mano derecha extendía el aceite por su cuerpo, con la otra iba quitándose la camisola, y cuando consiguió deshacerse de ella, se tumbó sobre su marido, siguió con las caricias y besó cada palmo de su piel. El cuerpo de Micael se estremecía. Los besos de Raquel le fueron activando todos los puntos energéticos. Todo él era ya un puro volcán. Se volvió, la abrazó y sus bocas se abrieron para fundirse en fuego, porque era puro fuego lo que salía por él. Raquel sentía en su boca un torrente de lava que se abría paso a través de su garganta, tráquea, pecho, estómago y vientre, y cuando llegaba al coxis, de nuevo, con una fuerza que la llevaba al paroxismo, y atravesando su médula espinal, salía por su cabeza. Sus cuerpos ardían. Raquel se entregaba a su marido, pero los síntomas que sentía empezaron a preocuparla. No era normal. Tenía la sensación de que tanto él como ella en cualquier momento iban a prenderse fuego. Y de nuevo del vientre de Micael salió un rayo de fuerza que penetró en el mar oscuro y lleno de pasión y vida de Raquel. Y aquél relámpago la volvió a recorrer, pero cuando llegaba a su cabeza, volvía a descender. Y ella dejó de preocuparse. Aquélla fuerza la invadió y la hizo vibrar del tal manera que en su vientre y en su pecho sintió una gran explosión. Abrió sus ojos y contempló cómo su marido era pura energía. Su cuerpo era transparente, y por sus venas, su sangre parecía pura lava incandescente.

Y sus ojos, azules como el mar, la amaban con infinita pasión y ternura. Ella también veía que su cuerpo irradiaba mucha luz y se reflejaba en el rostro de Micael, y una nueva explosión de luz procedente del pecho de ambos, iluminó toda la habitación. Raquel se sentía como si se hubiera hecho  mil pedacitos, y todos ellos flotaran como burbujas doradas en un inmenso mar de armonía. Y tras aquél estado de sublimación, quedó abrazada a él, plácidamente. Micael la besaba una y otra vez, y al final, quedó también en estado de placidez. Pasaron unos minutos, y como ella seguía con los ojos cerrados y en silencio, Micael incorporándose la fue trayendo a la realidad.

- ¿Hay alguien ahí...? Y ella reaccionó con una sonrisa, pero sin abrir los ojos.
- ¡Supongo! Dime... ¿estoy entera, sigo siendo yo... y quien me lo pregunta, el de los ojos azules o el de los ojos trigueños?
- ¡Mi amorcito, compruébalo tú misma!

Ella abrió sus ojos y vio el rostro de su marido. Sus ojos color miel y picarones la acariciaban con su mirada.

- ¿Qué ha ocurrido Micael, qué nos ha pasado?
- ¿No lo sabes, mi amor? Dime... ¿cual es la culminación de un encuentro íntimo entre dos corazones que se aman?
- ¡El orgasmo, pero es que no ha sido normal...!
- Mi amor, sí... Nuestros cuerpos han llegado al unísono al orgasmo físico, pero no ha sido nada comparado al que han tenido nuestros espíritus. ¡Juntos hemos estado en el corazón del Paraíso, en el centro del Volcán, en el origen de toda Vida!
- ¿Y por qué por unos instantes te he visto de una forma tan distinta? Ha sido impactante abrir mis ojos y ver que estaba con un desconocido.
- ¿Realmente crees que no le conoces? ¿No sabes quien soy?
- ¡Sí, al que he visto es a Micael, al que vi, junto a ti, en aquél parque! Pero es que yo estoy contigo, no con él.
- ¿No has venido a Israel precisamente a buscarle?
- Micael,  yo estoy enamorada de ti, te amo a ti...
- ¡Micael soy yo, mi amor! El no vive en mí, ni me usa de canal, ni tampoco como vehículo. Sencillamente somos UNO. Yo soy Micael, incluida esta carne que me reviste. Nuestro cuerpo, mi amor, es un simple vehículo, sin el cual no podríamos permanecer en esta dimensión. Tú y yo, en esencia, con nuestros espíritus, nos hemos amado siempre y hemos sido un solo ser. Los que se han encontrado, se han atraído y se han conocido, han sido nuestros vehículos, y en ocasiones como ésta, nos sobran.
- ¿Qué nos sobran, dices...?
- Raquel, ¿a ti no te ha pasado que cuando estás estrechamente unida a mi, desearías estar dentro de mi propio cuerpo? Porque a mí, desde luego sí que me pasa contigo, y cada vez que me separo de ti es como si  me arrancaran la mitad de mí mismo.
- ¡Sí, claro que me pasa, pero es una reacción lógica!
- Sí, ¿pero por qué se tiene esa sensación? ¿Qué es lo que te impide el meterte dentro de la persona amada?
- ¡Pues naturalmente, el cuerpo!
- ¿Comprendes entonces lo que te quiero decir?
- Sí, pero no quisiera prescindir de él cuando estoy contigo. A través del cuerpo, de mi piel, siento la ternura, la suavidad de tu piel, el calor de tu corazón, la fuerza de tu ser, siento placer, es como si me permitiera saber el gusto, el sabor que tiene el amor. ¡Amo tu cuerpo, Micael, porque es tu proyección, y es tan hermoso como tu espíritu! ¿Y la explosión que ha habido en nuestro interior? ¿A qué se debe?
- Nuestros dos espíritus se han fundido, se han entregado y han dado vida a un ser nuevo. ¡Raquel, tenemos un hijo!
- ¿Qué tenemos un hijo tu y yo?
- ¡Sí, mi amor, así como se tienen hijos de la carne, también del espíritu! Una de nuestras misiones en esta dimensión es la de procrear en el espíritu, a través de la carne.
- Micael... ¿y dónde está ahora nuestro hijo? ¿Qué hace...? ¿Para qué ha sido procreado? Mi amor... sé que mis preguntas son un poco torpes, pero es que todo es nuevo para mí.
- Mi amor, para nada son torpes. Preguntas lo que desconoces, pero no te voy a responder yo. Esta noche, en la playa, tenemos tú y yo una cita, y allí tendrás la respuesta a todas tus preguntas.
- Micael, mi amor... ¡te quiero! y me gustaría tener mil hijos contigo...
- ¿Sólo...? ¡Qué miserable eres! 

Y los dos se echaron a reír, y de no haber oído a Jhoan abrir la puerta de casa, habrían seguido probablemente trayendo más hijos al mundo del espíritu.


- ¿Hay alguien en esta santa casa? Preguntó Jhoan al no ver a nadie.
- ¡Estamos aquí arriba, terminando de recoger, Jhoan, ahora mismo bajamos! Respondió Raquel.

 ¡Vale...yo me meto en la ducha! Gritó Jhoan.


No tardó ni un minuto en bajar Raquel al salón. Fue a la cocina y puso a calentar la comida mientras colocaba los cubiertos en la mesa. Micael la siguió y se puso también a preparar la cafetera. Jhoan salió del baño secándose con una toalla el pelo, y cuando vio a su hermano, algo le extrañó en él.

- Te veo raro, hermano, y no sé qué es...
- Pues soy el mismo que has dejado hace una hora.
- ¡La leche, ya sé...! ¡Tu pelo, te lo has cortado!
- Sí, Raquel me ha dado un buen repaso. 

Y Jhoan se acercó más a él, le miró atentamente y exclamó:

- ¡Y también te veo guapo, tío! ¿Pero qué ha hecho Raquel contigo? ¡Ya veo, tú quieres ahora hacerme la competencia! ¿No llevabas bien el que tu hermanito fuera el guaperas de la familia, eh...?
- ¡Ven aquí, Samurai! ¿Es que quieres pelea otra vez?
- ¡Yo no lucho con ancianos!
- ¿Quieres que te demuestre tu hermano de lo que todavía es capaz?
- ¡Sí, quiero que lo hagas, claro, pero en serio... que hace mucho tiempo que tú y yo no competimos!
- ¿Competir en qué...? Preguntó Raquel sorprendida.
- Es una combinación de técnicas, reflejos, intuición, concentración mental, parecida a las artes marciales, pero a nuestro estilo.
- ¡Pues me gustaría veros enfrascados en ello!
- A mí también, amor, pero mi hermano es muy bruto.
- ¡No exageres...! Lo que pasa es que tienes miedo.
- ¡Y no lo niego, temo que termines rompiéndome algo!
- Hermano, en eso he cambiado. Ya no soy tan impetuoso. Los años también pasan para mí...
- Tendréis que dejarlo para otro momento, hay que comer. Jhoan... ¿no vas a vestirte antes?
- Hermana, es que antes me gustaría que me dieses unos masajes en esta rodilla. Tengo una vieja lesión y hoy cuando he hecho el ejercicio, se me ha resentido un poco.
- A ver… ¿te duele mucho?
- Un poco, si.
- ¿Tenéis aquí en casa algún anti-inflamatorio en crema?
- Sí, en el armario del baño. Ahora te lo traigo, mi amor.

Micael llevó a Raquel el ungüento y ésta se lo aplicó a Jhoan en la rodilla con ayuda de unos masajes.

- Jhoan, tú entiendes más que yo de huesos y articulaciones. ¿Es conveniente que te ande yo?
- Si, no te preocupes, pero Cielos... ¿qué tienes en tus manos, hermana?
- ¡El gel, la crema!
- ¡Siento tus dedos como rayos láser! ¡Uuuuafb... qué fuerte!
- ¿Te estoy haciendo daño? ¿Quieres que pare?
- ¡Sigue... sigue...!

Raquel no sabía que hacer, Jhoan le pedía que siguiera, pero en su rostro se reflejaba un fuerte dolor.
- ¡Sigue... no te pares, no es dolor lo que siento, es fuego lo que hay en mi rodilla!

Raquel insistió un rato más y lo dejó. Sus manos también ardían y estaban fuertemente enrojecidas. Jhoan se levantó de la silla y comprobó que el dolor había desaparecido. Hizo varias flexiones en cuclillas, que hacía años que no podía ni tan siquiera intentar, y con asombro exclamó:

- ¡Hermanita... me has dejado la rodilla nueva! Ya no hay lesión.
- ¡Vamos, Jhoan...! Te habrá dejado de doler porque entre la crema y el calor de las frotaciones, la irritación habrá disminuido.
- ¡Raquel, tenía muy jodida la rótula! Estas flexiones que acabo de hacer, me ha sido imposible realizarlas desde los 15 años. Sé lo que te estoy diciendo, me has dejado la rodilla nueva. Pero parece que te sorprende...
- ¿Cómo no me va sorprender Jhoan? ¿Yo ahora haciendo milagritos?
- Yo no he hablado para nada de ese tema, Raquel. Sencillamente, tu energía me ha curado. ¡Sí, claro, es un milagro, pero no como tu lo entiendes! Tu cuerpo, tu corazón, tu energía, han trabajado juntos. Tu corazón ha deseado curarme, y para el amor, los deseos son órdenes.

Raquel se quedó pensativa. Ella no dudaba de las palabras de Jhoan. Empezaba a despertar con la ayuda de ellos a una nueva consciencia de sí misma, pero había algo que no le encajaba...

- Sí, pero...
- ¿Qué... adelante... pregunta... qué duda tienes?
- No es duda. Es que entonces... no entiendo.
- ¿Qué es lo que no entiendes?
- Jhoan, cuando tu hermano fue torturado de aquélla manera, tú no estabas entonces allí y no pudiste evitarlo, pero... cuando regresaste, el seguía herido, y tardó un año en recuperarse. Tú amas a tu hermano, lo sé, entonces... ¿por qué no le curaste, por qué permitiste que estuviera tanto tiempo en esas condiciones? Porque si yo he podido arreglarte la rodilla, vosotros podéis hacer lo mismo y mucho más... Y no te lo estoy echando en cara, Jhoan, solo que no entiendo, y sé que tiene que haber un motivo...

- Tanto mi hermano como yo, y como tú, que lo descubrirás muy pronto, tenemos conocimiento de ciertos tonos vibratorios. Son como pequeños mantras. Haciendo uso de ellos, podemos separarnos de nuestros cuerpos, bien sea por unos momentos o definitivamente. También podemos evadirnos de toda sensación de dolor. Con esto te quiero decir que si mi hermano no se curó a sí mismo, es porque fue su elección. Yo no tenía ningún derecho a interferir, aunque deseaba ver a mi hermano bien más que a nada en el mundo. Tendrías que preguntarle a él, el por qué no lo hizo. Yo, Raquel, podía haberme curado a mí mismo la rodilla hace años, pero si estamos en esta dimensión para trabajar como seres humanos, no podemos usar ciertos privilegios, no porque nos sea prohibido, sino por pura ecuanimidad. Yo solo buscaba en ti un poco de alivio, pero tu corazón me ha dado más.

- Jhasua también sabía algo de eso... Me acuerdo que cuando curaba, se concentraba y emitía ciertos sonidos que salían de su pecho, y por lo que me has dicho, Jhoan, el tampoco los utilizó para salvarse a sí mismo.

- ¡Y estaba en su pleno derecho, Raquel! Contestó Micael. El solo tenía, y por propia voluntad, que entregar su vida. Era imprescindible para conseguir su objetivo que su sangre saliera de su cuerpo y se vertiera sobre la tierra, pero no a apurar la copa del dolor. Pero aún así lo hizo. Raquel, el dolor es el amor incomprendido. EL vino a este mundo a AMAR, a ser instrumento del AMOR. Se dejó compenetrar por EL, pero también por el dolor. Esto lo comprenderás esta noche, mi amor, en tu cita con EL. Y también comprenderás lo que significa venir como cordero a este mundo.

Y reinó el silencio. Jhoan y Micael miraban sonrientes a Raquel, y ésta, un poco tímida de atraer la atención de semejantes ejemplares, concluyó aquélla tertulia.

- ¿Y si nos ponemos a comer...? Es tarde y tenemos una visita pendiente.
- Ir sirviendo la comida que ahora vuelvo. Voy a vestirme. Exclamó Jhoan.


Micael no dejaba de contemplar a su mujer. La seguía con la mirada, a veces con los ojos azules y otras con los pícaros pero entrañables ojos trigueños. Ella sabía que le miraba, pero aparentaba no darse cuenta de ello. Hasta que no pudo más, y con la cazuela de la sopa en las manos exclamó:

- ¡Deja de mirarme así, que me pones muy nerviosa...!
- ¿Tan irresistible soy para ti?
- ¡Sí lo eres...! Porque si amar fuera pecado, yo ya estaría condenada para siempre contigo. ¡Eres mi tentación!
- ¡Es el mejor piropo que me han dedicado nunca, mi amorcito!
- ¿Qué... me ayudas a servir la sopa? ¡Ve pasándome los platos!

- ¡Ya estoy aquí...! ¡Qué buena pinta tiene esto! Por cierto, hermano, ¿tú como vas de ropa? Porque acabo de echar a lavar una camisa y unos pantalones, y solo tengo lo puesto.
- Pues ahora que lo dices... tan solo lo que llevo puesto y una camisa más.
- ¡Hermano, que nos han dejado con lo puesto y tirados!  Y Jhoan se echó a reír.
- ¿Y aquí en casa, no tenéis guardada nada de ropa?
- ¡Todo estaba en Hebrón, Raquel, hacíamos vida allí! Así que, hermano, algo tenemos que hacer. A mamá no le podemos pedir ayuda, porque vive con la pensión de papá y  sabemos lo escasa que es... No tenemos ni ropa, ni dinero... ¡demonios, cómo vamos a hacer nuestro trabajo!
- ¡Trabajando y confiando, hermano!
- ¡Sí, pero tenemos que vivir también!
- Tu hermano, Jhoan, ya te lo ha dicho, trabajando y confiando. Haremos lo que tengamos que hacer. Por el dinero no te preocupes. No he podido hablarlo todavía contigo, pero yo puedo aportar lo que vosotros necesitáis.  

Y Raquel volvió a explicar a Jhoan lo que ya sabía su marido.

- Pues estoy llegando a la conclusión, hermanita, de que tú eres la que ha provocado todo.
- ¿Qué yo he sido la responsable de todo lo que os ha pasado?
- Has venido a nuestro encuentro, Raquel, para sacarnos del sendero en que las circunstancias nos habían obligado a entrar, y que era el equivocado, y cuando lo hemos perdido todo, vienes tú con tus manos llenas. ¿Qué más sorpresas nos tienes preparadas, hermana?
- Jhoan, somos un comando cósmico, y cada cual tiene su función, y entra en acción en el momento adecuado. Y me gustaría saber quien es el comandante de este equipo, verle la cara, saber con quien me la estoy jugando.
- ¡Lo sabrás esta noche! Le respondió Micael.
- ¿Pero qué me tienes reservado? ¿Todo lo voy a saber esta noche?
- ¡Todo lo que necesites por ahora!
- Vale, de acuerdo... esperaremos. Y mañana mismo tenemos algo muy importante que hacer. Iremos de compras. No podéis ir por la vida con una sola túnica.
- ¿No fue eso lo que aconsejó Jhasua a los suyos? Preguntó socarronamente Micael.
- Sí, pero ahora no se llevan túnicas, se usan vaqueros y playeras. ¡A él me gustaría verle ahora aquí, en esta sociedad y en este siglo! ¡Aquí solo sobreviven cuerdos los titanes!
- ¡El está aquí, Raquel, pringado como uno más, él también lleva camisa, vaqueros y playeras...!
- ¿Estás hablando en serio, Micael?
- Mi amor, sí... muy en serio.
- Y lo sabes bien sabido, vamos...
- ¡Totalmente seguro!
- ¡Será capullo! Exclamó contrariada Raquel.
- ¿Qué es eso de capullo, hermana?
- Es una expresión popular, típica de España, significa... pues... el macho de la cabra.
- ¡La leche, que fuerte! ¿Y Jhasua es amigo tuyo...? Preguntó intrigadísimo Jhoan.
- Si, lo es. Tampoco he querido llamarle eso... Esta palabra también tiene un matiz cariñoso...
- Vamos, que cambiamos lo de cabrón por cabritillo... exclamó con cachondeo Jhoan.
- ¡Más o menos!
- ¿Pero qué te ha hecho él para ser merecedor de tan generoso piropo?
- Micael, él me prometió que cuando volviera vendría a mi encuentro. Yo le he estado esperando, pero él no lo ha hecho. Tú dices que está aquí, y si lo afirmas es que es verdad, ¡y yo no lo veo por ninguna parte! Eso sí, te envía a ti en su lugar, eso sí que lo ha hecho bien, mira...
- ¿Tú crees que sí... estás segura?
- ¡Sí, mi amor... eres lo mejor que me ha ocurrido! Pero podía haber tenido el detalle de venir y decirme: “Oye, que estoy aquí... ¿cómo estás? tengo mucho trabajo, pero lo hacemos entre todos, formamos un equipo, estamos locos...” y cosas parecidas, lo normal en una conversación entre buenos amigos, ¡vamos...!
- ¡Pero si lo que pudiera decirte él, parece que ya lo sabes...! ¿Qué necesidad tienes de que te lo diga él en persona?
- ¡Necesidad ninguna! Pero las promesas que se hacen a los amigos, son sagradas.
- ¡Mujer...dale algo más de margen...!
- Bien, vale... dejemos esta cuestión y comamos el pescado, que recalentado sabe mal.
- Hermana, es la primera vez que te veo ligeramente cabreada.
- ¡No te preocupes, mis cabreos cósmicos duran segundos! Y cambiando de tema... ¿qué tipo de trabajo es el que hay que hacer? Vosotros parece que lo tenéis muy claro.
- Ya llevamos en ello desde hace tiempo, Raquel, ¿cuantos años llevamos, hermanito?
- Pues si no me equivoco, unos quince.
- ¿Pero qué es lo que hacéis?
- ¡Traer conocimiento! En el plano físico, nuestra labor primordial es plasmar en libros todos los conocimientos que hemos traído a esta dimensión y entregarlos a ciertas personas para que sean puestos al servicio de la humanidad. Y en el plano espiritual, tenemos que ir a ciertos lugares desconocidos por el hombre y abrir puertas dimensionales, introducir códigos para que los archivos originales de la Tierra se descubran, y despertar consciencias que son imprescindibles para el resurgimiento de la humanidad.
- ¿Y todo eso en cinco años?
- ¡Es mucho tiempo, Raquel!
- ¿Mucho...? Micael, estamos hablando del tiempo que regula esta dimensión, y cinco años son mil ochocientos veinticinco días, y un día solo tiene 24 horas.
- ¡Perfecto el cálculo, Raquel, pero nuestro trabajo más arduo es en el espíritu, y en sus dominios, el tiempo no cuenta, porque no existe!
- ¿Y yo ahora me pregunto de qué forma podré ayudaros? Yo no poseo ningún conocimiento extraordinario.
- Mi amor, ¿crees que haces poco? ¡Nos amas, nos apoyas, nos proporcionas todo aquello que necesitamos para desempeñarlo, y lo más importante para mí: contigo, mi corazón está completo! Nosotros, mi amor, sabemos muchas cosas, pero no todo. Tú también tienes información, y mucha más que recibirás, y no del Cielo, sino de ti misma. Lo que hemos experimentado hace una hora en la habitación, aquélla explosión en todo nuestro Ser, ha sido una consecuencia de nuestra conexión con la divinidad, y en este contacto ha habido información. Y esta conexión solo puede tenerse a través del sexo, no el acto físico en sí, sino porque a través de ese punto energético, dos personas que se aman de verdad, que se entregan, que vibran al unísono en un solo corazón, activan unas energías de tal calibre, que se transforman en Dios. ¡Dios, el Padre, es eso: hombre-mujer-corazón y entrega incondicional!
- ¡Caray, Micael... yo que tú me pongo a pregonar en la puerta lo que hemos hecho en la habitación y así se entera todo el pueblo!  Y ante la queja de Raquel, Jhoan estalló de risa.

- ¡Ay, Micael... hermano, que poco tiento tienes con las mujeres!
- ¿He dicho algo inadecuado?
- Pues que le has detallado a tu hermano, y con mucha precisión, nuestro encuentro íntimo.
- Pero mi amor, venía a cuento con la conversación que teníamos, y se trata de Jhoan, no de un desconocido. De todas formas, perdóname... se me había olvidado que tu privacidad es sagrada.
- Yo ya no tengo secretos para ninguno de vosotros, pero es que hay cosas, que me dan mucha vergüenza...
- Hermana, vuestra felicidad para mí es lo más importante, y el saber que la practicáis bien, me llena de júbilo. Si ya se lo he notado antes a éste. Con la cara de pánfilo enamorado con la que ha bajado de la habitación, no podía ser de otra cosa... Pero comprendo tu sentir, hermana. Vosotros necesitáis más intimidad, y aquí no la tenéis. Habrá que ir pensando en hacer algo con la casa de mamá. Ya sabes, Micael, que es tuya.
- ¿Y tuya no, hermano?
- Mamá lo quiere así, y la voluntad de nuestro padre también. A ti te gustó desde niño, y para eso eres el mayor. Yo ya tengo ésta.
- ¿De qué casa estáis hablando?
- En la que nació nuestra madre y vivió hasta que se casó con papá. Está al principio del pueblo, bastante aislada del resto de las viviendas, y casi rozando la orilla del mar. Pero debido a la cercanía del agua, está muy estropeada. Es pequeñita, tiene dos plantas y un jardín, eso sí, en condiciones. Mamá se ha encargado de él todo este tiempo. Es lo único vivo en la casa.
- ¿Y una buena mano de pintura y unos cuantos arreglos... no la harían habitable?
- ¡Claro, hermana... pero echando la tira de horas!
- ¡Pero lo puede hacer un profesional!
- ¡Sí, pero el cobra por su trabajo!
- Jhoan... y me parece muy justo, pero dinero hay, no lo olvides. Entonces nosotros a lo nuestro, y dejemos la casa en manos de un profesional. ¿No hay en este pueblo algún albañil o pintor?
- Aquí no, pero en la zona de más abajo sí. Es Saúl, y creo que ahora, precisamente, lleva varios meses en paro.
- ¿Más abajo dices?
- Sí, mi amor, es que el pueblo en sí no son estas diez casas que ves desde aquí. Estas con las últimas edificaciones. El más antiguo es el que está a cien metros cuesta abajo, solo que está muy recogido y desde la carretera no se ve. La casa de mamá está al principio del pueblo.
- La verdad es que más que dilucidar sobre si esta casa es la tuya y la otra la de Micael, habría que pensar en adaptar lo mejor posible lo que tenemos al trabajo por desempeñar.
- ¡Desde luego que sí, pero para eso hay que organizarse! Contestó Jhoan.

- Creo que lo más importante y lo primero que deberíamos adquirir, son dos buenos ordenadores. Con ellos vosotros podríais empezar a escribir, y después, ya se irá haciendo todo lo demás. Yo tengo todo el tiempo del mundo y puedo encargarme de ello. Mañana mismo vamos a Tel.Aviv y hacemos unas cuantas compras, y digo de ir allí, porque en el mes que llevo instalada, me he pateado todas las calles de la ciudad y conozco varios sitios. Llegamos allí tempranito, hacemos compras, luego nos vamos a comer algún exquisito manjar y tranquilamente volvemos a casa a la hora de cenar. ¿Qué os parece el plan?
- ¡A la orden, jefa!
- ¿Y podríamos ir a ver la casita, antes de pasar a casa de Efraím?
- ¡Sí, perfecto, lo que la jefa guste!
- ¡Oye, chicos... menos cachondeo eh...!
- ¿Y por qué dos ordenadores? ¿No crees que con uno sería suficiente?
- ¡No, Jhoan, y te diré por qué! En Madrid, a parte de trabajar en el hospital, David, Salomé, Juancho y yo teníamos una lonja pequeña alquilada. Era nuestra asociación. Se llamaba Akenatón. Durante 10 años, David y Juancho han escrito libros, y con los medios que teníamos, que eran pocos, los editábamos. Nunca se comercializaron, pero sí se entregaban a todo aquél interesado. Solo se cobraban los gastos de envío. Había un solo ordenador, el mío, y era insuficiente. Eran dos personas trabajando, con una sola herramienta. Era desesperante ver a los dos, en el poco tiempo libre que tenían, hacer turnos delante del ordenador. Yo entonces no tenía dinero. Estaba como ellos, a dos velas. Pero conseguimos entre todos ahorrar unas pelillas para un segundo, aunque fue para nada. Tuvimos que entregar todo el dinero para cubrir responsabilidades.
- ¿A qué te refieres Raquel?
- Pues que un día, cuando llegábamos a la asociación y aparcando el coche, vimos que estaba ardiendo. Allí estaba todo nuestro trabajo, pero sobre todo los libros de David y Juancho. En cuanto vio aquello, y sin pensarlo dos veces, David saltó del coche y fue hacia la lonja. Yo fui detrás de él. Nos echamos por encima los abrigos y entramos. Entre los dos cogimos los que todavía estaban en buen estado y cuando nos disponíamos a salir, ocurrió algo que no olvidaremos nunca: en la misma puerta, y negándonos el paso, había una serpiente negra horrible en disposición de ataque. Nos quedamos petrificados. ¿Qué hacía allí un bicho como ese? ¿Por qué no huía del fuego? Y David, de repente, empezó a hablar con aquel bicho y dijo unas cosas que...
-  ¿Qué... qué dijo...?
- ¿Así que quieres que se destruyan estos libros, eh... bestia inmunda? ¡Pues no lo conseguirás, tendrás que arrancármelos del alma!

Y cuando nos disponíamos a salir, haciendo caso omiso de aquélla serpiente, ésta se enroscó en los pies de David y lo tiró al suelo. Yo entonces cogí su petate con el mío y los tiré hacia fuera, hacia la calle, e intenté liberarlo. Debido al calor, la serpiente huyó, no sin antes picarme en la mano. David estuvo con quemaduras en las manos varios meses, y yo ingresada tres días en el hospital. ¡Me clavaron todas las agujas que había, que horror!
- ¿Y quedaste bien... no tuviste ninguna otra anomalía?
- No. Cuando empecé a revivir lo que había pasado, me pareció todo muy sospechoso. La serpiente en la asociación, el fuego, la reacción de David... estaba segura de que había connotaciones extrañas, e instintivamente me acordé de Micael, de Jerusalén,  y de aquél muchacho, bueno... de ti, y tuve el colgante tuyo toda la noche sobre la herida de la mano. Intuía que aquélla serpiente no tenía ningún poder sobre él. Y al día siguiente, un poco a regañadientes, David también se lo puso sobre sus manos. A la policía no podíamos contarle lo de la serpiente porque no nos habría creído. Así que se dictaminó que había sido por un descuido nuestro, y tuvimos que pagar todos los destrozos. Y allí se acabó la asociación, aunque ellos dos han seguido escribiendo.
- ¡La leche, hermana, cada vez me sorprendes más! ¿Y qué libros son esos que escriben tus amigos por los que David no dudó en arriesgar vuestras vidas?
- ¡Conocimiento en general! Todo lo que actualmente se engloba en Metafísica, Esoterismo, Espiritualidad, Hermética… la verdad es que pocos libros suyos he leído. Los únicos, los espirituales, los que entendía. Los dos, desde pequeños, también han tenido sus historias personales. Nunca hablábamos de ellas, ni tampoco de las mías. Nos queríamos y queremos tal y como somos.
- ¡Me gustaría mucho conocerles! Respondió Jhoan.
- ¡Lo harás, seguro que sí! Puede que alguno de ellos pueda venir a la boda religiosa, y al resto... pues puedes ir tú a conocerlos a España. Ellos lo tienen más difícil. Trabajan en el hospital y están más sujetos.
- ¡Todo se dará en el momento oportuno! Exclamó Micael trayendo a la mesa el postre. ¿Así que usaste mi corazón como amuleto, eh...?
- La definición de amuleto no me gusta. Si, lo utilicé, como escudo, creía en él. Micael... ¿tú qué crees que hacía allí la serpiente?
- ¡Evitar que todo aquél conocimiento saliera a la Luz!
- Pues no entiendo, porque aunque David hubiera dejado allí los libros, podría haberlos reproducido de nuevo más tarde.
- ¡Pero es que ella quería destruirle a él también! Se enroscó en sus pies y lo tiró al suelo. Si tú no hubieras vuelto a por él, David habría muerto víctima del fuego. Y en represalia, ella te mordió, y te aseguro, mi amor, que cuando esa serpiente muerde, no hay antídoto en este mundo que pueda con su veneno. Lo que os salvó a ti y a David, no fue el corazón de oro. Si que fue un corazón, pero el vuestro. Cuando se trabaja para el amor, todo aquello que te has propuesto hacer, lo consigues. Nadie entorpecerá tu camino. Pero es muy difícil mantenerse fiel a El, y la mayoría de las veces se sucumbe ante la serpiente sin a penas notarlo.

- A ver... vamos por orden, Micael... de las dos cosas que has dicho, con una no estoy de acuerdo, y la otra no la entiendo muy bien.
- ¡Pues vayamos a por el desacuerdo primero, a ver, dime...!
- Dices que cuando trabajamos para el amor, nada nos entorpece el camino. ¡Pues no estoy de acuerdo! Ya ves... siempre me remonto al mismo personaje, que es al que más conozco: Jhasua, pero perfectamente os podría poner a vosotros  dos. El hizo su trabajo, bien, pero se lo pusieron rematadamente difícil, y al final... ¿qué paso? ¡Que se lo cargaron! ¿Estuvo allí el amor para ayudarle?

- Mi amor, todavía no has digerido lo que pasó con Jhasua, y estás muy obsesionada con el tema. A él no se lo cargó nadie. El hizo su misión, no le fue fácil porque las circunstancias del ser humano y de esta humanidad son así de complicadas. Pero él quiso morir de esa forma. Y el Amor estuvo con el hasta el final. Y lo sabes perfectamente, Raquel, lo que pasa es que tu corazón todavía tiene esa herida abierta y duele mucho, mi amor, lo sé.
- ¿Y a vosotros, Micael... y a ti, te ayudó mucho el amor permitiendo que te hicieran daño? ¿Os ha facilitado acaso vuestra labor? Y con esto no quiero decir que dude de El, pero creo que también es limitado, y que no siempre puede actuar y proteger.
- ¡Todo pasó para bien, Raquel! Aquella experiencia para mí fue el sello inequívoco del amor. Y te lo voy a contar. Se que a ti, Jhoan, no te gusta hablar de ello, porque tampoco lo has digerido.

Cuando mi hermano me dijo que te lo había contado en el restaurante, le reñí, porque no era el momento. Quería hacerlo yo, a mi manera, tal y como lo viví y lo sentí. ¡Mi amor, no deseo que lo que para mí fue una hermosa experiencia, sea para ti un puñal clavado en el corazón!
En un momento determinado tuve que elegir: entre seguir con mi espléndida carrera en el hospital, o volcarme de lleno con seres humanos que necesitaban de todo. Las dudas me acecharon. En aquéllos momentos mi ego hizo bien su papel. Me había costado muchos esfuerzos y sacrificios llegar a ser médico, por mi parte y por la de mis padres. Si era un médico de renombre, era porque me lo merecía. Era muy bueno, y sigo siéndolo... ¿por qué entonces renunciar a todo por ayudar a una gente que si estaba en esas condiciones era por su obstinación y fanatismo religioso y político? Eso era lo que pensaba antes, amorcito, no ahora. Aquélla lucha la ganó el corazón, pero el ego se quedó un poco resentido. Yo les entregaba mi trabajo, mi tiempo, mis conocimientos... pero lo hacía porque me sentía obligado. ¿Qué pensaría de mí mi Padre y mis amigos si yo no me ponía del lado de los débiles? ¿Y mi ética? Se sentiría traicionada. ¿Y mi corazón?, no podría dormir tranquilo a las noches. Y así pasé casi dos años, Raquel, entregándolo todo salvo a mí mismo, a mi guerrero. Hasta que una tarde, pasando a máquina unos historiales, sentí vibrar mi corazón de una forma inusitada. Me quedé expectante, pues era señal de que el Padre iba a aparecer. Pero no fue así. Siguieron las vibraciones, hasta el punto de hacerme llorar. Sentía cómo el amor invadía todo mi cuerpo, y oí una voz que salía de lo más profundo de mi corazón: “EL AMOR ESTA CONTIGO, PERO 

PARA SER HIJO SUYO, TIENES QUE DARLO TODO, A TI MISMO”.



Y unas imágenes invadieron mi mente que me provocaron escalofríos y malestar físico. Me hicieron saber lo que me esperaba esa misma tarde. Raquel, en aquellos momentos, el guerrero se vio solo, sus conocimientos, su lógica, su ética, su moral, hasta su corazón, que enmudeció, todos le abandonaron. Me preguntaba que por qué y para qué tenía que pasar por aquello. Era injusto, pero algo me decía que aquélla batalla iba a ser decisiva. Pude huir, tenía tiempo suficiente, pero no lo hice. Terminé el trabajo como pude y salí a la calle, y allí me estaban esperando. De nuevo la serpiente, Raquel, aquéllos hombres encapuchados la llevaban en su pecho grabado. Me metieron en un coche y me llevaron a un descampado a las afueras de Hebrón. Allí me desnudaron y me ataron de pies y manos entre dos árboles y… fue allí cuando comprendí qué significaba entregarlo todo. Violaron, torturaron mi cuerpo, pero sentí un calor en mi vientre que se expandió por todo mi organismo. Experimenté lo mismo que hoy contigo. Aquél fuego fue invadiéndome, activándome todos los puntos energéticos. Mi cuerpo estaba experimentando el dolor en su punto más álgido, pero también el amor en toda su plenitud. Y vinieron a mí viejos recuerdos, y deseaba entregarme, apurar aquella copa de sabor amargo hasta el final. Y mi cuerpo quería abrirse, y llegué a desear al dolor como se desea a una amante. Y fue entonces cuando ví al Padre, pero no venía hacia mí, sino que salía de mi interior. Había estado conmigo en todo momento, se había entregado conmigo. El me besó, como tú haces, mi amor, en el pecho, y me dijo: “Hijo, ya somos UNO para siempre”. Y volvió a desaparecer en mi cuerpo, y me dio el mayor conocimiento sobre mí mismo, algo que había olvidado. Descubrí para qué había venido a este mundo y lo que significaba ser un Cordero del AMOR, un Testigo. Ahora el viejo y valiente guerrero ya no existe. Le entregó toda su fuerza y valor a su Corazón, y se hizo UNO con él. Y bendigo aquél momento, Raquel, y se que vendrá a mi de nuevo, a todos los que lo hemos aceptado, pero entonces ya no será una tragedia, ni sacrificio, sino una fiesta, una entrega absoluta. Y no habrá mártires ni víctimas, sino corderos que se ofrecerán a sí mismos para que la humanidad tenga un gran festín que les abra para siempre las puertas del Paraíso que hay en ellos mismos.
- Micael... ¿y por qué el dolor y el derramamiento de sangre?
- Amar al dolor y abrazarlo es como abrazar y amar a tu amado que está herido y sufriente por las continuas batallas que ha tenido que librar para que tú seas quien eres. Dime, mi amor... cuando tú ves a Jhasua sufriendo y temblando por el dolor, ¿por qué deseas desesperadamente fundirte con él?
- ¡Porque le amo!
- ¡Bien, le amas...! ¿Y no te basta con estar a su lado y abrazarle?
- ¡No, quiero ser él, deseo estar dentro de él, sufrir con él, compartir con él! El está sufriendo por amor, y yo por amor también quiero sufrir con él. Y me habría pasado lo mismo contigo, Micael, si entonces hubiese podido estar a tu lado. No me habría hecho ninguna pregunta, ni por qué ni para qué. Me habría bastado con amarte para compartirlo todo contigo.
- ¡EL AMOR abre sus brazos al DOLOR, y éste se deja amar! EL DOLOR implora comprensión y aceptación, y el AMOR corre hacia él para abrazarlo. Raquel, querida mía, esta noche lo comprenderás todo, y ya no habrá más preguntas para tu corazón. ¡Te lo aseguro!
- ¿Y la sangre, Micael... por qué tiene que haber tanto derramamiento?
- La sangre es la Vida, la esencia, tu memoria genética y espiritual. Tiene sus propios códigos, y en ciertos seres, entre los que estamos nosotros, esos códigos son necesarios para que siga la vida en este planeta, a modo de compensación. Estos son los corderos solares, seres libres de todo karma, puros en esencia que por un compromiso de Amor encarnan y se entregan a este mundo a través de su sangre. Los pueblos y razas más antiguos del planeta ya tenían este conocimiento, pero con el paso del tiempo lo desvirtuaron. La pureza de la sangre del cordero solar pasó a ser la virginidad de hombres y mujeres jóvenes a los que elegían para ser víctimas de un sacrificio, y siempre en contra de su voluntad.
- Con la cantidad de sangre que se ha derramado en este planeta, la tierra ya podría estar en novena dimensión.
- ¡Si toda esa sangre se hubiera vertido por Amor y con amor, si! Pero cuando se derrama por odio y con odio, es un veneno mortal. ¡Es el alimento de la serpiente! ¿Comprendes princesa?
- ¡Sí, perfectamente!
- ¿Y tú, hermanito, qué... te has quedado mudo?
- ¡Cuando habla el maestro, el discípulo calla! Exclamó Jhoan haciéndole una reverencia.
- ¡Pues será la primera vez que lo haces, samurai!
- ¡Hermanitos... que se está haciendo tarde... que son ya las cinco y nos están esperando! ¿Qué te parece hermana si dejamos la visita de la casita para después, cuando salgamos de casa de Efraím? Aunque ya sea tarde, no importa, ya que hay luz eléctrica dentro.
- Claro que sí, Jhoan, me da lo mismo. Yo ya estoy arreglada, así que mientras recojo la mesa, prepararos vosotros. ¿Qué... Micael... tú no subes a arreglarte un poquito?
- ¡Ya me has dejado perfecto antes, para qué mas! ¿No había otro punto por ahí que no entendías bien?
- ¡Ah, sí... pero ya me lo has aclarado!
- Pero dime cual era...
- Lo de que en ocasiones no nos damos cuenta de que estamos alimentando a la serpiente en vez de al Amor...
- ¿Y a qué conclusión has llegado?
- ¡Pues que es cierto! En muchos, en muchísimos momentos caemos en la alucinación de que todo lo que hemos conseguido, sean triunfos, conocimientos, batallas ganadas, amores, dinero, reconocimiento y muchas más cosas, es debido a méritos propios, ¡que tampoco es mentira, porque el guerrero se lo ha batallado! pero olvidamos que el verdadero artífice es siempre el Corazón, el Amor que nos alimenta y nos fortalece cuando desfallecemos y caemos heridos y somos abandonados a nuestra suerte por la serpiente, a la que hemos alimentado con su más apetitoso manjar: el orgullo y la soberbia. EL siempre está ahí, y a veces tiene que permitir en silencio y llorando que la serpiente nos destroce para que sepamos quien es el que nos ama de verdad.
- ¡Y yo lo reitero, mi amor!
- ¡Muchachos, yo ya estoy... es que más guapo ya no puedo ser! Podemos salir cuando queráis.
- ¿Ya has terminado, princesa?
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